-Aquí Osezno llamando a Papá Oso, tengo el paquete, espero instrucciones-dije por el móvil desde los servicios del aeropuerto.
-¿Pero es que te has vuelto loco usando palabras clave? Es más, no sé quién me llama, esto tiene que tratarse una broma. No vuelva a llamar aquí, ni se le ocurra, ¿pero a quién le hablo?-y el jefe, paranoico perdido, colgó.
Insistí, tenia que deshacerme del paquete que murmuraba con babilla escapándole de la comisura de los labios : "te mato, cuando eso te mato", supongo que en dialecto chino cerrado de la provincia de Chuan.
-Aquí reportero desde los servicios del aeropuerto, tengo al chino ko pero no sé cuanto estará insconciente. Necesito ayuda, help.
-Ya ves, así mejor. Mandaré a Olaf y a Nsitu a recogerlo.-dijo, y seguro que mi cara reflejaba incredulidad.
-Pero jefe , ¿el Nsitu? Que es muy burro bestia y es capaz de asarlo y de comérselo.
-Oye, niñato, que la empresa de trabajo temporal mandó a estos sicarios, si tienes una idea mejor tú mismo con tu mecanismo.
-Me vale, jefe, corto y cambio.
-Que no le conozco, no vuelva a llamar-respondió bruscamente.
Como hombre prevenido vale por dos le arreé con las baquetas al chino, cerré el pestillo, salté al siguiente cagadero a través del tabique y me dispuse a camuflarme con el medio ambiente de chinos que esperaban formalitos a que los embarcasen en los autobuses silbando la marsellesa. A por ellos. Sin necesidad de zurrarles la badana, espero.
El cómo me hice con el chino es una historia que mejor dejaré en suspenso para otra ocasión, como en las mejores piliculas del mago del suspense Almodovar de detectives y crímenes.