Tema: Re: La derecha española. Lun Ago 01, 2022 10:50 am
Congosá
La política parece siempre un río revuelto, una corriente de discusiones, enfrentamientos, ruidos, inercias, declaraciones y corrientes de opinión que suele dirigir los debates a zonas interesadas de enfrentamiento. Se trata de tensiones accidentales que encubren los verdaderos motivos de tensión. Por ejemplo, si una fuerza política quiere aprobar una fiscalidad justa para distribuir la riqueza y otra quiere seguir manteniendo los privilegios de las élites sociales, es muy posible que la controversia sobre los impuestos sea desplazada por pases de pecho, picas, pullas manoletinas, estocadas y vueltas al ruedo que tengan que ver con ETA, las víctimas del franquismo, la sexualidad trans o los libros de texto.
Y no es que dejen de tener importancia estos y otros asuntos relacionados con la dignidad democrática. Pero no conviene olvidar en medio de la trifulca que hay intereses centrales dispuestos a ocultar el debate de fondo, aquello que define en realidad las opciones de la política en el presente. No conviene olvidar que las grandes élites económicas están interesadas en comprar comisarios, periodistas y políticos para evitar la pérdida de sus privilegios económicos y obstaculizar cualquier alternativa de gestión que evite el empobrecimiento de la mayoría, las brechas sociales y el aumento descabellado de beneficios en favor de los que más tienen. Todo es importante, pero resulta necesario comprender lo que está en juego de verdad en cada momento.
El ruido y el griterío tiene en ocasiones como aliada a la rumorología, otra buena manta que sirve para cubrir los debates decisivos de la actualidad. En el pichinglis, uno de los idiomas que se hablan en Guinea Ecuatorial, se utiliza la palabra congosá para aludir a la dinámica que convierte a Malabo en un patio de vecinos, el cotilleo convertido en lugar de la verdad para dominar los fluidos de las actualidades. La palabra congosá es una buena aliada para entender la circulación de noticia en las redes sociales y los procesos de comunicación dominados por el vértigo y las interpretaciones. La política se convierte en un patio de vecinos. Vuelvo a repetir: en los diversos debates hay cuestiones de calado para la dignidad democrática. Tampoco carecen de interés las noticias sobre los motivos de un cese o las razones de un nombramiento. Lo que se sabe, lo que se dice, lo que se calla, lo que se intuye… nada carece de interés. Pero ese interés, convertido en protagonista único de la actualidad, sirve de manera peligrosa para que la congosá olvide el debate principal de la democracia española en el día de hoy y de mañana: la posibilidad de hacer justa la convivencia, limitando los privilegios empresariales y fiscales de unas élites económicas más interesadas en el saldo espectacular de sus beneficios que en el patriotismo del bien común. Mientras que la Unión Europea se mantenga como realidad política, es difícil que esas élites puedan volver a las tentaciones golpistas del pasado, porque se quedarían fuera de juego en su contexto económico. Lo que se ha demostrado ya es que no les importa, si hace falta, llevarse por delante la dignidad de la política, el periodismo y los poderes del Estado. Por mucho que se empeñen en caricaturizar al presidente Pedro Sánchez y conviertan su apellido en un adjetivo contagioso, a los maniobreros del poder secreto les importa tan poco el presidente como los otros políticos que compran y ponen a su servicio igual que marionetas. Por mucho que pretendan desprestigiar a la vicepresidenta Yolanda Díaz y a su proyecto de sumar en la izquierda, ella les preocupa tan poco como el comisario corrupto que sobornan o el juez que mantienen al servicio de sus intereses. Lo que les importa, ocultos en el ruido y en la congosá, es que de las próximas elecciones pueda salir un gobierno que siga dignificando los contratos laborales, las pensiones y los despidos; un Gobierno que se atreva a acometer la reforma fiscal necesaria para defender los servicios públicos en la nueva crisis económica y política que ha caído sobre el mundo. Cuidado con la congosá. Que los amigos, los enemigos, los cómplices, los adversarios, los compañeros de viaje o las soberbias personales oculten o se olviden de la discusión principal, supone el mayor peligro para el futuro inmediato del pensamiento progresista español.
Tema: Re: La derecha española. Mar Ago 02, 2022 11:30 am
El PP y la Ley de Memoria Democrática
En el Boletín de la Fundación FAES de 22 de julio se publicó un artículo de Rafael Arias Salgado, cuyo título lo dice todo: “Una ley para quebrar la transición democrática”. Es un artículo importante por dos motivos. En primer lugar, por su autor, que fue una de las figuras destacadas de la UCD, partido que, como es sabido, dirigió el proceso de lo que se ha acabado denominando “La Transición”. Como otros muchos dirigentes de UCD, Rafael Arias Salgado se ha acabado integrando en el PP, aunque en este caso a través de la Fundación FAES, de cuyo Patronato forma parte. En segundo lugar, por su contenido. En dicho artículo se fija la posición de la derecha española respecto de la memoria democrática desde la aprobación de la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía, hasta hoy. La aprobación de la Ley de Amnistía, resultado no de un proyecto, sino de una proposición de ley consensuada en el Congreso de los Diputados por prácticamente todos los partidos del arco parlamentario, como se subraya expresamente por el señor Arias Salgado, que fue uno de los parlamentarios que la aprobaron, ha sido considerada y sigue siendo considerada por la derecha española como la única respuesta posible respecto de la memoria democrática. Para la derecha española, y esto es lo importante de este artículo, la Ley de Amnistía de 1977 únicamente puede ser interpretada como una Ley de Punto Final. Y como una Ley de Punto Final desde una doble perspectiva. En primer lugar, como una Ley que exime de manera definitiva e irreversible de responsabilidad penal todas las conductas contempladas en la Ley 46/1977. Punto final a cualquier exigencia de responsabilidad penal para actos constitutivos de delitos desde el inicio de la Guerra Civil hasta el momento de la aprobación de la ley. Pero, en segundo lugar, la Ley de Amnistía de 1977 tiene que ser interpretada como una “Ley de Punto Final” en el sentido de que “excluye el pasado del debate político”. Del debate político parlamentario institucionalizado. El pasado se puede y se debe estudiar por los historiadores, politólogos y juristas, pero no puede ser objeto de debate en el seno de las Cortes Generales. Hacer esto último supone “quebrar la transición democrática”. Este es el núcleo esencial del artículo de Arias Salgado. El desconocimiento de esta segunda perspectiva desde la que tiene que ser interpretada la Ley 46/1977 es lo que Rafael Arias Salgado, y a través de él toda la derecha española, reprocha tanto a la Ley 52/2007 de José Luis Rodríguez Zapatero como al proyecto de Ley de Memoria Democrática de 2022, remitido por el Gobierno presidido por Pedro Sánchez. No es necesario entrar a debatir el contenido ni de la Ley 52/2007, ni del proyecto de ley de 2022, viene a decir implícitamente Rafael Arias Salgado. Es el hecho mismo de remitir un proyecto de ley sobre memoria democrática lo que supone una “quiebra de la transición”, porque desconoce la Ley de Amnistía de 1977. Por eso, si el lector dedica algún tiempo a leer el artículo, que no es mucho, pues el artículo es breve, comprobará que, aparte de consignar que el proyecto de Ley de Memoria Democrática ha sido aprobado en el Congreso de los Diputados con los votos de Bildu, lo que, en su opinión, supone que ha nacido con un “vicio insubsanable” no desde el punto de vista jurídico, pero sí político, no contiene ningún análisis del contenido del proyecto de ley. Entiendo que Rafael Arias Salgado en particular y la derecha española en general consideran que entrar en el debate del contenido del proyecto de ley es “caer en la trampa” tendida por el Gobierno. Lo que la Ley 46/1977 prohíbe es justamente eso: que “se pueda incluir el pasado en el debate político”. La mera remisión de un proyecto de Ley de Memoria Democrática, independientemente de su contenido, es incompatible con la Ley 46/1977. Choca frontalmente con la letra y el espíritu de dicha norma y, en consecuencia, no puede tener otra finalidad que “quebrar la transición democrática”, de la que la Ley de Amnistía fue la piedra angular. La Ley de Amnistía de 1977 prohíbe, no de manera expresa, pero sí de manera implícita, aunque inequívoca, cualquier “proceso de institucionalización de políticas públicas de memoria democrática en España”, que fue el objetivo de la Ley 52/2007 y es el objetivo del proyecto de Ley de Memoria Democrática de 2022. Proyectos que, dicho sea de paso, conectan de manera inmediata con la Recomendación de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa de 2006 y con las conclusiones de las visitas del Grupo de Trabajo sobre desapariciones forzadas e involuntarias y del relator especial sobre verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición, Pablo de Greiff, de 2014. El “mandato interpretativo” del artículo 10.2 de la Constitución dispone que “las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España”. Obviamente este “mandato interpretativo” es de aplicación a la Ley de Amnistía de 1977. Es lo que hizo la Ley 52/2007 y lo que hace el proyecto de Ley de Memoria Democrática de 2022. Y es lo que se rechaza rotundamente por parte de la derecha española. Lo único que se acepta del proyecto de Ley de Memoria Democrática por Rafael Arias Salgado, aunque no estoy seguro de que por toda la derecha española, es “la cuestión muy importante, pero colateral… de dar digna sepultura a aquellos que fueron asesinados, especialmente durante la Guerra Civil y sus cuerpos enterrados en cunetas o en lugares aún por investigar. Los Presupuestos del Estado deben atender esta necesidad… Pero, a tal fin, no es menester una Ley de Memoria Democrática”. Rafael Arias Salgado se olvida de que, cuando Mariano Rajoy llegó a la Presidencia del Gobierno con mayoría absoluta, no derogó la Ley 52/2007, pero dedicó cero euros a la implementación de las políticas públicas que en la ley se contemplaban, entre otras la de recuperación de los muertos enterrados en cunetas o en lugares aún por investigar. Fueron siete años continuados de hacer caer en desuso la ley.
Me temo que es lo que puede acabar pasando con el proyecto de ley de 2022 en el momento en que el PP vuelva a formar Gobierno. Aunque Alberto Núñez Feijóo ya ha anunciado que derogará la ley en cuanto esté en La Moncloa, no es probable que lo haga. De hacerlo, se abriría con seguridad un debate no solamente en España, sino también en el seno de la Unión Europea e incluso en Naciones Unidas, que es lo último que al PP le interesa. Alberto Núñez Feijóo actuará, llegado el caso, de la misma manera que lo hizo Mariano Rajoy. Dicho en pocas palabras, España sigue teniendo un problema con la memoria democrática. La división del país respecto de la misma sigue viva y sin perspectiva de que se pueda encontrar una fórmula para poner fin a la misma.
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Tema: Re: La derecha española. Miér Ago 03, 2022 8:29 pm
Necesitamos una derecha un poquito menos floja
Isabel Díaz Ayuso ha dicho que, aunque la Unión Europea considera que una buena manera de ayudar a los ucranianos es ahorrar energía para que Vladimir Putin nos tenga un poco menos cogido por los huevos, ella no está en condiciones mentales de soportar que se apaguen los escaparates a partir de las 22:00 porque le genera tristeza. Ella, además, como representante de los madrileños, cree que nosotros tampoco lo soportaríamos, y que ha de subirse al caballo del desacato al Gobierno de la Nación para salvarnos de esta hecatombe. Teniendo en cuenta, además, que los españoles somos de los que menos sacrificios energéticos vamos a tener que hacer, nos pone a los madrileños en la cabeza de los flojos de Europa.
