Séneca escribió: No es VOX quien pretende asaltar el Constitucional ni fue VOX quien aprobó los ilegales estados de alarma, por lo tanto lo malo de VOX son suposiciones, lo malo de Sánchez son realidades que todos hemos podido ver.
Yo no he citado nada malo de Sánchez, y quizás lo que dices del estado de alarma, salvó muchas vidas. Y es perfectamente legal, pretender cambiar la constitución, algo que sin duda haría VOX, de tener el poder. Y por cierto: lo malo de VOX, lo conocemos durante toda la historia del franquismo, eso que ellos tanto añoran...
Cambiar la constitución si se hace siguiendo el procedimiento legal no es malo, si se intenta hacer de otra manera es ilegal. VOX se fundo hace muy pocos años por lo tanto a diferencia del PSOE que tiene mas de un siglo de errores y latrocinios, lo que haga VOX en el futuro tendremos que verlo para criticarlo, yo al PSOE no le critico por lo que pueda hacer en el futuro, le critico por lo que hizo en el pasado y lo que hace en el presente.
Séneca escribió:Sin duda con un gobierno PP y VOX España estaría mejor que con el actual gobierno sanchista, podemita apoyados por bilduetarras y sediciosos catalanes.
De ninguna manera España puede estar mejor gobernada por bulócratas golpistas filofranquistas.
NEROCAESAR escribió: Yo no soy ni partidario ni simpatizante de Sánchez, pero teniendo un gobierno en minoría y unos aliados de coalición bastante díscolos, parece que no lo hace tan mal; pocos presidentes se han enfrentado a malos tragos como una pandemia, que además paralizó la economía turística, motor de nuestras cuentas; una guerra en Europa y sus consiguientes aumentos de precios...; todo eso se ha gestionado manteniendo a las clases humildes bastante protegidas y destinándoles recursos; ERTES...; a eso hay que añadir la práctica desaparición del terrorismo, y una gran bajada de la presión secesionista en Catalunya...
Cualquier comparación que se haga con el gobierno Rajoy, la gana sin despeinarse...
Vox no, gracias; ya nos bastó con cuarenta años de fascismo y totalitarismo...
No es VOX quien pretende asaltar el Constitucional ni fue VOX quien aprobó los ilegales estados de alarma, por lo tanto lo malo de VOX son suposiciones, lo malo de Sánchez son realidades que todos hemos podido ver.
Tienes todo el resto del foro para contar bulos: es absolutamente mentira que los estados de alarma fueran ilegales.
Por cierto: Vox reclamó el estado de alarma antes de que se declarase el primero.
Cuando Vox pedía el estado de alarma para contener el avance del coronavirus
Lo malo de Vox es una realidad: pasan a opinar todo lo contrario únicamente en beneficio propio.
El estado de alarma salvó innumerables vidas... por más que le pese a los bulócratas golpistas filofranquistas.
Salú y República.
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Vox se enreda con los presupuestos en Madrid y Castilla y León en plena tensión con el PP
PP y Vox a la gresca este 2022, pese a que gobiernan juntos en Castilla y León y se apoyan en algunas comunidades y municipios tan importantes como Madrid. En el espectro ideológico de la derecha, salvo pequeñas agrupaciones de independientes o partidos regionalistas, solo quedan esas dos grandes formaciones una vez que Ciudadanos, según todas las encuestas, tiene los días contados y encima ha entrado en una fase autodestructiva. Ante su caída en algunas encuestas y la perspectiva de que comienza un año electoral, Vox ha optado por intentar marcar perfil propio en algunos de esos territorios donde tiene alianzas con el PP y se avecinan comicios. Pero entre errores de uno y otro tipo, el partido de Santiago Abascal ha acabado enredándose con los apoyos a los presupuestos.
Uno de los principales motivos de esa creciente tensión entre Vox y el PP ha sido la negativa de Alberto Núñez Feijóo a abanderar la moción de censura en el Congreso contra Pedro Sánchez que tanto Santiago Abascal como Inés Arrimadas están exigiendo al nuevo presidente conservador. Los de Vox acusan a los populares de “cobardes” y estos, a su vez, cargan contra Vox por precipitarse y querer forzar un escenario que lo único que haría sería “afianzar” a Pedro Sánchez en el poder ya que sumaría más votos a favor que en su propia investidura. Ante esta situación, la tensión ha ido subiendo de grados. En Madrid, en donde el PP depende de Vox, se ha traducido en la negativa a apoyar los presupuestos del PP de la ciudad y de la Comunidad. Primero fueron los municipales del Gobierno de coalición de José Luis Martínez–Almeida y Begoña Villacís. En el Ayuntamiento, el portavoz de extrema derecha, Javier Ortega Smith, llevaba tiempo anunciando su voto en contra ante el incumplimiento del alcalde de derogar Madrid Central, de uno de los compromisos que ambos firmaron a cambio de apoyarle en su investidura. Ni siquiera la moratoria anunciada por el regidor hace unos días para que los vehículos con distintivo B puedan atravesar la almendra central de la capital ha convencido a Ortega Smith para que cambie de opinión. Pese a su gesto -con sentencia de Bruselas por medio-, Vox se ha mantenido firme y las cuentas no saldrán adelante, por lo que Almeida y Villacís se verán obligados a prorrogar las de 2022. De hecho, ni siquiera habrá un Pleno extraordinario en Cibeles para su debate. En la Comunidad, sin embargo, la estrategia para marcar perfil propio ha tenido un error de por medio. La formación que dirige Rocío Monasterio aseguró que iba a abstenerse para facilitar la tramitación, pero que presentaría enmiendas a las cuentas de Isabel Díaz Ayuso, tras una negociación con la presidenta que tildaron de “fallida”. Pero llegaron tarde al registro y la Mesa de la Asamblea rechazó incluirlas para su debate. En consecuencia, de anunciar una abstención, pasaron al 'no' contra del dictamen de los presupuestos. Ese mismo día por la mañana, el presidente de Vox, Santiago Abascal, había tendido la mano a Ayuso ofreciéndole un acuerdo político in extremis para salvar las cuentas. A cambio de permitir la tramitación de los Presupuestos, pedía la derogación o modificación de algunas leyes que Vox considera “inadecuadas” y que el PP critica a nivel nacional como la ley Trans o la LGTBI. Pero el portazo de Ayuso a esa propuesta de Abascal supuso que las cuentas decayeran por la tarde. Días atrás, Monasterio, en una entrevista con 'Telemadrid', ya había reprochado a la presidenta de la Comunidad de Madrid el hecho de no haber llegado a un acuerdo para los Presupuestos de 2023 cuando, según le recordó, su partido había sido un socio “leal”: “Hasta el último segundo se ha intentado llegar a un acuerdo con el PP, hemos apoyado 19 leyes, la investidura y hemos sido un socio leal que ha cumplido todo muchas veces a cambio de nada. Lo único que hemos pedido es que nos hubieran cogido alguna de nuestras enmiendas, como bajar impuestos a los madrileños”. Para el PP, el relato era al contrario. “Que nadie se lleve a engaño, la responsabilidad de lo que ha sucedido y de que no haya presupuestos es simplemente de Vox y la señora Monasterio”, decía Pedro Muñoz Abrines, portavoz del PP en la Asamblea madrileña, dando por finiquitadas las cuentas. De esta forma, tanto Ayuso como Almeida cerrarán sus cuatro años de mandato con sus últimos presupuestos tumbados mientras Vox, a escasas fechas para las nuevas elecciones, saca pecho y se jacta de no haber permitido que los conservadores “humillaran” a sus votantes.
Otro error en las Cortes de Castilla y León
En Castilla y León, donde PP y Vox gobiernan en coalición, la situación vivida ha sido mucho más kafkiana. Una redacción “confusa”, según lamentó el PP, provocó el viernes pasado una situación inédita en el Pleno de Presupuestos, que fue suspendido por el presidente de las Cortes, Carlos Pollán –de Vox– durante más de una hora en mitad de la votación. Ambos partidos acababan de apoyar “por error” las enmiendas parciales del PSOE a la Ley de Medidas que acompaña al Proyecto de Presupuestos de Castilla y León, enmiendas que cosecharon 66 votos a favor, 4 en contra y 7 abstenciones, un resultado que fue recibido con aplausos y silbidos por la oposición ante la sorpresa del gobierno de coalición. La situación provocó enérgicas protestas del PP, que exigió a Pollán repetir la votación mientras que el PSOE les recordaba que era imposible reglamentariamente hacerlo. La consecuencia de la equivocación fue que los Presupuestos regionales que pretendían ya no serán posibles ya que las medidas relativas a impuestos han cambiado. De hecho, el impuesto de la caza que eliminó el Gobierno bipartito, se volvería a cobrar por la enmienda socialista que ha sido aceptada; o la bonificación del 100% del tramo autonómico del IRPF para familias numerosas, que con la enmienda del PSOE tendría límite de renta, pero con la de PP y Vox, no.
En un intento de subsanar la situación, el portavoz del PP, Raúl de la Hoz, tras acusar a la oposición de “obstaculizar” la aprobación de las cuentas al no permitir que se repitiese la votación, anunciaba el voto en contra de su propia ley de acompañamiento a los Presupuestos, que no salía delante por 44 votos en contra, 26 a favor y 8 abstenciones (UPL, Soria Ya, Por Ávila y Ciudadanos). “El Grupo Parlamentario Popular va a presentar una nueva Proposición de Ley conjunta con el Grupo Parlamentario Vox la próxima semana y solicitará la habilitación de enero para su tramitación por la vía de urgencia”, señalaba De la Hoz. Desde el PP no se ocultaba el malestar con el presidente de Las Cortes, de Vox, al que achacaron la equivocación por lo “enrevesado” del enunciado de lo que iban a votar. No es la primera vez que la actuación de Pollán es censurada por sus propios socios de Gobierno. En el PP le critican en privado por dejar que la bronca y los exabruptos se adueñen de muchos debates parlamentarios con un mismo protagonista: el vicepresidente del Gobierno, Juan García Gallardo, de Vox.
Séneca escribió:Las encuestas van dejando claro una cosa, el arrepentimiento de los que votaron a Sánchez y a Podemos y eso además de una evidencia, es de agradecer.
Ya, pero el hilo es sobre el PP y Vox. Y esto es el Café Gijón. Para hablar de lo que te dé la gana donde te dé la gana tienes el resto del foro.
Bruselas reabre el caso de la ayuda de Estado ilegal de 18,4 millones concedida por Gallardón al Real Madrid
El club incorpora una provisión de 23,15 millones en sus cuentas porque prevé que la Comisión Europea volverá a dictaminar que se le otorgó una “ventaja que no habría obtenido en condiciones normales de mercado”
El Tribunal General de la UE anuló en 2019 la decisión de la Comisión Europea, según la cual el consistorio había quintuplicado el valor de una parcela en Las Tablas para indemnizar al club por no habérsela cedido
Una lección desde Brasil para PP y Vox: así acaba el peligroso juego de negar la legitimidad al Gobierno
"El discurso de la ilegitimidad del adversario es una bomba lapa en cualquier sistema democrático", afirma el sociólogo Guillermo Fernández, autor de Qué hacer con la extrema derecha en Europa. El caso del Frente Nacional (Lengua de Trapo, 2019). A su juicio, las detonaciones en Washington en 2021 y en Brasilia en 2023 no son descartables en Madrid, ni en su faceta de falta de reconocimiento de las derrotas de Donald Trump y Jair Bolsonaro ni tampoco en la de las asonadas de sus seguidores, porque existe una base social cargada con el mismo material. La democracia española, siguiendo el hilo del profesor en la Universidad Carlos III, porta en los bajos idéntico explosivo que la estadounidense y la brasileña: la extendida creencia entre sectores sociales derechistas de que el Gobierno no tiene derecho a estar ahí y de que quienes detentan el poder traicionan a la nación.
¿Puede explotar esa "bomba lapa" tras un resultado electoral adverso a la derecha en las generales? ¿Podemos ver aquí lo mismo que allí? En los dos países americanos, responde Fernández, el resultado electoral no reconocido se produjo tras sendos mandatos de Trump y Bolsonaro, que desde su papel de salientes han alentado a sus huestes a no reconocer la derrota. Es una diferencia que a priori aleja a España de ese escenario, dice. Ahora bien, "aquí hay una parte de la derecha que usa un lenguaje trumpista o bolsonarista", añade el sociólogo, según el cual lo de menos es el motivo de la "falta de reconocimiento de la legitimidad": sean las condenas –anuladas– de Luiz Inazio Lula da Silva, los pactos con UP y la izquierda nacionalista de Sánchez o la supuesta incompatibilidad con las esencias de la nación en los dos casos. Lo relevante es que esa negación de la legitimidad siembra en parte del electorado derechista la idea de que contra ese enemigo vale usar casi cualquier medio. En resumen, señala Fernández, sí puede haber fenómenos de no reconocimiento de un resultado electoral en España, tanto por parte de líderes políticos como de sus bases, porque la corriente de fondo es la misma, pero le parece más verosímil después de un periodo de gobierno de PP y Vox, no al término de esta legislatura. "Pensemos en 2027, tras una etapa de gobierno de PP y Vox. Me pregunto qué nivel de aceptación de los resultados habría si ganara un candidato de izquierdas con apoyo de los independentistas. Creo que el nivel de deslegitimación o de tensión política sería altísimo", expone el sociólogo, que cree que las maniobras para sortear el mandato de las urnas estarían más centradas en estrategias judiciales que en las algaradas callejeras, porque difícilmente un irredentismo como el alentado por Trump o Bolsonaro encontraría el menor respaldo "bajo el paraguas de la UE".
"Echados al monte"
El contexto regional es sólo una de las diferencias con el eje Brasilia-Washington. José Antonio Cerrillo, profesor de Sociología de la Universidad de Córdoba, añade que en los dos países americanos la derecha social está más volcada hacia personajes ultrapopulistas. Además, señala, España está más secularizada que Brasil o EEUU, donde Trump o Bolsonaro han contado con el apoyo decisivo de poderosas comunidades religiosas, que han visto en ellos "elegidos" de Dios. Sentadas las diferencias, Cerrillo se detiene en las similitudes. Y coincide en la advertencia de Fernández: el mayor peligro estriba en la falta de reconocimiento de legitimidad de la presencia de la izquierda en el Gobierno. En este sentido, dice, tanto Vox como un sector del PP, liderado por Isabel Díaz Ayuso, están "echados al monte". "No estamos libres del riesgo", afirma Cerrillo, para quien lo ocurrido en Washington o Brasil forma parte de un fenómeno global: "La derecha está jugando esta carta que podríamos llamar revolucionaria, en el sentido estricto de la palabra". "En el caso de España –precisa–, ya sabemos que la derecha compra con facilidad todos los discursos que vienen de Estados Unidos. Se viene hablando de gobierno ilegítimo y gobierno okupa desde la moción de censura, con pocos desmentidos de unas mentiras que parte de la sociedad está dispuesta a creer. Hay una responsabilidad de los líderes de los partidos, de los intelectuales y de los medios, que deberían echar el freno".
