Si reparte a los accionistas, aún le queda para cinco o seis vidas

Los accionistas con una hoja delante y otra detrás, y Ron cobrando, con 54 añitos, millonazo y pico anual.

Bien. Qué se puede esperar...

Ron cobrará un sueldo vitalicio de 1,1 millones al año

Ángel Ron (54 años) cobrará 1,1 millones de euros al año de forma vitalicia, según fuentes del banco. El vicepresidente de Popular, Roberto Higuera, dijo a los accionistas que la pensión sería "hasta su jubilación".

Para cubrir esta pensión, el banco ha dotado un fondo que asciende a 24,21 millones. Ángel Ron fue relevado ayer de su puesto tras algo más de 12 años al frente de la entidad. Las críticas a la gestión del ya expresidente centraron las intervenciones de los accionistas durante la junta extraordinaria para nombrar a Emilio Saracho como nuevo presidente de la entidad.

Según los estatutos sociales del banco, la pensión del expresidente está vinculada a un pacto de no competencia durante los próximos 11 años. De esta forma, Ron no podrá trabajar en otra entidad del sector nunca más.

Tras su cese al frente de Popular, la entidad informó de una provisión de 15,63 millones pendiente para cubrir el derecho de pensión de Ron, que acumulaba 8,57 millones en su sistema de ahorro a largo plazo a cierre de 2016. El banco ha dotado un máximo de 24,1 millones para afrontar los derechos acumulados por el expresidente durante sus 32 años ostentando diferentes responsabilidades en la entidad.

"No creo que los problemas del banco sean exclusivamente responsabilidad de Ángel Ron", subrayó Higuera, durante su intervención en la junta extraordinaria.

Ángel Ron nació el 24 de julio de 1962, por lo que este año cumplirá 55 años. Según explicó Higuera, el expresidente tiene derecho además a una indemnización de 254.000 euros por sus labores hasta que ascendió a puestos de relevancia en el consejo. El vicepresidente de Popular dijo que Ron no ha solicitado cobrar esta indemnización hasta el día de ayer.

Ron percibió 1,47 millones como máximo mandatario de la entidad en 2016, la misma cantidad que la recibida en el ejercicio anterior.

Por su parte, el consejero delegado, Pedro Larena, fichado en septiembre, cobró 1,36 millones por sus funciones como 'número dos' entre septiembre y diciembre. En su contrato se contempla la excepción de percibir un bonus garantizado que asciende a un millón de euros.

El nuevo presidente, Emilio Saracho, cobrará una prima de contratación de 4 millones de euros en un pago y en metálico este año. Saracho se vincula a la entidad durante los próximos cuatro ejercicios, con posibilidad de renovación y la obligación de un preaviso de tres meses si se rompe la relación laboral con anterioridad a lo pactado.

El nuevo presidente tendrá un salario fijo de 1,287 millones al año. Además, el contrato de Saracho fija que tendrá derecho a percibir una ayuda económica para su traslado a España.

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Y ahora empezaremos a ver a esos abuelos ( ya ha salido alguno) que compraron por indicación del banco o los empleados a los que se les pagaron primas en acciones o se les "obligó" a suscribir la ampliación de capital.

Lamentable.

Y como dije a ver cuanto nos cuesta la broma.

Efectivamente, hay casos:

Citación :

Pongamos que hablo de María, la accionista involuntaria del Popular que va a perder 1.000 euros

La historia de cómo el Banco Popular se ha desmoronado hasta caer en manos del Santander a cambio de un euro –después de que la entidad de Ana Patricia Botín asuma sus 7.000 millones de deuda– está contada en la sección de Economía. Así que esto va de hacer un poco de memoria sobre una de esas 300.000 personas a las que los periódicos salmón despachan como “pequeños accionistas”. Las que no verán un céntimo de su dinero.

Retrocedamos medio siglo y viajemos al interior de Galicia. En 1958 Isolina Reboredo se había cansado de ejercer como ama de casa en Sigüeiro, una pequeña aldea pegada a Santiago de Compostela. Dos años antes había dado a luz a su hija, María, y junto a su marido, José Nouche, decidió probar suerte y montar un bar con parada y fonda para dar camas a las cuadrillas que trabajaban en la ampliación del aeropuerto. Sin saberlo ellos, el negocio empezaba a prosperar apoyado en las obras que los planes desarrollistas de la dictadura habían puesto en marcha para levantar la economía de posguerra.