Es decir, que Madrid, la tierra de las oportunidades, donde estamos los más fuertes y mejores, no podremos soportar la calefacción en Lidl a 19 grados y, gracias a nuestra Juana de Arco, apelaremos a la Constitución para evitarnos ayudar a los ucranianos un poquito, y gastaremos todo el gas que podamos para que Putin nos joda, pero Pedro Sánchez no. Considera además la presidenta, y un sorprendente número de los tertulianos de la derecha que hablan con una unanimidad de argumentos como si recibieran un argumentario ("como si" es una ironía, aclaro), que primero nos diga el Gobierno en qué van ahorrar ellos, a la vez que anuncia que ella no va a ahorrar nada ni tampoco sus súbditos madrileños, esos seres que sufrimos de tristeza cuando vamos por la Gran Vía a las 22:02 y el Bershka está apagado. No fiscaliza la presidenta en qué va ahorrar la Casa Real, que como todos sabemos vuela en Spanair. No digo yo que la derecha tenga que volver a los tiempos de invadir Polonia o que tengamos que mandar a Ortega Smith a nado por el Báltico a resolver guerras personalmente, pero una derecha un poquito menos floja, una capaz de asumir sacrificios tan durísimos por el país como se nos exige, estaría guay. Una derecha que sea tan dura como para soportar hacer cola en Hacienda a 27 grados por España no nos vendría mal. Esta derechita snowflake que necesita de su líder para no ponerse triste viendo los maniquíes del H&M en penumbra sí es preocupante. Pensaba yo que el liberalismo fortalecía como la mili y no, te pone mohíno a la mínima. Evidentemente España es un país serio, con mecanismos armados para que semejante patochada de una dirigente política infantil y necesitada de casito se quede en el enésimo esperpento mediático en medio de las cosas importantes. Pero no estaría de más un poquito de adultez. Que la cosa es seria.
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Tema: Re: La derecha española. Miér Ago 03, 2022 9:16 pm
Si Madrid no se parece a Las Vegas un miercoles a las tres de la madrugada y no se ve desde el espácio, no es Madrid y la gente se pone triste, si lo he entendido bien.
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Tema: Re: La derecha española. Sáb Ago 06, 2022 8:32 am
La derecha y el totalitarismo
En su escalada de banalización del lenguaje, el PP se ha lanzado a vaciar de contenido un término que, por su significado trágico en la historia europea, no debería tener más sentido del que le hemos asignado colectivamente. Ese término es ‘totalitarismo’. Pregúntele a cualquier persona sensata qué entiende por totalitarismo y seguramente lo identificará con un régimen que ejerce un control absoluto sobre los ciudadanos, privándolos de sus libertades más esenciales e imponiendo un pensamiento hegemónico fuera del cual solo existen las tinieblas de la represión. El nazismo, el fascismo, el comunismo soviético y, con todas sus singularidades, el franquismo son los ejemplos más paradigmáticos de totalitarismos modernos. Pero el PP, que hace mucho tiempo perdió la sensatez, considera que la lista debe incluir el ‘sanchismo’. La derecha ha calificado de totalitario al Gobierno de Sánchez con el argumento de que sus iniciativas sobre el aborto, la eutanasia o la transexualidad, o sus posiciones sobre la educación sexual en las escuelas, pretenden imponer en la sociedad un pensamiento único de ideología ‘progre’. Algo parecido dijeron años atrás cuando el entonces presidente Zapatero promovió leyes como la del matrimonio homosexual. “¿Por qué tienen que llamar matrimonio a la unión entre maricones? ¿No les pueden poner otro nombre?”, clamaron entonces, del mismo modo que ahora ven en la ‘ley trans’ un plan ideológico siniestro para convertir a España en una Sodoma moderna. En realidad, todas estas iniciativas lo único que han hecho es extender derechos sin afectar a los de terceras personas. El matrimonio gay no impide casarse a parejas heterosexuales. La ley de eutanasia no obliga a nadie a acogerse a ella. Puestos a hablar de totalitarismos, existen más motivos para calificar de totalitaria la situación previa a la aprobación de esas leyes, puesto que una parte de la sociedad veía sus derechos y libertades cercenados por viejas imposiciones de tipo moral o religioso. A algunos les toma su tiempo entender esto de las libertades, por mucho que se les llene la boca pronunciando la palabra. Diez años después de recurrir ante el Constitucional las bodas gais por “desnaturalizar” la institución matrimonial, Mariano Rajoy y la cúpula del PP asistieron en 2015 a la boda del exalcalde de Vitoria Javier Maroto con su pareja Josema Rodríguez. No es, ni mucho menos, la única pareja homosexual votante del PP que ha contraído nupcias gracias a la ley de Zapatero, sobre todo desde que el Constitucional falló por amplia mayoría contra el recurso de los conservadores. La última demostración del 'totalitarismo' socialista es el paquete de medidas de ahorro energético aprobado el lunes pasado por el Consejo de Ministros para hacer frente a los desafíos derivados de la guerra en Ucrania. Las medidas adoptadas –limitaciones de temperatura en el uso del aire acondicionado y la calefacción, restricciones de la iluminación en determinados horarios en los inmuebles públicos y en los escaparates de los comercios, etc.– van en sintonía con las que ya han aprobado o están estudiando en otros países europeos al margen de colores políticos. Es más, los planes de ahorro energético son una petición de la Comisión Europea, a cuyo frente está Ursula von der Leyen, del Partido Popular Europeo.
Esta vez fue la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, quien afirmó que la decisión del Gobierno es propia de “regímenes totalitarios”. “Madrid no se apaga”, clamó la ruidosa baronesa regional, jaleada por buena parte de la militancia popular. El problema es que, en esta ocasión, las habituales frivolidades del PP sobre el totalitarismo podrían perturbar la apacible balsa de aceite en que el presidente del partido, Núñez Feijóo, quisiera navegar hasta las próximas elecciones generales. Las declaraciones de Ayuso no solo chocan frontalmente con la posición de Feijóo, que dos semanas atrás reclamaba a Sánchez un plan drástico de ahorro energético, sino que ponen en entredicho el compromiso del PP con sus socios europeos en la estrategia contra Putin. Más allá de lo que cada cual pueda opinar sobre la actuación de Europa en esta crisis, no se entiende que un partido apruebe con rotundidad las medidas de presión contra Moscú y luego una de sus figuras más destacadas acuse de totalitario al Gobierno de su país por intentar atenuar el impacto en la ciudadanía que ese pulso está provocando. Feijóo tiene un lío en casa. La díscola Ayuso está estudiando un recurso de inconstitucionalidad contra el plan de ahorro. Y Vox estaba en las últimas horas presionando al presidente de Castilla y León, Fernández Mañueco, para que siga los pasos de la mandataria madrileña. Estos movimientos no se atajan con medias tintas, como lo comprobó en sus propias carnes Pablo Casado. Feijóo debe hacer algo más que soltar frases ambiguas para que los analistas interpreten que se ha desmarcado de Ayuso; tiene que desmarcarse clara y rotundamente de ella. Estamos hablando no ya de enredos políticos domésticos –que tampoco conviene subestimar, ya que podemos estar asistiendo a una nueva batalla por el liderazgo del PP–, sino de la posición de un partido, y del conjunto de un país, ante el acontecimiento más grave en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. En la actual coyuntura, calificar de “totalitarias” las medidas de ahorro energético –que, insistimos, se están promoviendo en toda la UE– significa exhortar a los españoles a que no acepten sacrificios por la confrontación contra el régimen de Putin que el propio PP ha apoyado con ardor en nombre de los más excelsos valores democráticos. En pocas palabras, es ponerse de parte de Putin.
Tema: Re: La derecha española. Vie Ago 12, 2022 11:54 am
El "síndrome del escaparate apagado" o un debate público envenenado
Llego al bar por la mañana. Los parroquianos charlan. Alguno levanta la voz y el camarero hace siete cosas a la vez. El ambiente es un poco menos fresco que otros días, pero se está bien, o a mí me lo parece. No hace calor y tampoco el frío absurdo que, en algún momento, todos hemos pasado en algún sitio a pesar de las temperaturas infernales de la calle. En las conversaciones, entre sorbo y sorbo de café, reina la ola de calor, asoma un poquito de fútbol, la cuenta atrás para las vacaciones o la resignación del que acaba de volver. Abundan, claro, opiniones de todo tipo sobre el ahorro energético, los escaparates y si 27 grados en un local significan lo mismo en Móstoles que en Girona.
En ese bar no-tan-fresco-como-antes, justo antes de llevarme la tostada a la boca, me asalta una pregunta que me llena de ansiedad: ¿Sigo siendo libre? ¿Me habría dado cuenta, en el caso de que ya no lo fuese? ¿Vivo engañado en mi aparente normalidad? ¿Es eso que estoy viviendo, que siendo en mis glándulas sudoríparas (o que no estoy sintiendo, incluso), la primera grieta que conducirá al colapso de la democracia? ¿Blanqueo al totalitarismo yendo al bar y aceptando tomar el café en esas condiciones, metafóricamente de rodillas?
