La filosofía griega antigua se preguntó por cosas tales como la verdad, la realidad, las ideas, las cosas... cuestiones necesarias de discernir frente a la evidencia de un mundo sensible y uno inteligible, frente a lo abstracto y lo concreto, lo material y lo inmaterial, que si bien parecen estar claramente diferenciados, de tan inherentes confluyen cuanto más profundo sea el interrogante (no es lo mismo responder a la pregunta de si una mesa y la idea de una mesa comparten idénticos atributos, a responder si la mesa seguiría siendo una mesa si no tuviéramos una idea de mesa). Pensaron y debatieron los filósofos durante largos períodos y fueron acumulando definiciones y nociones que le ayudaran a comprender el mundo exterior y el interior (lo cual llevó a pensar también la diferencia entre ser y estar).
Sin embargo la herramienta con la cual intentaban responder los interrogantes, estaba íntimamente ligada a las preguntas, de modo que la herramienta que buscaba una solución, era también parte del problema: el pensamiento.
No es lo mismo pensar, saber y conocer... el conocimiento nutre el saber y el saber nutre el pensamiento, cuanto más nutrido esté el pensamiento (de saberes nutridos por el conocimiento), más robusta será la herramienta con la cual intentemos comprender las cosas, lo cual equivale a lograr mayor magnitud en la visión de las cosas.
Es como estar en el patio de una casa, cuyos murales no dejan ver el paisaje lindero, pero si pudiéramos subirnos a una escalera lograríamos hacerlo, y si pudiéramos subir a un ático veríamos más cosas, y si pudiéramos subir a un helicóptero veríamos más aún, y si pudiéramos subir a un avión el panorama sería mucho más abarcador. La metáfora del pensamiento elevado sugiere que no es necesario ver las cosas desde un avión, para lograr que nuestro pensamiento alcance (desde el patio de una casa) esa perspectiva de las cosas.
Por eso el griego dijo "sólo sé que no sé nada", porque era necesario ir más allá de la certeza, para subir escalones... pero también lo dijo porque el pensamiento es ilimitado, la abstracción no ocupa lugar. El materialismo vino a decirnos, empero, que la vida debía transcurrir en torno a la materia, que allí donde hubiera un espacio a ocupar, tendríamos que construir, puesto que el ejercicio de la construcción de saberes es inagotable, y aunque hubiera acumulación, lo que subyace es el vacío (algo parecido a la nada)... por eso también, el griego dijo "sólo sé que no sé nada".
Con el paso del tiempo el materialismo intentó llenar esos vacíos, de manera triunfal erigió un sistema dentro del cual todos viviéramos, y con él, construyó el sentido de la vida. Lo inherente al interior humano pasó a ser del orden de los sentimientos (algo ciertamente limitado), el pensamiento y el saber en cambio (esa cuestión que nunca satisface y que es la terrible evidencia de que algo puede convertirse fácilmente en nada), quedó en un lugar secundario, prescindible.... inclusive peligroso y molesto.
¿Quién puede decirle hoy a los Griegos cómo son las cosas?, ¿Quién puede decirle a aquel que ve cómo lo material se deteriora, que ignore aquello y tenga otra idea del deterioro material?... es decir ¿quién puede pedirle al griego que crea que es igual la idea de mesa, que la mesa en sí misma? (más aún cuando la mesa en sí misma está rota y tiene 2 patas, y la idea de mesa que le proponen pensar está entera y tiene 5 patas).
Mientras muchos, desde fuera, dicen "Sé todo", los griegos rompen el tablero porque sólo saben que no sabemos nada.
Dios quiera que me parta un rayo antes y muera fulminada frente al monitor 
