Tema: Re: El negacionismo también mata Sáb Nov 02, 2024 8:34 pm
¿Dónde estaba el Estado?
Un trauma colectivo es muy difícil de superar. Y la devastación de estos días permanecerá en la memoria colectiva durante mucho tiempo. Imposible contener las lágrimas cuando escuchas a ciudadanos preguntarse dónde estaba el Estado durante tres días, por qué el sistema de emergencias no funcionó adecuadamente y no se avisó con la antelación debida cuando ya se tenían datos oficiales de la Agencia Estatal de Meteorología. Yo mismo tal vez estaría ahora escribiendo con otros sentimientos, si no hubiera sido por la muy acertada decisión del alcalde de Utiel que a las 7,17 del martes 29 de octubre decidió suspender las clases en su municipio, evitando con ello el desplazamiento de estudiantes, profesorado y personal de administración, entre ellos un familiar muy próximo. Justo es reconocer también la decisión de mi rectora en la Universitat de València, decretando la suspensión de las actividades en la tarde-noche del lunes 28, reduciendo así la movilidad de estudiantes y personal docente y de servicios, muchos procedentes del área metropolitana, y evitando así un número de desgracias que afortunadamente no han ocurrido. Pero cuando el duelo lo permita, será el tiempo de la reflexión y sería muy deseable que fuera el momento de revisar políticas e iniciar un nuevo tiempo para los acuerdos. Porque hace mucho tiempo que las cosas no van en la buena dirección en España. La conversación democrática ha llegado a tal nivel de degradación que no solo resulta imposible alcanzar acuerdos entre actores políticos, sino que los pocos espacios institucionales disponibles para ello han quedado invalidados. Ya no existen espacios de confianza para alcanzar acuerdos estratégicos. “Cuestión de Estado” o “interés general” se han convertido en significantes vacíos. La política se ha vuelto tóxica. Se hace política (mala política) hasta con los desastres colectivos. No hay espacio ni para “treguas humanitarias”. Algunos no han dado ni siquiera tiempo para las gentes que ahora quieren velar a los suyos o que quieren salir de la situación de desamparo. No es posible construir alianzas en positivo, solo en negativo y para destruir al adversario. Muchas veces he llegado a preguntarme si realmente determinados actores políticos están interesados realmente en procurar resolver problemas muy importantes para las mayorías sociales, para la gente corriente. Todos sabemos que existen problemas y desafíos colectivos muy importantes que no admiten reparto competencial entre administraciones. El más importante es el relacionado con los efectos del cambio climático. Un enorme desafío que solo se puede abordar desde la coordinación y cooperación entre las partes que son Estado. Esto es, entre la Administración general del Estado, las Comunidades Autónomas y los gobiernos locales. Porque esos son los pilares del Estado. Produce rubor escuchar a responsables políticos de muy alto nivel confundiendo todavía Estado con gobierno central. Ignorando que los gobiernos locales son Estado, o que el representante ordinario del Estado en cada Comunidad Autónoma es su presidente o presidenta (aunque ni ellos mismos lo demuestren a veces con sus comportamientos y formas de entender la política). Y todos deberíamos saber que, en Estados compuestos muy grandes y muy diversos como el nuestro, integrados por nacionalidades y regiones, los mecanismos de gobernanza son esenciales para garantizar la gobernabilidad. Que la buena gobernanza es mucho más que la ausencia de escándalos, mucho más que la gestión ordinaria y que gobernar contextos institucionales tan complejos requieren un alto nivel de sofisticación democrática, voluntad de tejer acuerdos y dar pleno sentido a los principios de coordinación y cooperación entre niveles de gobierno. Muchas veces he citado como referentes a John Rawls y su reivindicación de alcanzar “consensos entrecruzados” o “superpuestos” y a Albert Hirschman y su apelación a la necesidad de “posiciones maduras”. Eso es precisamente lo que necesitamos en España. Y entre esos desafíos hay uno que es existencial, en el sentido de que afecta literalmente a nuestra existencia como especie, y que sus efectos no solo alteran el funcionamiento de sistemas económicos y sociales, sino que puede afectar a la propia vida de las personas. Me refiero, claro está, a los efectos del cambio climático. Un enorme desafío que solo se puede abordar desde la coordinación y cooperación entre las partes que son Estado. Un desafío existencial sobre el que sabemos muchas cosas. Suficiente como para no perder más tiempo y cambiar de dirección. Porque gracias al trabajo de la comunidad científica, que sí ha cumplido con la misión que la sociedad le ha encomendado, ya sabemos: a) que no estamos haciendo lo suficiente para afrontar las consecuencias del cambio climático; b) que el cambio climático es un multiplicador de riesgos, algunos con dimensión catastrófica; c) que en la cuenca del Mediterráneo