La Oficina de Derechos Lingüísticos de la Consellería de Educación del País Valencià, ha determinado que Xavier Tébar, vecino de Benetússer, fue discriminado y no recibió un trato respetuoso, cuando un médico del centro de salud de Alfafar se negó a atenderlo porque hablaba en catalán. Además, Tébar fue sancionado por la ley mordaza con una multa de 600 euros. El médico en cuestión lo denunció por haber “alterado el funcionamiento normal de los servicios de urgencias, alterando y molestando la recepcionista”.
Ahora, según publica eldiario.es, la Oficina de Derechos Lingüísticos ha concluido que “de acuerdo con la normativa, el médico tendría que haber respetado la opción lingüística del paciente, que fue expresarse en catalán, darle un trato respetuoso y no discriminarlo por este hecho”. Así mismo, el afectado está pendiente de la resolución del recurso contra la sanción.
Los hechos en el centro de salud
Tébar visitó el centro el 24 de junio —con síntomas de resfriado—, y el sanitario que lo atendió le pidió que le hablara en castellano o que se fuera de la consulta. El afectado le reclamaba poder expresarse en catalán, pero el facultativo se negó y lo tuvo que visitar otro médico.
Cuatro meses después, recibió una notificación de la Delegación del Gobierno español en el País Valencià que le informaba que había sido sancionado con al menos 601 euros ―y que podrían llegar a los 3.000―, por haber “alterado el funcionamiento normal del centro de salud” y “alterar y molestar a la recepcionista”.
El denunciante es el mismo médico que se negó a atenderlo, que se amparó en la ley mordaza. La Consellería de Sanidad se puso en contacto con Tébar, y le dijo que lamentaba la situación y que le reconocen susderechos.
Posiblemente ese médico tan españolazo, que puso por delante sus ideas políticas antes que el juramento hipocrático al que se debe, aunque al parecer entre los españolazos no respetar el juramento es algo natural (Franco, Juan Carlos...) no sepa que en el País Valencià se hablan dos idiomas oficiales, y que si él no conoce uno, igual está de más allí, ya que cobra con euros generados por valencianos... Su comportamiento es más propio del que se cree en tierra de conquista; y la Delegada del Gobierno, del Gobierno de España, debiera haber tenido más sensibilidad, y no adherirse a quien no cumplió con su deber, que es atender al enfermo, y que el idioma catalán se entiende si se quiere.
Del fr. pays, y este del lat. mediev. [ager] pagensis '[campo] de un pago2' o [territorium] pagense '[territorio] de un pago2'; cf. lat. mediev. pagensis 'habitante de un pago2', 'paisano'.
1. m. Territorio constituido en Estado soberano.
2. m. Territorio, con características geográficas y culturales propias, que puede constituir una entidad política dentro de un Estado.
Según la segunda definición llamar país valenciano o país catalán a dichos países, como hace el Postiguet, es absolutamente correcto.
El tema, como todo aquél que de política tenga algo que ver, y más si se trata en un país como España, suele ser muy complejo y muy delicado. Nos cuesta entender al otro, como si el otro no tuviera, además de sus razones personales, su punto de vista.
No sé si acierto al pensar que usted es castellano, y si además vive en Madrid. O sea, que no pertenece a una comunidad, o nacionalidad, con un idioma propio al margen del de Castilla, mal llamado para mí "español" puesto que le quita españolidad a los otros que dentro del mismo Estado se hablan. Primer error.
Quizá sea por eso, y sin otra intención, ni mala ni buena, que usted no alcance a ver lo que sentimos desde otro lugar en donde en nuestra propia casa nos sentimos discriminados. Creo recordar que usted mencionó una mala experiencia en Catalunya, creo que dijo en Girona, y yo le respondí, al creer que no fue atendido por hablar castellano, que en todas partes hay energúmenos. Y lo mantengo, pero entienda que era usted quien no estaba en su tierra, aunque no debieron tratarlo así, si fue este el motivo. Yo, catalanohablante, verá que me esfuerzo con el castellano de la mejor manera posible, procurando respetarlo, y escribiendo lo mejor que sé y puedo. Que cometeré algún error, no lo dudo.