Qué buena salud tendría la libertad si sus más fieras amenazas fuesen esas que combaten algunos, cuales cruzados, con palabras tan gruesas como frívolas. Qué mala salud tendría la libertad si su defensa dependiese de esos que se dan tantos golpes de pecho. Por la noche quedo a cenar con dos amigas que, como yo, trabajan en estos días de agosto. Tampoco en el restaurante se deja ver el apocalipsis. Nos lanzamos a un debate irreconciliable en el que todos caemos en la generalización. Ellas defienden que “la gente” es muy fácilmente manipulable y que eso que yo considero absurdo, cala. Incluso aunque se base en falsedades. Y los que manipulan lo hacen porque saben que funciona. Yo apelo al sentido común de “la gente” (de nuevo, generalizando) y confío en ella. Les recuerdo que vivimos en un país que ha avanzado mucho en casi todo, cuyas nuevas generaciones están concienciadas con el ahorro energético, el cambio climático o la lucha contra la violencia de género. Incluso, insisto, pese a los constantes riesgos de involución o las crecientes desigualdades económicas. Que España sabe que hay una guerra que no ha causado pero que sufre y que eso comporta consecuencias. En España deberíamos haber tenido una gran conversación pública sobre el ahorro energético mucho antes. Estamos preparados para afrontar el debate. Somos un país solidario (como se ve en todo tipo de indicadores, desde donación de órganos a cooperación) que ha desmontado leyendas como la de la falta de disciplina acatando sin pestañear uno de los confinamientos por covid más duros de Europa. Pronto dejamos ese debate entre el despotismo ilustrado y el optimismo, quizás excesivo, en la democracia, y pasamos a comentar la escasez de hielos, otra de las desgracias contemporáneas que nos asolan. Reconozco que estoy absolutamente perplejo ante el debate de los últimos 10 días. Los más ardientemente militaristas y atlantistas, a los que le falta irse al frente con un fusil, los que exigen que Alberto Garzón o Irene Montero que canten de memoria el himno de la Legión en la cumbre de la OTAN o, si no, abandonen el Gobierno, reaccionan airados asegurando que su modo de vida está en peligro si los escaparates de tiendas en las que no pueden entrar se apagan a las 22 de la noche. Defienden una guerra contra Putin pero son vencidos a la primera de cambio por un termostato a 27 grados. Todo ello a pesar de que el propio Núñez Feijóo había pedido limitaciones en ese sentido unos días antes y, en la Xunta, desde hace lustros, como ha desvelado David Lombao en Praza.gal. ¿Qué ocurrirá cuando haya que hacer sacrificios de verdad, esperemos que no del estilo de los que tendrán que asumir otros europeos (europeos como nosotros, solo que en el este y norte del continente)? La derecha española es capaz de enfrentarse a Ursula von der Leyen, a la Unión Europea, a su propia hemeroteca y al sentido común con tal de atacar al Gobierno y crear un clima que movilice a sus votantes y desanime a la izquierda. ¿Les funcionará o quedarán en evidencia? Para algunos, todo vale. Difícilmente el nuevo líder del PP puede presumir de moderación cuando calla ante los desmadres dialécticos o, es más, cuando se emiten desde la propia sede de Génova, donde uno de sus vicesecretarios aseguró que en España "estamos abrazados a una cartilla de racionamiento energético". ¿Es moderada y de mayorías la derecha que enmarca a España en los “regímenes totalitarios”, como hizo la presidenta de la Comunidad de Madrid, uno de los pilares del PP? Es evidente que Feijóo no se enfrenta a Ayuso sino que espera que el PP pueda defender una cosa y la contraria, tratar de exhibir moderación y a la vez utilizar métodos trumpistas. Si cuela, adelante. Algo así vimos en Galicia entre 2005 y 2009. Y funcionó. Estos días de argumentos estériles, quizás amplificados por ser agosto, revelan que la calidad del debate público en España no está para echar cohetes. Como muestra, paralelismos con otros países donde el asunto se trata con normalidad. También podemos hacer un par de ejercicios basados en hipótesis. Si el Gobierno dijese que España no ahorra o incluso que quiere gastar más energía para prevenir una posible recesión, ¿qué habría hecho Díaz Ayuso con tal de llevar la contraria? ¿Sería descartable un plan de austeridad energética propio en Madrid en solitario? ¿Habría adjudicado por la vía de emergencia y con cientos de millones de dinero público a empresas amigas la construcción del primer hospital 100% LED o incluso sin bombillas (además de sin médicos, por descontado)? Si Díaz Ayuso no saliese a cargar contra el decreto, antes incluso de conocer sus 80 páginas de contenido, amagando con una rebelión ante la ley, ¿habría habido críticas al plan del Gobierno? Desde mi punto de vista, sí. De libro serían las del Gobierno vasco y la Generalitat catalana por asuntos competenciales. Probablemente surgirían también alternativas a algunas de las medidas anunciadas y algún reproche a la falta de diálogo. Pero todo eso quedó sepultado por un PP arrastrado por Madrid, que marcó la pauta pese a que España sea mucho más que Madrid y el PP mucho más que Ayuso. Nos han hurtado un debate sereno sobre el ahorro energético para brindarnos un rechazo absoluto al ahorro (algo que desafía toda lógica) y una buena colección de manipulaciones y bulos contra el Gobierno. Que estaba mal escrito porque Ribera se quería ir de vacaciones y Sánchez estaba en Lanzarote (ver esto), que se podrían apagar los escaparates sólo 10 segundos, que subirían las agresiones sexuales porque las calles se quedarían a oscuras, que iba contra las normas de prevención de riesgos laborales… Todo mentira. Por no hablar de resucitar una apuesta por la nuclear y la térmica que jamás llegaría a tiempo. En una palabra: ruido a toda costa para que cale que el Gobierno podría haberlo hecho muchísimo mejor con facilidad. Como esos argumentos eran insostenibles, acabaron instalando dos menos deshonrosos: la falta de diálogo y la de pedagogía ante unos comerciantes en algunos casos desinformados… por el propio ruido generado durante días. Algunos medios de comunicación tienen también una reflexión que hacer. Dar tanto espacio a un plan que sí es concreto y claro como a las críticas basadas en bulos y manipulaciones no hace ningún bien ni al debate público ni a la credibilidad de la prensa. No tiene ningún sentido colocar información y mentiras al mismo nivel y presumir de dar voz a todo el mundo. Solemnizar planteamientos absurdos y corrosivos por mucho que los expongan dirigentes destacados no contribuye al pluralismo sino a la desinformación. La gran batalla de nuestros días no es, ni mucho menos, entre liberalismo y totalitarismo sino entre liberalismo y la ley de la selva que sublima las desigualdades, cuanto mayores sean, mejor. Y los defensores del liberalismo son, a menudo, quienes menos presumen de serlo. En los medios, la disyuntiva es la de siempre, nada líquida, muy clara y consciente: hechos contra mentiras. PS: Para polémicas estelares, la del rey en Colombia. Los mismos medios que sacaban a hombros a su majestad por haberse quedado sentado ante la espada de Bolívar corrieron a agarrarse a unos segundos finales donde el monarca se puso en pie. Sin rubor. La misma derecha que desde hace 50 años alababa a Bolívar (lo hacía la dictadura, Juan Carlos I, el actual rey como príncipe a la cabeza) ahora carga contra el mismo hombre, que lleva sin decir una palabra desde que murió en 1830 (ver aquí). En la sensatez de alguna “gente” es difícil creer.
Tema: Re: La derecha española. Sáb Sep 03, 2022 12:46 am
La otra “revolución silenciosa” de Rodrigo Rato que va a sentarlo en el banquillo
Rodrigo de Rato y Figaredo fue, durante una década, el hombre de la calculadora mágica. Llegó al gabinete de José María Aznar en 1996, después de la primera victoria electoral del Partido Popular en unas generales y después de la legislatura del “Váyase, señor González”. Bajo su batuta, el paro en España se redujo a menos de la mitad, lo que el PP y sus allegados bautizaron como el “milagro económico español”. Durante esos años el propio Aznar usó otro término para referirse a la caída del desempleo durante sus dos legislaturas: la “revolución silenciosa”. En la última década, sin embargo, los tribunales e investigadores han descubierto una revolución todavía más silenciosa que tenía lugar detrás de los focos y fuera de nuestras fronteras: la revolución del patrimonio de Rodrigo Rato, por la que la Fiscalía pide 70 años de cárcel.
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Tema: Re: La derecha española. Miér Sep 21, 2022 10:30 am
Para los que apoyan a los que se llaman "Liberales", son estos que tengan esto en su programa, que nada tiene que ver con el capitalismo en su idea original de sistema para el intercambio justo de bienes y servicios
https://www.caracteristicas.co/neoliberalismo/
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Tema: Re: La derecha española. Miér Nov 02, 2022 1:44 pm
Un ministro como las maracas de Machín
El diario La Razón publicó una columna del exministro del Interior Jorge Fernández Díaz en relación a Halloween. Es de todos sabida la hiperreligiosidad de esta persona, hacemos chanza con que afirmara que tiene un ángel de la guarda llamado Marcelo que le ayudaba a aparcar o con que asegurara que vio la luz de dios de manera definitiva en Las Vegas, pero el nivel de esperpento del sujeto creo que ha tocado techo con este texto. Transcribo dos párrafos:
"Es una grave y terrible realidad que al socaire de esta fiesta se celebren misas negras, se efectúen profanaciones de sagrarios –por parte de quienes sí creen en la presencia real de dios en la eucaristía–, sacrificios de animales e incluso de niños ofrecidos a los demonios que, al igual que las meigas, «haberlos haylos»".
"La inocencia de los niños –con la ignorancia de sus mayores– con sus disfraces de demonios, calabazas iluminadas y todo el ritual que le acompaña, es ocasión propicia para que esos «espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas», tengan en Halloween una ocasión propicia para sus maléficas conjuras. Testimonios de los exorcistas verifican esta oscura realidad que coexiste en una celebración que los cristianos dedican a todos los santos y a sus queridos difuntos, mientras «la mona de dios» –Satanás– la apropia para sus terribles fines".
Alguien que haga estas afirmaciones podemos concluir que no tiene una capacidad muy nítida de percibir la realidad o, dicho de otra manera, que está como las mismísimas maracas de Machín.
No seré yo quien diga que personas con una visión tan estrambótica de la realidad tengan que estar inhabilitados para la vida pública, ni negaré las cualidades intelectuales y profesionales que seguro tiene Fernández Díaz, pero su figura sí que puede llevarnos a una reflexión. Hablamos de una persona que afirma que hay sacrificios de niños en Halloween y que si vistes a tu chiquillo de Drácula el 31 de octubre estás poniendo una alfombra roja a que el Demonio haga el mal. Yo a esta persona no le dejaría ni la llave de mi casa para que me regara las plantas, la verdad, pero también es cierto que convivo con gente con creencias estrambóticas, como que el Rayo Vallecano va a jugar la Champions el año que viene. Pero lo que marca la diferencia entre alguien con pensamientos excéntricos y una persona peligrosa es de dónde vienen estos razonamientos, que en el caso de Fernández Díaz provienen del fanatismo religioso. Él cree que dios está de su lado y que la suya es una cruzada divina. De esta manera ejerció su cargo como ministro del Interior y por esta creencia, la de estar combatiendo el mal, supongo que montó una policía patriótica para acabar con el demonio podemita. Lo grave de la situación es que una persona con todas las tuercas en su sitio, como es Mariano Rajoy, lo pusiera en el cargo para que ejerciera con iluminada determinación una labor política no sé si compatible con el imperio de la ley. Rajoy sabía a quién ponía: a un hombre capaz de todo porque se considera a sí mismo la espada del altísimo. Dicho esto, y viendo como hemos visto el fanatismo evangelista en las elecciones brasileñas, conviene ahondar todo lo posible en la laicidad de cualquier cosa que huela a público y a Estado por el bien de la razón y, posiblemente, de la vida. Estamos viendo a líderes ultraderechistas de todo el planeta echarse en manos de diferentes cultos para vestir de un manto de infalibilidad sus ideas ultrarreaccionarias. Vengo de una familia religiosa y jamás voy a decir que la fe e incluso la Iglesia, que tanto bien ha hecho en mi barrio, son mis enemigos. Pero sí lo son, míos y de todo lo que está bien, el fanatismo y la sinrazón. Que deben tener toda la libertad de existir y expresarse (aunque si yo hubiera sido el director de La Razón no hubiera publicado la opinión de un señor que dice que el 31 de octubre se sacrifican niños), pero deben estar lejos del Estado y del poder. No solo por el bien de los que nos consideramos sus enemigos ideológicos: sino por el de todos y todas.
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Tema: Re: La derecha española. Miér Nov 02, 2022 9:59 pm
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Tinajas Moderador
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Tema: Re: La derecha española. Jue Nov 03, 2022 7:28 am
Javier Ruiz explica cómo la derecha ha logrado marcar un discurso de odio en España contra cualquier medida social.
https://fb.watch/gz5VO4nnWl/
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marapez V.I.P.