los procesos se extremarán y serán más recurrentes y d) que existe un amplio consenso sobre las medidas de mitigación y, más urgente, sobre las medidas de anticipación, mitigación y adaptación de los efectos. Las devastadoras consecuencias de la DANA en territorio valenciano podrían ser, deberían ser, el momento en el que los partidos políticos y las partes que son Estado se detuvieran a reflexionar y demostrar a la ciudadanía que están decididos a acordar y emprender una hoja de ruta distinta. Demostrando, con hechos concretos, que están decididos a abandonar el modelo de gobernanza incompleto y disfuncional en que se han instalado. Un modelo alimentado por estrategias de polarización, tan irresponsables como insostenibles, que ha entrado en una fase tóxica de involución disruptiva que impide y bloquea cualquier formulación de política pública que requiera la coordinación y cooperación de varias administraciones. Que expulsa de la agenda política la visión estratégica y los acuerdos a medio y largo plazo. Y para ocuparse de los efectos del cambio climático todo lo anterior es condición necesaria: cultura del pacto, visión estratégica, enfoques integrados y agendas para el medio y largo plazo. La política, los actores políticos, no pueden ser el problema. Ni siquiera parte del problema. Porque en democracia las soluciones deben partir de la política. Todavía es tiempo de enmendar errores y corregir inercias. De que la buena política recupere también plena autonomía. De que escuche más allá de grupos de interés. Demostrando de forma ejemplar que gobernar es mucho más que gestionar, en especial en España. Que son capaces de cooperar y coordinarse. Que conocen y se ocupan de la desesperanza de muchos conciudadanos. Que están dispuestos a ver las cosas de otra forma. Más allá de las responsabilidades políticas y, en su caso, penales, que se pudieran derivar de la incompetencia y falta de previsión de los efectos de la DANA. En nuestro caso, y solo a modo de ejemplo, dada su importante componente territorial, es el momento de revisar iniciativas anunciadas y de impulsar de forma coordinada una agenda, entiendo que urgente y que he reiterado en otros momentos: a) elaboración de planes de adaptación al cambio climático en la escala regional y local. Estos planes de adaptación deben incorporar medidas de ordenación territorial, de cambios en los sectores económicos, de movilidad sostenible, ciclo integral, gestión de riesgos, de educación ciudadana y de comunicación a la población; b) adaptar la planificación y gestión del agua, en su doble consideración, como recurso y como riesgo, así como elaboración de planes de gestión de sequía para escenarios de cambio climático a los escenarios de cambio climático; c) elaboración de programas de adaptación a corto y medio plazo para las actividades económicas más expuestas a los efectos del calentamiento climático (agricultura y turismo); d) la gestión de zonas costeras y los previsibles efectos de los temporales en el litoral debe ser abordado con enfoques estructurales y no tanto con medidas reparadoras; e) los protocolos de gestión de las emergencias, así como la cartografía disponible, deben ser revisados y actualizados ante la posibilidad de fenómenos extremos más frecuentes y en cualquier época del año; f) incorporar de una vez la visión metropolitana en la gestión territorial. Y finalmente, pero no en último lugar, la educación en cambio climático y en la gestión del riesgo y de la emergencia debe incorporarse a los currículos en todos los niveles: desde la enseñanza infantil y no universitaria hasta posgrado y máster.
Agenda que se compadece muy mal, entre otras muchas cosas, con anuncios e iniciativas de inminente entrada en vigor, de no mediar rectificación del gobierno regional, que van en dirección opuesta. Por ejemplo, y dejando aparte anuncios sobre gestión del agua o del litoral, los cambios anunciados de la Estrategia Territorial de la Comunitat Valenciana o las consecuencias que se derivan del Decreto-ley de simplificación administrativa de la Generalitat (ahora en tramitación en les Corts Valencianes), que supone un giro copernicano al escenario territorial y urbanístico actual. Dejando sin apenas alcance jurídico al PATIVEL o haciendo perder la condición de vinculante la ETCV, con repercusiones en la ordenación del litoral y a la hora de establecer límites al crecimiento en el planeamiento local. Es momento de reflexión. De hacer balance. De revisar políticas. De constatar que gobernar la complejidad aconseja coordinarse y cooperar. Que el cambio climático y sus efectos no admite reparto de competencias y no conoce competencias exclusivas. Que negar la evidencia científica tiene efectos irreversibles. Que la situación va a empeorar. Que no hay tiempo que perder. Que la emergencia climática obliga a pensar juntos como Estado. Porque los ciudadanos de los municipios afectados por la inundación no se peguntaban quién tenía las competencias sino ¿dónde estaba el Estado?