En este caso concreto, el energúmeno fue el médico, no el paciente, que, además se atrevió, menuda prepotencia la suya, a denunciarlo, cuando el enfermo estaba en su tierra y allí se habla valenciano o catalán, que para mí es igual se le nombre como se quiera.
Quien esto le responde tiene excesiva experiencia en este tipo de discriminación. Por parte de algún descerebrado sargento, era llamado polaco en mi etapa de soldado. Ya desde la infancia, fui un día brutalmente palmeado por un maestro, nacionalsindicalista, que procediendo de Burgos ocupó la plaza de maestro local, al oírme hablar en catalán, obligándome a escribir cien veces que solo hablaría español, como si el conocimiento y uso de de otras lenguas fuese un pecado. Tal fue la barbaridad que me hizo, casi sangrándome la palma de la mano, y teniendo que callar o eran denunciados mis padres por rojo, que me trasladaron al pueblo con mis abuelos, donde el colegio lo ocupaba un maestro de la tierra, aunque también fascista, pero al menos lingüísticamente más tolerable.
Si no lo sabe, al ganar la guerra in-civil del 36 los fascistas, ocuparon con falangistas castellanos todos los puestos de maestros nacionales, funcionarios, secretarios de ayuntamientos, trabajadores de prensa, policía municipal, por supuesto los grises y guardia civil, bomberos, taxistas... en fin, toda aquello que antes lo ocupaban gente de la misma población, con el fin de que nos sintiéramos dominados. Y que conste que no fue el único intento, ya el Borbón y las Cortes Castellanas, tras la guerra llamada de sucesión, hicieron lo mismo, ocupando los puestos importantes del antiguo reino de València o de Catalunya, suprimiendo sus leyes, fueros, y hasta el uso oficial del catalán. Como puede ver, es una constante de Castilla, y eso que el catalán no es una lengua expandida por todo el mundo, pero o se le teme, o por ignorantes no se quiere aprender, o se quiere demostrar que son lugares de conquista.
Ese médico, estoy seguro, si se le hubiesen presentado un enfermo extranjero, se hubiese esforzado en entenderle y atenderle, pero con el valenciano es otra cosa, hay que demostrar que se está por encima. Pero cuando cobra su sueldo de la Generalitat, dinero valenciano, no le verá obstáculo, y se lo embolsará. ¡Cuánta hipocresía, cuánta intolerancia, cuándo odio hay en España!
El tema, como todo aquél que de política tenga algo que ver, y más si se trata en un país como España, suele ser muy complejo y muy delicado. Nos cuesta entender al otro, como si el otro no tuviera, además de sus razones personales, su punto de vista.
No sé si acierto al pensar que usted es castellano, y si además vive en Madrid. O sea, que no pertenece a una comunidad, o nacionalidad, con un idioma propio al margen del de Castilla, mal llamado para mí "español" puesto que le quita españolidad a los otros que dentro del mismo Estado se hablan. Primer error.
Quizá sea por eso, y sin otra intención, ni mala ni buena, que usted no alcance a ver lo que sentimos desde otro lugar en donde en nuestra propia casa nos sentimos discriminados. Creo recordar que usted mencionó una mala experiencia en Catalunya, creo que dijo en Girona, y yo le respondí, al creer que no fue atendido por hablar castellano, que en todas partes hay energúmenos. Y lo mantengo, pero entienda que era usted quien no estaba en su tierra, aunque no debieron tratarlo así, si fue este el motivo. Yo, catalanohablante, verá que me esfuerzo con el castellano de la mejor manera posible, procurando respetarlo, y escribiendo lo mejor que sé y puedo. Que cometeré algún error, no lo dudo.
En este caso concreto, el energúmeno fue el médico, no el paciente, que, además se atrevió, menuda prepotencia la suya, a denunciarlo, cuando el enfermo estaba en su tierra y allí se habla valenciano o catalán, que para mí es igual se le nombre como se quiera.
