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¿Recuerdan esta cancioncilla infantil? Decía así: ¿Dónde vas Alfonso XII? / ¿Dónde vas, triste de ti? / Voy en busca de Mercedes / que ayer tarde no la vi.
 
Y en ocasiones se me antoja ideal para preguntarle a otro, no monarca pero sí aprendiz de caudillo. ¿Dónde vas, triste de ti? Me refiero a Pablo Iglesias y su Podemos.
 
Porque subieron como la espuma, y descienden como bola de nieve por la pendiente. Crearon una ilusión, como el eslogan de la ONCE, que dice “la ilusión de todos los días” para ser en realidad “la desilusión de todas las noches”.
 
Aquella jarra de cerveza, refrescante, espumosa, llamada Podemos, nació de la gran indignación ciudadana ante los injustos recortes del corrupto PP, que si se hubieran ellos recortados las manos para no delinquir en el robo y la corrupción, otro gallo nos cantase. Pero hoy, esa cerveza se fue recalentando; su blanca espuma se transformó en un líquido amarillento turbio, y ahora, caliente y sin las burbujas gratificantes al paladar, los ciudadanos van pasando de ella, poco a poco, pero sin tregua. Y el grifo dosificador, de no dosificar, se va amohinando.
 
Y desde el quicio de la cervecería llamada Podemos, ven con estupor que otro establecimiento, situado frente a ellos, ofrece al ciudadano otra cerveza, más anaranjada y con tintes de carasol, ésta sí aún burbujeante, y que la gente la demanda con avidez ante la necesidad de beber que el PPSOE han forjado.
 
La cervecería Podemos igual tiene que bajar la persiana un día, como tantas y tantas persianas han bajado en este país para ya no subir nunca más. Y es que el tren pasa muy pocas veces, y la prepotencia de ser el más listo de su principal barman, un tal Pablo, lo dejó pasar una vez que iba con sus vagones vacíos, y hoy, si pasa de nuevo, ya no tendrá plazas libres.

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