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En mi salida de ayer, algo precipitada, me las dejé sobre la mesa; son de sol, y las necesito para conducir con comodidad. Entro, las cojo, y me voy. No se me enojen por mi indeseada aparición. Pero…
… como sé que a ustedes les gusta debatir, dejaré (como regalo por permitirme la recuperación de las lentes) un tema para el debate. Lo titularé, aunque esto lo escriba un izquierdista:
LA INEFICAZ IZQUIERDA
Y comienzo, que la autocrítica es buena consejera.
Arremeter contra la derecha española es innecesario, ya la conocemos de sobra cómo es y cómo actúa, la de ahora y la de ayer. Con pequeños matices la actual, pues los tiempos no son los mismos, parece anclada en el tiempo y en la idea de que España es solo suya, como la calle. ¿Vale recordar sus corrupciones, su estilo mafioso y criminal, su prepotencia, su desfachatez?..., lo importante no es recodárselo, que tiene la desvergüenza hasta de reírse si lo hacemos, sino apartarla de los gobiernos, y que con su pan y malas artes se lo coma.
Viajemos al pasado. Años 30. Una España mísera dominada por los caciques en la zonas rurales; unos empresarios sin escrúpulos en las ciudades industriales; el rancio ejército, fracasado por el retorno a la patria de un viejo imperio ya en la deriva total y que no resurgirá, y la todopoderosa y santa madre iglesia, todos a una. Salarios humillantes; explotación obrera; cupos de trabajo entregados en las plazas de los pueblos según el cacique se levantara de mejor o peor humor, con un pie o con otro, y siempre a los no fichados; escasos deseos de culturizar al pueblo por parte de los poderes. Consecuencia: analfabetismo, ignorancia, pobreza, y sí, unos deseos nobles y justos de mejorar en las clases populares que, ante la primera oportunidad, dijéramos que la República, las prisas y la escasez de líderes inteligentes y comprometidos, las precipitaciones y algo de injusticia en sus actuaciones, que no siempre alcanzar el cielo mediante el asalto es justo si por el camino dejamos injusticias, abocaron a un enfrentamiento civil y después pasar a una férrea dictadura fascista, negra y dolorosa como un cólico nefrítico nocturno, y larga como un día sin pan para el hambriento.
Pero como no hay mal (por desgracia bien tampoco) que mil años dure, un rayo de esperanza llegó, muerto el tirano, con la seudo democracia, o más bien una mala fotocopia de la verdadera. Y de nuevo las prisas, nuevamente, para algunos, creer que todo el monte era orégano. Una “izquierda” de pega, disfrazada de pana para el engaño; otra, ¿la anteayer verdadera?, retornada desde el frío siberiano para alcanzar la tumba soleada sin explicar su otrora espantada, ni qué pasó con sus arcas viajeras hacia el imperio moscovita repletas con el oro del pueblo. Y unos sindicatos, hijos del vertical, dispuestos a mostrar que eran otros, aunque se nutrieran de los mismos vicios, la subvención estatal, y con la tarjeta de visita de libres e independientes organizando huelgas en cada equina que papá Franco no les permitía. ¡Todos a la huelga, camaradas, que esto es Jauja!
Todo muy bonito y en tecnicolor, como aquellas ciudades ajardinadas que el PSOE nos presentaba en los pasquines… Pero de nuevo, tras la impaciencia y falta de un buen hacer, yendo al sitio de donde vinimos o casi. Escasa hoy la huerta, no vemos braceros en las plazas de los pueblos pidiendo trabajo para alimentar a su prole, pero se paga 0.50 euros por limpiar y mantener impoluta una habitación de hotel (caciquismo urbanita). Obreros de la construcción trabajando sin Seguridad Social, como los años treinta, y duplicando las horas cobradas sin cobrar. Los mileuristas de hace unos días hoy no llegan a los ochocientos. El parado de más de 50 años ya puede poner velas a san Apapucio, que naranjas de la China. La caja obrera ya inexistente, como en los años treinta, y el dinero que ayer la repletaba regalado a los banqueros, que el caviar está por las nubes y sin caviar ni Mercedes la vida es muy dura. Y sí (que ya es) es verdad que no tenemos un Caudillo por la Gracia de Dios en la Plaza de Oriente, pero nos regalan Ley Mordaza, control del “enemigo” (rojo, masón, separatista, culé…) desde el Ministerio correspondiente, nace una justicia con dos varas de medir, o tres o cuatro, ya seas rico (y puedas comprar tu libertad y limpiar tu sucia hoja de ruta) o pobre que no te libra de la trena ni la virgen de Guadalupe.
En definitiva ¿Qué ha hecho la izquierda en democracia para mejorar a las clases menos pudientes que dice “defender”?, pues ahondar la diferencia entre los ricos y los humildes. Crear más paro, más miseria, más ignorancia ya con fútbol o macro botellones, carnavales gays u otras estupideces, disfrazándolo todo de libertad y democracia para que las bocas callen, incluso las que no pueden llevarse la necesarias vituallas. Libertad sí, con mayúscula, pero con pan, con honor y dignidad, y en todos los frentes.
¿Y qué espera la derecha para apoltronarse todavía más?: Pues la “bendita” calle, como en los años 30. La calle agitada, la calle con líderes del “no pasarán” que cuando olieron cerca al fascismo redentor, cogieron el avión más rápido hacia el río Mosca, con la “mosca” bien apalancada en el billetero, que se puede ser comunista ¿verdad Santiago, verdad Dolores?) pero tontos no… Y hay gente que en su deseos de mejora (que no tildaré jamás de injusta), y creo que con ignorancia de lo que se cuece en palacio, piden calle, piden tumultos, piden estar ante el poderoso con el pecho descubierto para recibir plomo y, después, otros cuarenta años de sumisión y el avión dispuesto, para los líderes, cerca de la Fontcalent. Parecen querer repetir el viejo sainete.
La izquierda ha de ser sensata, autocrítica de sus errores, y nunca jamás poner a los ciudadanos a los pies de los caballos. Ha de saber cambiar la noche al día, tan necesario, con inteligencia, paciencia, justicia, democracia y sin prisas, que éstas no conducen a buen puerto.
Desgraciadamente no veo, ni ahora ni en el horizonte, una izquierda inteligente, que sepa usar la más mínima oportunidad para cambiar. O lo quiere todo de hoy para mañana, o se pasa al bando contrario por un traje de Armani en vez de la pueblerina pana. Así, sin una verdadera izquierda lejana de amotinamientos callejeros, no se logrará nada. El dueño del fusil y las balas, y la terraza desde donde otear, es quien tiene ventaja. Se le ganará con inteligencia, para la fuerza él tiene más experiencia y ventajas.
Y bien, ya encontradas mis gafas de sol, me las llevo, salgo y cierro la puerta.
El P©stiguet