Quien esto le responde tiene excesiva experiencia en este tipo de discriminación. Por parte de algún descerebrado sargento, era llamado polaco en mi etapa de soldado. Ya desde la infancia, fui un día brutalmente palmeado por un maestro, nacionalsindicalista, que procediendo de Burgos ocupó la plaza de maestro local, al oírme hablar en catalán, obligándome a escribir cien veces que solo hablaría español, como si el conocimiento y uso de de otras lenguas fuese un pecado. Tal fue la barbaridad que me hizo, casi sangrándome la palma de la mano, y teniendo que callar o eran denunciados mis padres por rojo, que me trasladaron al pueblo con mis abuelos, donde el colegio lo ocupaba un maestro de la tierra, aunque también fascista, pero al menos lingüísticamente más tolerable.
Si no lo sabe, al ganar la guerra in-civil del 36 los fascistas, ocuparon con falangistas castellanos todos los puestos de maestros nacionales, funcionarios, secretarios de ayuntamientos, trabajadores de prensa, policía municipal, por supuesto los grises y guardia civil, bomberos, taxistas... en fin, toda aquello que antes lo ocupaban gente de la misma población, con el fin de que nos sintiéramos dominados. Y que conste que no fue el único intento, ya el Borbón y las Cortes Castellanas, tras la guerra llamada de sucesión, hicieron lo mismo, ocupando los puestos importantes del antiguo reino de València o de Catalunya, suprimiendo sus leyes, fueros, y hasta el uso oficial del catalán. Como puede ver, es una constante de Castilla, y eso que el catalán no es una lengua expandida por todo el mundo, pero o se le teme, o por ignorantes no se quiere aprender, o se quiere demostrar que son lugares de conquista.
Ese médico, estoy seguro, si se le hubiesen presentado un enfermo extranjero, se hubiese esforzado en entenderle y atenderle, pero con el valenciano es otra cosa, hay que demostrar que se está por encima. Pero cuando cobra su sueldo de la Generalitat, dinero valenciano, no le verá obstáculo, y se lo embolsará. ¡Cuánta hipocresía, cuánta intolerancia, cuándo odio hay en España!
el.loco.lucas escribió:Este hilo también podría titularse:
"El enfermo que puso antes su idea política que su salud"
Y la pregunta que me surge es: ¿cuál es más tonto de los dos? (dando por hecho, obviamente, que ninguno de los dos es un "lumbreras")
Plataforma por la Lengua recoge 99 casos de discriminación lingüística en la administración pública durante 2021. Una cifra que se enmarca en una dinámica de crecimiento exponencial en el número de denuncias. El 2018 la entidad recopiló 25 casos y de entonces acá el crecimiento ha sido del 296%. Se tratan de casos en que los trabajadores públicos exigieron a usuarios que no se expresaran en catalán, en que les negaron el servicio o una información, o en que los obstaculizaron o crearon trabas adicionales. En lo privado, ya ni les cuento...
La mayoría de casos, 75, se registraron en Catalunya, en el País Valenciano hubo 15 y en las Islas 9. En el informe aparecen descritos todos los casos, la mayoría denunciados directamente por el usuario afectado a la Plataforma.. Se produjeron en administraciones estatales, autonómicas y locales muy diversas. Aparecen lugares como el Hospital de Santa Tecla de Tarragona, la oficina de Correos de Montmeló, el Jaime I de Vilanova i la Geltrú o el Hospital General de Castelló. Aparecen expresiones como “nos tienes que hablar en castellano”, “estudia un poco”, “yo soy gallego, si no hablas en castellano no te busco nada”, “soy de Asturias, no lo entiendo”, “yo no hablo lenguas muertas”, “el castellano es la lengua de España” o “aquí la gente viene a vacunarse, no a aprender idiomas”.
Una de las conclusiones del informe es que la discriminación lingüística tiene un origen ideológico, sea estructural o esporádico. “Es indispensable discutir los presupuestos sobre los cuales está construido este ideario y contraponer una visión igualitaria, reconocedora y respetuosa de todos los grupos autóctonos del Estado. Agrietar la hegemonía del supremacismo castellano pasa, en definitiva, para concienciar el máximo número de personas de su existencia e injusticia”, dice el informe.
