.
“Nadie tira piedras contra su propio tejado”
(dicho popular)
Desde hace muchos años vengo creyendo, y diciendo, que el “atado y bien atado” sigue en pie. La Transición no fue más que un paripé, un cambio de traje para poder entrar en Europa y que la patita de dictadura se notara menos al enseñarla por la rendija de la puerta.
Las Cortes franquistas no se inmolaron; no seamos bobos, que nadie suelta la teta alegremente. Pero España tenía la necesidad de estar en esa Europa que la despreciaba por su dictador. Una ruptura, pero siempre respetando los compromisos internacionales, era lo indicado, pero romper con el pasado negro y déspota, significaba que sus acólitos dejaran el mangoneo de cuarenta años, y eso no se iba a consentir. La idea era una Transición de la dictadura a una seudo democracia en mantillas para que en Europa, cambiádose los ropajes, los correajes, el yugo y las flechas, permitieran la entrada. Pero se necesitaba aún más, por ejemplo los partidos políticos, y qué mejor que dividirse, unos a la derecha, y otros al izquierda, de ahí la necesidad de un Partido Socialista, preñado de falangistas, unos Sindicatos (aparentemente de clase) derivados del Vertical, y la llamada a los comunistas residentes en Moscú (Carrillo y Pasionaria, entre otros), con la intención de que representaran al jarrón chino que ni gusta, ni molesta ni hace ruido, con la promesa de no perseguirlos ni encarcelarlos. Un sainete a toda regla, una opereta bufa muy bien orquestada.
Naturalmente había que darle ese tonillo de realidad, y para eso estaban los mítines con los correspondientes “insultos”, y por parte del Sindicato Vertical convertido en UGT y CCOO, para hacer alguna huelga que otra y darle carácter de realidad al cambio. Un cambio inexistente.
Pero hete aquí que nace un día, de la ciudadanía indignada, un nuevo partido de izquierdas, que no era, como el PSOE o el PP ramas del mismo árbol. Y, además, los nacionalistas siempre callados cada vez que recibían dineros y prebendas, y facilidad como PP y PSOE para el porcentaje, ahora se nos vuelvan (por Esquerra y la CUP) otros soberanistas más que ya no reclaman dineros, sino la independencia. El nuevo Movimiento Nacional Sindicalista (léase PPSOE) esto no lo tenía en su guión, y es cuando ante la marimorena de ser descubiertos, se unen en camaradería, y prietas las filas, recias y marciales, nos dicen que en España, otra vez, comienza a amanecer.
Que no nos engañen, aquí, todavía, no ha salido aquél capaz de desatar lo bien atado. Esto le correspondería, en buena medida, a los ciudadanos, pero mientras nos han dado la oportunidad de hipotecarnos de por vida, la posibilidad de adquirir un cinco válvulas o unas vacaciones en Benidorm, nadie ha querido ver la realidad. Ahora la tenemos enfrente. Veremos si alguien es capaz de ponerle el cascabel al gato… al Gatopardo, que lo cambió todo para que nada cambiase.
El P©stiguet