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Tema: Re: El negacionismo también mata Sáb Nov 02, 2024 11:19 pm
""Las devastadoras consecuencias de la DANA en territorio valenciano podrían ser, deberían ser, el momento en el que los partidos políticos y las partes que son Estado se detuvieran a reflexionar y demostrar a la ciudadanía que están decididos a acordar y emprender una hoja de ruta distinta."
Esperemos que sea así porque así debería de ser...aunque no pueda aliviar el dolor por las vidas perdidas, al menos podrán evitarse otras .
Gracias, marapez.
Laberinto
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Tema: Re: El negacionismo también mata Dom Nov 03, 2024 12:07 am
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marapez V.I.P.
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Tema: Re: El negacionismo también mata Jue Nov 07, 2024 12:57 pm
Los años de negacionismo climático le estallan al PP con la DANA
Años y años de discurso negacionista y retardista del cambio climático le han estallado al PP en la devastación causada por una DANA hija precisamente de la crisis del clima. Un periplo que abarca desde la burla sobre el “apocalipsis climático” de José María Aznar a la supresión de la Agencia Valenciana del Cambio Climático y los impuestos para recabar recursos con los que mitigar y adaptarse a la emergencia climática que este mismo año ha llevado a cabo el president de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón. Porque adheridas al discurso van seguidas medidas concretas de acción o inacción.
Un punto de inicio en esta postura de los dirigentes del Partido Popular sobre la crisis climática puede situarse cuando un Mariano Rajoy, escogido como sucesor de José María Aznar, habló del tema en 2007: “¿Cómo alguien puede decir lo que va a pasar en el mundo dentro de 300 años? No lo sé. Es un asunto al que hay que estar muy atentos”, decía. Y la frase que pronunció a continuación marcó la línea: “Tampoco lo podemos convertir en el primer problema mundial”. Lo cierto es que en ese mismo año 2007, el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) lanzó su informe de situación que decía –entre muchas conclusiones– que se esperaba “un mayor riesgo de defunciones y de lesiones por ahogamiento debido a las crecidas”. “La alteración de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, sumada al aumento del nivel del mar, tendrán previsiblemente efectos extremadamente adversos sobre los sistemas naturales y humanos”, destacaba el documento. “Existe una disidencia de la acción climática”, explica el profesor de la Universidad de Sevilla, Rogelio Fernández Reyes. “Por un lado, una reacción psicológica normal de rechazo a los grandes cambios que supone, pero también una negación organizada en torno a intereses mayormente económicos o planteamientos políticos ideológicos que generan confusión, desinforman y rechazan o ralentizan las medidas”. Según se han asentado el consenso científico y el reconocimiento social sobre la crisis climática, ese negacionismo “ha evolucionado hacia otras posiciones. Una de ellas es el retardismo, que admite los resultados científicos y la gravedad del reto climático, pero retrasa las medidas”, analiza el investigador. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha afirmado este martes al anunciar un paquete de ayudas a los damnificados por la DANA que “el cambio climático mata. Tenemos que adaptarnos a esa realidad”. Ilustra la evolución negacionista el expresidente del Gobierno, José María Aznar, cuando solo un año después de Mariano Rajoy, se zambulló en el denominado escepticismo climático a pesar de que en una recordada intervención en la fundación FAES aseguró: “No soy lo que algunos llaman un negacionista del cambio climático”. El caso es que, acto seguido, añadió: “No sé si hay un cambio climático en el que es –o no– determinante la acción del hombre. No lo sé porque no soy un científico experto en estos temas”. Después afeó que quisieran dedicarse recursos a la lucha contra el cambio climático: clamó contra lo que llamó “abanderados del apocalipsis climático” porque “exigen dedicar cientos de miles de millones de euros para destinarlos a cuestiones tan científicamente cuestionables en su viabilidad como ser capaces de mantener la temperatura del planeta Tierra dentro de unos límites en un centenar de años. Y resolver un problema que quizá –o quizá no– tengan nuestros tataranietos”. Precisamente, contener el calentamiento del planeta en menos de 1,5 °C extra es el principal objetivo del Acuerdo de París de 2015 ratificado por 195 de las 198 partes que participan en la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. El presidente Sánchez ha insistido, en medio de la tragedia creada por esta DANA, en que hay que guiarse por la ciencia. “Porque nos da los elementos para comprender el planeta y anticipar políticas públicas que aumenten la seguridad”. “Me gustaría que el resto de administraciones regionales y locales hiciera lo propio y no se abonaran a discursos irresponsables por negacionistas de la emergencia climática”, ha señalado Sánchez. Desde el comienzo de esta emergencia causada por las inundaciones, parte de la derecha se ha dedicado a difundir bulos y desinformación.
