- Atlántida escribió:
- Precioso, no lo conocía, muchas gracias. Y gracias por la expresa dedicatoria del hilo..., no hacía falta el personalismo, pero se agradece la calidez, compañero.
Pues ya que he puesto el inicio, ahora colocaré el final, cuando Encarnación ve muerto a Juan.
Espera un poco, Juan mío,
respira un poco, despierta
un poco... ¡Muerto está, frío
está y anhelo estar muerta!
¿Qué monte de pesadumbre
y de desventura soy,
que me arrebatan la lumbre
cuando a calentarme voy?
¿No he de verte vivo más?
¿Y quién revivirte puede?
Ni el agua se vuelve atrás
ni la vida retrocede.
¿Qué haré sin ti con mis días?
Sin ti llegarán los años
como las más negras crías
a los más blancos rebaños.
La muerte de sombra fiera
me sustituye en tu cama.
Mi gusto esperaba miera
y le han traído retama.
De un tajo has quedado en paz,
y de otro tajo, amor mío,
cayó tu cuerpo hecho un haz
y tu corazón un río.
Ya se te quiebra el color;
¿dará tu boca de pana
para besar, el hedor
de cuanto el tiempo agusana?
Montón de airosa hermosura,
gusto de mi paladar,
era donde la verdura
siempre estuvo por segar.
Sal que dio siempre a mi vida
tanta sazón, miel tan poca,
venda que pidió mi herida
incurable de mi boca.
Quiero quitarme esta pena
y vestirme la mortaja,
y esparcirme como arena,
y aventarme como paja.
Molerme como semilla,
perderme en el polvo vago,
y al borde de tu mejilla
morirme de un solo trago.
Deja tu boca en mi apoyo,
¡ay, no te la lleves, no!
Que no se la coma el hoyo
y que me la coma yo.
No mereces ser desecho
por el gusano cruel;
!que hagan un hoyo en mi pecho
y que te entierren en él!
No quiero que hierba sea
tu cuerpo, tu corazón
fundido en una pelea
de un trueno con un león.
De amapola en amapola
iban, y de beso en beso,
tus ojos de carne sola,
tu boca de carne y hueso.
Recogeré tu saliva
espumosa y colmenera,
y al pondré mientras viva
en mi corazón de cera.
Viento que no bebe viento,
nido despoblado, nido
polvoriento, polvoriento,
ido para siempre, ido.
Gime mi garganta, gime...
Ven a mi regazo, ven...
Dime, primo, hermano, dime
¿quién te ha malherido, quién?
Rebrota en sangre rebrota
fuerte como el olmo fuerte,
poco a poco, gota a gota,
vida a vida, muerte a muerte.
Puerto has encontrado, puerto,
frío para siempre frío.
Me acomete una desgana
mortal, amor, porque sé
que te buscaré mañana
y ya no te encontraré.
¿Ha muerto Juan, el airoso
de voz y de movimiento,
y al quedar él en reposo
se quedó sin aire el viento!
El P©stiguet