El tema, como todo aquél que de política tenga algo que ver, y más si se trata en un país como España, suele ser muy complejo y muy delicado. Nos cuesta entender al otro, como si el otro no tuviera, además de sus razones personales, su punto de vista.
No sé si acierto al pensar que usted es castellano, y si además vive en Madrid. O sea, que no pertenece a una comunidad, o nacionalidad, con un idioma propio al margen del de Castilla, mal llamado para mí "español" puesto que le quita españolidad a los otros que dentro del mismo Estado se hablan. Primer error.
Quizá sea por eso, y sin otra intención, ni mala ni buena, que usted no alcance a ver lo que sentimos desde otro lugar en donde en nuestra propia casa nos sentimos discriminados. Creo recordar que usted mencionó una mala experiencia en Catalunya, creo que dijo en Girona, y yo le respondí, al creer que no fue atendido por hablar castellano, que en todas partes hay energúmenos. Y lo mantengo, pero entienda que era usted quien no estaba en su tierra, aunque no debieron tratarlo así, si fue este el motivo. Yo, catalanohablante, verá que me esfuerzo con el castellano de la mejor manera posible, procurando respetarlo, y escribiendo lo mejor que sé y puedo. Que cometeré algún error, no lo dudo.
En este caso concreto, el energúmeno fue el médico, no el paciente, que, además se atrevió, menuda prepotencia la suya, a denunciarlo, cuando el enfermo estaba en su tierra y allí se habla valenciano o catalán, que para mí es igual se le nombre como se quiera.
Quien esto le responde tiene excesiva experiencia en este tipo de discriminación. Por parte de algún descerebrado sargento, era llamado polaco en mi etapa de soldado. Ya desde la infancia, fui un día brutalmente palmeado por un maestro, nacionalsindicalista, que procediendo de Burgos ocupó la plaza de maestro local, al oírme hablar en catalán, obligándome a escribir cien veces que solo hablaría español, como si el conocimiento y uso de de otras lenguas fuese un pecado. Tal fue la barbaridad que me hizo, casi sangrándome la palma de la mano, y teniendo que callar o eran denunciados mis padres por rojo, que me trasladaron al pueblo con mis abuelos, donde el colegio lo ocupaba un maestro de la tierra, aunque también fascista, pero al menos lingüísticamente más tolerable.
Si no lo sabe, al ganar la guerra in-civil del 36 los fascistas, ocuparon con falangistas castellanos todos los puestos de maestros nacionales, funcionarios, secretarios de ayuntamientos, trabajadores de prensa, policía municipal, por supuesto los grises y guardia civil, bomberos, taxistas... en fin, toda aquello que antes lo ocupaban gente de la misma población, con el fin de que nos sintiéramos dominados. Y que conste que no fue el único intento, ya el Borbón y las Cortes Castellanas, tras la guerra llamada de sucesión, hicieron lo mismo, ocupando los puestos importantes del antiguo reino de València o de Catalunya, suprimiendo sus leyes, fueros, y hasta el uso oficial del catalán. Como puede ver, es una constante de Castilla, y eso que el catalán no es una lengua expandida por todo el mundo, pero o se le teme, o por ignorantes no se quiere aprender, o se quiere demostrar que son lugares de conquista.
Ese médico, estoy seguro, si se le hubiesen presentado un enfermo extranjero, se hubiese esforzado en entenderle y atenderle, pero con el valenciano es otra cosa, hay que demostrar que se está por encima. Pero cuando cobra su sueldo de la Generalitat, dinero valenciano, no le verá obstáculo, y se lo embolsará. ¡Cuánta hipocresía, cuánta intolerancia, cuándo odio hay en España!
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Es cierto que soy de Madrid, castellanoparlante por tanto. Y también es cierto que apenas me han salpicado las guerras idiomáticas (sólo en un par de ocasiones en Cataluña).