El papel clave del Ejército y la Policía
A juicio de Cerrillo, lo dos aspectos más relevantes de lo ocurrido en Washington y Brasilia no son los asaltos en sí, que ve condenados al fracaso sin apoyo militar. ¿Cuáles son? En primer lugar, dice, el éxito y la extensión de las ideas que lo hacen posible, algo más grave en términos sociales –a su juicio– que el hecho de que una parte comparativamente pequeña se tome la justicia por su mano. En este punto, España tampoco está libre. Los datos del CIS y otras casas de encuestas muestran una creciente aversión hacia Sánchez por parte del electorado derechista, rechazo que va mucho más allá de la discrepancia política [ver aquí un artículo en detalle]. En segundo lugar, ha sido clave la respuesta de las fuerzas del orden en ambos casos, que si bien ha servido finalmente para frenar las asonadas ha sido en ambos casos poco contundente, a juicio de Cerrillo. El sociólogo cree que si las movilizaciones hubieran venido de otros grupos –minorías negras en EEUU, por ejemplo–, la respuesta hubiera sido mucho más dura. Su preocupación central es que en ejércitos y policías cundan ideas antidemocráticas sin que el poder político separa atajarlas. "Son los ejércitos los que al final toleran o fomentan las las revoluciones", dice. ¿Cree que en España el Ejército, la Policía y la Guardia Civil estarían a la altura, llegado el caso? "Espero que sí", responde con una risa un punto nerviosa. Y apunta como antecedente "tranquilizador" que, tras los atentados del 11M, la investigación policial se desarrolló con "profesionalidad", llevando a la detención de terroristas islamistas mientras el Gobierno intentaba colgarle los atentados a ETA. Lanza otro mensaje tranquilizador la politóloga Carmen Lumbierres, para quien España tiene cortafuegos que no existen Brasil y otros países americanos bajo el sino de la inestabilidad. ¿Ejemplos? Una menor polarización, aun siendo alta en España, y un sistema parlamentario que evita el "todo o nada" del presidencialismo. A su juicio, en España hay un riesgo "latente" de movilización reaccionaria a cargo de una coalición de fuerzas "franquistas" y "neofranquistas", pero este será menor cuanto más capaz sea la democracia de ofrecer un Estado del bienestar digno de tal nombre y con servicios públicos de calidad. "En España no ha dado tiempo a la creación de un clientelismo de ultraderecha en todo el país", afirma.
Reacciones en España
Las advertencias sobre los riesgos de que lo ocurrido en Brasilia se produzca en España se multiplicaron desde que empezaron a llegar este domingo las primeras noticias sobre seguidores de Bolsonaro irrumpiendo en el Congreso, el Palacio Presidencial y el Senado. Voces de la izquierda han dirigido contra el PP y Vox su alerta sobre los peligros de la radicalidad derechista. Pedro Sánchez afirmó este lunes: "Los métodos los conocemos y se repiten milimétricamente". El diputado de UP Roberto Uriarte fue menos críptico en Radio Popular cuando acusó a los dos partidos de crear un "caldo de cultivo" para hacer creer que si no hay victoria de la derecha es por "un fraude electoral" y que todo acabe con "asaltos" como los de Brasilia. Íñigo Errejón, líder de Más País, afirmó que en Estados Unidos, Brasil y España "los reaccionarios creen que el poder les pertenece salga lo que salga de las urnas".
La hipótesis de algaradas tras un resultado desfavorable para la derecha se coló en las tertulias de radio y televisión y en las redes sociales. Así lo expresó el escritor Daniel Bernabé.
El periodista de La Vanguardia Enric Juliana advirtió: "La consigna 'Gobierno ilegítimo' puede conducir a la extrema derecha a la impugnación del resultado" de las generales. Y compartió un reciente artículo que advertía: "La legislatura podría acabar, como ocurrió en Estados Unidos y en Brasil, con una tentativa de no reconocer los resultados".
Negación de la legitimidad
El paralelismo más claro Brasilia-Madrid se ancla en la negación de la legitimidad de la izquierda para gobernar, como apuntan los sociólogos Fernández y Cerrillo y el periodista Juliana. Bolsonaro, que ha intentado sin éxito impugnar las elecciones, se ha negado a reconocer su derrota en Brasil y se negó a pasar la banda presidencial a Lula en el acto de toma de posesión. Todo ello, a su vez, a imitación de Trump. En España la negación de la legitimidad gubernamental es desde la moción de censura que llevó al poder a Sánchez en 2018 un ingrediente básico de la oposición. Vox y su presidente, Santiago Abascal, lo repiten sin medias tintas: "Gobierno ilegítimo". La ilegitimidad descrita es tanto de origen como de fines, en ambos casos por aliarse con quienes consideran "enemigos de España", en referencia a "comunistas", "independentistas" y "filoterroristas". El PP ha acusado al Gobierno de ilegitimidad tanto con Pablo Casado como con Feijóo. El anterior líder llamó a Sánchez "okupa" y "felón". Feijóo, más suave en la retórica, afirma que Sánchez es "legítimamente presidente", pero "no es legítimo lo que está haciendo", en referencia a sus cesiones al independentismo y a sus reformas legales. Al margen de sus palabras, Feijóo refuerza la acusación de ilegitimidad por la vía de los hechos. Por ejemplo, cuando se niega a desbloquear la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) argumentando que lo debe "proteger" de Sánchez.
La sospecha de tongo y la teoría conspirativa
El enroque de Bolsonaro tras la derrota, como el de Trump, tuvo un largo preludio de acusaciones, insinuaciones y advertencias sobre un tongo electoral. Bolsonaro hizo de esta estrategia una constante en su último año en la presidencia, sin aportar pruebas. En España tanto el PP como Vox han alimentado sospechas sobre un posible fraude a través de Indra, multinacional española que centraliza los datos de la mayoría de los comicios en España y que tiene a la empresa pública Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI) como principal accionista, con el 25,2%. Los dirigentes del PP Esteban González Pons y Cuca Gamarra airearon en junio de 2022 el bulo de que el Gobierno pretendía hacerse con el control de Indra para manipular procesos elelctorales. Feijóo, más diplomático, dijo que le "preocupa" el "tema de Indra" porque "algo se está moviendo" en esta empresa. El jefe del PP sitúa este temor en un marco más amplio: el de la supuesta "utilización de las instituciones del Estado por parte del Gobierno", incluyendo ahí a la Fiscalía, el CNI, el INE, el CIS o el Constitucional. Si el PP lanzaba la sospecha del fraude de forma más o menos velada, Vox lo decía con todas las letras. Iván Espinosa de los Monteros acusó al Gobierno, también en junio, de emprender un "asalto" a Indra para controlar el resultado de las urnas. Las sospechas sobre un posible tongo conectan con un extendido rasgo de la extrema derecha en todo el mundo: la inclinación por las teorías de la conspiración. Tanto Trump como Bolsonaro –y sus medios afines– han atiborrado a sus seguidores de contenido de este tipo. El birtherism, teoría según la cual Obama nació en Kenia, lleva el sello de Trump, considerado una especie de mesías por los seguidores de Qanon. Bolsonaro ha promovido una teoría según la cual ha habido una conjura de intelectuales e izquierdistas para ocultar los éxitos de la dictadura militar. Por supuesto, los dos han dado alas a los antivacunas. En cuanto a España, la derecha tiene su propia tradición conspiranoica: el 11M demostró que era posible articular la tarea de oposición del PP (2004-2008) en torno a una teoría según la cual los atentados fueron obra de ETA, los servicios secretos marroquíes y sectores policiales próximos al PSOE. Con un antecedente así, ¿alguien puede asegurar que una derrota de la derecha en las urnas no podría ser vista por unas bases derechistas manipuladas como una trampa de la izquierda? Hay una lógica detrás de la vis conspiracionista de la derecha populista, en España y fuera. Media explicación la encontramos en Cómo funciona el fascismo y cómo ha entrado en tu vida, de Jason Stanley (Blackie Books, 2019): "Lo que sucede cuando las teorías conspiratorias pasan a formar parte de la política [...] es que los ciudadanos ya no tienen una realidad común que les sirva de telón de fondo para poder reflexionar democráticamente". La otra mitad está en Instrucciones para convertirse en fascista, de Michela Murgia (Seix Barral, 2019): "Es preciso minar todo principio de jerarquía entre las opiniones a fin de que no se pueda distinguir entre los verdadero y lo falso".
"Golpista" y "traidor"
Otro mensaje que prodiga Feijóo, en línea con la deslegitimación de Sánchez, es que el Gobierno del PSOE y UP no sólo deteriora la democracia, sino que pretende subvertirla. "Desprestigiar las instituciones en el interior es un sistema para ir cambiando el régimen democrático, que se basa en una serie de pesos y contrapesos", afirmó en noviembre. El lenguaje es más duro en Isabel Díaz Ayuso, que acusa al Gobierno de intentar "perpetuarse" querar "a la oposición en la cárcel como en Nicaragua". La afirmación de que el propio Gobierno está dando un "golpe de Estado" es moneda corriente en Vox y en medios conservadores. Según Inés Arrimadas (Cs), Sánchez ha dado un "autogolpe" y es un "aprendiz de dictador". Feijóo afirma que es un presidente "autoritario" que impulsa una "quiebra institucional [...] sin precedentes en una democracia occidental". Ayuso sostiene que España está en una situación "mucho más grave" que Perú, donde sí ha habido un golpe de Estado, y que Sánchez está en plena "demolición del Estado de derecho" y conduciendo al país a una "situación dictatorial". ¿Qué no cabe hacer contra un presidente así? Al igual que ocurre con la acusación de "golpe de Estado", la idea de que Sánchez acecha a la democracia no se limita a los partidos. Está ya en las bases, en la propia derecha social. El Foro Libertad & Alternativa, convocante de la manifestación contra el Gobierno del 21 de enero en Madrid, considera a Sánchez "un peligro para la democracia". Más de cien organizaciones respaldan esta convocatoria. Tanto PP como Vox han garantizado su participación, según el Foro Libertad & Alternativa. Según la vicepresidenta de la entidad, Inma Castilla de Cortázar, en España hay "un gobierno de delincuentes". La acusación de delincuente y corrupto es usual contra Lula. De entre todas las acusaciones que usan los nacionalismos excluyentes, la peor es la de "traición", que permite a quien la vierte presentarse como "encarnación del pueblo", señala Yascha Mounk El pueblo contra la democracia (Paidós, 2018). Bolsonaro ha llamado "traidor a la patria" a Lula, un ataque que imitan sus seguidores. También desde el PP y desde Vox han llamado "traidor" a Sánchez. El presidente de Vox ha sido el más insistente. Pero, otra vez, el PP lo ha acompañado y usó contra Sánchez esta acusación raíz de la reforma del delito de sedición [ver aquí y aquí]. Casado también lo hizo.
Cuca Gamarra y el “fascismo eterno” de Umberto Eco
“No sé definir la pornografía, pero, cuando la veo, la reconozco”. Son las palabras del juez de la Corte Suprema de EEUU Potter Stewart, por las que es recordado más allá del ámbito judicial o académico. Las pongo en conexión siempre que las recuerdo con las palabras de Iñaki Gabilondo en la primera entrevista en la que le preguntaron por Vox. “He vivido casi la mitad de mi vida bajo el Régimen del General Franco y reconozco al franquismo en cuanto lo veo”, respondió Iñaki. Vox es franquismo, esa forma singular española de expresarse el fascismo “originario” o “eterno” en los términos en que lo caracterizó Umberto Eco (Los 14 síntomas del fascismo eterno; CTXT, 16/01/2019). “Las apariencias engañan”, dice un conocido refrán. Justamente por eso, es necesaria la ciencia, añadiría Carlos Marx. “Si la forma de manifestación de los fenómenos económicos en la superficie de la sociedad coincidieran con la determinación interna de los mismos, la ciencia sería superflua”. La ciencia es necesaria porque las cosas no son lo que parecen. Esto es conveniente recordarlo de manera permanente, especialmente en esta época de “posverdad” y de bullshit. Sin ciencia no es posible la democracia como forma política.
Pero “no hay regla sin excepción” y hay determinadas manifestaciones de algunos delitos en los que las apariencias no engañan. La negación de las apariencias en estos casos son expresión de lo que Donald Trump y su gente defendían y defienden con su teoría de los “hechos alternativos”. Viene a cuento esta introducción a raíz de las palabras de Cuca Gamarra sobre el asalto a las sedes de los tres poderes del Estado en Brasil. En España, con Pedro Sánchez, sería un caso de desórdenes públicos, vino a decir, como si la reciente reforma del Código Penal hubiera hecho desaparecer el delito de rebelión de nuestro ordenamiento y hubiera tipificado como desórdenes acontecimientos como el asalto al Capitolio en Washington el 6 de enero de 2021 o el asalto a las sedes de los tres poderes del Estado en Brasilia este pasado domingo. Por esta razón, las palabras de Cuca Gamarra, salidas directamente de Génova 13 y utilizando el canal oficial del PP para transmitirlas, no son solamente indecentes, como las ha calificado Joan Baldoví, sino que son una forma de manifestación del “fascismo originario” o “fascismo eterno” tal como lo caracterizó Umberto Eco. Pero, puesto que a la señora Gamarra le gusta comparar lo que ocurre en España con lo que ocurre en otros países iberoamericanos, como Brasil ahora y Venezuela antes, me parece que resulta oportuno hacerle la siguiente pregunta: ¿Qué tienen que ver las imágenes de Brasil que ha visto todo el mundo este pasado domingo con las imágenes del 1 de octubre de 2017 en Barcelona? ¿Hay alguien que pueda equiparar las conductas de los ciudadanos de Catalunya acudiendo a unas escuelas a depositar una papeleta en una urna con la violencia de los energúmenos brasileños de este pasado domingo? ¿Todas pueden ser calificadas como constitutivas del delito de rebelión? ¿Lo ocurrido en Catalunya el 1 de octubre de 2017 tiene la misma naturaleza que lo ocurrido en Washington el 6 de enero de 2021 o en Brasilia este pasado domingo? Porque los miembros del Govern y de la Mesa del Parlament y los presidentes de Omnium y la ANC fueron procesados por el delito de rebelión, aunque al final fueran condenados por el delito de sedición. Pero la calificación como delito de rebelión fue la que dominó todo el proceso. La que permitió que permanecieran durante el desarrollo del mismo en prisión. La que permitió que se les aplicara el artículo 384 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal para dejar en suspenso su condición de parlamentarios ganada en las urnas. La que permitió al Tribunal Supremo torpedear la sesión de investidura en Catalunya en más de una ocasión. Y varias más que no es necesario reseñar en un artículo como este. La monstruosidad de esa calificación penal y el desarrollo de todo el proceso con base en dicha calificación es lo que la comparación de las imágenes de Barcelona del 1 de octubre de 2017 con las imágenes del asalto al Capitolio en Washington, para impedir la certificación de un resultado electoral, o con las imágenes de Brasilia, para incitar al ejército a intervenir, pone de manifiesto.
