Cada vez entiendo menos a la Justicia, quizás porque nos la representan con los ojos tapados, cuando igual hubiese sido mejor retratarla tapadas las narices. Hay cosas que huelen muy mal, ya sea en Dinamarca y en el más pequeño rincón del mundo, con respeto a lo que se llama justicia.
Unas veces por sobrepasarse, según mi idea, y otras por no llegar.
El caso que comento es que la Audiencia Española ha condenado por un delito contra la Corona a un tal Albert Baiges, al escribir sobre el rey Felipe VI en un tuit y decir que es “un hijo de puta” y pedir que le cortasen el cuello. La multa impuesta es de 720 euros, cosa ridícula para mí. Eso no es libertad de expresión. Del rey actual se puede decir que es innecesario, que su puesto mejor estaría en manos republicanas, o de su padre que no fue designado para comisionista, tener negocios sucios, recrearse con cortesanas de lujo y bien pagadas por sus servicios sexuales… pero de esto al insulto o pedir sea ajusticiado cortándole el cuello, hay una enorme diferencia.
No soy monárquico, pues creo que las monarquías hoy en día son obsoletas, y que es necesario para España restablecer una República, por supuesto democrática, y que ningún cargo político ha de ser hereditario, sino refrendado por el pueblo en democracia y cada cierto tiempo, con todos los inconvenientes que a veces hay en ella. Pero de ahí a esos graves insultos por el primer cantamañanas que se preste, hay mucho trecho, y ya no solo por la dignidad del Jefe del Estado, que también, y que queramos o no, nos guste o no (yo estoy en el no) es la representación oficial de todos, yni como persona pública ni privada, se le puede adjetivar de esa manera, insulto grave que se extiende a su madre, ni pedir que se le corte el cuello. Igual yo podría pedir que se le corte la lengua a este individuo, pero no lo haré.