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Tema: Re: La derecha española. Lun Nov 07, 2022 12:12 am
Dejad en paz a los muertos, salvo si nos da votos
"Dejad a los muertos en paz", dijo el líder PP Alberto Núñez Feijóo al enterarse que han exhumado por fin los restos de Queipo de Llano de la basílica de la Macarena. Por su parte, Abascal acusó al Gobierno de "perturbar el descanso de los muertos". Más allá de unas declaraciones que no sorprenden a nadie, de una muestra más de la fallida transición y de que tenemos franquistas dentro del Parlamento, manda narices que sea justo esta semana cuando la derecha más extrema y rancia hable de dejar en paz a los muertos. Esta semana Irene Montero se ha mantenido como tendencia en las redes sociales todos los días. ¿Qué ha hecho esta vez? ¿Es a razón de la Ley Trans? ¿Unas nuevas declaraciones suyas tergiversadas? ¿O por el simple hecho de respirar y tener la capacidad de participar a la hora de hacer leyes? Podría responder ese odio a esa última pregunta, pero la excusa de esta semana ha sido el triste asesinato de una niña en Asturias supuestamente a manos de su madre. Da igual que sea la excepción. Da igual que las cifras demuestren que la violencia machista y vicaria genera mucho más sufrimiento y muerte que un caso aislado de una madre que mata a su hija. Da igual que se condene, obviamente, esta muerte. No importa nada. Cuando sucede que una mujer mata a su marido o a alguno de sus hijos, al igual que una denuncia falsa de violencia de género (recordemos que son menos del 0’1% del total), el champán comienza a descorcharse en la sede de Vox y en las redacciones de los "periódicos" de la derecha más cavernaria.
La misma prensa que dedica pequeños espacios al asesinato de mujeres u obvia llamarla de género, dedica portadas y horas y horas en espacios informativos para hacer de la excepción la norma. Los mismos partidos que niegan la violencia machista y no guardan minutos de silencio cuando sucede un asesinato, ahora claman justicia y se les llena la boca para acusar al Gobierno y, particularmente, a Irene Montero como si fuese la verduga de la niña. No es casualidad. Si repiten muchas veces que la violencia viene por las dos partes, aunque sea una mentira, mucha gente lo creerá y pensará, incluso, que desde el ministerio de Igualdad se está consintiendo y que las penas serán menores. No es casualidad tampoco que el 20% de los jóvenes entre 15 y 19 años piense que la violencia de género es un invento. Este tipo de sucesos se maximizan adrede para que esto suceda, para que no terminen los privilegios de algunos, para que las mujeres no ganen en derechos, para que no avancemos como sociedad y para que los partidos, digamos, tradicionales, sigan contentando a su electorado y a sus principales acreedores y benefactores. Y a la Iglesia, obvio, esa institución que no se presenta a las elecciones, pero manda como si lo hiciera. Hay muchos intereses económicos y por ello abanderarán la causa de la pequeña niña fallecida como si les importara. Como si no fuera una muerta más para su causa. Como sucedió recientemente con la joven de la que abusó el exmarido de Mónica Oltra, de la cual se aprovecharon y luego abandonaron sin más cuando no les servía para nada. Dejad a los muertos en paz dicen siempre para referirse a nuestros muertos de la Guerra Civil o a la hora de sacar a los verdugos de mausoleos que no merecen. Pero ellos no dejan en paz a los muertos de los que pueden sacar votos. Lo hemos visto con ETA, a la que siguen haciendo mención pese a que hace años que no existe. Como no lo hicieron con las víctimas del 11M porque no les interesaba y se sabían parte de la culpa. Ahora cada asesinato o muerte que les sirva para su causa política la abrazarán y no dejarán en paz a los muertos. Al menos hasta que los expriman hasta el último voto. Luego los dejarán tirados sin más porque de la muerte les interesa el rédito, nunca el sufrimiento ni la reparación.
Siempre que a la derecha no le salen las cuentas, los números están mal; alguien lo ha manipulado, alguien está ocultando la verdad. Es un clásico de la política española. Para Manuel Fraga las cifras de desarrollo económico de los ochenta -la década de mayor crecimiento de renta y salarial del siglo XX- no valían nada al lado del precio de los garbanzos que él mantenía monitorizado al detalle. Rodrigo Rato se cansó de denunciar aquella mítica amnistía fiscal de Felipe González, que nos había costado 200.000 millones de pesetas y había beneficiado a 600 amigos del PSOE. Soraya Saénz de Santamaría descubrió ella sola que, en España, había más de medio millón -520.000- de receptores fraudulentos del subsidio de desempleo. Fátima Báñez anunció que la Seguridad Social había entrado en déficit en 2011 y los cotizantes había caído en tres millones; apenas un mes después Mariano Rajoy nos descubría que, en realidad, el déficit era de 2010 y habíamos perdido 3.3 millones de pensionistas. Santiago Abascal nos sorprende a diario con cifras y datos sobre inmigración o delincuencia cuya validez estadística no superaría el examen de un niño de primaria. Toni Cantó llenó España de falsas denuncias de malos tratos presentadas por codiciosas mujeres en sus divorcios.
El tiempo puso a cada uno en su sitio. Pero ya daba igual. Rodrigo Rato no pudo probar la amnistía porque “los socialistas se había llevado las pruebas a casa”, aunque se metió tanto en el papel que acabó encausado por fraude fiscal. Los defraudadores de Soraya, en realidad, eran en su mayoría casos de problemas administrativos. Las creciente cifras del Gobierno Rajoy sobre las pensiones y la seguridad social fueron la coartada perfecta para el mayor recorte que ha vivido el sistema público de pensiones en España. Los casos de Abascal y Cantó van más allá de los problemas de cálculo para entrar directamente en los campos de la xenofobia y la misoginia. Ahora le toca el turno a la inflación y al paro. La derecha anunciaba un otoño asolado por la madre de todas las inflaciones en España. Así que no puede ser que España sea uno de los países de la UE con la inflación más baja o que medidas como la excepción ibérica estén funcionando. Las cifras tienen que estar manipuladas. Da igual que la corrección se haya hecho para evitar seguir cometiendo un error denunciado por actores tan poco sospechosos de estar compinchadas con el gobierno rojosatánico como las compañías eléctricas.
Lo mismo con el paro. Desde la derecha se anunciaba el Armagedón del desempleo y llegar cerca de un 35% de paro. Así que no puede ser que el empleo mejore en España, muchos menos que lo haga la temporalidad gracias a una reforma laboral a la que se opusieron y advirtieron causaría, junto a la subida del SMI, un apocalipsis de desempleo. Como siempre, las cifras están mal o están manipuladas. Da igual que los datos los elaboren y validen las comunidades autónomas, o que se computen igual desde una orden ministerial de 1985. Da igual que las denuncias de manipulación vengan de unos investigadores cuya metodología de cálculo desatiende por completo los criterios establecidos por esa misma orden, inalterable bajo gobiernos de unos y de otros y que, como ellos mismos reconocen con ingenua sinceridad, les lleva a comportarse como detectives, no como científicos. Con los datos del paro sucede algo muy parecido a lo que ya vimos acontecer con las previsiones sobre el impacto en el empleo de las subidas del SMI: el autor del informe tiene una idea previa -el paro es más de lo declarado, el SMI va a destruir empleo- y en función de esa tesis, construye su modelo para darse la razón a sí mismo. Porque, amigas, en España la derecha nunca se equivoca. Es la realidad la que está rematadamente mal. No es la derecha, somos nosotros, que nos engañan como a niños.
Tema: Re: La derecha española. Mar Dic 13, 2022 9:00 am
La derecha pide la invasión de los hombres de negro de Bruselas
La derecha está excitada y deprimida al mismo tiempo. Denuncia que el Gobierno está llevando a cabo “un asalto a la Constitución”. Preñada de sentimientos apocalípticos, cree que la democracia está desapareciendo en España. Pero por otro lado da muestras de estar agotada ante la fuerza de los hechos, es decir, de los votos que no tuvo en las elecciones de 2019 y de los escaños que no tiene en el Parlamento. Casi cada semana se produce un golpe de Estado. O eso dicen algunos medios de comunicación, como el soldado japonés oculto en una isla que no sabe que la guerra ha terminado. Los lectores de la prensa europea no se han enterado de tal desastre. La Comisión Europea no parece alarmada. La derecha se desgañita y nadie le hace caso fuera de España. Alberto Núñez Feijóo agotaba sus últimas balas en una entrevista este fin de semana en El Mundo por el hecho de que la Unión Europea no ha declarado la guerra a Sánchez ni ha enviado hombres de negro a España para meterle en cintura. “Si es coherente, Bruselas intervendrá otra vez por lo que ha ocurrido con el CGPJ y el TC”, dijo. El líder del PP intenta dar lecciones de coherencia a la Comisión, que tiene por norma no meterse de cabeza en las peleas internas de cada país. Pero Feijóo no es consciente de ello al dar por hecho o probable que la Comisión intervendrá. La idea ha aparecido en varios artículos en la prensa conservadora, donde cala el temor de que toda esta tormenta de improperios acabe como “un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia, que no significa nada”. Por mucho que griten, Sánchez no les hace caso. Menuda sorpresa. Por tanto, piden... no, no piden, exigen que Europa venga en su ayuda. “La UE debe actuar con urgencia como árbitro frente a una tentación totalitaria en uno de los estados miembros”, dijo un editorial de ABC, que también denunciaba que Bruselas estaba haciendo “la vista gorda”. Alguno pensará que la UE está embarcada en una cruzada totalitaria (los de Vox, tan amantes de las conspiraciones, desde luego). En realidad, la Unión lleva tiempo empeñada en un conflicto institucional con los gobiernos de Polonia y Hungría, en especial el segundo. Su principal herramienta es la amenaza de suspensión de las ayudas económicas, muy difícil de llevar a la práctica al requerir la unanimidad de los gobiernos en el Consejo Europeo. ¿Por qué no ha hecho lo mismo con España? Porque no oculta que no tiene reproches que hacer a la gestión económica y política del Gobierno de Sánchez. Querría que el CGPJ se hubiera renovado como marca la ley, pero sabe que ahí el PP también es responsable. Los llamamientos a Europa no se detienen ahí. A algunos sólo les falta afirmar que España es un Estado fallido, un argumento que también les gustaba mucho a los independentistas catalanes (luego descubrieron que lo que había fallado era su estrategia). “Es importante reconocer que hemos fracasado como país y necesitamos ayuda externa para reconducir un Estado constitucional que va a la deriva: la pelota está en el tejado de la Comisión”, escribió en El Mundo un profesor de Derecho Constitucional. Sólo la Comisión puede salvar la democracia en España. Es un avance. Hace unas décadas, el pelotón spengleriano sólo confiaba en el Ejército para proteger a la civilización. Los hay que ya saben que eso no va a suceder. John Müller, columnista de ABC, explica a sus lectores que el problema es Europa, que siempre le dice que sí a todo a Sánchez. A la conservadora alemana Ursula von der Leyen le falta tiempo para venir a España para mostrar su apoyo a las medidas del Gobierno sobre la pandemia o la guerra de Ucrania. Müller anuncia el inevitable crecimiento del euroescepticismo en el PP y para ello recurre a despreciar a la presidenta de la Comisión. En el PP, “la frivolidad de Ursula von der Leyen, que más que la estricta institutriz alemana que todos esperaban ha resultado ser una adolescente en busca del título de 'Miss Simpatía', también ha empezado a hacer mella” en su discurso sobre Europa, escribe. Además de sanchista, adolescente frívola (con 64 años). En la derecha española, ya no respetan ni a los alemanes. Díaz Ayuso ya había dicho que estábamos cerca de caer en el infierno venezolano. Luego, pasó al nicaragüense, aunque eso tuvo menos pegada. El lunes, adoptó el papel de aspirante a Casandra enloquecida: “Hay un cambio de modelo territorial, no sólo para instaurar una República, también para ir troceando España entre los países catalanes, la anexión de Navarra al País Vasco, y, desde luego, un empobrecimiento masivo de la sociedad española a todos los niveles”. Como decía Bill Murray en 'Cazafantasmas': “Human sacrifice! Dogs and cats living together! Mass hysteria!”. No es tan diferente a lo que había dicho Feijóo unos días antes: “Estamos en una situación que yo no recuerdo. Recuerdo el golpe del 81, las décadas de plomo de ETA y la declaración de independencia en el 2017 en Cataluña, pero no recuerdo la toma de control y la intervención del poder judicial”. El golpe del 23F, los novecientos muertos de ETA y el referéndum independentista del 1-O. Vale, es posible que fueran situaciones graves, pero no tanto como Sánchez. Algunos ya disparan contra Feijóo, quizá aburridos de gritar contra Sánchez. En ABC, su exdirector Ignacio Camacho plantea que el electorado del PP –traducción: lo que él cree que piensan esos votantes– puede albergar “dudas prematuras sobre su liderazgo”. Hizo lo que le pedían al negarse a pactar la renovación del CGPJ, pero no es suficiente: “De repente empieza a ver proyectada a su alrededor la peligrosa sombra del 'síndrome Casado', la sensación de falta de cuajo, el titubeo del novato”. No sabemos si Feijóo leyó ese artículo. Lo que sí hizo fue presentarse el lunes por sorpresa en el pleno del Senado que debatía los Presupuestos del Estado. Su gran objetivo no era hablar de ellos, sino confirmar en público su exigencia de elecciones anticipadas, “porque Sánchez no tiene derecho a hacer esto”. El líder del PP fue más lejos: “No tiene la mayoría social”, un concepto que permite a cada político sostener que España piensa lo que él piensa y no hay más que hablar.