Esto es lo que resulta escandaloso y no la desaparición del delito de sedición de nuestro ordenamiento, de donde debía haber desparecido hace muchos años. Porque el delito de sedición es un delito predemocrático, que carece de sentido en el siglo en que vivimos. No ha habido ni una sola condena por sedición en las democracias europeas después de la Segunda Guerra Mundial. “España apesta a franquismo”, dijo Rafael Chirbes en su última entrevista en El Periódico pocos meses antes de morir. Esa peste a franquismo es la que reflejan las palabras de Cuca Gamarra sobre lo ocurrido en Brasil el pasado domingo. Que fue, además, la primera reacción oficial del PP, no desautorizada posteriormente por el presidente del partido, Alberto Núñez Feijóo.
marapez escribió:Cuca Gamarra y el “fascismo eterno” de Umberto Eco
“No sé definir la pornografía, pero, cuando la veo, la reconozco”. Son las palabras del juez de la Corte Suprema de EEUU Potter Stewart, por las que es recordado más allá del ámbito judicial o académico. Las pongo en conexión siempre que las recuerdo con las palabras de Iñaki Gabilondo en la primera entrevista en la que le preguntaron por Vox. “He vivido casi la mitad de mi vida bajo el Régimen del General Franco y reconozco al franquismo en cuanto lo veo”, respondió Iñaki. Vox es franquismo, esa forma singular española de expresarse el fascismo “originario” o “eterno” en los términos en que lo caracterizó Umberto Eco (Los 14 síntomas del fascismo eterno; CTXT, 16/01/2019). “Las apariencias engañan”, dice un conocido refrán. Justamente por eso, es necesaria la ciencia, añadiría Carlos Marx. “Si la forma de manifestación de los fenómenos económicos en la superficie de la sociedad coincidieran con la determinación interna de los mismos, la ciencia sería superflua”. La ciencia es necesaria porque las cosas no son lo que parecen. Esto es conveniente recordarlo de manera permanente, especialmente en esta época de “posverdad” y de bullshit. Sin ciencia no es posible la democracia como forma política.
Pero “no hay regla sin excepción” y hay determinadas manifestaciones de algunos delitos en los que las apariencias no engañan. La negación de las apariencias en estos casos son expresión de lo que Donald Trump y su gente defendían y defienden con su teoría de los “hechos alternativos”. Viene a cuento esta introducción a raíz de las palabras de Cuca Gamarra sobre el asalto a las sedes de los tres poderes del Estado en Brasil. En España, con Pedro Sánchez, sería un caso de desórdenes públicos, vino a decir, como si la reciente reforma del Código Penal hubiera hecho desaparecer el delito de rebelión de nuestro ordenamiento y hubiera tipificado como desórdenes acontecimientos como el asalto al Capitolio en Washington el 6 de enero de 2021 o el asalto a las sedes de los tres poderes del Estado en Brasilia este pasado domingo. Por esta razón, las palabras de Cuca Gamarra, salidas directamente de Génova 13 y utilizando el canal oficial del PP para transmitirlas, no son solamente indecentes, como las ha calificado Joan Baldoví, sino que son una forma de manifestación del “fascismo originario” o “fascismo eterno” tal como lo caracterizó Umberto Eco. Pero, puesto que a la señora Gamarra le gusta comparar lo que ocurre en España con lo que ocurre en otros países iberoamericanos, como Brasil ahora y Venezuela antes, me parece que resulta oportuno hacerle la siguiente pregunta: ¿Qué tienen que ver las imágenes de Brasil que ha visto todo el mundo este pasado domingo con las imágenes del 1 de octubre de 2017 en Barcelona? ¿Hay alguien que pueda equiparar las conductas de los ciudadanos de Catalunya acudiendo a unas escuelas a depositar una papeleta en una urna con la violencia de los energúmenos brasileños de este pasado domingo? ¿Todas pueden ser calificadas como constitutivas del delito de rebelión? ¿Lo ocurrido en Catalunya el 1 de octubre de 2017 tiene la misma naturaleza que lo ocurrido en Washington el 6 de enero de 2021 o en Brasilia este pasado domingo? Porque los miembros del Govern y de la Mesa del Parlament y los presidentes de Omnium y la ANC fueron procesados por el delito de rebelión, aunque al final fueran condenados por el delito de sedición. Pero la calificación como delito de rebelión fue la que dominó todo el proceso. La que permitió que permanecieran durante el desarrollo del mismo en prisión. La que permitió que se les aplicara el artículo 384 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal para dejar en suspenso su condición de parlamentarios ganada en las urnas. La que permitió al Tribunal Supremo torpedear la sesión de investidura en Catalunya en más de una ocasión. Y varias más que no es necesario reseñar en un artículo como este. La monstruosidad de esa calificación penal y el desarrollo de todo el proceso con base en dicha calificación es lo que la comparación de las imágenes de Barcelona del 1 de octubre de 2017 con las imágenes del asalto al Capitolio en Washington, para impedir la certificación de un resultado electoral, o con las imágenes de Brasilia, para incitar al ejército a intervenir, pone de manifiesto.
Esto es lo que resulta escandaloso y no la desaparición del delito de sedición de nuestro ordenamiento, de donde debía haber desparecido hace muchos años. Porque el delito de sedición es un delito predemocrático, que carece de sentido en el siglo en que vivimos. No ha habido ni una sola condena por sedición en las democracias europeas después de la Segunda Guerra Mundial. “España apesta a franquismo”, dijo Rafael Chirbes en su última entrevista en El Periódico pocos meses antes de morir. Esa peste a franquismo es la que reflejan las palabras de Cuca Gamarra sobre lo ocurrido en Brasil el pasado domingo. Que fue, además, la primera reacción oficial del PP, no desautorizada posteriormente por el presidente del partido, Alberto Núñez Feijóo.
Donde no hay sediciosos no hay condenas por sedición y donde no hay corruptos no hay condenas por malversación, eso esta claro, pero no es el caso de España.
marapez escribió:Cuca Gamarra y el “fascismo eterno” de Umberto Eco
“No sé definir la pornografía, pero, cuando la veo, la reconozco”. Son las palabras del juez de la Corte Suprema de EEUU Potter Stewart, por las que es recordado más allá del ámbito judicial o académico. Las pongo en conexión siempre que las recuerdo con las palabras de Iñaki Gabilondo en la primera entrevista en la que le preguntaron por Vox. “He vivido casi la mitad de mi vida bajo el Régimen del General Franco y reconozco al franquismo en cuanto lo veo”, respondió Iñaki. Vox es franquismo, esa forma singular española de expresarse el fascismo “originario” o “eterno” en los términos en que lo caracterizó Umberto Eco (Los 14 síntomas del fascismo eterno; CTXT, 16/01/2019). “Las apariencias engañan”, dice un conocido refrán. Justamente por eso, es necesaria la ciencia, añadiría Carlos Marx. “Si la forma de manifestación de los fenómenos económicos en la superficie de la sociedad coincidieran con la determinación interna de los mismos, la ciencia sería superflua”. La ciencia es necesaria porque las cosas no son lo que parecen. Esto es conveniente recordarlo de manera permanente, especialmente en esta época de “posverdad” y de bullshit. Sin ciencia no es posible la democracia como forma política.
Pero “no hay regla sin excepción” y hay determinadas manifestaciones de algunos delitos en los que las apariencias no engañan. La negación de las apariencias en estos casos son expresión de lo que Donald Trump y su gente defendían y defienden con su teoría de los “hechos alternativos”. Viene a cuento esta introducción a raíz de las palabras de Cuca Gamarra sobre el asalto a las sedes de los tres poderes del Estado en Brasil. En España, con Pedro Sánchez, sería un caso de desórdenes públicos, vino a decir, como si la reciente reforma del Código Penal hubiera hecho desaparecer el delito de rebelión de nuestro ordenamiento y hubiera tipificado como desórdenes acontecimientos como el asalto al Capitolio en Washington el 6 de enero de 2021 o el asalto a las sedes de los tres poderes del Estado en Brasilia este pasado domingo. Por esta razón, las palabras de Cuca Gamarra, salidas directamente de Génova 13 y utilizando el canal oficial del PP para transmitirlas, no son solamente indecentes, como las ha calificado Joan Baldoví, sino que son una forma de manifestación del “fascismo originario” o “fascismo eterno” tal como lo caracterizó Umberto Eco. Pero, puesto que a la señora Gamarra le gusta comparar lo que ocurre en España con lo que ocurre en otros países iberoamericanos, como Brasil ahora y Venezuela antes, me parece que resulta oportuno hacerle la siguiente pregunta: ¿Qué tienen que ver las imágenes de Brasil que ha visto todo el mundo este pasado domingo con las imágenes del 1 de octubre de 2017 en Barcelona? ¿Hay alguien que pueda equiparar las conductas de los ciudadanos de Catalunya acudiendo a unas escuelas a depositar una papeleta en una urna con la violencia de los energúmenos brasileños de este pasado domingo? ¿Todas pueden ser calificadas como constitutivas del delito de rebelión? ¿Lo ocurrido en Catalunya el 1 de octubre de 2017 tiene la misma naturaleza que lo ocurrido en Washington el 6 de enero de 2021 o en Brasilia este pasado domingo? Porque los miembros del Govern y de la Mesa del Parlament y los presidentes de Omnium y la ANC fueron procesados por el delito de rebelión, aunque al final fueran condenados por el delito de sedición. Pero la calificación como delito de rebelión fue la que dominó todo el proceso. La que permitió que permanecieran durante el desarrollo del mismo en prisión. La que permitió que se les aplicara el artículo 384 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal para dejar en suspenso su condición de parlamentarios ganada en las urnas. La que permitió al Tribunal Supremo torpedear la sesión de investidura en Catalunya en más de una ocasión. Y varias más que no es necesario reseñar en un artículo como este. La monstruosidad de esa calificación penal y el desarrollo de todo el proceso con base en dicha calificación es lo que la comparación de las imágenes de Barcelona del 1 de octubre de 2017 con las imágenes del asalto al Capitolio en Washington, para impedir la certificación de un resultado electoral, o con las imágenes de Brasilia, para incitar al ejército a intervenir, pone de manifiesto.
Esto es lo que resulta escandaloso y no la desaparición del delito de sedición de nuestro ordenamiento, de donde debía haber desparecido hace muchos años. Porque el delito de sedición es un delito predemocrático, que carece de sentido en el siglo en que vivimos. No ha habido ni una sola condena por sedición en las democracias europeas después de la Segunda Guerra Mundial. “España apesta a franquismo”, dijo Rafael Chirbes en su última entrevista en El Periódico pocos meses antes de morir. Esa peste a franquismo es la que reflejan las palabras de Cuca Gamarra sobre lo ocurrido en Brasil el pasado domingo. Que fue, además, la primera reacción oficial del PP, no desautorizada posteriormente por el presidente del partido, Alberto Núñez Feijóo.
Enorme el enlace dentro de ese artículo: incontestable, con argumentos, para un fascista porque incluye más de 50 palabras distintas:
Los 14 síntomas del fascismo eterno
El Ur-Fascismo puede volver con las apariencias más inocentes. Nuestro deber es desenmascararlo y apuntar con el índice sobre cada una de sus formas nuevas, cada día, en cada parte del mundo. Libertad y liberación son una tarea que no acaba nunca.
El término «fascismo» se adapta a todo porque es posible eliminar de un régimen fascista uno o más aspectos, y siempre podremos reconocerlo como fascista. Quítenle al fascismo el imperialismo y obtendrán a Franco o Salazar; quítenle el colonialismo y obtendrán el fascismo balcánico. Añádanle al fascismo italiano un anticapitalismo radical (que nunca fascinó a Mussolini) y obtendrán a Ezra Pound. Añádanle el culto la mitología celta y el misticismo del Grial (completamente ajeno al fascismo oficial) y obtendrán uno de los gurús fascistas más respetados, Julius Evola. A pesar de esta confusión, considero que es posible indicar una lista de características típicas de lo que me gustaría denominar «Ur-Fascismo», o «fascismo eterno». Tales características no pueden quedar encuadradas en un sistema; muchas se contradicen mutuamente, y son típicas de otras formas de despotismo o fanatismo, pero basta con que una de ellas esté presente para hacer coagular una nebulosa fascista.
1. La primera característica de un Ur-Fascismo es el culto de la tradición. El tradicionalismo es más antiguo que el fascismo. No fue típico sólo del pensamiento contrarrevolucionario católico posterior a la Revolución Francesa, sino que nació en la edad helenística tardía como reacción al racionalismo griego clásico. En la cuenca del Mediterráneo, los pueblos de religiones diferentes (aceptadas todas con indulgencia por el Olimpo romano) empezaron a soñar con una revelación recibida en el alba de la historia humana. Esta revelación había permanecido durante mucho tiempo bajo el velo de lenguas ya olvidadas. Estaba encomendada a los jeroglíficos egipcios, a las runas de los celtas, a los textos sagrados, aún desconocidos, de algunas religiones asiáticas. Esta nueva cultura había de ser sincrética. «Sincretismo» no es sólo, como indican los diccionarios, la combinación de formas diferentes de creencias o prácticas. Una combinación de ese tipo debe tolerar las contradicciones. Todos los mensajes originales condenen un germen de sabiduría y, cuando parecen decir cosas diferentes o incompatibles, lo hacen sólo porque todos aluden, alegóricamente, a alguna verdad primitiva. Como consecuencia, ya no puede haber avance del saber. La verdad ya ha sido anunciada de una vez por todas, y lo único que podemos hacer nosotros es seguir interpretando su oscuro mensaje. Es suficiente mirar la cartilla de cualquier movimiento fascista para encontrar a los principales pensadores tradicionalistas. La gnosis nazi se alimentaba de elementos tradicionalistas, sincretistas, ocultos. La fuente teórica más importante de la nueva derecha italiana, Julius Evola, mezclaba el Grial con los Protocolos de los Ancianos de Sión, la alquimia con el Sacro Imperio Romano. El hecho mismo de que, para demostrar su apertura mental, una parte de la derecha italiana haya ampliado recientemente su cartilla juntando a De Maistre, Guénon y Gramsci es una prueba fehaciente de sincretismo. Si curiosean ustedes en los estantes que en las librerías americanas llevan la indicación New Age, encontrarán incluso a San Agustín, el cual, por lo que me parece, no era fascista. Pero el hecho mismo de juntar a San Agustín con Stonehenge, esto es un síntoma de Ur-Fascismo.
2. El tradicionalismo implica el rechazo del modernismo. Tanto los fascistas como los nazis adoraban la tecnología, mientras que los pensadores tradicionalistas suelen rechazar la tecnología como negación de los valores espirituales tradicionales. Sin embargo, a pesar de que el nazismo estuviera orgulloso de sus logros industriales, su aplauso a la modernidad era sólo el aspecto superficial de una ideología basada en la «sangre» y la «tierra» (Blut und Boden). El rechazo del mundo moderno se camuflaba como condena de la forma de vida capitalista, pero concernía principalmente a la repulsa del espíritu del 1789 (o del 1776, obviamente). La Ilustración, la edad de la Razón, se ven como el principio de la depravación moderna. En este sentido, el Ur-Fascismo puede definirse como «irracionalismo».
