EL VERDADERO PELIGRO
Estimada Batty, en los actuales momentos de tan grave crisis económica se hace más necesario que nunca un cambio de sistema; se está poniendo en cuestión muchas verdades ayer “verdaderas”, y comienza a cuestionarse tanto a instituciones como a personas. Esta es la realidad actual, y la sociedad se está agarrando a lo que puede, que en estos momentos no es demasiado como puedes entender.
Europa, amiga Batty, se juega mucho más que otros lugares del mundo, ya que no en todas partes gozan de Democracia y de los derechos fundamentales y bienestar que aquí aún disfrutamos, pero no tendrá Europa futuro si no se refuerza y mejora la calidad democrática que estos últimos tiempos parece deteriorarse, como tampoco lo tendrá si no se redimensiona el Estado y menos todavía si no se potencia el mercado libre pero, al propio tiempo, se colocan los controles necesarios e indispensables para evitar los desmanes que en estos momentos padecemos con tanta insana especulación.
Date cuenta, Batty, que esta Democracia, está derivado a pasos agigantados en una peligrosa partitocracia, donde los intereses de los partidos no se coligan con los de la sociedad, sino que se superponen a ellos; que hace aguas por muchos lados; que es un buque que ha sido torpedeado por los propios partidos que nos conduce al fondo del océano. Los partidos políticos, que debieran ser los primeros en evitar cualquier catástrofe, están dando aires a una cultura indignada, debida al nepotismo conque actúan, la evidente ausencia de democracia interna y una endogamia insultante. Una verdadera Democracia, que no esté a espaldas del pueblo, pues ella es parte de él, hoy más que nunca es indispensable para salir de esta profunda crisis económica y de valores; pensar que esto se arregla con el “yo ordeno”, es demencial, y a la vista queda.
Con lo que respecta a España, estimada Batty, se ha establecido una estructura político-administrativa absurdamente sobredimensionada, cuyo resultado es la abundancia de funcionarios en muchas organismos estatales mientras en otros, quizás más necesarios, carecen de los necesarios, sin ir más lejos en el ámbito judicial. Todo ello es una clara falta de organización estatal, un mal endémico en el propio Gobierno central, en las Autonomías, Diputaciones y Ayuntamientos, significando un gasto excesivo para el contribuyente mientras ofrecen unos servicios pésimos al ciudadano. Las duplicidades existentes, con su enorme despilfarro, aparentemente da la sensación de ser un interés de los partidos para colocar a sus dirigentes y afiliados cuando ganan las elecciones. No es aconsejable, por ejemplo, tener ayuntamientos minúsculos pretendiendo tener servicios de gran urbe, y no se ve capacidad e interés alguno para abordar una profunda y necesaria reordenación territorial. Este Estado nuestro, derrochador en todas sus facetas, es imposible sostenerlo por más tiempo, y en un momento de grave crisis económica y financiera lo estamos comprobando. Ningún partido se ha atrevido a coger el toro por los cuernos porque teníamos unos momentos de bonaza, sin plantearse que la economía siempre tiene vaivenes y que en los momentos de vacas flacas, tanto gasto innecesario, tanto vividor a costa del erario público, nos pasaría factura algún día. Hoy el Estado es una ruina.
Ahora, más que nunca, necesitamos gestores que mimen el dinero público como si del suyo se tratara, o mucho más, pues su responsabilidad es infinitamente mayor. Ya está bien de malgastar y derrochar en infraestructuras innecesarias, en obras faraónicas que supongan, en su posterior mantenimiento, una sangría para las generaciones venideras. A no más tardar tendremos aeropuertos cuyas pistas de aterrizaje y terminales se verán invadidas por la desidia al ser de obligación su cierre y cuyos gastos de construcción sumaron miles de millones, así como líneas ferroviarias infrautilizadas. Era de locos pensar que España debía tener diez veces más aeropuertos que Alemania, por ejemplo, en vez de procurar potenciar las industrias locales y decantarse por la investigación tecnológica, pero esto último no favorece para la foto del político y los palmeros que siempre llevan a su alrededor, con prebendas y soldadas que jamás ganarían en la Empresa privada, si es que la Empresa privada estuviera tan ciega que los contratara alguna vez.
