Y, es que, el ser social determina la conciencia, el fin justifica los medios, hay que hacer de la necesidad virtud, gato negro, gato blanco lo importante es que cace ratones, la Moncloa bien vale una amnistía o cualquier otra frase hecha que justifique el que, cuando la necesidad aprieta, sálvese el que pueda. Y, además, todo por la patria.
Y, es que, eso de la amnistía depende. Por supuesto, de que cumpla los requisitos legales de cada momento, cosa imprescindible en un estado de derecho, de esos donde el cumplimiento de las normas está encomendado a los tribunales en las salas de justicia y no a los tertulianos en los platós de televisión, a los políticos en los atriles de las salas de prensa ni, muchísimo menos, a las hordas en la calle.
Pero, también, y con esa condición anterior, una amnistía depende del Gobierno y, en última instancia, del Parlamento y, cuando ambos están legítimamente elegidos, Constitución mediante, la amnistía es legítima, y legal, hasta que se demuestre lo contrario. Por eso, si se aprueba una ley de amnistía para cualquiera, se llamen Puigdemont o Abascal, se publicará inmediatamente en el BOE y será aplicable desde eso que se llama el minuto cero. Y, a los contrarios a la misma, sean quienes sean, solo les quedará el recurso de la crítica en los medios, el reproche en la barra del bar o en la cena de cuñados, o el rigor de los antidisturbios en la calle.
Hasta el Tribunal Supremo, en 1993, se mostró favorable a indultar a Antonio Tejero, el autor de aquel famoso “Todos al suelo” dirigido a los diputados en sede parlamentaria. Y, eso, a pesar de que no había mostrado arrepentimiento ninguno. Quizás consideraron que se había hecho merecedor de ese perdón cuando mandó parar la ensalada de tiros que ya se había organizado con una frase parecida a “A ver si me vais a dar a mí”.
Pues, si tan alto tribunal es capaz de pensar así para un golpista de los de verdad, ¿cómo no vamos a ser indulgentes con golpistas asimilados? Al fin y al cabo, solo se indulta a delincuentes y solo se amnistían delitos.
Ahora que, efectivamente, depende de a quién y qué delitos. Por eso, ambas figuras, indultos y amnistías, son decisiones políticas. Pedro Sánchez está dispuesto a amnistiar a Puigdemont y Núñez Feijóo, no lo duden, estaría dispuesto a hacerlo con Abascal, si le hiciera falta. Y, si no, que se lo pregunten a Fernández Mañueco, a Mazón, a López Miras o a Guardiola (la extremeña, no el del City).
Como diría León Felipe, que no nos cuenten rollos.
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