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Yo solo espero que nada espero, pero, como su esposa, la pera, que nunca desespera, es ver a Marianico camino de Puerto Rico, pues Puerto Rico está en América, y allí, si se hace americano rimará con Mariano. Mas como no nos caerá esa breva, cantaré a la Virgen de la Cueva, más que nada por ver que los pajaritos cantan y las nubes se levantan. Y que sí, que no, que no nos caiga un chaparrón. Pero que tampoco nos lluevan ranas, que entre las de Aguirre, el espectáculo de las reinas, los regalos de las Universidades, que ahora la manifestación es terrorismo duro y puro, y que un chiste es motivo de alta traición, colorín colorado, este cuento se ha acabado.
¡Viva Cartagena!
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