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Hace tiempo que me dedico a la investigación, como entretenimiento no crean, y entre mis descubrimientos he visto cómo hemos sido engañados desde nIños y cómo los siguen engañando.
Aseguran que fueron cinco, y mis datos son diferentes, parió seis. Seis, como seis soles que diría la castiza, seis bocas a alimentar y seis cabecitas a las que enseñar para el día en que dejaran la casa y se buscaran la vida.
Porque la loba, que por cierto otra mentira es que los escondiera detrás de la escoba, tuvo seis lobitos. Lo que pasa es que como los humanos tenemos cinco dedos, y había que mover la mano para que los niños se entretuvieran, comenzaron a cantar que fueron cinco, y menos mal que las criaturas, que son criaturas, no se dieron cuenta del fraude, porque podían haber pensado que al sexto lobito lo mataron.
Lo de la escoba, ya lo dije, era una mentira y no piadosa, como una catedral, pues los escondió detrás de la loma, donde encontró una lobera adecuada para su crianza y cuido. ¿Pero tan tontas hacemos a las lobas como para creer que esconden sus lobeznos detrás de una escoba? Como tampoco podemos tratar a la dueña de la casa como una guarrinchi que no barre su estancia, porque al hacerlo se hubiera dado cuenta de tan graciosa camada, que seis lobitos, recién nacidos, hacen su bulto y son simpatiquísimos.
A ver si de una vez por todas empezamos a entender que a los niños no hay que engañarles, ya está bien de cigüeñas parisinas, de reyes magos, o vagos, y de eliminar, por un quítame allá esas pajas, a un lobezno simpático y gracioso.
Así es que:
Seis lobitos tenía la loba
Y los parió en la cueva
que hay tras la loma.
El P©stiguet