Y, claro, por todo ello seguramente tengo una sensibilidad diferente a la suya sobre este tema. Por eso si voy al médico y me habla en inglés, pues hablo con él en inglés. No me preocuparía gran cosa. Lo importante es lo que me haya llevado a ver al médico, no el idioma en el que hablemos.
Sobre lo de que yo no estaba en mi tierra cuando fui a Girona, no acabo de estar de acuerdo. Yo, que he viajado mucho (o muchísimo), siempre me he sentido en mi Tierra, la de todos.
El tema, como todo aquél que de política tenga algo que ver, y más si se trata en un país como España, suele ser muy complejo y muy delicado. Nos cuesta entender al otro, como si el otro no tuviera, además de sus razones personales, su punto de vista.
No sé si acierto al pensar que usted es castellano, y si además vive en Madrid. O sea, que no pertenece a una comunidad, o nacionalidad, con un idioma propio al margen del de Castilla, mal llamado para mí "español" puesto que le quita españolidad a los otros que dentro del mismo Estado se hablan. Primer error.
Quizá sea por eso, y sin otra intención, ni mala ni buena, que usted no alcance a ver lo que sentimos desde otro lugar en donde en nuestra propia casa nos sentimos discriminados. Creo recordar que usted mencionó una mala experiencia en Catalunya, creo que dijo en Girona, y yo le respondí, al creer que no fue atendido por hablar castellano, que en todas partes hay energúmenos. Y lo mantengo, pero entienda que era usted quien no estaba en su tierra, aunque no debieron tratarlo así, si fue este el motivo. Yo, catalanohablante, verá que me esfuerzo con el castellano de la mejor manera posible, procurando respetarlo, y escribiendo lo mejor que sé y puedo. Que cometeré algún error, no lo dudo.
En este caso concreto, el energúmeno fue el médico, no el paciente, que, además se atrevió, menuda prepotencia la suya, a denunciarlo, cuando el enfermo estaba en su tierra y allí se habla valenciano o catalán, que para mí es igual se le nombre como se quiera.
Quien esto le responde tiene excesiva experiencia en este tipo de discriminación. Por parte de algún descerebrado sargento, era llamado polaco en mi etapa de soldado. Ya desde la infancia, fui un día brutalmente palmeado por un maestro, nacionalsindicalista, que procediendo de Burgos ocupó la plaza de maestro local, al oírme hablar en catalán, obligándome a escribir cien veces que solo hablaría español, como si el conocimiento y uso de de otras lenguas fuese un pecado. Tal fue la barbaridad que me hizo, casi sangrándome la palma de la mano, y teniendo que callar o eran denunciados mis padres por rojo, que me trasladaron al pueblo con mis abuelos, donde el colegio lo ocupaba un maestro de la tierra, aunque también fascista, pero al menos lingüísticamente más tolerable.
Si no lo sabe, al ganar la guerra in-civil del 36 los fascistas, ocuparon con falangistas castellanos todos los puestos de maestros nacionales, funcionarios, secretarios de ayuntamientos, trabajadores de prensa, policía municipal, por supuesto los grises y guardia civil, bomberos, taxistas... en fin, toda aquello que antes lo ocupaban gente de la misma población, con el fin de que nos sintiéramos dominados. Y que conste que no fue el único intento, ya el Borbón y las Cortes Castellanas, tras la guerra llamada de sucesión, hicieron lo mismo, ocupando los puestos importantes del antiguo reino de València o de Catalunya, suprimiendo sus leyes, fueros, y hasta el uso oficial del catalán. Como puede ver, es una constante de Castilla, y eso que el catalán no es una lengua expandida por todo el mundo, pero o se le teme, o por ignorantes no se quiere aprender, o se quiere demostrar que son lugares de conquista.
Ese médico, estoy seguro, si se le hubiesen presentado un enfermo extranjero, se hubiese esforzado en entenderle y atenderle, pero con el valenciano es otra cosa, hay que demostrar que se está por encima. Pero cuando cobra su sueldo de la Generalitat, dinero valenciano, no le verá obstáculo, y se lo embolsará. ¡Cuánta hipocresía, cuánta intolerancia, cuándo odio hay en España!