No es posible que algunos alcaldes —y no citaré nombre ni ciudad— tengan cincuenta asesores. Cincuenta estómagos agradecidos que solamente saben jalear a quien les asigna una paga fuera de lo común, innecesaria e injustificada. Como no es posible, ni necesario, que tengamos más de doscientos Senadores, cantidad que ni los Estados Unidos tienen cuando su población es infinitamente mayor, y que nadie sabe para qué han sido nombrados, ni qué hacen ni para qué sirven. Ni duplicar organismos estatales, autonómicos y provinciales. No es posible vivir con tanto chupópteros, porque la vaca está ya tísica de tanto estrujarle la ubre. Hay que eliminar tanto subsidio y que cada palo aguante su vela: Ni un euro para Fundaciones que no se saben qué finalidad tienen; los Sindicatos deben sufragarse con la cuota de sus afiliados; la Patronal exactamente igual; las Iglesias por sus fieles; menos Ong’s fundadas sin razón aparente, etc. No es posible que seamos tan pardillos para seguir manteniéndolos con dineros del contribuyente, pues no es esa su finalidad. Cualquier ayuda debe estar completamente justificada... ¿Y qué decir de la Banca? ¿Por qué pagar el ciudadano sus propios errores? ¿Acaso cuando han ganado los millones a espuertas han beneficiado a la sociedad? ¿Acaso su situación no es causada por sus ambiciones desmesuradas? ¿Se han equivocado? Pues que paguen sus errores, como pagamos tú y yo los nuestros, querida Batty.
Y tratando de políticos es completamente demencial darles mayoría absoluta a determinados políticastros para gobernar como gobiernan; para que sigan haciendo lo que hacen sin responder de sus acciones, porque mucho me temo —pues son palabras del propio señor Rajoy—, que el PP haga lo que tanto admiraba y bendecía no hace mucho tiempo: “la manera de gobernar en la Comunidad Valenciana por su propio partido”. La Comunidad Valenciana ha sido una sociedad ejemplo de laboriosidad en otras épocas y hoy ha quedado huérfana de todo lo que la distinguía. El PP ha arruinado las dos principales Cajas de Ahorro, la CAM y Bancaja (no hace mucho ambas eran la segunda y tercera de España en potencial); han arruinado el Banco de Valencia; es la Comunidad donde la corrupción política resulta más escandalosa pues tienen imputados en todas las esferas; es donde el paro no cesa; las industrias locales y tradicionales han sido relegadas al olvido por arte de la Administración; el campo convertido en solares para la ambición de constructores y urbanizadores y ese era el ejemplo a seguir que don Mariano Rajoy ponía como paradigma del bien hacer… ¡Dios mío, cuánta torpeza!
Esperemos que desde Europa, voces de hombres y mujeres más sensatos pongan a caldo al señor Rajoy y le hagan ver, y obligar, si él no es capaz de verlo y realizarlo, que esa Comunidad, la Valenciana, granero de votos para su partido debido mayoritariamente al engaño, no sea ejemplo de gobernación para nada, al menos ejemplo del buen hacer, de transparencia democrática, de honestidad y limpieza política, porque no es verdad.
Pero hablaba del verdadero peligro, y pese a todo ni siquiera lo es el momento grave de crisis, pues toda crisis pasa más tarde o más pronto, el peligro es el mal hacer de los políticos, la corrupción generalizada y el descontento que crean en la sociedad, pues en Europa comienzan a aparecer voces que intentan pescar en río revuelto: el fascismo tanto de la derecha y de la izquierda más radicales. En lo que respecta a España esas voces de la extrema derecha, como Falange, Nueva España, etc. y por la parte opuesta los movimientos anarco izquierdistas que promueven una violencia física para calar sus mensajes. Son por ahora muy pocos, es verdad, pero ese es el verdadero peligro si van “in crescendo” ante una situación de falta de honestidad política, de la partitocracia suplantadora de la Democracia, del empeño, inconsciente o no de los políticos, de que la sociedad se ausente de las urnas cada día más, y de la ambición desmedida de los especuladores de todo tipo. El peligro verdadero es el fascismo, y el fascismo nace y se desarrolla cuando falla la Democracia verdadera, es su caldo de cultivo, y la sociedad, lastimada por la ausencia democrática y de valores, lo reclama a veces, pero lo más sangrante es que el fascismo se revuelve contra la misma sociedad que un día lo eleva al poder como tabla salvadora.
El Postiguet
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