La ministra María Jesús Montero le dio un buen repaso, probablemente mejor del que le hubiera dado Sánchez. Le sirvió con recordar lo obvio: “Fue con ustedes cuando se celebró un referéndum anticonstitucional en Cataluña. Fue con ustedes cuando Puigdemont huyó de España”. Luego, la daga en el corazón: “Pide elecciones porque teme que le pase lo mismo que al señor Casado”. Ay, Dios, otra vez Casado. El fantasma en el despacho de Feijóo.
Tema: Re: La derecha española. Mar Ene 03, 2023 12:13 pm
El ocaso de Olona, Arrimadas y Álvarez de Toledo: tres estrellas de la derecha en fase de supervivencia
El periodista y escritor Manuel Jabois escribió en una de sus columnas que "todos apuntábamos para algo" en algún momento. Macarena Olona apuntaba hace seis meses para vicepresidenta de la Junta de Andalucía, Inés Arrimadas apuntó para presidenta de la Generalitat (incluso ganó unas elecciones para no presentarse luego a la investidura), y todo apuntaba también a favor para Cayetana Álvarez de Toledo dentro del Partido Popular a principios de 2020. Las tres fueron en algún momento las grandes estrellas de la derecha, pero, a distintos ritmos, sus partidos las han apartado.
Con más cosas en común de las que reconocerá Inés Arrimadas públicamente, la líder de Ciudadanos, la exportavoz parlamentaria del PP y la excandidata a la Junta de Andalucía por Vox, están en plena fase de supervivencia política. Cuestionadas las tres por sus propios partidos- Olona ya ha roto el carnet afiliada-, rodeadas de polémicas, con la libertad que a Olona y Álvarez de Toledo les da la rebeldía y el foco que le hace ganar la bronca política a Arrimadas, cada una hace su propio intento de no ser devorada por la derecha.
Arrimadas: retener el protagonismo en el Congreso
Arrimadas heredó un partido en estrepitosa caída libre y no ha sido capaz de reanimarlo. Al drama electoral que la ha acompañado en su etapa de presidenta de Ciudadanos se le ha sumado ahora una rebelión interna para apartarla del poder. El choque con Edmundo Bal ha sido inevitable y habrá primarias en Cs para elegir entre uno u otro. La heredera de Albert Rivera ha dado un paso atrás y ha aceptado no encabezar ninguna lista, pero sí será la gran impulsora de la candidatura oficialista con la que está convencida de que ganará. Pero Arrimadas no ve en el control orgánico de Ciudadanos su salvavidas político y apunta al Parlamento. Convencida de que es una gran parlamentaria, algo que le reconocen diputados de todas las sensibilidades ideológicas con los que comparte hemiciclo, Arrimadas quiere seguir siendo la portavoz del partido en el Congreso y asumir las intervenciones más relevantes. "Habrá una renovación en Ciudadanos pero hay que proteger los activos políticos que ya tenemos", aseguran a Público fuentes del entorno de Arrimadas. Su principal activo, creen, es ella.
Álvarez de Toledo: verso libre y escéptica con Feijóo
Cayetana Álvarez de Toledo también era hace dos años uno de los principales activos políticos del PP de Pablo Casado. El desenlace de los dos es conocido: primero Casado destituyó a Álvarez de Toledo y luego el PP destituyó a Casado. Pero Casado ya no está- ni siquiera su partido se acuerda públicamente de él- y Álvarez de Toledo sí. La diputada por Catalunya es ahora el verso libre del PP de Alberto Núñez Feijóo. Si Feijóo se aleja de Vox, Álvarez de Toledo lo llama hipocresía- "No se manifiestan con Vox pero gobiernan gracias a Vox, se llama hipocresía", aseguró en una entrevista; si Feijóo cambia de estrategia en Catalunya y habla de "constitucionalismo catalanista", ella dice que le parece "una gallegada"; y si el presidente del PP insiste en que no liderará ninguna moción de censura ella insiste en lo contrario. Su relación con Génova es prácticamente nula y con la dirección del grupo parlamentario, distante y fría. Decida lo que decida el PP si Vox presenta una moción de censura a Pedro Sánchez, ella votará que sí.
Olona: el azote de Abascal
El ocaso de Macarena Olona está siendo, con toda seguridad, el más impredecible de los tres. La líder de la ultraderecha salió de Vox denunciando la "falta de democracia interna" del partido y desde entonces ha hecho dos cosas: emprender su propia aventura política poniéndose enfrente del feminismo- lo que Olona denomina "combatir la ideología de género"- y criticar las decisiones de Santiago Abascal. Después de semanas de gira por España y Latinoamérica, Olona decidió que de momento va a volver su puesto en la Abogacía del Estado (estaba en excedencia voluntaria y no participará en las elecciones autonómicas y municipales del mes de mayo. Eso sí, deja la puerta abierta. Que es lo mismo que no cerrarla por si ve posibilidades de parar el reloj del ocaso.
Tema: Re: La derecha española. Jue Ene 05, 2023 4:45 pm
Del “timo ibérico” por el gas a la gran recesión que nunca llegó: los pronósticos económicos fallidos de Feijóo
Antes del verano, cuando el impacto de la invasión rusa de Ucrania arreciaba sobre los precios de la energía, disparaba el coste de la cesta de la compra o los tipos de interés y amenazaba con sumir a Europa en una nueva recesión, todo el discurso del PP de Feijóo era económico. La estrategia del recién aterrizado líder de la oposición parecía entonces sencilla: un perfil político sin alharacas y a esperar. Aguardar, principalmente, a que una gran crisis de la economía española se llevara por delante al Gobierno de Pedro Sánchez para abrirle de par en par las puertas de la Moncloa. Y por eso desde la calle Génova se empezaron a profetizar desastres.
“La economía se acerca al colapso”. La frase, en boca de la portavoz parlamentaria Cuca Gamarra, fue una de las primeras profecías económicas de la era de Alberto Núñez Feijóo. Durante aquella sesión en el Congreso del mes de marzo, Gamarra no escondió las cartas de su nuevo jefe y acusó al PSOE de provocar la “ruina de las clases medias y trabajadoras una vez cada 10 años”, añadiendo, justo a continuación, que la gente necesita que llegue el PP para “arreglarlo”. Una versión renovada del “que caiga España, que ya la levantaremos nosotros”, aquel viejo planteamiento de Cristóbal Montoro.
La incertidumbre de los siguientes meses para todos los gobiernos europeos por el devenir de la guerra se convirtió para el PP de Feijóo en un terreno abonado para el anuncio del apocalipsis. Los populares se esforzaban entonces por dibujar a España como el peor país de la Unión Europeo en su gestión de la crisis, aunque los datos no corroboraran esa hecatombe. Ya en el mes de abril, antes de que el límite al precio del gas que Pedro Sánchez consiguió arrancarle a Bruselas comenzara a dar sus frutos, Feijóo ya predicaba en cada uno de sus actos públicos que España era “el país de la Unión Europea con mayor inflación”. Lo dijo durante una intervención tras la reunión del Comité Nacional Ejecutivo de su partido celebrada el 20 de abril, lo repitió en decenas de actos y lo replicaron los dirigentes populares por cada rincón del país aunque, ya por entonces, la afirmación resultaba ser falsa. Países como Lituania, Estonia, República Checa, Países Bajos, Letonia, Bulgaria y Polonia superaban en inflación a España, que en los siguientes meses consiguió aliviar aún el aumento del coste de los precios gracias, sobre todo, al control del coste de la energía por el tope al gas –que también afectó a Portugal–, una de las victorias políticas más importantes del Gobierno de Sánchez en el seno de la UE. Tras muchos meses de batalla en Bruselas por conseguir la denominada excepción ibérica que permitía limitar los precios del gas a España y Portugal para la generación de electricidad, el logro español fue, sin embargo, despreciado por los de Feijóo. La oposición volvió a profetizar: la medida no serviría más que para financiar la energía de los franceses, dijeron, llegando incluso a hablar de timo. “El pacto ibérico éste… el timo ibérico, mejor dicho”, se burló el coordinador general del PP, Elías Bendodo, tras plantear que “la medida estrella del Gobierno es subvencionar el gas y la electricidad a Francia”.
