.
JARAGUÁ
Aprovechando el confinamiento, o casi la estancia en una prisión, me he dedicado a releer algunos libros ya olvidados, y entre ellos estoy releyendo el de este título, cuyo autor es el salvadoreño Napoleón Rodríguez.
Tiene la particularidad este libro de ser una novela localista, pero amena, ya que trata de un hombre sencillo, Jaraguá, campesino de aquellas tierras pobres y tan castigadas de El Salvador, por el hombre y por los dioses.
Pero hay algo que para mí lo hace más atractivo, y son las numerosas palabras y modismos salvadoreños, muchos de ellos graciosos, que le dan esa singularidad.
Al final de la novela hay un listado de esas palabras para poder entender mejor los diálogos, y nuevamente la estoy siguiendo con placer.
—¿Sabes —le digo a mi algarrobo— lo que significa “tuembra”?, pues significa “tu mujer”, ya ves, la unión del posesivo tú y hembra. ¿Y qué dirías si te encontraras con “toponiándome” pues significa “queriéndome”. Y así, para que las conozcan, coloco unas cuantas para ustedes:
Trompiado = Golpeado
Viviend’e mandiga = El infierno
Tapayagua = Llovizna continua
Se me aguadan las de grillo = Me da miedo
Shusca = Vieja, anciana
Rajado el ayote = Tener suerte
Hacer la platiada = Engañar
Pencona = Buena, hermosa, atrayente mujer
Parejiar = Galopar
Macatona = Atractiva
La chocolatera = La cabeza
Lijazo = Trago de aguardiente
Jamponcito = Tranquilo, descuidado
Entuturutar = Engañar
Diacaballo = Jinete
Bayunco = Extravagante
Amolado = Arruinado, enfermo
Aguaitado = Escondido, oculto
Ayasito = Ahí cerca
Bichas = Muchachas
Bruscas = Rameras
Cantinear = Enamorar
Colejudo = Inquieto
Chimpe = El hijo menor
Engarruchar = Pelear
Y así miles de palabras. ¿Curioso como mínimo, verdad? Estos libros de autores locales de Sudamérica, son un tesoro.