En una noche de esas de finales de Mayo templada y agradable que se prestaba a dejar el ventanal del dormitorio abierto Maese Grunoff, reputado comerciante, y su esposa comenzaban a retozar. Casados desde hacía pocos meses nada más placentero. Cuando el Maese se decidía a colocarse en posición encontró que su esposa estaba inmóvil y miraba hacia el ventanal , parecía que con aprensión y turbación. Desconcertado dejó sus menesteres maritales para comprobar y vaya, una especie de bicho flotante asomaba por el ventanal del tamaño de un moscardón, vacilaba un poco y recompuesto volaba hacia ellos. Visto algo más de cerca era un pigmeo con forma de niño de corta edad , mofletes rojizos y los ojos algo separados del propio Maese más la peculiar barbilla de su esposa. El ser no volaba con alas a la espalda como pintan a los angeles sino que iba braceando en el aire para mantenerse. Tan extraña era la situación que permanecieron en silencio esposos y aparición, unos desconfiados y el otro risueño
-¡Aghhh!En nombre lo más sagrado dinos quién eres y qué quieres, demonio o ángel-dijo Maese.
-Soy vuestro hijo, vengo del futuro, futurooo- dijo , y su voz era repelente, aguda hasta un punto desagradable e inolvidable en el peor sentido-. Me acabáis de tener
-Siento deciros que no.
-¿Cómo que no, seguro, seguroooo?
-Y tanto que estamos seguros. Y si me permite decírselo de la grima y espanto que da esta noche tampoco, por todos los santos ¿Por qué se os ocurre presentaros tan de imprevisto?
El moscardón, hijo , o lo que fuese aquella extraordinaria manifestación, cambió de expresión y se le nubló la mirada. Iracundo, con los mofletes aún más encendidos y en general con aspecto terrorífico en su diminuta cara , les dijo a sus aún no progenitores:
-Adiossss, desalmados , mi muerte caerá en vuestra conciencia, consiensssiaa- chilló, cuán desagradable.
-Este probable niño tiene ganas de amargar a la gente, como tu madre-dijo Maese y aquello hizo paf y desapareció
--¿ Cómo que mi madre? Se parece a tí con tantas prisas, a alguien tenía que salir -dijo su esposa.
Se escuchó una discusión, los dos quedaron insatisfechos y separados, se produjo su primera crisis importante en el joven matrimonio , no fueron al sacerdote de la parroquia a contar lo ocurrido en busca de consejo , exorcismo o explicación y todo acabó bien como queremos cuando pasado el tiempo recibieron la inmensa alegría de saludar a un pequeño Grunoff, una niña con los ojos de Mease y la barbilla de su esposa, y a la que bautizaron con el nombre de Paciencia.