3. El irracionalismo depende también del culto de la acción por la acción. La acción es bella de por sí, y, por lo tanto, debe actuarse antes de y sin reflexión alguna. Pensar es una forma de castración. Por eso la cultura es sospechosa en la medida en que se la identifica con actitudes críticas. Desde la declaración atribuida a Goebbels («cuando oigo la palabra cultura, echo la mano a la pistola») hasta el uso frecuente expresiones como «cerdos intelectuales», «estudiante cabrón, trabaja de peón», «muera la inteligencia», «universidad, guarida de comunistas», la sospecha hacia el mundo intelectual ha sido siempre un síntoma de Ur-Fascismo. El mayor empeño de los intelectuales fascistas oficiales consistía en acusar a la cultura moderna y a la intelligentsia liberal de haber abandonado los valores tradicionales.
4. Ninguna forma de sincretismo puede aceptar el pensamiento crítico. El espíritu crítico opera distinciones, y distinguir es señal de modernidad. En la cultura moderna, la comunidad científica entiende el desacuerdo como instrumento de progreso de los conocimientos. Para el Ur-Fascismo, el desacuerdo es traición.
5. El desacuerdo es, además, un signo de diversidad. El Ur-Fascismo crece y busca el consenso explotando y exacerbando el natural miedo de la diferencia. El primer llamamiento de un movimiento fascista, o prematuramente fascista, es contra los intrusos. El Ur-Fascismo es, pues, racista por definición.
6. El Ur-Fascismo surge de la frustración individual o social. Lo cual explica por qué una de las características típicas de los fascismos históricos ha sido el llamamiento a las clases medias frustradas, desazonadas, por alguna crisis económica o humillación política, asustadas por la presión de los grupos sociales subalternos. En nuestra época, en la que los antiguos «proletarios» se están convirtiendo en pequeña burguesía (y los lumpen se autoexcluyen de la escena política), el fascismo encontrará su público en esta nueva mayoría.
7. A los que carecen de una identidad social cualquiera, el Ur-Fascismo les dice que su único privilegio es el más vulgar de todos, haber nacido en el mismo país. Es éste el origen del «nacionalismo». Además, los únicos que pueden ofrecer una identidad a la nación son los enemigos. De esta forma, en la raíz de la psicología Ur-Fascista está la obsesión por el complot, posiblemente internacional. Los secuaces deben sentirse asediados. La manera más fácil para hacer que asome un complot es apelar a la xenofobia. Ahora bien, el complot debe surgir también del interior: los judíos suelen ser el objetivo mejor, puesto que presentan la ventaja de estar al mismo tiempo dentro y fuera. En América, el último ejemplo de la obsesión del complot está representado por el libro The New World Order de Pat Robertson.
El término «fascismo» se adapta a todo porque es posible eliminar de un régimen fascista uno o más aspectos, y siempre podremos reconocerlo como fascista. Quítenle al fascismo el imperialismo y obtendrán a Franco o Salazar; quítenle el colonialismo y obtendrán el fascismo balcánico. Añádanle al fascismo italiano un anticapitalismo radical (que nunca fascinó a Mussolini) y obtendrán a Ezra Pound. Añádanle el culto la mitología celta y el misticismo del Grial (completamente ajeno al fascismo oficial) y obtendrán uno de los gurús fascistas más respetados, Julius Evola. A pesar de esta confusión, considero que es posible indicar una lista de características típicas de lo que me gustaría denominar «Ur-Fascismo», o «fascismo eterno». Tales características no pueden quedar encuadradas en un sistema; muchas se contradicen mutuamente, y son típicas de otras formas de despotismo o fanatismo, pero basta con que una de ellas esté presente para hacer coagular una nebulosa fascista.
1. La primera característica de un Ur-Fascismo es el culto de la tradición. El tradicionalismo es más antiguo que el fascismo. No fue típico sólo del pensamiento contrarrevolucionario católico posterior a la Revolución Francesa, sino que nació en la edad helenística tardía como reacción al racionalismo griego clásico. En la cuenca del Mediterráneo, los pueblos de religiones diferentes (aceptadas todas con indulgencia por el Olimpo romano) empezaron a soñar con una revelación recibida en el alba de la historia humana. Esta revelación había permanecido durante mucho tiempo bajo el velo de lenguas ya olvidadas. Estaba encomendada a los jeroglíficos egipcios, a las runas de los celtas, a los textos sagrados, aún desconocidos, de algunas religiones asiáticas. Esta nueva cultura había de ser sincrética. «Sincretismo» no es sólo, como indican los diccionarios, la combinación de formas diferentes de creencias o prácticas. Una combinación de ese tipo debe tolerar las contradicciones. Todos los mensajes originales condenen un germen de sabiduría y, cuando parecen decir cosas diferentes o incompatibles, lo hacen sólo porque todos aluden, alegóricamente, a alguna verdad primitiva. Como consecuencia, ya no puede haber avance del saber. La verdad ya ha sido anunciada de una vez por todas, y lo único que podemos hacer nosotros es seguir interpretando su oscuro mensaje. Es suficiente mirar la cartilla de cualquier movimiento fascista para encontrar a los principales pensadores tradicionalistas. La gnosis nazi se alimentaba de elementos tradicionalistas, sincretistas, ocultos. La fuente teórica más importante de la nueva derecha italiana, Julius Evola, mezclaba el Grial con los Protocolos de los Ancianos de Sión, la alquimia con el Sacro Imperio Romano. El hecho mismo de que, para demostrar su apertura mental, una parte de la derecha italiana haya ampliado recientemente su cartilla juntando a De Maistre, Guénon y Gramsci es una prueba fehaciente de sincretismo. Si curiosean ustedes en los estantes que en las librerías americanas llevan la indicación New Age, encontrarán incluso a San Agustín, el cual, por lo que me parece, no era fascista. Pero el hecho mismo de juntar a San Agustín con Stonehenge, esto es un síntoma de Ur-Fascismo.
2. El tradicionalismo implica el rechazo del modernismo. Tanto los fascistas como los nazis adoraban la tecnología, mientras que los pensadores tradicionalistas suelen rechazar la tecnología como negación de los valores espirituales tradicionales. Sin embargo, a pesar de que el nazismo estuviera orgulloso de sus logros industriales, su aplauso a la modernidad era sólo el aspecto superficial de una ideología basada en la «sangre» y la «tierra» (Blut und Boden). El rechazo del mundo moderno se camuflaba como condena de la forma de vida capitalista, pero concernía principalmente a la repulsa del espíritu del 1789 (o del 1776, obviamente). La Ilustración, la edad de la Razón, se ven como el principio de la depravación moderna. En este sentido, el Ur-Fascismo puede definirse como «irracionalismo».
3. El irracionalismo depende también del culto de la acción por la acción. La acción es bella de por sí, y, por lo tanto, debe actuarse antes de y sin reflexión alguna. Pensar es una forma de castración. Por eso la cultura es sospechosa en la medida en que se la identifica con actitudes críticas. Desde la declaración atribuida a Goebbels («cuando oigo la palabra cultura, echo la mano a la pistola») hasta el uso frecuente expresiones como «cerdos intelectuales», «estudiante cabrón, trabaja de peón», «muera la inteligencia», «universidad, guarida de comunistas», la sospecha hacia el mundo intelectual ha sido siempre un síntoma de Ur-Fascismo. El mayor empeño de los intelectuales fascistas oficiales consistía en acusar a la cultura moderna y a la intelligentsia liberal de haber abandonado los valores tradicionales.
4. Ninguna forma de sincretismo puede aceptar el pensamiento crítico. El espíritu crítico opera distinciones, y distinguir es señal de modernidad. En la cultura moderna, la comunidad científica entiende el desacuerdo como instrumento de progreso de los conocimientos. Para el Ur-Fascismo, el desacuerdo es traición.
5. El desacuerdo es, además, un signo de diversidad. El Ur-Fascismo crece y busca el consenso explotando y exacerbando el natural miedo de la diferencia. El primer llamamiento de un movimiento fascista, o prematuramente fascista, es contra los intrusos. El Ur-Fascismo es, pues, racista por definición.
6. El Ur-Fascismo surge de la frustración individual o social. Lo cual explica por qué una de las características típicas de los fascismos históricos ha sido el llamamiento a las clases medias frustradas, desazonadas, por alguna crisis económica o humillación política, asustadas por la presión de los grupos sociales subalternos. En nuestra época, en la que los antiguos «proletarios» se están convirtiendo en pequeña burguesía (y los lumpen se autoexcluyen de la escena política), el fascismo encontrará su público en esta nueva mayoría.
7. A los que carecen de una identidad social cualquiera, el Ur-Fascismo les dice que su único privilegio es el más vulgar de todos, haber nacido en el mismo país. Es éste el origen del «nacionalismo». Además, los únicos que pueden ofrecer una identidad a la nación son los enemigos. De esta forma, en la raíz de la psicología Ur-Fascista está la obsesión por el complot, posiblemente internacional. Los secuaces deben sentirse asediados. La manera más fácil para hacer que asome un complot es apelar a la xenofobia. Ahora bien, el complot debe surgir también del interior: los judíos suelen ser el objetivo mejor, puesto que presentan la ventaja de estar al mismo tiempo dentro y fuera. En América, el último ejemplo de la obsesión del complot está representado por el libro The New World Order de Pat Robertson.
8. Los secuaces deben sentirse humillados por la riqueza ostentada y por la fuerza de los enemigos. Cuando era niño, me enseñaban que los ingleses eran el «pueblo de las cinco comidas»: comían más a menudo que los italianos, pobres pero sobrios. Los judíos son ricos y se ayudan mutuamente gracias a una red secreta de recíproca asistencia. Los secuaces, con todo, deben estar convencidos de que pueden derrotar a los enemigos. De este modo, gracias a un continuo salto de registro retórico, los enemigos son simultáneamente demasiado fuertes y demasiado débiles. Los fascismos están condenados a perder sus guerras, porque son incapaces constitucionalmente de valorar con objetividad la fuerza del enemigo.
9. Para el Ur-Fascismo no hay lucha por la vida, sino más bien, «vida para la lucha». El pacifismo es entonces colusión con el enemigo; el pacifismo es malo porque la vida es una guerra permanente. Esto, sin embargo, lleva consigo un complejo de Harmaguedón: puesto que los enemigos deben y pueden ser derrotados, tendrá que haber una batalla final, de resultas de la cual el movimiento obtendrá el control del mundo. Una solución final de ese tipo implica una sucesiva era de paz, una Edad de Oro que contradice el principio de la guerra permanente. Ningún líder fascista ha conseguido resolver jamás esta contradicción.
10. El elitismo es un aspecto típico de toda ideología reaccionaria, en cuanto fundamentalmente aristocrático. En el curso de la historia, todos los elitismos aristocráticos y militaristas han implicado el desprecio por los débiles. El Ur-Fascismo no puede evitar predicar un «elitismo popular». Cada ciudadano pertenece al mejor pueblo del mundo, los miembros del partido son los ciudadanos mejores, cada ciudadano puede (o debería) convertirse en miembro del partido pero no puede haber patricios sin plebeyos. El líder, que sabe perfectamente que su poder no lo ha obtenido por mandato, sino que lo ha conquistado con la fuerza, sabe también que su fuerza se basa en la debilidad de las masas, tan débiles que necesitan y se merecen un «dominador». Puesto que el grupo está organizado jerárquicamente (según un modelo militar), todo líder subordinado desprecia a sus subalternos, y cada uno de ellos desprecia a sus inferiores. Todo ello refuerza el sentido de un elitismo de masa.
11. En esta perspectiva, cada uno está educado para convertirse en un héroe. En todas las mitologías, el «héroe» es un ser excepcional, pero en la ideología Ur-Fascista el heroísmo es la norma. Este culto al heroísmo está vinculado estrechamente con el culto a la muerte: no es una coincidencia que el lema de los falangistas fuera «¡Viva la muerte!». A la gente normal se le dice que la muerte es enojosa, pero que hay que encararla con dignidad; a los creyentes se les dice que es una forma dolorosa de alcanzar una felicidad sobrenatural. El héroe Ur-Fascista, en cambio, aspira a la muerte, anunciada como la mejor recompensa de una vida heroica. El héroe Ur-Fascista está impaciente por morir, y en su impaciencia, todo hay que decirlo, más a menudo consigue hacer que mueran los demás.
12. Puesto que tanto la guerra permanente como el heroísmo son juegos difíciles de jugar, el Ur-Fascista transfiere su voluntad de poder a cuestiones sexuales. Éste es el origen del machismo (que implica desdén hacia las mujeres y una condena intolerante de costumbres sexuales no conformistas, desde la castidad hasta la homosexualidad). Y puesto que también el sexo es un juego difícil de jugar, el héroe Ur-Fascista juega con las armas, que son su Ersatz fálico: sus juegos de guerra se deben a una invidia penis permanente.
13. El Ur-Fascismo se basa en un «populismo cualitativo». En una democracia los ciudadanos gozan de derechos individuales, pero el conjunto de los ciudadanos sólo está dotado de un impacto político desde el punto de vista cuantitativo (se siguen las decisiones de la mayoría). Para el Ur-Fascismo los individuos en cuanto individuos no tienen derechos, y el «pueblo» se concibe como una cualidad, una entidad monolítica que expresa la «voluntad común». Puesto que ninguna cantidad de seres humanos puede poseer una voluntad común, el líder pretende ser su intérprete. Habiendo perdido su poder de mandato, los ciudadanos no actúan, son llamados sólo pars pro toto a desempeñar el papel de pueblo. El pueblo, de esta manera, es sólo una ficción teatral. Para poner un buen ejemplo de populismo cualitativo, ya no necesitamos Piazza Venezia o el estadio de Nuremberg. En nuestro futuro se perfila un populismo cualitativo Televisión o Internet, en el que la respuesta emotiva de un grupo seleccionado de ciudadanos puede ser presentada o aceptada como la «voz del pueblo». En razón de su populismo cualitativo, el Ur-Fascismo debe oponerse a los «podridos» gobiernos parlamentarios. Una de las primeras frases pronunciadas por Mussolini en el parlamento italiano fue: «Hubiera podido transformar esta aula sorda y gris en un xivac para mis manipulas». De hecho, encontró inmediatamente un alojamiento mejor para sus manípulos, pero poco después liquidó el parlamento. Cada vez que un político arroja dudas sobre la legitimidad del parlamento porque no representa ya la «voz del pueblo», podemos percibir olor de Ur-Fascismo.
