Los españoles y su clavo ardiendo
Todos sabemos —supongo— el significado de esta frase, la de agarrarse a un clavo ardiendo cuando las circunstancias no nos son favorables y pensamos que él es la única esperanza que nos queda. Y al decir en este caso “los españoles”, me refiero a los no catalanes, porque los catalanes, como pasa casi siempre, tienen otro motivo particular, otro clavo ardiendo.
Los catalanes, ante el desbarajuste económico, la inoperancia de los políticos actuales, el nepotismo y la corrupción que posee tantos tentáculos, tienen un clavo privativo al que agarrase, que no es otro que el independentismo o la creación de un Estado propio. Ignoro si esto llegará a concretarse, una cosa u otra, y si concretada es la salvación que se espera, si con una u otra posibilidad alcanzan a una gobernanza libre de tanta corruptela.
Los españoles no catalanes tienen otro clavo ardiendo, en este caso con nombres y apellidos y titulado “Podemos”, es la gran esperanza que les queda, como sociedad y como país, para que como arel consiga separar el grano limpio y puro de la paja, y como sociedad consigan un camino hacia el futuro exento de vividores, corruptos, arribistas y toda clase de indeseables que arruinan al país y a la ciudadanía. Tampoco sé si con ese clavo ardiendo, agarrándose firmemente, lograrán el objetivo. No soy adivino ni poseo bola de cristal, ni sé descifrar el lenguaje de los posos de café.
Pero ¿Conviene ser tan agoreros, como muchos de ustedes, cantando los maleficios de un clavo y el otro? Si el canto viene de aquellos que hoy viven, y muy bien muchos de ellos, del desaguisado político en el que estamos inmersos, casi parece lógico, el egoísmo en el ser humano en connatural. Temen a uno y otro, y están obligados a pregonar que saldrían los ciudadanos, en ambos casos, de Málaga para entrar en Malagón.
Lo que no entiendo es que ese pregón nazca de los propios que sufren este esperpento en el que nos han metido los políticos y del que se benefician ellos, banqueros y grandes fortunas. Por mucho que creamos que no es bueno todo cambio, al menos siempre es de esperar que sea mejor que lo que se tiene. Es como, si un servidor, que no cree en religiones, santos, mártires, siervos de dios, curas, papas y biblias, viendo a una pobre mujer, desesperanzada, que pasando por la calle sevillana donde la Virgen Macarena está resguardada, y santiguándose al cruzarse con ella, no le diga ¡guapa! y le pida los favores que necesita para mejorar su salud o su precaria situación económica… Yo sé (creo saber dentro de mis dudas) que la Macarena no resolverá ninguno de sus problemas, que la salud depende, en parte, de la medicina y el sistema sanitario, y sus necesidades económicas de que los gobernantes procuren leyes más justas que miren al más débil y se dejen de engrosar con sus disposiciones al que más tiene, pero no me atrevería a hacerle ver de su error. Si a la falta de salud, o medios económicos para una vida digna, le elimino el clavo ardiendo de su fe ¿no estaría añadiéndole más dolor y desesperanza?
Ojalá no necesitáramos nunca, nadie, un clavo ardiendo. Mejor sería contar con gobernantes dispuestos a solucionar problemas en vez de acrecentarlos.
El Postiguet