A la cola de Europa en inflación y récord de empleo
Desde el mes de octubre y, según datos de Eurostat, España se ha consolidado como el país de toda la Unión Europea con menor tasa de inflación. Las cifras del mes de noviembre reflejaron una media en la Unión del 10,1%, con España a la cola de los 27 en una tasa del 6,7%. Países vecinos aún sobrepasan con creces los dos dígitos, como son los casos de Alemania (11,3%), Portugal (10,2%) o Italia (12,6%). Casi todos los análisis económicos coinciden en señalar, además, el tope al gas como una de las claves del control de precios en nuestro país. Algo que pronto podría dejar de ser una “excepción ibérica” para convertirse en un plan del conjunto de la Unión, según los planteamientos de la propia Comisión Europea. A finales de octubre, y solo unos días antes de que Eurostat hiciera oficial que España se situaba a la cabeza del control de la inflación en toda Europa, el propio Feijóo volvió a hacer predicciones económicas tras participar en la tradicional “pulpada” de su partido en Lugo: “Estamos a pocas semanas de entrar en una recesión técnica”, alertó recurriendo a uno de los escenarios apocalípticos más transitados por la derecha. El de la recesión de la economía española es un fantasma agitado desde hace meses por los conservadores y al que ahora los datos oficiales parecen espantar. [url=https://www.eldiario.es/economia/banco-espana-descarta-recesion-avisa-inflacion-2024-si-gobierno-retira-medidas-choque_1_9808974.html#:~:text=El Banco de Espa%C3%B1a descarta la recesi%C3%B3n en Espa%C3%B1a en,%2C al 1%2C3%.]Según las previsiones del Banco de España del Informe Trimestral[/url] publicado en el mes de diciembre, la profecía apocalíptica del PP de Feijóo tampoco se cumplirá en 2023. La institución descarta la recesión en España en su escenario central, ni técnica como decían los populares (dos trimestres consecutivos de caída de la actividad), ni mucho menos más profunda. La previsión de crecimiento del PIB (Producto Interior Bruto) para 2023 es del al 1,3%, por debajo, eso sí, del 2,1% que prevé el Gobierno. En 2024, por su parte, el ritmo de crecimiento de la actividad acelerará al 2,7%, según el propio Banco de España. 2022 terminó, además, con otra buena noticia económica para España en un terreno sobre el que los populares también habían dibujado nubarrones. El año cerró rozando máximos de empleo con 471.000 trabajadores más y 268.000 parados menos, alcanzando un total de casi 20,3 millones de trabajadores y con dos millones más de personas indefinidas tras la reforma laboral. La cifra de personas paradas registradas, 2,8 millones, es la más baja desde 2007, mientras que los contratos temporales cayeron a un mínimo histórico del 15% gracias a los efectos de la reforma laboral. Desde el PP llevan meses combatiendo esa evolución del empleo con un discurso que da pábulo a la conspiración que pone bajo sospecha a los datos públicos de empleo (procedentes, además, de los servicios de empleo de las Comunidades Autónomas, sobre las que recaen esas competencias, gobernadas en muchos casos por el propio PP). Feijóo llegó a decir en verano que “cuando ya se maquilla la estadística, es muy difícil hacer la comparación”, apuntando que “aquello que era temporal ahora se llama fijo discontinuo”. En los siguientes meses los dirigentes populares han repetido el argumento con descalificaciones al Gobierno de “trilero”, “maquillaje” de las cifras y “negacionismo”. El cómputo que hace el Servicio Estatal Público de Empleo (SEPE), que no ha cambiado desde 1985, establece que los fijos discontinuos que están inactivos no computan como parados en los registros del propio SEPE. Desde la aprobación de la reforma laboral, antes incluso del aterrizaje de Núñez Feijóo en la política nacional, los populares pronosticaron que la reforma laboral de Yolanda Díaz sería una máquina de destrucción de empleo: “¿Sabe la gente que la reforma laboral lo que va a hacer es destruir o dejar de crear un millón de empleos?”, se preguntaba antes de su aprobación el entonces líder popular, Pablo Casado. De aquella predicción hace casi un año y han pasado muchas cosas en la economía, en la política, en general, y en el PP, en particular. El cambio en la dirigencia de Génova, sin embargo, parece aún lejos de aportar una mayor precisión en los pronósticos.
Tema: Re: La derecha española. Sáb Ene 07, 2023 8:58 am
Una patada repetida cientos de veces
Iniciamos 2023 con la política enfurecida. La oposición considera propaganda gubernamental los asuntos que expongo a continuación. Empieza el año con más de veinte millones de afiliados a la Seguridad Social y con la cifra más baja de paro desde 2007, gracias a los efectos positivos de la reforma laboral. Hay que sumar más datos positivos: se crean puestos de trabajo más estables, de mayor calidad y aumenta el empleo entre las mujeres y los jóvenes. A lo anterior hay que añadir la rebaja del IVA de los alimentos de primera necesidad, el cheque de ayuda de 200 euros para hogares vulnerables, las ayudas para el transporte público, la prórroga al tope de los alquileres, suspensión de los desahucios y del corte de suministros esenciales, la rebaja de los impuestos de gas y electricidad, el incremento del 15% del Ingreso Mínimo Vital y de pensiones no contributivas. Y la jubilación activa mejorada para los médicos de Atención Primaria, que podrán continuar su trabajo durante tres años mientras perciben el 75% de su pensión.
Hasta aquí los detalles del tercer plan anticrisis del Gobierno para paliar los efectos provocados por la guerra en Ucrania o, dicho de otro modo, el despliegue de medidas sociales que Pedro Sánchez ha hecho realidad para, según la oposición, “fidelizar el voto de los sectores más vulnerables”. En paralelo, Pedro Sánchez, primer presidente de la Internacional Socialista recién elegido, pretende mantener la unidad en España y acabar con el llamado “problema catalán”, pendiente desde hace cuarenta años. Añade el presidente que, para fortalecer la convivencia y no seguir confrontando, se han acordado una serie de medidas legislativas con los nacionalistas catalanes que implican una apuesta muy arriesgada. Se refiere a la ley que suprime el delito de sedición, por el que fueron condenados los líderes independentistas del procés, sustituido por un nuevo tipo denominado “desórdenes públicos agravados". Así como modificar el delito de malversación, que también beneficia a los políticos independentistas condenados. Por todo lo anterior, y algunas cosas más, a Sánchez le ha caído una lluvia de piedras por parte de la oposición. Cosas que se han dicho. Ser presidente de la Internacional Socialista es la nada, primero porque la elección estaba cantada (era el único candidato) y después porque la organización está en absoluta decadencia, según un veterano socialista: “se ha convertido en una simple agencia de viajes”. Respecto a las medidas dedicadas a proteger a las clases más perjudicadas, llegan tarde y se quedan cortas, porque, según la secretaria general del PP: "dejan fuera a ocho millones de españoles, que también son clase media". Y deben saber que el optimismo de Sánchez no se debe a que haya mejorado, en apariencia, la situación de la economía en España; está contento solo porque él sigue aferrado a la Moncloa. Se insiste en la “apariencia” porque los buenos datos del empleo no son ciertos, están maquillados, hasta tal punto que para Núñez Feijóo este mes de diciembre, en cuanto al paro se refiere, ha sido el peor desde 2012. Puro maquillaje al no contabilizar a los fijos discontinuos como desempleados. El truco del Gobierno consistiría en hacerlos desaparecer de las estadísticas por arte de magia, para mejorar los datos finales de una manera descarada. No dice, sin embargo, que el sistema de contabilizar el empleo es el mismo que se utilizaba con los anteriores Gobiernos, tanto del PP como del PSOE. No importa, el caso es que para la oposición lo único importante es que España sigue siendo el país con mayor tasa de desempleo de la Unión Europea. Esta sarta de propaganda negacionista hace que la secretaria general del PP defina al presidente del Gobierno como “un político trilero que cambia las reglas del juego para ver si no nos damos cuenta de la realidad". Supongamos que, aun así, los ciudadanos beneficiados por el plan anticrisis no son conscientes de que el Gobierno les engaña. La gente con un nuevo empleo; comprando un poco más baratos alimentos básicos; pagando algo menos por el gas, la electricidad y el transporte; los jubilados con pensiones más altas… Pues no se hagan ilusiones, porque esa lluvia de millones con la que pretenden contentarlos o, sin eufemismos, comprar su voto, va a aumentar la deuda pública que, como debería saber todo el mundo, supera por primera vez los 1,5 billones. Advierten a la población que esas cantidades astronómicas son la herencia que dejan a sus endeudados hijos y demás descendientes. Tampoco les parece adecuado que, para hacer frente a los costes de la inflación, se hayan aprobado unos impuestos temporales a la banca, las energéticas y las grandes fortunas, con los que se prevé recaudar unos diez mil millones. La oposición defiende todo lo contrario: bajar impuestos y eliminar el de patrimonio. Y justifican su inaudita decisión con el viejo argumento de que no quieren que los patrimonios se vayan de España y disminuya la recaudación. ¿Y qué me dicen del sector bancario? Seguro que reducirá el crédito disponible y encarecerá su financiación. Así que el impuesto de solidaridad será contraproducente para los más vulnerables. ¿Alguien duda de que por eso la oposición vota en contra de las medidas que perjudican a las grandes fortunas? Conviene recordar que hubo un momento en Estados Unidos en el que se aplicaron tasas máximas fiscales a lo más ricos. Se mencionó en el Foro de Davos (nada que ver con el comunismo) que durante la presidencia de Roosevelt (1933 a 1945) se impuso la política redistributiva para superar la crisis provocada por el crack del 29. El mundo capitalista estaba en bancarrota y amplios sectores de la población vivían una pobreza extrema. ¿Cómo se contuvo la debacle? Aplicando, entre otras medidas, la tasa máxima del 90% a las grandes fortunas. El republicano Eisenhower (1953-1961) subió el tramo máximo de impuestos, que alcanzó el 92% para ingresos superiores a los 200.000 dólares de la época. Cuando el economista Thomas Piketty, obsesionado por cómo reducir la desigualdad, propone algo similar en lo que denomina la gran redistribución, le califican de provocador, estrafalario y comunista. Pero cada vez son más los expertos que toman en serio sus propuestas. La oposición despliega un argumentario exhaustivo frente a lo que consideran la burda manipulación electoralista del Gobierno, pero, al margen de la bajada de impuestos, no ofrecen a los ciudadanos alternativas viables para sortear la crisis. Confían ciegamente en una técnica publicitaria que consiste en convencer al electorado repitiendo machaconamente mensajes cortos, y bien definidos, a base de pura insistencia, como si fueran un estribillo. Tan elemental como que Sánchez miente, su ambición no tiene límites y se alía con comunistas e independentistas para mantenerse en el poder. Mejor que Goebbels lo resume Bruce Lee: “No temo a quien ha practicado diez mil patadas, temo a quien ha practicado la misma patada diez mil veces”.
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Tema: Re: La derecha española. Sáb Ene 07, 2023 10:22 am
Resulta evidente quienes son los trileros.
Salú y República.
marapez V.I.P.
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Tema: Re: La derecha española. Mar Ene 10, 2023 12:45 pm
La nueva derecha: los discursos (y los tuits) tienen consecuencias
Los discursos nunca son inocentes, pueden serlo las personas, pero no todas las ideas o acciones que defiendan. En la política, como en la vida, es mentira que las palabras se las lleve el viento. Van dejando huella, para bien o para mal. Incluso falsedades enormes, del tamaño de Brasil, terminan calando como si fueran verdades, o lo que es aún peor: “realidades alternativas”. Se empieza por deslegitimar el resultado de las urnas y se termina atizando, con premeditación o sin ella, a una horda de fanáticos dispuestos a asaltar las instituciones democráticas. Ocurrió hace dos años en Washington; ha ocurrido hace veinticuatro horas en Brasilia; y puede repetirse en cualquier democracia. La conjunción entre el auge de una extrema derecha populista y un conservadurismo radicalizado, capaz de contaminarse de discursos, estrategias y hasta propuestas delirantes con tal de mantener el poder o recuperarlo es un caldo de cultivo perfecto para que en algún momento salten las costuras de la democracia, lentamente deshilachada.
Vemos en bucle las imágenes de centenares de brasileños adictos a Bolsonaro armados con móviles para grabar o emitir en directo su salvajada, como en su día vimos las de aquella tropa adicta a Trump que hacía astillas el mobiliario del Capitolio. Tienen mucho en común: su sectarismo, su odio al diferente, su culto a un líder iluminado por la soberbia, su convicción de que dando una patada al sistema este se regenerará como por esporas… Si no respetan al otro, ¿cómo van a respetar a las instituciones intermediarias imprescindibles en democracia?
