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Usted debe saber, que inteligencia le supongo un montón, que ahora, llegada la hora de hacer la declaración de la renta, existe esa casilla para otorgar una parte de la misma a la Santa Madre Iglesia Católica y Apostólica. Una parte, señor don Pablo, que no paga el contribuyente católico de su bolsillo como consecuencia de una ayuda a su credo, sino que se le resta a lo que serviría, y que debe servir, para la sanidad, la enseñanza, las familias con dependientes, mejorar la pensión de los más necesitados y tantas otras cosas.
Es verdad que colocar la dichosa crucecita no le cuesta nada al contribuyente español como sí ocurre, por ejemplo, en Alemania, sino que se separa del dinero recaudado por todos para otras necesidades más urgentes y se le entrega a la Santa Madre Iglesia en bandeja de plata, que ya debiera autofinanciarse por sí misma, pues ese es su compromiso, o sea, por sus creyentes.
Ahí, don Pablo, es donde quisiera ver dirigido su trabajo, y no a eliminar un espacio de la TV dedicado a transmitir una misa, un acto del islam o del judaísmo, o de una carrera ciclista o las fiestas populares de Villadelrío, que no es otra cosa más que un servicio público para el ciudadano, con la enorme ventaja que, de no querer sintonizarlo, nadie nos obliga. Sin embargo el que se distraigan muchos millones de la sanidad o la educación, o de otros gastos asistenciales, para fines religiosos, o la buena mesa del orondo Obispo, sí es una barbaridad estando la sociedad tan necesitada. El cura que emplea horas en su trabajo, que cobre del Obispado, y éste que le pase la factura correspondiente a quien necesite de esos servicios ¿por qué no cobrar a la entrada del templo una cantidad según el gasto de la parroquia? Pero esto, cómo deben recaudar, no nos importa. Que hagan como mejor les parezca.
Esa ejercicio, a mi entender don Pablo, que demostraría responsabilidad, es mejor que hacer un numerito en el Congreso, o en la calle, del que tan aficionado es usted. Vaya al Vaticano y dígale al Papa o a quien corresponda, que el Concordato tan favorable, ha terminado, que cada palo aguante a vela, y el quiera vivir opíparamente de la religión, que se lo pague.
El P©stiguet