14. El Ur-Fascismo habla la «neolengua». La «neolengua» fue inventada por Orwell en 1984, como lengua oficial del Ingsoc, el socialismo inglés, pero elementos de Ur-Fascismo son comunes a formas diversas de dictadura. Todos los textos escolares nazis o fascistas se basaban en un léxico pobre y en una sintaxis elemental, con la finalidad de limitar los instrumentos para el razonamiento complejo y crítico. Pero debemos estar preparados para identificar otras formas de neolengua, incluso cuando adoptan la forma inocente de un popular reality-show.
Después de haber indicado los posibles arquetipos del Ur-Fascismo, concédanme que concluya. La mañana del 27 de julio de 1943 me dijeron que, según los partes leídos por radio, el fascismo había caído y Mussolini había sido arrestado. Mi madre me mandó a comprar el periódico. Fui al quiosco más cercano y vi que los periódicos estaban, pero los nombres eran diferentes. Además, después de una breve ojeada a los títulos, me di cuenta de que cada periódico decía cosas diferentes y compré uno al azar, y leí un mensaje impreso en la primera página firmado por cinco o seis partidos políticos, como Democracia Cristiana, Partido Comunista, Partido Socialista, Partido de Acción, Partido Liberal. Hasta aquel momento yo creía que había un solo partido por cada país, y que en Italia sólo existía el Partido Nacional Fascista. Estaba descubriendo que en mi país podía haber diferentes partidos al mismo tiempo. No sólo esto: puesto que era un chico listo, me di cuenta enseguida de que era imposible que tantos partidos hubieran surgido de un día para otro. Comprendí, así, que ya existían como organizaciones clandestinas. El mensaje celebraba el final de la dictadura y el regreso de la libertad: libertad de palabra, de prensa, de asociación política. Estas palabras, «libertad», «dictadura» —Dios mío— era la primera vez en mi vida que las leía. En virtud de estas nuevas palabras yo había renacido hombre libre occidental. Debemos prestar atención a que el sentido de estas palabras no se vuelva a olvidar. El Ur-Fascismo está aún a nuestro alrededor, a veces con trajes de civil. Sería muy cómodo, para nosotros, que alguien se asomara a la escena del mundo y dijera: «¡Quiero volver a abrir Auschwitz, quiero que las camisas negras vuelvan a desfilar solemnemente por las plazas italianas!». Por desgracia, la vida no es tan fácil. El Ur-Fascismo puede volver todavía con las apariencias más inocentes. Nuestro deber es desenmascararlo y apuntar con el índice sobre cada una de sus formas nuevas, cada día, en cada parte del mundo. Vuelvo a darle la palabra a Roosevelt: «Me atrevo a afirmar que si la democracia americana deja de progresar como una fuerza viva, intentando mejorar día y noche con medios pacíficos las condiciones de nuestros ciudadanos, la fuerza del fascismo crecerá en nuestro país» (4 de noviembre de 1938).
Libertad y liberación son una tarea que no acaba nunca. Que éste sea nuestro lema: «No olvidemos». Y permítanme que acabe con una poesía de Franco Forfini:
En el pretil del puente
las cabezas de los ahorcados.
En el agua de la fuente
las babas de los ahorcados.
En el enlosado del mercado
las uñas de los fusilados.
En la hierba seca del prado
los dientes de los fusilados.
Morder el aire morder las piedras
nuestra carne no es ya de hombres.
Morder el aire morder las piedras
nuestro corazón no es ya de hombres.
Pero nosotros lo leímos en los ojos de los muertos
y en la tierra haremos libertad
pero apretaron los puños de los muertos
la justicia que se hará.
--------------------
Discurso pronunciado por Umberto Eco el 24 de abril de 1995 en la Universidad de Columbia, Nueva York, recogido después en Cinco escritos morales (Penguin Random House, 2010) y en Contra el fascismo (Lumen, 2018).
Un diputado del PSOE pide explicaciones a Feijóo y a "su jefa" tras recordar estas palabras de Sémper
Pablo Arangüena lo ha dicho alto y claro
Pablo Arangüena, diputado del PSOE en el Parlamento de Galicia, ha criticado duramente al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y a “su jefa”, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. tras recordar unas declaraciones de hace años del nuevo portavoz de campaña popular para las elecciones autonómicas y municipales, Borja Sémper.
El dirigente popular sorprendió a todos al contar de forma inesperada al que fuera presidente del PP en Guipúzcoa.
Pero, tras su nombramiento, Arangüena ha pedido explicaciones a Feijóo, tras compartir un vídeo con unas declaraciones que Sémper hizo hace unos años.
“Nosotros, el PP, se reúne todos los días con representantes políticos de Bildu. Hace pocos días vimos puntos de acuerdo. No pasa nada. No tenemos ningún problema en hacerlo”, señaló el nuevo portavoz de campaña del PP hace más de una década.
Pablo Arangüena no ha dudado en cargar duramente contra el líder del PP y ha pedido explicaciones.
“Solicito que Alberto Núñez Feijóo y su jefa Isabel Díaz Ayuso me expliquen cómo se pasa de colaborar y “reunirse todos los días” con Bildu, como hacía Borja Sémper sin “ningún problema”, a acusar al contrario de traicionar a España por buscar su voto en el Congreso”, ha recriminado.
No es la única declaración que Sémper hizo sobre Bildu, ya que en 2013, hasta Arnaldo Otegi compartió una entrevista del nuevo portavoz de campaña del PP para las elecciones autonómicas y municipales de mayo.
El coordinador general de EH Bildu difundió las palabras de Sémper con las que reconocía en una entrevista en Jot Down que “el futuro en Euskadi se tiene que construir también con Bildu”.
Manué escribió:Un diputado del PSOE pide explicaciones a Feijóo y a "su jefa" tras recordar estas palabras de Sémper
Pablo Arangüena lo ha dicho alto y claro
Pablo Arangüena, diputado del PSOE en el Parlamento de Galicia, ha criticado duramente al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y a “su jefa”, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. tras recordar unas declaraciones de hace años del nuevo portavoz de campaña popular para las elecciones autonómicas y municipales, Borja Sémper.
El dirigente popular sorprendió a todos al contar de forma inesperada al que fuera presidente del PP en Guipúzcoa.
Pero, tras su nombramiento, Arangüena ha pedido explicaciones a Feijóo, tras compartir un vídeo con unas declaraciones que Sémper hizo hace unos años.
“Nosotros, el PP, se reúne todos los días con representantes políticos de Bildu. Hace pocos días vimos puntos de acuerdo. No pasa nada. No tenemos ningún problema en hacerlo”, señaló el nuevo portavoz de campaña del PP hace más de una década.
Pablo Arangüena no ha dudado en cargar duramente contra el líder del PP y ha pedido explicaciones.
“Solicito que Alberto Núñez Feijóo y su jefa Isabel Díaz Ayuso me expliquen cómo se pasa de colaborar y “reunirse todos los días” con Bildu, como hacía Borja Sémper sin “ningún problema”, a acusar al contrario de traicionar a España por buscar su voto en el Congreso”, ha recriminado.
No es la única declaración que Sémper hizo sobre Bildu, ya que en 2013, hasta Arnaldo Otegi compartió una entrevista del nuevo portavoz de campaña del PP para las elecciones autonómicas y municipales de mayo.
El coordinador general de EH Bildu difundió las palabras de Sémper con las que reconocía en una entrevista en Jot Down que “el futuro en Euskadi se tiene que construir también con Bildu”.
Manué escribió:Un diputado del PSOE pide explicaciones a Feijóo y a "su jefa" tras recordar estas palabras de Sémper
Pablo Arangüena lo ha dicho alto y claro
Pablo Arangüena, diputado del PSOE en el Parlamento de Galicia, ha criticado duramente al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y a “su jefa”, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. tras recordar unas declaraciones de hace años del nuevo portavoz de campaña popular para las elecciones autonómicas y municipales, Borja Sémper.
El dirigente popular sorprendió a todos al contar de forma inesperada al que fuera presidente del PP en Guipúzcoa.
Pero, tras su nombramiento, Arangüena ha pedido explicaciones a Feijóo, tras compartir un vídeo con unas declaraciones que Sémper hizo hace unos años.
“Nosotros, el PP, se reúne todos los días con representantes políticos de Bildu. Hace pocos días vimos puntos de acuerdo. No pasa nada. No tenemos ningún problema en hacerlo”, señaló el nuevo portavoz de campaña del PP hace más de una década.
Pablo Arangüena no ha dudado en cargar duramente contra el líder del PP y ha pedido explicaciones.
“Solicito que Alberto Núñez Feijóo y su jefa Isabel Díaz Ayuso me expliquen cómo se pasa de colaborar y “reunirse todos los días” con Bildu, como hacía Borja Sémper sin “ningún problema”, a acusar al contrario de traicionar a España por buscar su voto en el Congreso”, ha recriminado.
No es la única declaración que Sémper hizo sobre Bildu, ya que en 2013, hasta Arnaldo Otegi compartió una entrevista del nuevo portavoz de campaña del PP para las elecciones autonómicas y municipales de mayo.
El coordinador general de EH Bildu difundió las palabras de Sémper con las que reconocía en una entrevista en Jot Down que “el futuro en Euskadi se tiene que construir también con Bildu”.
Manué escribió:Un diputado del PSOE pide explicaciones a Feijóo y a "su jefa" tras recordar estas palabras de Sémper
Pablo Arangüena lo ha dicho alto y claro
Pablo Arangüena, diputado del PSOE en el Parlamento de Galicia, ha criticado duramente al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y a “su jefa”, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. tras recordar unas declaraciones de hace años del nuevo portavoz de campaña popular para las elecciones autonómicas y municipales, Borja Sémper.
El dirigente popular sorprendió a todos al contar de forma inesperada al que fuera presidente del PP en Guipúzcoa.
Pero, tras su nombramiento, Arangüena ha pedido explicaciones a Feijóo, tras compartir un vídeo con unas declaraciones que Sémper hizo hace unos años.
“Nosotros, el PP, se reúne todos los días con representantes políticos de Bildu. Hace pocos días vimos puntos de acuerdo. No pasa nada. No tenemos ningún problema en hacerlo”, señaló el nuevo portavoz de campaña del PP hace más de una década.
Pablo Arangüena no ha dudado en cargar duramente contra el líder del PP y ha pedido explicaciones.
“Solicito que Alberto Núñez Feijóo y su jefa Isabel Díaz Ayuso me expliquen cómo se pasa de colaborar y “reunirse todos los días” con Bildu, como hacía Borja Sémper sin “ningún problema”, a acusar al contrario de traicionar a España por buscar su voto en el Congreso”, ha recriminado.
No es la única declaración que Sémper hizo sobre Bildu, ya que en 2013, hasta Arnaldo Otegi compartió una entrevista del nuevo portavoz de campaña del PP para las elecciones autonómicas y municipales de mayo.
El coordinador general de EH Bildu difundió las palabras de Sémper con las que reconocía en una entrevista en Jot Down que “el futuro en Euskadi se tiene que construir también con Bildu”.
Nada nuevo bajo el sol. Desde que Vox llegó a las instituciones jamás negó su cerril oposición a las políticas de igualdad, ni dejó de blandir de forma amenazante la bandera del negacionismo sobre la violencia de género, ni escondió su vinculación con los movimientos antiabortistas. Que el vicepresidente de la Junta de Castilla y León anuncie una ofensiva contra las mujeres que deciden libremente abortar no responde más que a la obsesión de la ultraderecha estadounidense, europea y española por recuperar un pasado en el que ellas, nosotras, la mitad de la población, no teníamos ningún derecho. No había existido hasta ahora, en democracia, un discurso abiertamente articulado contra las mujeres y sus derechos. Y lo peor es que ya no solo se escucha entre los dirigentes del partido ultra, sino también entre todos aquellos que votaron unas siglas homologables a los postulados de Trump, de Bolsonaro o de Orbán. Lo explicaban con todo lujo de detalle este domingo en elDiario.es Andrés Gil y Marta Borrás: la propuesta de ofrecer “latidos fetales” o ecografías 4D a las mujeres que quieren abortar no es una ocurrencia de Juan García Gallardo ni de Vox, sino que forma parte de ofensiva global para restringir el derecho al aborto y que ya ha logrado sus objetivos en algunos países.
Nuria Almagro, que hasta junio del año pasado fue concejala de Vox en el Ayuntamiento de Águilas (Murcia), abandonó la formación al entender que “denigra a las mujeres” y “genera miedo y odio hacia el prójimo”. Lo denunció en una carta, en la que ponía negro sobre blanco lo obvio: “Que cualquier partido que en su seno interno se comporte de forma totalitaria y antidemocrática, no puede ofrecer apertura y diálogo a la sociedad; que un partido que emplee tácticas de amedrentamiento y coacción a quienes alzan la voz no puede traer justicia y seguridad”. Amedrentamiento y coacción a las mujeres de Castilla y León que deciden libremente interrumpir sus embarazos es precisamente lo que esconde el anuncio de García Gallardo, que en su ideología totalitaria y misógina no entiende que un gobierno no está para limitar o interferir en los derechos, sino solo para garantizarlos. Pero Almagro decía más en aquella carta de despedida que hoy viene incluso más al caso: “Un partido que denigre a una mujer no puede erigirse en patriota, pues por su ignorancia supina no sabe que ser patriota no es disfrazarse con banderas y abalorios, porque la patria es femenina y la patria es madre”. Vox es el partido que en España odia los derechos de las mujeres, y el PP es el responsable de que la ultraderecha hoy esté en un gobierno regional. Lo que representa el partido ultra es otra forma de machismo que se revuelve contra los avances de un feminismo poderoso y que forma parte de esa guerra cultural a la que un sector del Partido Popular -hoy encabezado por Isabel Díaz Ayuso- se ha sumado sin reservas. El otro, el que Alberto Núñez Feijóo ha querido simbolizar con el fichaje de Borja Sémper como portavoz electoral, anda haciendo equilibrismos para no molestar a esa parte del electorado de Vox que aún cree que puede recuperar. A nadie puede sorprender el rechazo que suscita en el electorado femenino un partido como el de Abascal, cuyos votantes se distribuyeron en las últimas generales entre un 72% de hombres y un 28% de mujeres. El desfase de sexos en el electorado se repite entre sus afiliados, con una diferencia de 60-40. Lo que produce tanta perplejidad como sonrojo son las palabras del presidente castellanoleonés que, en una declaración institucional sin preguntas, negó la existencia del protocolo antiaborto pero no desautorizó y mucho menos destituyó a su vicepresidente, que es lo que hubiera correspondido. ¿Dónde están las mujeres del PP? Con todo, provoca mucho más pundonor el silencio cómplice de un Feijóo que al callar otorga y además consiente el cuestionamiento de la libre interrupción del embarazo. De nada sirve tampoco el papelón del moderado Borja Sémper y su aparente bronca a Mañueco con una disertación sobre la moderación y la sensatez a la que están obligados los gobiernos. ¡Menudo estreno el del político vasco! Era cuestión de tiempo que tendría que tragarse algunos sapos, pero que el primero fuera sobre un derecho de las mujeres seguro que no ha sido siquiera de su agrado. El último que cuestionó el aborto en el PP fue Alberto Ruiz Gallardón, que hoy está en su casa después de verse obligado a dimitir como ministro de Justicia tras intentar recortarlo.