Creo que nos equivocamos si cedemos a la tentación de pensar que todo eso nos pilla lejísimos, que Europa es muy diferente, o que España está vacunada contra los autoritarismos después de casi cuarenta años de dictadura. Se ha escrito mucho sobre los factores que impulsan los nacional populismos y los extremismos que vienen deteriorando la democracia en América y Europa, y que derivan en algaradas golpistas como las ya citadas. Pero les invito a poner el foco en un aspecto que analiza con lucidez una politóloga austriaca, Natascha Strobl, en su último ensayo, titulado La nueva derecha. Un análisis del conservadurismo radicalizado (Katz Editores). Como ocurre siempre en tiempos de cambio, entre lo que no acaba de morir y lo que no termina de nacer, aparecen monstruos. En estas primeras décadas del siglo XXI, marcadas por la revolución digital, una globalización financiera y especulativa incapaz de gestionar la galopante brecha de desigualdad y un capitalismo de casino que entierra derechos sociales para imponer márgenes de rentabilidad inmediata a las elites tradicionales y a las nacidas del neoliberalismo imperante, surge una Nueva Derecha que “se reproduce principalmente a través de los espacios digitales y utiliza este campo para librar su batalla cultural por las mentes de la gente”. El Movimiento Identitario en Europa, el Alt-Right en EEUU o el bolsonarismo en Brasil tienen enfoques diferentes, pero comparten “desde las fantasías evangélicas revivalistas y el racismo descarado hasta el antifeminismo y la misoginia”. Se van debilitando las clases medias que se ensancharon sobre el Estado del bienestar construido tras la Segunda Guerra Mundial y brota lo que distintos sociólogos han denominado “burguesía cruda”, que no se caracteriza esencialmente por su mayor nivel económico, sino sobre todo por sus actitudes autoritarias cada vez más visibles y totalmente alejadas del sentido de la justicia, la solidaridad o la equidad. “La burguesía cruda –advierte Strobl– es especialmente peligrosa porque es ampliamente aceptada, es decir, se convierte en hegemónica”. De ello se encargan think tanks generosamente financiados y toda una batería de medios conservadores que articulan e imponen los ejes de la conversación pública, en fondo y forma (ver aquí), con toda la “crudeza” que sea necesaria y a costa de una “polarización” muy conveniente para la antipolítica y la desmovilización de la ciudadanía moderada y progresista (ver aquí). En este punto es donde la politóloga austriaca introduce un concepto que me parece clave para entender lo que nos pasa, desde Brasilia hasta la Gran Vía madrileña pasando por Texas: el “conservadurismo radicalizado”, que surge cuando los partidos conservadores (supuestamente demócratas) tradicionales “dan un paso hacia la extrema derecha, impulsados por la dinámica de la burguesía cruda”. En otras palabras, intentan competir en su ‘mercado’ electoral asumiendo el marco discursivo del populismo extremista, a menudo incluso neofascista, cuyo pack ideológico incluye el negacionismo climático o de la violencia de género, el antifeminismo, la criminalización de los migrantes o el desmantelamiento de los sistemas públicos de protección social. ¿Con qué hoja de ruta o estrategia para lograrlo? Atiendan: “El conservadurismo radicalizado adopta las estrategias y el lenguaje del populismo de derecha o del extremismo de derecha moderno basado en los partidos y extraparlamentario. Se basa en la polarización más que en el consenso y busca remodelar el sistema político existente a su favor (...) Los representantes de la oposición dejan de ser meros competidores o adversarios políticos y se convierten en enemigos a los que hay que eliminar”. Olvidémonos de los tiempos en los que conservadores y centristas acostumbraban a presumir de rigor, de ejercer como garantes del orden establecido, etcétera, etcétera. “El conservadurismo radicalizado –escribe Natascha Strobl– ya no consiste en eso. Más bien, se abren grietas en la sociedad o se magnifican las diferencias existentes. El objetivo es crear un desorden y un caos que pueda reordenarse posteriormente”. Asaltar el Capitolio o el Congreso brasileño. ¡Que se hunda España, ya la levantaremos!, que diría Montoro (según contó Ana Oramas). Pongan ustedes, si quieren, nombres, temas, fechas y citas. Vamos sobrados de ellas. En esa coctelera ideológica y estratégica del conservadurismo radicalizado, en España protagonizado por el Partido Popular desde mucho antes de la era Feijóo, encajan la deslegitimación del Gobierno de coalición o de los pactos con otros grupos parlamentarios, el bloqueo de la renovación del Poder Judicial o la acusación de falseamiento de las cifras de empleo. Y también el vergonzoso tuit de Cuca Gamarra sobre el asalto a las instituciones democráticas de Brasil (ver aquí). No sólo porque evitaba condenarlo, sino porque hacía una acusación falsa: el Código Penal español sigue incluyendo en su artículo 472 un delito de rebelión que encaja como un guante en lo ocurrido (ver aquí). Es lo de menos en su estrategia, en eso coincidente con la de Bolsonaro o la de Trump: lo que importa no son los hechos, sino sembrar la sensación de caos y señalar como responsable a la izquierda socialcomunista. La pregunta pertinente es obvia: ¿qué se puede hacer para frenar al conservadurismo radicalizado y a esa extrema derecha que necesita para recuperar el poder? Apunta Strobl: “Sólo queda el camino hacia adelante. Las fuerzas progresistas y de izquierda no deberían tener miedo de explorarlo. Eso también significa dar menos vueltas sobre sí mismas, soportar las ambivalencias y mostrar con confianza cómo podría ser el mundo en realidad”. No quiero añadir prosopopeya a lo que otros u otras explican muy bien, y disculpen el spoiler del ensayo de Strobl: “La gran fuerza de la izquierda política es que existe un mosaico diferenciado y deslumbrante de diferentes preocupaciones, movimientos y conocimientos. Ahora es el momento de definir un soporte común que se centre no sólo en los síntomas sino también en las causas. Esto significa hacer visible un mundo postcapitalista (...) Más allá de las elevadas alturas de la moral y la decencia, se requiere una política concreta y comprensible. Porque el futuro puede ser mucho mejor. Y por eso merece la pena luchar”. Amén. Así sea. Insha’Allah. Hágase.
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Tema: Re: La derecha española. Mar Ene 10, 2023 1:18 pm
Pero en el foro nos da igual que los "discursos" tengan consecuencias: los que prodigan los discursos bulócratas ya tienen todo el foro a su disposición.
La consecuencia la padeceremos, por no haber luchado contra ella con todas las armas, y será más pronto que tarde, tanto en el foro como en la vida real.
Salú y República.
marapez V.I.P.
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Tema: Re: La derecha española. Vie Ene 13, 2023 6:04 pm
La derecha es desorden
Ver estos días en España golpes de abanico en el pecho, manos en la cabeza y teatralidades varias ante un nuevo asalto de un parlamento por parte de la derecha que llega a gobernar no deja de ser política e intelectualmente sonrojante. Esta derecha política y mediática (una diferenciación que habría que dejar de hacer, pues nadie diferencia autores intelectuales y ejecutores en ninguna acción política cuando interesa) lleva tiempo haciendo un ejercicio de filibusterismo tremendo: si tienen que elegir entre la injusticia y el desorden, se quedan con los dos.
La derecha que gobernó en Brasil, la bolsonarista, igual que la derecha que antes gobernó en los Estados Unidos, la trumpista, y que fue desalojada por las urnas en una legislatura, considera que es necesario un movimiento violento y armado para echar a un presidente que sufrió una condena injusta que fue anulada, que pasó por prisión y, sin instar a la violencia, siguió los cauces democráticos para recuperar el poder que le fue hurtado. Atacó la injusticia desde el orden. Enfrente, se defiende la injusticia con el desorden y la violencia. No debería haber duda de qué bando escoger. Para nadie. Pero allá, como acá, estas cosas no ocurren porque sí. Si se deslegitima un gobierno democráticamente elegido (que si no ha cumplido con el programa con el que llegó al poder será democráticamente desalojado por las urnas sin perder su legitimidad), si se habla de Lula como un condenado por corrupción sin contar que sufrió una acción de lawfare que corrigió la propia justicia brasileña, si se blanquean y hacen pasables perfiles políticos que se referencian a Bolsonaro o Trump, si se mete en el mismo saco protestar a las puertas del Congreso que invadirlo, si se sigue el juego del cuestionamiento básico de las instituciones, si se considera que quienes ocupan puestos de poder democráticamente no tienen derecho a hacerlo porque, directamente, no les corresponde, si antes de condenar un golpe lo utilizamos para retorcer lo ocurrido y navajear al presidente de aquí... luego, por favor, ahorrémonos los golpes en el pecho ante lo que pasa en Brasil. Y, sobre todo, no se siga ligando a la derecha al monopolio del orden. Hoy, desorden es sinónimo de derecha. No de una derecha extemporánea echada al campo: derecha que gobierna. Derecha que va a gobernar en este país. Derecha a la que regresan perfiles moderados al calor del futuro poder a lavarle la cara a los ultras. Que la derecha parlamentaria de España asuma mover el andamio de las instituciones o acariciar los cuernos a los que se disfrazan de toro para arrasar los parlamentos para conseguir el poder no deja de ser un movimiento peligroso, pero lícito. Pero, por favor, que se acabe ya el discurso de que los izquierdistas somos los de la algarada y la protesta. Ese eje ha cambiado y no parece que vaya a amainar el temporal mientras la derecha no consiga el poder político al calor del mediático, que ya ostenta. La pregunta es: si en las próximas elecciones generales no gana la derecha, ¿podemos tener garantizado un país en orden y en paz? Los antecedentes en otros países y las reacciones que hemos visto aquí, además de las amistades de los de acá con los de allá, no garantizan un sí como respuesta. La derecha es desorden. Se acabó ese cuentito.
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Tema: Re: La derecha española. Sáb Ene 14, 2023 12:33 am
marapez escribió:
La derecha es desorden
Ver estos días en España golpes de abanico en el pecho, manos en la cabeza y teatralidades varias ante un nuevo asalto de un parlamento por parte de la derecha que llega a gobernar no deja de ser política e intelectualmente sonrojante. Esta derecha política y mediática (una diferenciación que habría que dejar de hacer, pues nadie diferencia autores intelectuales y ejecutores en ninguna acción política cuando interesa) lleva tiempo haciendo un ejercicio de filibusterismo tremendo: si tienen que elegir entre la injusticia y el desorden, se quedan con los dos.
