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Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.
(Antonio Machado)
¿Ayer dominadora? Sí, y su dominio fue grande, pero hoy, que por sus malas maneras sí puede decirse que se envuelve en sus andrajos políticos, y que sigue despreciando cuanto ignora, el ansia de dominio no lo ha mudado por lo que debiera: el trabajo y el buen hacer.
Sus dominios, de ultramar, hoy libres de sus yugos, la tienen convulsionada por la enorme pérdida, y busca cómo, dónde y sobre quién, seguir manteniéndolos. Como todo dominador lo primero que impone son sus leyes y su idioma, y hoy, con un 155, ha tomado la nación catalana como una nueva intentona (así lo lleva haciendo desde hace 300 años), es decir, que sigue vivo su deseo de dominar e invadir.
El paraguas “España” para sus malogros no me gusta ver usado. En sus ideas invasoras y dominadoras ha empequeñecido el gran nombre de España, pretendiendo hacerlo suyo como suya ha hecho la bandera de todos. Quiere tapar, con engaño, su propio nombre, y usa el de España para sus marrullerías, pero España no es tan miserable, ni debemos permitir, desde cualquier esquina española, se nos hurte el nombre de todos para sus intereses.
España es Asturias, y Aragón, y Valencia, y Murcia, y Galicia, y Catalunya, y tantas otras naciones como la conforman. Y España también es Castilla, todas ellas, como lo es Extremadura, Andalucía, las islas o Navarra, Euskadi o Cantabria. Y es por eso que con el nombre de España no se puede ir a ninguna otra nación de las que la conforman en plan invasor; imponer su lengua y sus leyes; en definitiva dominar.
Porque el problema, con serlo, no es tanto por la pretendida invasión de ahora sobre Catalunya planea, el problema es que haciéndose Castilla dueña de España, nos reparte su miseria, por medio del dominio, como bien dijo el poeta Machado.
Y ojo, que no me refiero al noble pueblo llano de Castilla, que también sufre y ha sufrido de sus regentes. Es hacia otros mi referencia, a los políticos centralistas, para quienes va mi desprecio, por utilizar el nombre de España para sus burdos intereses, dominadores e invasores.
El día en que los españoles, todos, nos demos perfecta cuenta del mal uso del nombre de España que hace esa sarta de vividores y arribistas, y nos los quitemos de en medio, España será otra cosa. Será esa nación de naciones, rica en tantas cosas y entre ellas las idiomáticas y culturales, que la hará ocupará su verdadero lugar en el mundo. El barco España debe ser remado por todos los brazos, a todos nos corresponde, y si se nos niega esa posibilidad, España nunca saldrá del pozo...
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