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Es cierto que soy de Madrid, castellanoparlante por tanto. Y también es cierto que apenas me han salpicado las guerras idiomáticas (sólo en un par de ocasiones en Cataluña).
Y, claro, por todo ello seguramente tengo una sensibilidad diferente a la suya sobre este tema. Por eso si voy al médico y me habla en inglés, pues hablo con él en inglés. No me preocuparía gran cosa. Lo importante es lo que me haya llevado a ver al médico, no el idioma en el que hablemos.
Sobre lo de que yo no estaba en mi tierra cuando fui a Girona, no acabo de estar de acuerdo. Yo, que he viajado mucho (o muchísimo), siempre me he sentido en mi Tierra, la de todos.
Al decir su tierra me refería a su zona de influencia, donde el catalán es el idioma propio. Y sí, si usted no fue atendido por el idioma, siempre que no se representara ante el otro como prepotente, cosa que estoy seguro que usted no haría, ese otro era un energúmeno. O un imbécil, que prefirió no hacer un negocio por el idioma. Cosa que sí hace el dueño del restaurante El Bigotes, sito en Alacant, lugar de habla valenciano, donde echa a cajas destempladas si lo oye en su establecimiento, cosa de la que ya di noticia.
Ya le digo que las cosas cuando se ven de diferentes atalayas es normal que no se vean igual. Usted se sintió discriminado en Catalunya, lo cual es lamentable, yo, en más de una ocasión, en mi propia casa, o si lo prefiere en mi ciudad o zona de influencia valenciana.
Y es por eso que hay un nacimiento separatista también por aquí. Hoy no es muy grande, pero va en aumento. Yo le aseguro que nadie en Alacant usa el idioma valenciano de manera prepotente, pero sin embargo sí lo he oido, respecto al que suelen llamar español, por distintas personas llegadas aquí de otros lugares.
El tema, como todo aquél que de política tenga algo que ver, y más si se trata en un país como España, suele ser muy complejo y muy delicado. Nos cuesta entender al otro, como si el otro no tuviera, además de sus razones personales, su punto de vista.
No sé si acierto al pensar que usted es castellano, y si además vive en Madrid. O sea, que no pertenece a una comunidad, o nacionalidad, con un idioma propio al margen del de Castilla, mal llamado para mí "español" puesto que le quita españolidad a los otros que dentro del mismo Estado se hablan. Primer error.
Quizá sea por eso, y sin otra intención, ni mala ni buena, que usted no alcance a ver lo que sentimos desde otro lugar en donde en nuestra propia casa nos sentimos discriminados. Creo recordar que usted mencionó una mala experiencia en Catalunya, creo que dijo en Girona, y yo le respondí, al creer que no fue atendido por hablar castellano, que en todas partes hay energúmenos. Y lo mantengo, pero entienda que era usted quien no estaba en su tierra, aunque no debieron tratarlo así, si fue este el motivo. Yo, catalanohablante, verá que me esfuerzo con el castellano de la mejor manera posible, procurando respetarlo, y escribiendo lo mejor que sé y puedo. Que cometeré algún error, no lo dudo.
En este caso concreto, el energúmeno fue el médico, no el paciente, que, además se atrevió, menuda prepotencia la suya, a denunciarlo, cuando el enfermo estaba en su tierra y allí se habla valenciano o catalán, que para mí es igual se le nombre como se quiera.
Quien esto le responde tiene excesiva experiencia en este tipo de discriminación. Por parte de algún descerebrado sargento, era llamado polaco en mi etapa de soldado. Ya desde la infancia, fui un día brutalmente palmeado por un maestro, nacionalsindicalista, que procediendo de Burgos ocupó la plaza de maestro local, al oírme hablar en catalán, obligándome a escribir cien veces que solo hablaría español, como si el conocimiento y uso de de otras lenguas fuese un pecado. Tal fue la barbaridad que me hizo, casi sangrándome la palma de la mano, y teniendo que callar o eran denunciados mis padres por rojo, que me trasladaron al pueblo con mis abuelos, donde el colegio lo ocupaba un maestro de la tierra, aunque también fascista, pero al menos lingüísticamente más tolerable.