La derecha que gobernó en Brasil, la bolsonarista, igual que la derecha que antes gobernó en los Estados Unidos, la trumpista, y que fue desalojada por las urnas en una legislatura, considera que es necesario un movimiento violento y armado para echar a un presidente que sufrió una condena injusta que fue anulada, que pasó por prisión y, sin instar a la violencia, siguió los cauces democráticos para recuperar el poder que le fue hurtado. Atacó la injusticia desde el orden. Enfrente, se defiende la injusticia con el desorden y la violencia. No debería haber duda de qué bando escoger. Para nadie. Pero allá, como acá, estas cosas no ocurren porque sí. Si se deslegitima un gobierno democráticamente elegido (que si no ha cumplido con el programa con el que llegó al poder será democráticamente desalojado por las urnas sin perder su legitimidad), si se habla de Lula como un condenado por corrupción sin contar que sufrió una acción de lawfare que corrigió la propia justicia brasileña, si se blanquean y hacen pasables perfiles políticos que se referencian a Bolsonaro o Trump, si se mete en el mismo saco protestar a las puertas del Congreso que invadirlo, si se sigue el juego del cuestionamiento básico de las instituciones, si se considera que quienes ocupan puestos de poder democráticamente no tienen derecho a hacerlo porque, directamente, no les corresponde, si antes de condenar un golpe lo utilizamos para retorcer lo ocurrido y navajear al presidente de aquí... luego, por favor, ahorrémonos los golpes en el pecho ante lo que pasa en Brasil. Y, sobre todo, no se siga ligando a la derecha al monopolio del orden. Hoy, desorden es sinónimo de derecha. No de una derecha extemporánea echada al campo: derecha que gobierna. Derecha que va a gobernar en este país. Derecha a la que regresan perfiles moderados al calor del futuro poder a lavarle la cara a los ultras. Que la derecha parlamentaria de España asuma mover el andamio de las instituciones o acariciar los cuernos a los que se disfrazan de toro para arrasar los parlamentos para conseguir el poder no deja de ser un movimiento peligroso, pero lícito. Pero, por favor, que se acabe ya el discurso de que los izquierdistas somos los de la algarada y la protesta. Ese eje ha cambiado y no parece que vaya a amainar el temporal mientras la derecha no consiga el poder político al calor del mediático, que ya ostenta. La pregunta es: si en las próximas elecciones generales no gana la derecha, ¿podemos tener garantizado un país en orden y en paz? Los antecedentes en otros países y las reacciones que hemos visto aquí, además de las amistades de los de acá con los de allá, no garantizan un sí como respuesta. La derecha es desorden. Se acabó ese cuentito.
Efectivamente: la derecha no es sinónimo de desorden, es el desorden.
Salú y República.
marapez V.I.P.
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Tema: Re: La derecha española. Miér Ene 25, 2023 12:31 pm
Todo va a mejorar
Leía el domingo por la tarde la novela póstuma de Almudena Grandes: Todo va a mejorar. Camino por ella poco a poco, separando los breves capítulos donde aparecen continuos personajes y se intuye una trama cargada de amenazas. El hombre conocido ya como el Gran Capitán seguía siendo el presidente de la compañía eléctrica líder en renovables y había preparado concienzudamente su plan. Todo iba a mejorar con él y las redes, colaboradores y estrategias que había desplegado. Se parece mucho al fascismo, pero no es exactamente eso. De hecho, otros colegas, en otros países llegan a fines similares por diferentes caminos. Esa tarde de lectura, con cierto sopor dominguero, coincidía con los ecos de la manifestación de la derecha extrema española; ecos muy amplificados por sus participantes exultantes de alegría. Y fue entonces cuando leí “aquel verano fue el del Gran Apagón, que arrasó con todo y con la palabra después”. Estremecedor hallazgo de Almudena. Seguí leyendo y no creo entrar en spoilers porque apenas llevo un tercio del libro e ignoro cómo se va a desarrollar y concluir lo que se está gestando. Pero los indicios son preocupantes: ya no funciona Internet, ni los teléfonos, todo está controlado. Los protagonistas viven sin embargo: se enamoran, se desenamoran, se aman, se traicionan. Concretamente el capítulo que leo en ese momento me presenta a un chaval que va a tener papel decisivo -creo- y que está solo. Y ya no se puede estar solo, es peligroso. El gobierno propiciado por el Gran Capitán (o es el Gran Capital, lo digo porque es lo que he escrito primero sin querer como en un acto fallido) y que ha ganado por desbordante mayoría absoluta, ha puesto en marcha la Gran Terapia. Y Jonás –que así se llama- recibe en su casa a una psicóloga que le interroga a fondo y le anuncia que habrá de ir a los “Encuentros para mejorar” porque si no lo hace le pondrá una nota negativa que le perjudicará en su carrera. Descanso de la lectura un momento y miro twitter y me encuentro estas declaraciones de Núñez Feijóo que recoge así el diario El Español:
Fue como introducir la realidad en la distopía literaria de Almudena Grandes o como si Feijóo formara parte de la novela: abandonar la política por una manifestación de ultras que no aceptan al gobierno, no aceptan el resultado de las urnas contra la voluntad de la mayoría de los ciudadanos. Y aún faltaba la irrupción de Ayuso sobre las ruinas de una Universidad saltándose centenares de firmas de peso en su contra (las de más de 1.500 miembros de la comunidad académica y múltiples alumnos que eran su dignidad). Sentí el soplo de ese viento fatídico que arrasa hasta la palabra después. Porque para que todo vaya mejor, es esencial aceptar que hay protestas de buenos y de malos, al parecer, y de eso depende su repercusión y consecuencias. Feijóo ni siquiera había ido a la suya para guardar la ropa en el chapuzón de su partido. Y no mencionó que la protesta a su colega y rival, Ayuso, llena también la plaza de Cibeles de Madrid y grandes aledaños aunque ésta sí con motivos justificados: la destrucción de la sanidad pública, en donde no falta el minuto de silencio por los ancianos muertos en los geriátricos a su cargo sin atención médica. Pero todo va a mejorar. Tanto que Feijóo alude a la “Triple A” por la que apuesta y el partido pretende conseguir: “Ayuso, Almeida y Absoluta”. La Triple A, Alianza Apostólica Anticomunista, fue una organización terrorista tardofranquista. No puede ser ignorancia hacer ahora esa comparación. “Deshará desmanes del gobierno”, dice Feijoo. Los jubilados que salieron con las banderas del aguilucho y que han llamado la atención por combatir una subida de 8,5% en las pensiones aprobada por este gobierno, lograrían su objetivo. Para regresar al 0,25% anual como máximo que impuso Rajoy. Para todos. Y echen un vistazo si quieren al programa de Vox: no son nada partidarios de pagar pensiones. En 2019 proponían desmantelar el sistema público y acudir a un sistema mixto con ahorro privado previo para la jubilación. El PP, como los empresarios y la prensa conservadora, consideran un auténtico “desmán” haber subido el salario mínimo como lo ha hecho el gobierno actual. Este mismo año, aún se propone elevarlo más. Y se han dolido amargamente de ese dispendio que elevó el SMI interprofesional un 40% desde haber sido uno de los más bajos de la UE, que ésa habrá sido una razón de peso que no mencionan. En la sanidad pública se impondrá el modelo Ayuso previsiblemente. Incentivar a la sanidad privada, mermar a ese fin la atención primaria y explotar y denigrar a los profesionales de la pública. Para los geriátricos, el coste mínimo: total, se van a morir igual, dijo un día la presidenta de Madrid en una entrevista. Y calificó de anécdota (a no elevar a categoría, la muerte de más de 7.000 ancianos sin asistencia en la pandemia). La Andalucía de Moreno Bonilla ya se aplica en el ejemplo y Castilla León es firme candidata. Pero, oiga, podrán oír el latido del feto si piensan en abortar y discutir interminablemente sobre cuándo surge la vida humana y poner imágenes con 30 o 40 aumentos de esos 8 mm. y 20 gr. de peso que tienen las células embrionarias a las 14 semanas. A los catalanes habrá que atarles corto y obligarles a palos a estar a gusto en “su España”. Y a los “rojos”, insultarles de la mañana a la noche con las más cretinas teorías que hayan oído en alguna emisora o tele de su confianza. Los medios recibirán cuantioso reconocimiento por la fructífera labor realizada para alcanzar el objetivo. Se acabaron las subvenciones llamadas “paguitas”. A los dependientes en particular, que los atiendan sus familias, como toda la vida. Todo va a mejorar. Y será mucho más bonito. Por supuesto, el PP volverá a copar las instituciones, sobre todo las del Poder Judicial –cuyo Consejo General aún no ha soltado tras cuatro años de secuestro-. Alcaldesas, alcaldes y presidentes y presidentas de Comunidades autónomas podrán vender pisos de protección oficial a fondos buitre, tirando del ejemplo Botella. Engrasar a constructoras con dinero público y regalar suelo para colegios religiosos y becas millonarias a sus alumnos, como hasta ahora. Al resto, no: se recortarán. Y todo ello sin el menor coste judicial. Igual que siempre. Y, desde luego, serán suprimidos los impuestos extraordinarios a las empresas energéticas. El PP ha votado no a la Reforma Laboral o al Ingreso Mínimo Vital o las leyes anticrisis (este martes se ha abstenido en el último paquete), y tiene un sinfín de leyes recurridas en el Tribunal Constitucional, desde la eutanasia o la de educación, al IMV también, o normas de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Serán “desmanes” a deshacer. Aunque también recurrieron en su día el divorcio y luego lo usaron con profusión. Pero nada de eso es lo fundamental, lo esencial es ese plan oculto que ha calado en las cabezas de los manifestantes ultras de Cibeles. Cuando los “bolsonaristas” españoles consigan detenerlo - el “plan” de Sánchez que temen para desmantelar el Estado- y llegue un o una Mesías a poner su orden como aguardaban los seguidores de secta QAnon el advenimiento de Trump, todo va a mejorar. Se suprimirán las vacunas y saldrán de distintos puntos del Planeta en peregrinación al borde de la Tierra plana para afirmar su verdad. Bailarán y cantarán Alaska, Marta Sánchez, Mario Vaquerizo y Mario Vargas Llosa, con looks de Ágata Ruiz de la Prada en amarillo y fucsia.
El presidente Feijóo dará un recital de sus mejores momentos (“España es la nación más antigua de España”, “si no se pescan, las merluzas llegarán a la costa y morderán a la gente” entre otras muchas) y tras una bendición episcopal, cerrará el acto su supervisora Isabel Díaz Ayuso. Con una crónica de la irrealidad ajustada a la ocasión como “alumna ilustre” de una Universidad Complutense de Madrid devastada por una falta de criterio chirriante y unos intereses políticos visibles, que ha firmado en la entrega del título a Ayuso el inicio de su caída. El fin del fenómeno o su peligrosa exacerbación a límites extremos. Todavía no sabemos cuánto mejor va a ir todo en ese terreno, aunque estaremos muy atentos para contárselo. Si todavía se puede. Por una parte, siempre les ha sido muy rentable entre los fans de Ayuso el promocional a favor o en contra que satura las tertulias pero también puede salirles el tiro por la culata. Conviene ver por dónde caminan el permanente lavado mediático de su imagen y la indignada protesta de quienes ya no soportan más sus daños. Y por mucha que sea la libertad de callarse antes de protestar. O de exaltar a los líderes mejor que informar. O de pensar en salidas despojados de todo instrumento, las aguas seguirán turbulentas y el viento seguirá intentado borrar la memoria y el futuro. El Falcon aguardará a los líderes para que se vayan sin riesgo de su seguridad, como a todos los antiguos gobernantes. Con cuádruple escolta de pares de F-18 en este caso. Visto el despliegue policial para recibir un título injusto en la Complutense, cuando pillen los Falcon no se bajarán de ellos. Y es que algunos ciudadanos díscolos –de los que queden sin confinar, silenciados- cada vez albergarán más dudas acerca de que, igual así, todo no va precisamente a mejorar. Y dependerá de otras variables.