Más allá de que el protocolo castellanoleonés sobre la interrupción del embarazo haya cogido por sorpresa a los de la calle Génova y puesto en riesgo su estrategia de desgaste contra Pedro Sánchez, lo que importa es el lugar donde Vox, con la aquiescencia del PP, pretende situarnos. Y es en una España preconstitucional, donde solo había un modelo de familia y donde las mujeres estaban en casa, a cargo de los cuidados y sin derechos. Convendría que no lo olvidasen quienes proclaman que todos los partidos son iguales, quienes se dedican relativizar o blanquear los discursos de la ultraderecha, quienes creen que la historia nunca se repite o quienes creen que los derechos y las democracias son para siempre.
Ya comentamos en estas mismas páginas, hace apenas un mes, que la política española parece haber quedado atrapada en algo que podríamos denominar ensimismamiento pendular. Un bloque político mete la pata estrepitosamente pero, cuando la polémica en torno al hecho arrecia, el bloque contrario llega presuroso al rescate poniendo sobre la mesa un resbalón aún mayor. Antes de navidades fue el ministerio de Igualdad el que se vio envuelto en un conflicto de magnitud con la puesta en marcha de la ley del sólo sí es sí, para a la semana siguiente ser la oposición la que saltó todas las líneas de lo previsible en una durísima sesión parlamentaria.
En este caso, pasadas las fiestas, fue de nuevo Igualdad, esta vez por boca de la secretaría de Estado Ángela Rodríguez, el ministerio que protagonizó un insólito incidente por culpa de pensar que políticos y cargos públicos, fingiendo cercanía, pueden comportarse como activistas e influenciadores. Ha dado igual: ni ceses, ni dimisiones, ni siquiera una disculpa. La razón, suponemos, es que, como era de esperar, Vox ha salido al rescate de PAM, nombre artístico de Rodríguez, poniendo encima de la mesa una invectiva contra el aborto protagonizada por García Gallardo, un pasante de cuarta regional convertido en vicepresindente de la Junta de Castilla y León, que a la postre ha resultado un tiro en el pie para los ultras. El "que hablen de ti aunque sea mal", que Vox practica a menudo con eficacia, utilizando las instituciones como un altavoz desde el que provocar y acaparar el debate público, les ha resultado esta vez un tiro en el pie con el desbarre antiabortista de García Gallardo. Este jockey nacional-católico —el tipo, al parecer, es campeón de algo que tiene que ver con los caballos— no ha tenido en cuenta que todos los que han intentado retrotraer el acceso a la interrupción del embarazo han acabado escaldados, sin ir más lejos Gallardón, aquel señor que, además de ser familia de Albéniz, será recordado por haber sido la chispa de la locomotora del tren feminista. Hay derechos que se han convertido en un consenso de difícil cuestionamiento por lo transversal de su aplicación, este es uno de ellos. Al final es un hecho que las mujeres —sean ricas o pobres, progresistas o conservadoras, nobles o plebeyas— se pueden ver en la tesitura de tener que abortar. La cuestión, tal y como pasaba en la dictadura franquista, es evitar que las que puedan permitírselo lo hagan de tapadillo en un caro viaje a Londres y las que no en un insalubre y clandestino cuartucho. En esto, como en casi todo, la clase importa, por lo que este avance social sirve para evitarles a unas mujeres la hipocresía y a otras la muerte. Teniendo claro que en España el derecho al aborto dista de ser aún universal en la práctica, ya que hay comunidades, Castilla y León es una de ellas, donde el lobby ultracatólico impide de facto que algunos hospitales públicos realicen esta intervención, lo cierto es que, a la hora de la verdad, parece que se ha instalado como un consenso mayoritario en nuestro país. Tanto que los medios de comunicación de la derecha han criticado a García Gallardo, si no con dureza, sí con unanimidad. No les ha quedado más remedio y el personaje ha quedado retratado como lo que es: una anomalía en la sociedad española. Resulta que cuando los medios de comunicación de la derecha se comportan como periodistas, y no como propagandistas, Vox se derrite al calor de sus focos como un grotesco muñeco de cera. Resulta que bastaba con preguntar, confrontar y no comprar sus marcos para que los ultraderechistas aparezcan en pantalla como unos anormales. Resulta que si la radio, la prensa y la televisión no quieren, Vox no tiene facultades mágicas para adueñarse del debate público. Resulta que si al final se ponen encima de la mesa datos, razones y argumentos, la ceremonia de la confusión de los ultras queda reducida a un amago de lloriqueo marginal. ¡Hostia! Menuda sorpresa que nos hemos llevado. La cuestión es que cuando haces tu trabajo una vez, alguien te puede preguntar por qué no lo has hecho todas las otras veces, esas en que has llenado tu programa con la basura firmada por Abascal y los suyos, esas donde okupas y menas estaban a punto de destruir España después, eso sí, de irnos a publicidad. La cuestión es que nunca podremos saber, pero sí intuir, cuántos de los cuatro millones de votos que tiene Vox le pertenecen por derecho propio y cuántos pertenecen a los medios que se han dedicado a mirar para otro lado, en el mejor de los casos, o a colaborar gustosamente con este grupúsculo descivilizatorio aupado a tercer partido de nuestro parlamento. De todo este episodio podemos deducir, sobre todo, que la ultraderecha tiene la fuerza que tiene por algo que en el siglo XX se llamaba colaboracionismo y que en este, donde ya ni siquiera a los traidores se les puede llamar abiertamente por su nombre, recibirá el eufemismo de “diversificación de intereses”. ¿Qué intereses son esos por los que puedes llegar a poner en peligro la democracia en tu país, tratando con guante de seda a unos reaccionarios que han venido a subvertirla? Pues cuáles van a ser, los de siempre, los del vil metal que, cuando se acumula con avaricia, es más vil que nunca. En este país, cuatro hienas con calculadora pensaron que era mejor arriesgar con la ultraderecha que transigir con una izquierda que llegó a la Moncloa de forma legítima tras unas elecciones. También tras una década en la que mucha gente salió a las calles a reclamar mejores condiciones de vida y menos corrupción, por lo que pensaron que existía el peligro de que alguien uniera la línea de puntos y se diera cuenta de que la movilización vale para algo. Y que después quisiera más. Pensaron, piensan, que pueden controlar a Vox, utilizarlo como un ariete para acabar con esa idea de que la democracia no puede estar supeditada a los intereses del dinero. El problema es que cuando juegas con fuego normalmente te acabas quemando, que es lo que les ha pasado en Estados Unidos y en Brasil. El problema es que cuando abres la mano a determinados discursos destructivos, no puedes luego volver a cerrarla, porque una parte de la sociedad los ha interiorizado como si fueran de lo más normal. El problema es que cuando transiges con la ultraderecha, en el único país del mundo en que siguió viva después de 1945, todo lo que había estado silente y agazapado durante estas últimas décadas vuelve a resurgir y te encuentras con que, además de Vox, a los propios que pensaron la táctica se les ha agarrado el problema en sus entrañas. Pregunten si no a Feijóo cuánto manda en la Puerta del Sol.
La Fiscalía y la Policía investigan una trama corrupta del PP en el puerto de Cartagena
El Ministerio Público se querella contra dos altos cargos del PP de Fernando López Miras por amañar presuntamente contratos públicos de la Autoridad Portuaria de Cartagena para favorecer a varias empresas
El PP empaña con su oposición desleal a Sánchez la imagen de España en Europa antes de su Presidencia
Los pasillos de Bruselas reconocen, en público y en privado, que la oposición que articula el PP en las instituciones comunitarias es un caso sui generis en la Unión Europea.
La pasada semana, los populares europeos propulsaron un debate sobre la situación del Estado de Derecho en el país, en un intento con equipararlo con el debilitado estado del poder judicial en Hungría y Polonia. El Pleno de Estrasburgo se convirtió en una prolongación del Congreso de los Diputados y de su ya habitual crispación. Y todo ello llega a cinco meses de que España tome las riendas de la que será su quinta Presidencia del Consejo de la UE.
"España no tiene un problema con el Estado de Derecho, lo tiene con su oposición, que no sabe lidiar con la extrema derecha. Patriotismo también es hablar bien de un país en la UE. No veo ningún otro partido que haga esto en esta cámara. Bajen del monte", afirmó desde el atrio de la ciudad gala el eurodiputado socialista Iban García.
"Han empezado una campaña de boicot a la Presidencia [española de la UE] en un ejercicio de deslealtad. No conozco partido político más desleal con los intereses de su país. Ladran, luego cabalgamos", coincidió Ernest Urtasun, de Los Verdes.
Ya hace unos meses, el denostado exlíder del PP, Pablo Casado, abanderó esta campaña de desprestigio en la capital comunitaria en torno a los fondos europeos. Algo que desde el Gobierno calificaron de "desleal", "antipatriótico" y "en contra de los intereses del país".
En esta ocasión, la estrategia de los de Feijóo en Bruselas ha sido centrar el debate en torno a la situación judicial en una España tensionada por la reciente elección del presidente del Tribunal Constitucional, el bloqueo del Consejo General del Poder Judicial, las reformas en el Código Penal y los efectos colaterales de la ley del solo sí es sí, que ha permitido rebajar las condenas a más de 200 criminales sexuales.
"España sufre una preocupante deriva de degradación democrática, de deterioro institucional y de irresponsabilidad gubernamental provocada por las últimas decisiones de su Gobierno", aseguró Dolors Monstserrat, líder del PP en la Eurocámara, al inicio del debate.
La obsesión y prioridad de la Comisión Europea es que España ponga fin al bloqueo para la renovación del Consejo General del Poder Judicial, una situación prolongada ya desde hace 1.510 días y de la que se responsabilizan mutuamente PP y PSOE. Esta es la mayor mancha en los últimos informes del Ejecutivo comunitario sobre la radiografía del Estado de Derecho en los Veintisiete.
Lo que preocupa a Bruselas El de este año llegará durante la Presidencia española. El tema amenaza con convertirse en una de las grandes chinas del zapato para los de Sánchez en esta andadura con la batuta europea. En las filas de Von der Leyen también preocupa el apremio, rapidez y laxas consultas con las que el Ejecutivo español está acometiendo reformas de tanto peso.
Otra de las arterias nacionales que ha intentado europeizar la oposición española es la reciente reforma del Código Penal, que elimina el delito de sedición y rebaja el de malversación. La lucha contra la corrupción a altos niveles en España es otro los aspectos que preocupan en Bruselas. La Comisión Europea ha señalado que el aspecto de la sedición es competencia única de los Estados miembros, pero sí va a revisar si la reforma de malversación puede poner en riesgo "los intereses financieros de la UE". Unas medidas que han sido muy cuestionadas entre el PP y Ciudadanos en Bruselas.
Energía y derechos fundamentales
Desde antes del estallido de la guerra –que ha puesto patas arriba las alianzas, el mercado y las infraestructuras energéticas de la UE–, España se ha situado a la vanguardia de las iniciativas y de las medidas adaptadas para frenar los precios récord de la luz y adaptar el obsoleto sistema a las realidades de la nueva era. Es un hecho que la crisis energética ha fortalecido la figura y la imagen del Gobierno de Pedro Sánchez en el seno europeo.
Ideas como la excepción ibérica, el impuesto a las eléctricas, el tope al precio del gas o la reforma profunda del mercado energético de la UE tienen sello español y eran impensables hace un año.
En este apartado, el PP también ha tocado hueso. El propio Feijóo viajó a Bruselas cuestionando muchas de estas medidas, aun cuando eran bien recibidas, acogidas e impulsadas por la propia Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea y también de la familia popular.
"El debate ha sido motivado por las ambiciones electorales de un partido sedicioso que lleva cuatro años violando la Constitución y difundiendo la idea de que el Gobierno español es ilegítimo solo por el hecho de que no están en el poder. A pesar del PP, estamos a la vanguardia de Europa en la protección de derechos fundamentales", aseguró María Eugenia Rodríguez Palop, eurodiputada de Unidas Podemos.
España tiene la factura de la luz más baja de Europa. También la menor inflación de la Eurozona. Y ha puesto en marcha legislaciones como el ingreso mínimo vital o la ley de memoria histórica.
El camino hacia la Presidencia Con estos debates monográficos y politizados, la gran perdedora es la imagen de España en Bruselas. Los eurodiputados de Hungría y Polonia aprovecharon para equiparar el marco jurídico español a los suyos, cada vez más debilitados por el órdago contra la separación de poderes llevado a cabo por los gobiernos ultraderechistas liderados por el PiS polaco y el Fidesz húngaro.
Ambos países están bajo el Artículo 7 de los tratados, el instrumento concebido para proteger los derechos y valores europeos fundamentales. Y una herramienta que no amenaza con activarse contra España.
El 2023 será un año muy intenso, y en consecuencia tenso, en España. Las elecciones municipales de mayo serán el gran termómetro de los cruciales comicios generales de diciembre. En el ecuador del año, el 1 de julio, el país asumirá las riendas de la Presidencia del Consejo de la UE. El impacto de los intereses electoralistas a ambos lados, el bloqueo del CGPJ o la campaña de desprestigio de la oposición al Gobierno de Sánchez se perfilan como los tres grandes lastres que amenazan con empañar la quinta Presidencia española de la UE.
2022 fue el año en que la ultraderecha entró a gobernar. Lo hizo en Castilla y León de la mano del Partido Popular. Unos meses después, a los populares les ha estallado el primer gran escándalo provocado por su socio, y nada menos que con el aborto. Mucho se ha hablado y se seguirá debatiendo sobre las relaciones de la derecha con la ultraderecha; denostadas en buena parte de Europa, pero vistas como algo inevitable, a la luz de los acontecimientos, en España. Más allá de elementos de estrategia electoral, y ahora que ya tenemos una experiencia reciente, una pregunta se impone: ¿qué pasa cuando la ultraderecha gobierna? En España, ¿qué pasa cuando Vox gobierna? ¿Y cuando no gobierna pero tiene capacidad para influir en las decisiones de gobierno?
Una parte de los analistas más agudos de la realidad insisten en subrayar que cuando la ultraderecha gobierna no puede llevar a cabo buena parte de su programa porque las instituciones democráticas tienen resortes sólidos que le impiden hacerlo. Los marcos jurídicos, económicos y políticos dificultan en buena medida esa posibilidad, y de ahí que se concluya que la democracia es más sólida de lo que se cree y que resiste bien los envites de la ultraderecha. En efecto, desde un punto de vista de análisis institucional, así es.
