-Y el gato era como atigrado-dijo ella recostada en la cama.
-Y con una cicatriz aquí en la ceja -dije, y le pasé un dedo por la suya.
--¿Los gatos tienen cejas?
-La seudoceja- y se rió.
-Iba caminando despreocupado- continuó ella-
-Y un poco a lo funky, así como muy suelto.
-¿Con cuatro patas?
-Es posible, chica. Arqueaba el lomo y en el aire movía cada pata con ritmo.
- Caminaba por un jardín, ¿no crees que era así el sueño?
-Sí , uno que estaba algo descuidado.
-Y encontró a -y ella dejó en suspenso la conclusión,
-Su archienemigo.
-El gato Zacarías,
-¿Zacarías, por qué?-me reí un rato.
-¿Recuerdas al hombre de la tienda? Sentado allí esperando en su silla y cuando llegabas te preguntaba muy serio ¿que quieres? como si lo hubieses interrumpido . Siempre lo encontré muy siniestro, se llama Zacarías.
-Cierto, un vigilante de lo que guardese al fondo de la tienda, lo de vender era la tapadera. Nuestro gato debería tener nombre, hagámosle ese favor.
Y continuamos hasta que Zacarías y Rosita, es que el gato atigrado en realidad era gata, se habían atrevido a visitar por primera vez a pisar la arena de la playa porque querían investigar cómo atrapar a una gaviota. Sentimos sueño y las piezas del juego salieron disparadas, el dado lanzado pro la ventana cayendo justo en un cucurucho de helado de un viandante , una ficha aterrizó en lo alto de la lámpara , otro hizo un perfecto eagle en el hoyo del fregadero, y un peón de ajedrez cayó en la maceta esperando a que le creciesen raíces. El sueño que nunca ocurrió y que mucho menos ambos habíamos tenido se esfumó.
Ya mientras dormía tuve un sueño que de hecho era un recuerdo. La única concesión era que todo era borroso, menos ella y los elementos esenciales . Jugaba al Voleyball y juntando los antebrazos había hecho que el balón subiera y subiera más en una perfecta línea perpendicular hacía el cielo . De ser alguien más a que su cara radiante y de satisfacción por algo inmensamente fortuito hiciese que despertase mi curiosidad y atención . ¿Tenía que conocerla mejor? Claro.
-¡Aviones, cuidado con el misil!-fue lo que dije tanto en pasado como en el sueño.
Lo siguiente ya se apartaba bastante de la realidad, el balón atravesaba nubes, un avión lo esquivaba y quedó suspendido en el aire de forma permanente porque deseaba que estuviese en lo alto siempre.