El retardismo
“Los discursos del retardismo impregnan los debates sobre acción climática”, explica una investigación específica coordinada por William F. Lamb del Instituto Mercator de Investigación del Cambio Climático. “Los retardistas apuestan por acciones mínimas o descargan en otros la responsabilidad. Sitúan el foco en los efectos socieconómicos de las políticas climáticas centrando la atención en las desventajas a corto plazo” al tiempo que afirman que esas medidas “amenazan formas de ganarse la vida”, concluía. Ejemplo: al llegar a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy anunció hasta tres veces una ley de cambio climático. Una en la Cumbre del Clima de París, otra en la siguiente COP de 2016 en Marrakech y una tercera en un encuentro de líderes políticos en 2017. Esa ley nunca llegó. Al mismo tiempo, el ministro de Energía de Rajoy, Álvaro Nadal, afirmaba que no tenía previsto un calendario para desligarse de las centrales térmicas: “Cierre decretado como tal no se contempla”. De hecho, Nadal redactó un decreto para impedir que las eléctricas pudieran cerrar sus centrales térmicas (y con ellas las emisiones de CO2 que provoca la quema del carbón). Con el nuevo PP post Rajoy, se ha constatado una evolución en el mismo sentido. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, bramó en el parlamento madrileño: “Desde que la Tierra existe, desde el origen, ha habido siempre cambio climático, ha habido ciclos. No pueden seguir contra la evidencia científica porque siempre tienen en su cabeza lo que se llama comunismo”. También aireó una idea sobre poner una planta en cada balcón como medida climática.
Fuera los impuestos verdes y la Agencia climática en Valencia
Precisamente, la evidencia científica es la que ya ha constatado cómo el calentamiento global ha hecho que las lluvias extremas (como esta DANA) hayan multiplicado por cuatro su intensidad en España. Además, el cambio climático, muy probablemente, ha provocado que esta tormenta en particular haya sido dos veces más probable, según los científicos del World Weather Attibution. Hace solo unos meses, en marzo de 2024, el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, anunciaba ante la patronal Foment del Treball que iba a eliminar antes de nacer tres impuestos incluidos en la ley de Cambio Climático y Transición Ecológica de la Comunitat Valenciana pensados para “gravar las actuaciones que degraden, vulneren, produzcan efectos nocivos o incrementen las emisiones de gases de efecto invernadero o hagan aumentar la vulnerabilidad”. También servirían para incentivar “la adaptación al cambio climático”. “No los pondré en marcha porque no ayudan a nuestra competitividad”, justificó Mazón, a la estela de los argumentos apuntados por la investigación de William F. Lamb. “En la Comunidad Valenciana ha habido una negación y un retardismo bastante acusados en los discursos que han precedido o acompañado a las medidas adoptadas en el último periodo de gobierno regional”, analiza Rogelio Fernández Reyes, autor del informe para ECODES Aproximación a la contraargumentación ante el negacionismo y el retardismo climáticos. También, añade, cabría analizar “las medidas no tomadas en anteriores legislaturas ante los terrenos inundables ocupados”.
Las decisiones anticlima de actual Gobierno autonómico de Carlos Mazón también han fulminado la Agencia Valenciana de Cambio Climático. Primero redujo su presupuesto de 400.000 a 2.000 euros para este año. Y después, ha dispuesto derogar por ley el organismo a partir del 31 de diciembre de 2024. “El retardismo es tan sutil que también nos acompaña como ciudadanos en nuestros hábitos cotidianos”, sintetiza el investigador Fernández Reyes. “Con responsabilidades bien diferenciadas, es preciso integrar el reconocimiento del cambio climático evitando el retardismo en los discursos y en la toma de medidas lo más pronto posible”, zanja.