Sin embargo, si se acerca un poco la lupa, emerge otra realidad. En primer lugar, como ha pasado con el caso del aborto en Castilla y León, aunque finalmente quede en nada, Vox ha conseguido cuestionar un consenso ampliamente aceptado en nuestra sociedad: el derecho de las mujeres a decidir libremente, sin coacciones ni tutelas, sobre su embarazo. Así lo asume el 70% de la ciudadanía según esta encuesta de Ipsos, incluyendo al 60% de los votantes del PP. Vienen a la memoria inmediatamente los intentos de Gallardón de reformar la ley vigente y cómo le costó el puesto de ministro. En efecto, aunque el Partido Popular en su interior alberga posiciones que van desde la legalización plena del aborto hasta todo lo contrario, sabe que es un tema sensible que la sociedad española tiene superado. Sin embargo, Vox lo lleva al debate público quebrando consensos ya instalados, cuyo retroceso intenta, inspirado tanto por el catolicismo integrista como por el ejemplo trumpista. Intenta así diferenciarse y presionar a su socio de gobierno para hacerse fuerte en el electorado más a la derecha. Se lleva por delante nada menos que un amplio acuerdo social sobre los derechos de las mujeres. No es la primera vez que la ultraderecha apunta a este objetivo, como muestra esta investigación sobre cómo afectan las políticas de la ultraderecha a los derechos de las mujeres en Italia, o esta otra en Polonia. En otros casos, la ultraderecha no gobierna pero sus votos son necesarios en los ejecutivos municipales donde gobierna el PP, condicionando fuertemente sus políticas. Un ejemplo de entre las decenas que hay en España: en el Ayuntamiento de Zaragoza, donde gobierna en minoría la coalición PP-Ciudadanos con el apoyo de Vox, para lograr aprobar presupuestos la partida de cooperación al desarrollo se ha reducido, por exigencia de este último partido, un 50% a lo largo de este mandato. No escandaliza tanto ni genera tanto debate público, pero supone un retroceso de las políticas de solidaridad internacional ya asentadas durante décadas en los grandes municipios. Por supuesto, también en este Ayuntamiento, como en otros, se han puesto en marcha oficinas dedicadas a “informar” a las mujeres de los problemas que puede acarrear el aborto —se les dice que "el aborto provoca riesgos físicos, problemas de pareja, sentimientos de culpa, tristeza, depresión' y que el feto "lucha contra los instrumentos quirúrgicos durante el aborto”, según se puede leer en la web de quienes gestionarán dicha oficina—, y servicios contra la “violencia intrafamiliar”, buscando ocultar así, una vez más, la violencia machista. Otro aspecto de análisis, más sutil si se quiere, se refiere a los efectos que la presencia de la extrema derecha en los órganos de poder tiene en el conjunto de la sociedad Aunque queda mucha investigación por desarrollar, existen ya trabajos como este del profesor de la universidad de Milán Alessio Romari que muestran cómo en los municipios italianos gobernados por la ultraderecha aumenta la probabilidad de delitos de odio contra los inmigrantes. La aparición de Vox en las instituciones tiene también efectos en la tan debatida polarización. En un libro de reciente aparición, De votantes a hooligans (Catarata), el profesor Mariano Torcal concluye, tras un exhaustivo análisis, que “... admitiendo que la llegada de Vox y de sus votantes más polarizados no son los únicos responsables del aumento de la polarización afectiva, lo cierto es que sus efectos sobre el apoyo a la democracia liberal no son iguales. Las partidarias y los partidarios de Vox, e incluso algunos de los del PP, se caracterizan por mostrar unos niveles de tolerancia política y social mucho más bajos y un apoyo explícito a las decisiones encaminadas a concentrar el poder en unas pocas manos que no siempre emanan de la voluntad popular, mostrando predisposición clara a apoyar las medidas que favorecen políticas iliberales y el deterioro democrático en favor de sus intereses”. Más allá, por tanto, de la solidez de las instituciones democráticas, que son capaces de resistir asaltos al Capitolio estadounidense o al Congreso de Brasil, conviene profundizar en los efectos que tiene la ultraderecha cuando entra a gobernar: cuestiona consensos básicos y valores propios de sociedades democráticas que ponen en peligro la convivencia, en especial en lo que se refiere a derechos de las mujeres, de las personas LGTBI+ o de los migrantes, e incrementa la tensión social y los delitos de odio. Ahora bien, como pasó en Alemania en el 33, esa extrema derecha no entra sola ni por mayorías obtenidas en las urnas. Alguien le tiende la mano y le abre la puerta.
El “baño de realidad” de los primeros 100 días de Meloni, entre marchas atrás, continuismo y fricciones con los aliados
En su primer discurso como primera ministra de Italia en la Cámara de los diputados, Giorgia Meloni se definió a sí misma con el término inglés de underdog, el que no la tiene todas consigo y, para afirmarse, tiene que dar la vuelta a las previsiones. “Quiero seguir haciéndolo”, añadió. Desde entonces, han pasado los primeros 100 días de su Gobierno, el primero liderado en Italia por una mujer, un tanto que se apuntó un partido de ultraderecha tras ganar las elecciones del 25 de septiembre y formar un ejecutivo que goza de una amplia mayoría en el Parlamento. Meloni en estos tres primeros meses le ha dado la vuelta a las previsiones en el continuismo que ha caracterizado hasta ahora su Gobierno en política económica —con una ley de presupuestos que, con pocas excepciones, se ha quedado en la senda marcada por su predecesor, Mario Draghi— y por las repentinas marchas atrás en decisiones ya tomadas o anunciadas.
Una de esas marchas atrás tiene que ver con el aumento del coste de la energía y del precio de los carburantes, tema prioritario para los electores en la campaña electoral. El nuevo Gobierno decidió no prorrogar el recorte de los impuestos especiales al carburante, aprobado hasta el 31 diciembre por su antecesor, Mario Draghi, para paliar la subida de los precios.
En lugar de eso, se aprobó un decreto que obliga a las gasolineras a exponer el precio medio diario junto al precio al que se está vendiendo el combustible en cada estación, descargando la responsabilidad de los aumentos en la “especulación” de los distribuidores. Y es así como la vieja batalla por las accise, estos impuestos especiales que en algunos casos tienen más de 50 años, ha derivado en la primera gran huelga a la que se enfrenta el Gobierno de Meloni, con el parón de 48 horas decretado por las organizaciones de los gasolineros para este miércoles y jueves. “Nunca prometí en campaña electoral que recortaría las accise”, ha argumentado Meloni en los últimos días, olvidando que el recorte sí estaba en el programa de su partido, Hermanos de Italia, y que ella misma había dicho que era algo que se podía hacer “ya”.
Primer tropiezo en los sondeos
“Nadie puede ignorar que el contexto ha cambiado”, repite la primera ministra. Y esto vale para la energía, para la ley de presupuestos o para las alianzas en Europa... El anuncio de la primera huelga coincide con la primera bajada de apoyos en el promedio de sondeos publicados hace unos días por Youtrend para la agencia AGI. Hermanos de Italia se queda por primera vez por debajo del 30%, un porcentaje que sigue siendo mucho mayor del resultado que obtuvo en las elecciones, el 26%, situándose como primera fuerza en el Parlamento, con un margen respecto a los otros partidos que sigue siendo muy amplio en las encuestas. “Es prematuro decir que la luna de miel con los electores se ha acabado, pero es un primer tropiezo en la opinión pública y el Gobierno, la primera dificultad desde el punto de vista de la comunicación y del consenso”, comenta Lorenzo Pregliasco, experto de comunicación política y fundador de la web de análisis electoral YouTrend. “Sabemos que el resto del centroderecha estaba en el anterior Gobierno, mientras que Meloni construyó su identidad en el estar en la oposición, con un papel de crítica y polémica, así que en cierto modo es fisiológico que cuando llegue al Gobierno tenga que enfrentarse a una situación menos manejable de lo que quisiera y con más vínculos”, añade.
De las 'raves' a los pagos en efectivo
Los vínculos son los que han hecho que, finalmente, la ley de presupuestos fuera cauta y continuista. Un alivio para Bruselas, que temía nuevos desfases en un país que arrastra una deuda pública entre las más altas del continente. Así que, fijadas las grandes líneas macroeconómicas, la huella más ideológica se centró en medidas como el aumento del techo máximo para los pagos en efectivo, que el Gobierno ha subido hasta los 5.000 euros (la intención del anterior ejecutivo era bajarlo hasta los 1.000 euros para estrechar el control contra la evasión fiscal) y la posibilidad para los comerciantes de rechazar pagos con tarjeta por debajo de un cierto límite, que se fijó en 60 euros. Una medida sobre la que el Gobierno tuvo que recular ante la oposición de la Comisión Europea. Otra marcha atrás llegó tras la aprobación de un decreto pensado, en las declaraciones del ministro del Interior, para frenar el fenómeno de las “raves”. Una medida no justificada por ninguna urgencia, más allá de un evento multitudinario que se acababa de celebrar en la ciudad de Módena. La primera versión del decreto, finalmente enmendada, contenía una definición tan genérica que las sanciones previstas (incluidas penas de cárcel de hasta seis años) podían aplicarse a reuniones de más de 50 personas.
Inmigración, de la retórica del 'bloqueo naval' a la 'solución europea'
Donde el “Gobierno de orden” también llegó pisando fuerte fue en el tema de la inmigración, el gran caballo de batalla de la ultraderecha que alimentaba en campaña electoral la rivalidad entre Meloni y su socio de la Liga, Matteo Salvini. La líder de Hermanos de Italia defendió en campaña la idea, irrealizable porque es contraria a las leyes internacionales, de un “bloqueo naval” en el Mediterráneo central para frenar las llegadas desde el Norte de África. Y en las primeras semanas se amagó con volver a la política de puertos cerrados para los barcos de las ONG, abriendo un pulso diplomático con Francia sobre el que tuvo que recular para buscar una colaboración con París y Bruselas para llegar a la antaño despreciada “solución europea”. Lo que sí ha hecho el Gobierno es aprobar un nuevo “código de conducta” para las ONG que rescatan a inmigrantes en el Mediterráneo, poniendo varias trabas que dificultan y comprometen su labor.
El “descubrimiento” de Europa y el abrazo del PPE
Si en algo es más estridente el giro de Meloni, el cambio de líder de la oposición con un partido minoritario a presidir el Gobierno como socio de mayoría de la coalición, es la relación con Europa. Ahora pocos recuerdan aquel “la fiesta se ha acabado” —la pacchia è finita— que pronunció en campaña electoral la entonces candidata que había llenado la hemeroteca de declaraciones desafiantes y euroescépticas, propias del grupo que preside, el de los Conservadores europeos, en el que Hermanos de Italia comparte filas con Vox, los polacos de Ley y Justicia o los ultra con raíces nazis Demócratas Suecos. En estos primeros meses, Meloni se ha dedicado a cultivar la relación con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y sus buenos lazos con la presidenta de la Eurocámara Roberta Metsola. Y la primera visita internacional fue a Bruselas apenas diez días después de tomar posesión. Von der Leyen devolvió la visita cuando en diciembre viajó a Roma para la presentación del libro que reúne los discursos del expresidente del Parlamento europeo, David Sassoli, que murió hace un año. En la reunió se volvió a hablar de inmigración y de las modificaciones que el Gobierno italiano quiere aportar al Plan nacional de resiliencia y recuperación, como se le ha llamado en el Italia al programa presentado para recibir los fondos europeos postpandemia. “Meloni ha aprendido que contra Europa no puede ganar, así que da unos pasos hacia adelante, sin desmentirse del todo y manteniendo sus orígenes que son más cercanas a Orbán o a Vox. No rompe estas relaciones, pero no se aleja del centro del debate que está donde está Von der Leyen”, comenta Gianfranco Pasquino, profesor emérito de Ciencia Política de la Universidad de Bolonia. La sintonía con dos de los tres altos cargos de la UE se conjuga con el apoyo que la coalición de derechas recibió de la mano del presidente de los Populares europeos, Manfred Weber, cuando, durante la campaña electoral de septiembre, viajó a Roma para apoyar a Forza Italia pero acabó bendiciendo de facto el futuro Gobierno liderado por la ultraderecha. Y a estos pasos se mira ahora con la vista puesta en las elecciones europeas de 2024, donde, dependiendo del reparto de fuerzas, los populares podrían estar tentado de abrazar una alianza con uno de los grupos más euroescéptico de la Eurocámara. “Esto me preocupa especialmente, porque temo que puedan obtener una mayoría entre populares y conservadores con un desplazamiento más a la derecha de los populares en detrimento de una visión de Europa políticamente más unida y más eficaz. Si llegan a gobernar con los conservadores habrá problemas para Europa y los distintos países también”, dice Pasquino.
Las fricciones con los aliados
Este giro en la política internacional desdibuja también el papel de garante del “atlantismo y el europeísmo” del nuevo Ejecutivo que se había atribuido Forza Italia. Tanto el partido de Silvio Berlusconi como la Liga, donde Salvini se enfrenta también a divisiones internas, han tratado en estos meses de no quedar totalmente en un segundo plano. En las filas de Berlusconi la centralización de las decisiones importantes por parte de Meloni se vive con malestar, mientras que Salvini ve cómo su liderazgo podría quedar en entredicho si, como auguran los sondeos, Hermanos de Italia obtiene el doble de votos de la Liga en uno de sus bastiones tradicionales, la Lombardía, donde se votará para el Gobierno regional —como en otra región clave, el Lacio— el próximo 12 de febrero. “Berlusconi está en el Gobierno gracias a Giorgia Meloni, de otra manera estaría ya acabado. Salvini también está en el Gobierno gracias a Meloni. Están obligados a estar con Meloni porque es su tabla de salvación”, añade Pasquino.
“Una versión autoritaria sobre los derechos”
El análisis del profesor emérito concuerda con la opinión de muchos analistas tras estos primeros meses de la 'era Meloni': el Gobierno durará. Otra de sus grandes bazas es la fragmentación de la oposición. “De hecho, hay tres oposiciones [el Movimiento 5 Estrellas (M5S), el Partido Democrático y los centristas] en este momento en el Parlamento, con el Partido Democrático que está a su vez dividido y ocupado con el Congreso que se celebrará en un mes. La dificultad de la oposición es evidente y es evidente también la voluntad de los centristas de Tercer Polo y del M5S de hacerle la pinza al PD y vaciarlo”, comenta el analista Pregliasco. Ante la relativa estabilidad de la que podrá beneficiarse el Gobierno de Meloni, Pasquino pone en guardia sobre los riesgos que quedan en el terreno de los derechos civiles y sociales. En el Parlamento desde el comienzo de esta legislatura hay ya cuatro propuestas de ley para modificar el código civil que apuntan al reconocimiento de la capacidad jurídica del nasciturus. “Sobre los derechos hay una versión autoritaria no solo de Meloni sino también de Salvini y Berlusconi que no me gusta para nada. Y son batallas que la izquierda tiene que dar. Temo menos los riesgos democráticos, porque ni los italianos ni Europa permitirían desviaciones antidemocráticas”, advierte Pasquino.
Dinero, celos y aborto: la encarnizada batalla de los medios de ultraderecha que agita a PP y a Vox
Es una pelea con tintes navajeros de políticos y comunicadores a través de las televisiones y radios más afines a la extrema derecha. Los medios ultras protagonizan durante las últimas semanas una encarnizada batalla con insultos y graves descalificaciones que algunos de ellos se venían cruzando desde hace años, pero que ha llegado mucho más lejos y ahora salpica a sus partidos de referencia: PP y Vox.