Si no lo sabe, al ganar la guerra in-civil del 36 los fascistas, ocuparon con falangistas castellanos todos los puestos de maestros nacionales, funcionarios, secretarios de ayuntamientos, trabajadores de prensa, policía municipal, por supuesto los grises y guardia civil, bomberos, taxistas... en fin, toda aquello que antes lo ocupaban gente de la misma población, con el fin de que nos sintiéramos dominados. Y que conste que no fue el único intento, ya el Borbón y las Cortes Castellanas, tras la guerra llamada de sucesión, hicieron lo mismo, ocupando los puestos importantes del antiguo reino de València o de Catalunya, suprimiendo sus leyes, fueros, y hasta el uso oficial del catalán. Como puede ver, es una constante de Castilla, y eso que el catalán no es una lengua expandida por todo el mundo, pero o se le teme, o por ignorantes no se quiere aprender, o se quiere demostrar que son lugares de conquista.
Ese médico, estoy seguro, si se le hubiesen presentado un enfermo extranjero, se hubiese esforzado en entenderle y atenderle, pero con el valenciano es otra cosa, hay que demostrar que se está por encima. Pero cuando cobra su sueldo de la Generalitat, dinero valenciano, no le verá obstáculo, y se lo embolsará. ¡Cuánta hipocresía, cuánta intolerancia, cuándo odio hay en España!
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Es cierto que soy de Madrid, castellanoparlante por tanto. Y también es cierto que apenas me han salpicado las guerras idiomáticas (sólo en un par de ocasiones en Cataluña).
Y, claro, por todo ello seguramente tengo una sensibilidad diferente a la suya sobre este tema. Por eso si voy al médico y me habla en inglés, pues hablo con él en inglés. No me preocuparía gran cosa. Lo importante es lo que me haya llevado a ver al médico, no el idioma en el que hablemos.
Sobre lo de que yo no estaba en mi tierra cuando fui a Girona, no acabo de estar de acuerdo. Yo, que he viajado mucho (o muchísimo), siempre me he sentido en mi Tierra, la de todos.
Al decir su tierra me refería a su zona de influencia, donde el catalán es el idioma propio. Y sí, si usted no fue atendido por el idioma, siempre que no se representara ante el otro como prepotente, cosa que estoy seguro que usted no haría, ese otro era un energúmeno. O un imbécil, que prefirió no hacer un negocio por el idioma. Cosa que sí hace el dueño del restaurante El Bigotes, sito en Alacant, lugar de habla valenciano, donde echa a cajas destempladas si lo oye en su establecimiento, cosa de la que ya di noticia.
Ya le digo que las cosas cuando se ven de diferentes atalayas es normal que no se vean igual. Usted se sintió discriminado en Catalunya, lo cual es lamentable, yo, en más de una ocasión, en mi propia casa, o si lo prefiere en mi ciudad o zona de influencia valenciana.
Y es por eso que hay un nacimiento separatista también por aquí. Hoy no es muy grande, pero va en aumento. Yo le aseguro que nadie en Alacant usa el idioma valenciano de manera prepotente, pero sin embargo sí lo he oido, respecto al que suelen llamar español, por distintas personas llegadas aquí de otros lugares.
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Son distintas sensibilidades. Yo no me siento "de un territorio". No me gustan las banderas ni las fronteras. El conflicto entre nacionalistas españoles y nacionalistas catalanes, valencianos o vascos, me ha resultado siempre muy ajeno. Son cuestiones en las que no me puedo involucrar. Desde un punto de vista de organización política del territorio prefiero una Europa unida y sin fronteras que una Europa fraccionada, no ya en los países actuales sino en las naciones que los componen. Eso son más banderas y más fronteras, algo que detesto.
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