NOS CREEMOS MUY INTELIGENTES, PERO…

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Pero se nos engaña con mucha facilidad, aunque bien pudiera ser que somos prestos al placer de ser engañados.
 
Ahora se cumplen unos mil quinientos años que un papa de la iglesia romana estableció que el día 25 de diciembre, cuando los pueblos desde antiguo celebraban el solsticio de invierno, se fijara como el día del nacimiento de Jesús de Nazaret. En realidad, al ser un personaje inexistente, de ficción, qué mejor que establecer su nacimiento en un día tan señalado para los ciudadanos de le época, y viendo lo que ha llovido, aún lo celebramos como si hubiese sido una realidad. Claro que, igual con la fuerza que está teniendo el consumismo desbocada en esta fechas, cualquier día nos lleguemos a crrer que el personaje nació en la segunda planta de El Corte Inglés, y no en un portal entre el asno y el buey. Sería bueno vivir unos cuantos siglos más, para descojonarnos de risa cuando la gente llegue a creérselo.
 
Y no se extrañen. Si otro personaje de ficción, como Papá Noel, la Cocacola consiguió vestirlo con su color emblemático y hoy el color de antaño, el verde, nos parece irreal para su vestimenta tradicional ¿por qué el Corte Inglés no nos puede convencer que María pariera su hijo en la segunda planta, al lado de los complementos de Tous?
 
Es verdad que todas las ideas publicitarias no cuajan, pues las niñas de hoy ya no piden esas muñecas que se dirigían al portal, y hoy nadie espera a un calvo que soplando nos traiga millones de la Lotería Nacional, las chicas-burbujas de Freixenent, por el procés o vaya usted a saber, se han esfumado, y el que vuelve a casa por Navidad lo hace para que le laven toda la ropa sucia que lleva en el petate, que en Inglaterra de limpiaplatos no se gana para lavadora. En fin, Serafín, que los hay que saben influenciarnos para hacernos creer que los burros vuelan. Bueno, en avión, sí, y más de uno…

La publicidad cambia según los tiempos, las costumbres y las modas, lo que antes convencía a unos ahora ya no convence a las nuevas generaciones, no importa la publicidad también cambia y se adapta a los nuevos modos su esencia sigue siendo la misma vender y para ello debe convencer a las nuevas generaciones de las bondades y ventajas de unos postulados socialmente aceptados y siempre lo consigue y así va a seguir siendo.
Para esas nuevas generaciones ya comienzan a ser normales expresiones como Hallowen o Black Friday en las marquesinas publicitarias y a poco va a venir el Corte Inglés a decirles también donde o cuando empieza la primavera..

Nolocreo escribió:

La publicidad cambia según los tiempos, las costumbres y las modas, lo que antes convencía a unos ahora ya no convence a las nuevas generaciones, no importa la publicidad también cambia y se adapta a los nuevos modos su esencia sigue siendo la misma vender y para ello debe convencer a las nuevas generaciones de las bondades y ventajas de unos postulados socialmente aceptados y siempre lo consigue y así va a seguir siendo.
Para esas nuevas generaciones ya comienzan a ser normales expresiones como Hallowen o Black Friday en las marquesinas publicitarias y a poco va a venir el Corte Inglés a decirles también donde o cuando empieza la primavera..

 

Que la publicidad es cambiante no lo pongo en duda, se adapta fácilmente a los tiempos y hay publicistas que se adelantan a los acontecimientos, y es más, crean absurdas necesidades, con el peligro sobre la libertad de los ciudadanos que ello encierra.
 
No hace mucho era frecuente oír decir: “Lo han dicho en la tele”, como si el informador televisivo tuviese la exclusiva de la verdad. Pero el ser humano tiene mucho de ingenuo, o de vago, y quizás prefiera se le dé el arroz cocinado en vez de cocinárselo él.
 
Pero si es un problema que la publicidad la manejen las Empresas de artículos de consumo, que en ocasiones no sirven para nada sus fabricados, imaginemos el daño que hace la publicidad en manos de los poderosos cuando de política se trata. Es por ello, quizás, que al político le gusten ciudadanos poco capacitados para discernir por ellos mismos los acontecimientos. La ignorancia permite creer a pies juntillas en el que se considera más inteligente, y también las pocas ganas de alcanzar la verdad por medio del esfuerzo, hacen que nos dejemos arrastrar por los engaños.
 
De todas maneras, y en lo que a mí se refiere, tengo como divisa la idea de que prefiero ser yo, por mi ignorancia o dejadez, quien se caiga por el barranco, que dejarme empujar al abismo por otro.