Federico Jiménez Losantos utiliza su programa de esRadio para llamar “meapilas”, “escoria” o “basura” a los responsables de 7NN, una nueva televisión vinculada a la fundación Francisco Franco y a Hazte Oír. OK Diario, el periódico de Eduardo Inda, tilda a Javier Negre de “mentiroso”, “manipulador” u “homófobo”. Y, para cerrar el círculo de la violencia verbal y las descalificaciones, Negre trata de vincular a Losantos con la izquierda y le reprocha haber iniciado la escalada de acusaciones en busca de subvenciones del PP. Losantos, entretanto, ataca estas semanas a Vox mientras recuerda que es votante suyo y que fue su medio en solitario el que defendió el proyecto de Santiago Abascal nada más nacer. En medio de un ingente lodazal que entremezcla acusaciones políticas y hasta personales, Negre y 7NN cargan, además, contra la supuesta tibieza del PP de Feijóo con el Gobierno.
Este escenario de choque total entre comunicadores y agitadores sociales que hasta hace nada se retroalimentaban se ha recrudecido justo cuando PP y Vox afrontan un ciclo electoral clave, que comienza a finales de mayo con las municipales y autonómicas y que derivará a final de año en las generales. Serán doce meses de dura pugna por electorado de la derecha más radical. Los partidos de Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal que, pese a la disputa, siguen gobernando en coalición o con acuerdos en ayuntamientos y comunidades –y se preparan también para gobernar juntos el país si la suma se lo permite tras las generales de diciembre– pelean por millones de votos que hasta 2018 lograban aglutinar los populares, pero que cuando surgió el partido de extrema derecha se marcharon a Vox. Esos votantes que se debaten entre apoyar al PP o a la ultraderecha escuchan las arengas de Jiménez Losantos en esRadio, leen OkDiario y desde hace meses tiene a su disposición nuevos canales con un tono todavía más grave: EDA TV, de Javier Negre, El Toro TV –lo que antes era Intereconomía– y la recientemente creada 7NN, vinculada a la Fundación Francisco Franco y a la ultracatólica Hazte Oír. Igual que los partidos pugnan por las urnas, todos estos medios mantienen su propia batalla para intentar atraer a los ciudadanos de derechas más radicalizados, pero también por hacerse con las generosas partidas de subvenciones y publicidad institucional de las administraciones controladas por las formaciones conservadoras. En esa tarta quien manda es Isabel Díaz Ayuso, que maneja un presupuesto anual de 20.000 millones de euros al frente la Comunidad de Madrid –este ejercicio serían 2.000 más si Vox le hubiera apoyado las cuentas en la Asamblea–, de los que manan muchas campañas y ayudas a los medios más afines. Aunque los exabruptos entre todos esos comentaristas y empresarios –y entre estos y PP y Vox– son una constante prácticamente desde hace cuatro años, el enfrentamiento se agudizó hace apenas dos semanas y coincidió con la batalla interna que vivieron PP y Vox en el gobierno de Castilla y León que gestionan en coalición. La crisis se produjo a partir del pasado día 12 por el anuncio de un protocolo antiabortista por parte del vicepresidente regional, Juan García-Gallardo, de la extrema derecha, que según él iba a obligar a los médicos de la sanidad pública a ofrecer a las mujeres que quisieran interrumpir sus embarazos a que escucharan el latido de los fetos y a realizarles ecografías en 4D con el único fin de persuadirles para que no abortaran.
García-Gallardo, un “mendrugo” y un “majaderín”
Pese a que García-Gallardo anunció ese protocolo en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno de la Junta y junto al portavoz del Ejecutivo, del PP, que no le contradijo, el presidente autonómico, el también popular Alfonso Fernández Mañueco, tras numerosas contradicciones, terminó asegurando que ese protocolo no existía. Y aunque su vicepresidente lo anunció en la rueda de prensa oficial de su propio gobierno, Mañueco llegó a afirmar que el protocolo se lo había “inventado” la izquierda para dañar a su equipo. El 17 de enero, cinco días después del anuncio de Vox en Castilla y León, esta fue la reflexión que dedicó Federico Jiménez Losantos a la mencionada polémica sobre el aborto y, en concreto, a García-Gallardo, que había sido entrevistado el día anterior en El Programa de AR, en Telecinco: “Ayer tuve la paciencia de ver la entrevista, mejor dicho, la agresión de este mendrugo que puso Vox en Castilla y León porque era lo que tenía (..). Parecían los primeros momentos de Vox, cuando creían que podían mandar sobre los medios y nos montaban unos pollos morrocotudos a los que antes de que naciera esta gentuza ya estábamos jugándonos el puesto de trabajo y más cosas metiéndonos con la ETA, con el PSOE, con los comunistas, etc. Y viene ahora un joven majaderín, que en su puñetera vida ha hecho nada, más que ser pasante de algún bufete de provincias y se pone chulo como dándote clases”. “O piensas como nosotros sobre el aborto o eres un asesino”, añadió Losantos, aludiendo a Vox. “Bueno, asesina será tu madre”, remachó. “Es que no lo entienden. Vivimos en una sociedad plural. Los protocolos de los que tanto presume [anunciados por García-Gallardo supuestamente para impedir abortos] están en la Comunidad de Madrid hace años para las mujeres que quieren tener niños. La que no quiere tener niños no los va a tener porque le des ni el latido ni tal (...) ¿Este qué se ha creído, que es ministro de Franco? Si tú no sabes [añadió, dirigiéndose al vicepresidente castellano y leonés]. Ni eres mujer, ni tienes hijos, ni tienes una familia. No tienes nada, más que vanidad y presunción. Y te crees la mamá de Tarzán porque sales en la tele. Sales en la tele perjudicando a tu partido, a la derecha y favoreciendo a Sánchez. Métete esto en el escaso lugar que tengas en el cerebro. Bueno, cerebro no que eso está deshabitado”. Solo unos días más tarde, Losantos añadió, sobre García-Gallardo: “Es tonto pero de ventanas a la calle. El feto tendrá latido, pero que haya vida activa en el cerebro del vicepresidente de Castilla y León admite dudas”.
La discusión con Monasterio
El 18 de enero Losantos entrevistó en su programa a la portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, Rocío Monasterio, lo que se convirtió en una durísima discusión con acusaciones cruzadas. El presentador, que una y otra vez reprochó a la dirigente de Vox que no apoyara los Presupuestos de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid y, por tanto, de votar “con los comunistas”, también le preguntó qué hace la extrema derecha “presumiendo de protocolos que ya están en la Comunidad de Madrid desde hace años”. Ella le contestó que Vox solo ha defendido “que se tiene que ofrecer información a la mujer”. “No necesitamos la protección de los politicuchos, de El País, ni de la Ser ni de todos los tertulianos que nos tratan como a tontas”, insistió Monasterio, que ve en los medios del grupo Prisa y su influencia en el PP la causa de toda esta polémica. “Somos capaces de decir sí o no. ¿Qué problema hay en ofrecer a todas las mujeres embarazadas una ecografía 4D? ¿Por qué tenemos miedo a informar a las mujeres?”, se preguntó ella. Una de las ocasiones en las que Monasterio reiteraba este mensaje, Losantos le respondía: “Pero si ya lo has oído [el latido del feto]. Te lo puedes poner de politono en el móvil, si te hace ilusión”. En otro momento, Losantos se preguntó por qué en Vox creen que son “los únicos” que saben “lo que es la vida”: “¿Por qué creéis algunos que sois los únicos que sabéis lo que es la vida, los únicos que la defendéis, y que los demás tenemos que acatar sumisamente, con afecto, simpatía y devoción la idea que vosotros tenéis de la vida? ¿Por qué?” .“¿Dónde está el protocolo? ¿Dónde está el protocolo? ¿Dónde está el protocolo?”, interrumpió Losantos a Monasterio varias veces seguidas, con impaciencia. “No puede ser que medios de izquierdas y medios de no izquierdas se sumen a las tesis de la Ser y ataquen a Vox”, le respondió ella, acusando así a la propia esRadio en la que hablaba de hacer continuismo de la izquierda y provocando un enfado monumental en Losantos. La entrevista agudizó la lucha entre el grupo empresarial del locutor, que engloba también a Libertad Digital, y otras empresas de la comunicación que apoyan a la extrema derecha, así como entre Losantos y Vox. Precisamente un trabajador de EDA TV, la televisión por internet de Javier Negre, enfrentada con Losantos, preguntó el pasado día 20 al portavoz de la extrema derecha en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, acerca de la entrevista a Monasterio y por las palabras que dedicó el locutor a García-Gallardo. “Yo creo que hay muchos medios que tienen miedo de que su financiación esté en entredicho, hay un sprint para atacar a Vox”, apuntó él. A lo que Espinosa de los Monteros quiso referirse es que el grupo de Jiménez Losantos ha sido desde su nacimiento uno de los grandes beneficiados de la publicidad institucional por parte de gobiernos del PP, tal y como publicó en su día elDiario.es. La insistencia del locutor por el hecho de que Vox tumbara los Presupuestos de Ayuso ha sido interpretado por la extrema derecha denunciando que el propio Losantos tenía intereses en que salieran adelante esas cuentas por lo que su empresa recibe en subvenciones por parte de la Comunidad de Madrid. La idea fue azuzada por Espinosa de los Monteros, pero también por Javier Negre o 7NN. El Ejecutivo de Mariano Rajoy ya había mimado a la empresa que engloba a esRadio y Libertad Digital: fue la segunda que más publicidad recibió de la Moncloa aunque el locutor dedicase durísimas diatribas al expresidente del PP, al que llegó a llamar “maricomplejines”. Pese a esas reprimendas radiofónicas, la relación de Losantos y el PP siempre ha sido estrecha. Por ejemplo, tras el lanzamiento de una ampliación de capital en 2004 para intentar conseguir 5,34 millones de euros, el locutor se reunió con Ángel Acebes, entonces secretario general del PP, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre Ambos políticos le dieron su apoyo, pero la exlideresa popular argumentó que sería más eficaz si la petición de respaldo salía del PP en Génova, y no del Gobierno de Madrid. Acebes se ocupó de la tarea y gracias a la ayuda del partido solventaron esa operación. Entre los accionistas del grupo de Losantos está, además, la diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo. Esta vinculación y el ansia por lograr nuevas campañas de la Comunidad de Madrid explican, según han aireado los portavoces de Vox, los duros reproches que lanzó Losantos contra Monasterio y que, según esta tesis, no iban tanto por su plan contra el aborto en Castilla y León sino por no apoyar unos presupuestos de Ayuso que iban a incrementar el gasto en pleno año electoral por más de 2.000 millones. Las insinuaciones al respecto lanzadas por Espinosa de los Monteros hicieron estallar al presentador de esRadio. “Aquí no hay ninguna financiación en entredicho. Nosotros nos financiamos de modo transparente y todos los años presentamos las cuentas ante nuestros socios. O hay una rectificación inmediata o Espinosa de los Monteros tendrá que sentarse en el banquillo”, advirtió. Para Losantos, “la existencia” de Vox “se debe en buena parte” a esRadio, la emisora que dirige. “Hemos dado más oportunidades a Vox que a ninguna empresa mediática en España”, añadió, en un editorial de hace una semana. “Financiación en entredicho la tuya, Espinosa de los Monteros, que estás condenado”, le dijo, haciendo alusión a la decisión de un juzgado de embargar el sueldo de diputado del dirigente de Vox por no pagar a las empresas que se encargaron de reformar una de sus viviendas, tal y como adelantó elDiario.es. “Porque yo tengo una empresa, tú serás el primogénito de un marqués, pero yo soy hijo de zapatero y me considero muy superior a ti. Es más, lo soy, porque yo no he tenido nada para empezar y he llegado más lejos que tú. Yo me he jugado la vida cuando tú no sabías ni lo que era la vida, cuando eras un mamoncete con la cuchara de plata”, le espetó.
Negre, el Yunque y Putin
En otro de sus editoriales, Losantos vinculó a Vox con el Yunque, una secta ultracatólica con ramificaciones en España y Latinoamérica y con presencia en distintos medios de comunicación de ultraderecha. “¿Dónde está la polémica del aborto?”, se preguntó el locutor en uno de sus programas. “Pregunto porque veo mucho meapilas y mucha escoria. Un sector siniestro de Vox los tiene literalmente a sueldo. Son los del Yunque, que están en la cadena esa de los siete enanitos, 7NN. El Yunque, sociedad secreta delictiva y delictuosa condenada por la Iglesia”, dijo. “Toda esta pandilla basura del Yunque, todos esos malhechores, son una sociedad secreta que recibe dinero de Putin y del extranjero. Siendo unos mindundis que no han pintado nunca nada en los medios, anuncian, en plena crisis, 40 emisoras de TDT en toda España. ¿De dónde sale el dinero, Luis Losada [que fue directivo de Intereconomía y que ahora está en 7NN], de dónde? Porque vosotros no facturáis nada, no sois una empresa como es debido. Tú eres del Yunque. El otro día sacaron a una nenita haciéndose la tonta: 'Ay, Federico, no digas que somos del Yunque que qué va a pensar mi madre'. Pues tu mamá va a pensar que eres tonta por trabajar para el Yunque, salvo que seas del Yunque”, añadió. Losantos también cargó contra EDA Tv y su responsable, Javier Negre, al que consideró “un siervo” de Espinosa de los Monteros. “¿Pero tú crees que un partido de cuatro millones de votantes puede actuar como una secta con el Negre y el Toro? ¿Es eso una política de comunicación? Las nuestras son empresas saneadas, no como esos chiringuitos ultraevangélicos donde os refugiáis, que ni pagan ni indemnizan. Son cubiles de meapilas que empiezan por engañar a los cristianos y acaban por no pagar a los trabajadores. Esos van cerrando y cambiando de nombre para mantener la misma estafa. Pero, claro, algunos se creen que al nacer ya tienen derecho a servidumbre. Pues dale una moneda al siervo del Negre y un trozo de pan”, le espetó el locutor al portavoz de Vox. Negre le respondió con la misma tesis que Espinosa de los Monteros: “Cuando Federico Jiménez Losantos atiza a un líder del PP o Vox, siempre hay cuestiones económicas detrás, como cuando se mete con empresas privadas porque no se quieren anunciar en su radio (...) Federico va contra nosotros, no se entiende, solo se explica desde el nerviosismo de ver cómo estamos creciendo”. La guerra en la extrema derecha prosigue y, vista la actitud de sus protagonistas, amenaza con recrudecerse en los próximos meses coincidiendo con las elecciones, donde se van a mezclar el dinero que puedan recibir estos medios de las administraciones públicas y los celos de los responsables de estas radios, diarios y teles por el trato preferente tanto de PP y Vox. Javier Lorente, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Rey Juan Carlos, tiene claras las razones: “Es periodo preelectoral y hay un toque de corneta por parte de los financiadores hacia sus medios afines”.
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