Pero la desgracia se cebó pronto en la familia: el marido de Isolina enfermó y todos los ahorros y la caja del bar se fueron en médicos y tratamientos que no sirvieron de nada.
De aquella época quedaron una huérfana de ocho años, muchas deudas y repetidas amenazas de embargo de la caja de ahorros y el monte de piedad reclamando su dinero y los intereses. También quedó un nuevo nombre para el bar: Viuda de Nouche. Las tres décadas siguientes fueron de jornadas de sol a sol en el negocio entre Isolina y María, que empezó a poner vinos cuando su cabeza todavía no asomaba sobre el mostrador.  Las sábanas se cambiaban en dos turnos y en cada cama dormían dos obreros, uno por el día y otro durante la noche. Nada heroico: lo mismo que hicieron tantos miles de mujeres en la España de la miseria para sacar a sus familias adelante.

A principios del año 2000, Isolina decidió retirarse y su entorno le recomendó mantener los ahorros de toda la vida, 30.000 euros, en el Banco Pastor. A fin de cuentas tenía un director de confianza y la entidad llevaba ahí 200 años. En plena burbuja inmobiliaria llegó una llamada desde la sucursal para comunicarle que habían comprado 1.000 euros en acciones del Pastor a su nombre porque esa era la forma de evitar que la cuenta tuviese gastos o comisiones. Y así, sin firmar papeles, confiando en la palabra del director de siempre, se convirtió la jubilada Isolina en accionista del Banco Pastor.

Cuando murió, en 2006, las acciones y la cuenta de ahorro pasaron a su hija María. Y cinco años más tarde, en 2011, quien heredó el Pastor fue el Banco Popular, dentro de una operación que según contaron los diarios iba a servir para sanear el balance de la entidad coruñesa muy dañado por los destrozos del ladrillo. “Una buena noticia para Galicia”, saludó el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, la operación que había contado con la aprobación del Gobierno de Zapatero.

La prensa local se entretuvo unas semanas con el debate habitual sobre dónde iba a ubicarse la sede y si la fundación Barrié, un importante polo de actividad cultural, seguiría funcionando.

María, autónoma y sin demasiado tiempo para consultar información de la Bolsa –y mucho menos las autorizaciones del Banco de España– siempre aguardó que sus 246 títulos volvieran a sumar 1.000 euros, porque eso es lo que le explicaban que pasaría en la sucursal. Pero los extractos del banco siguieron en caída libre: el primer desplome dejó las acciones en 750 euros y los últimos meses rondaban ya los 200 entre rumores de todo tipo.

Con la agonía del Popular en todos los telediarios María se preguntaba esta semana para cuándo las acciones que le colocaron volverían a valer 1.000 euros. Tenía incluso el cálculo hecho: para recuperar lo invertido cada título debía subir hasta los cuatro euros. Leyendo un poco más estos días que está de baja y tiene tiempo, se ha enterado después de ver que todo el banco se ha vendido por un euro de que el responsable de llevarlo a la ruina, Ángel Ron, se retiró hace meses con una pensión vitalicia de un millón de euros al año. La accionista involuntaria del Pastor que supo muy de niña que cuando las cosas le van mal al cliente los bancos aprietan de verdad ha aprendido ahora que cuando son las entidades las que lo tienen peor, la factura la siguen pagando los de abajo. Y se siente víctima de una estafa, igual que les pasó antes a los de las preferentes. Aunque, como ellos, ya empieza a escuchar en las tertulias que pensar así es populismo y demagogia.

PD. El caso de María, que es mi madre, representa un ejemplo más de lo que ha pasado con los bancos en España. Sin ser millonaria, al menos ella no necesita los 1.000 euros para subsistir. Entre los 300.000 accionistas que se quedarán sin nada y ahora amenazan con pleitear muchos no tendrán esa suerte.

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Salud y República.