Tema: Campaña electoral: elecciones europeas Mar Mayo 28, 2024 11:41 am
Votar al verdugo
Ningún analista parece dudar del incremento de votos que va a tener la extrema derecha en las próximas europeas. Muchas y muchos ciudadanos votarán a los verdugos de sus propios derechos y oportunidades creyendo que estos partidos acabarán con supuestas amenazas que en realidad no lo son, más bien lo contrario. La pregunta sería a quién amenaza el feminismo, la diversidad sexual o la inmigración. La extrema derecha responderá que a los hombres, a los heteros y a los españoles. La realidad es que amenaza la violencia de los machistas, de los homófobos y tránsfobos, de los racistas y los fascistas. Los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, los derechos a un trato digno a las personas que migran y su libre movimiento o el reconocimiento del derecho a la igualdad del colectivo LGTBI no son una amenaza real. Sobre todo, teniendo en cuenta que, en nuestros entornos familiares, vecinales y de amistades están presentes muchas de estas realidades. Sin embargo, la retórica antiderechos alimenta el miedo a un enemigo invisible y masivo y supuestamente desconocido, y es importante subrayar lo de supuestamente porque cuando se le pone nombres y apellidos todas y todos sabemos las historias que hay detrás de las personas a las que estigmatiza la extrema derecha. Cuando tenemos contacto directo humano, el relato deshumanizado e imaginario de Vox se desactiva. La alianza globalista e internacionalista que tanto ha criticado Abascal no deja de ser una proyección de su propia alianza, la de los llamados patriotas que tienen la misma receta para todos los problemas, se den en el país que se den, una alianza que se ha escenificado en Madrid hace apenas una semana. Su negocio del odio se ha encarnado en diferentes formaciones políticas que han dejado clara cuál será su hoja de ruta en cuanto alcancen el poder: acabar con los derechos humanos, con la justicia social, con el estado de bienestar, con el sistema de protección social, con la libertad ideológica, con la pluralidad religiosa, hacer excepción la visibilidad y presencia de las mujeres en la vida pública y empresarial, acabar con los empleados públicos, con el trato humanitario en las fronteras, con… la Europa y la España en la que vivimos hoy.
Podríamos decir que el proyecto político de la extrema derecha es el proyecto político de los verdugos de libertades y derechos que están deseando sacar su guadaña para volver a una civilización en la que habrá muchas banderas de España ondeando en gruesos mástiles y políticas económicas populistas que reducirán todas las ayudas sociales a más ayudas a la natalidad, que no beneficiarán ni a las mujeres ni los trabajadores pobres ni a la gente en situación de desempleo ni por supuesto a quienes tengan algún tipo de problema de salud. De la actual criminalización a la inmigración se pasará, tal y como ha sucedido en Hungría, a estigmatizar a los “llamados parásitos sociales” que ya no serán solo las personas extranjeras sino también las personas sin hogar, las que cobran el IMV, las que acceden a ayudas de comedor, las que tienen becas universitarias, las que perciben una prestación por discapacidad… Porque la batalla cultural de la extrema derecha es una batalla contra los derechos no solo de las mujeres, de los inmigrantes o de las personas LGTBI, es sobre todo una batalla contra los derechos de los pobres, de la clase trabajadora, de la mayoría social. Es una batalla cultura de la élite por el control del poder que creen que solo puede ser suyo. Donde la extrema derecha ve “paguitas”, el resto vemos derechos. Donde ellos ven parásitos sociales, nosotros vemos personas humildes luchando por una vida digna. Donde ellos ven ruina, el resto vemos protección social. Donde ellos ven negocio, el resto vemos servicios públicos. La extrema derecha no esconde su programa político, aunque sí responsabilizan de sus intenciones a otros, porque solo así tiene posibilidad de existencia, culpando a otros de su crueldad y dureza, a los enemigos de esa patria aria, católica, supremacista, machista, heterosexista, neoliberal e inculta que defienden. Una patria donde no cabe un país, donde no cabe España, donde no cabemos las y los que vivimos aquí.
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Tema: Re: Campaña electoral: elecciones europeas Mar Mayo 28, 2024 11:55 am
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Tema: Re: Campaña electoral: elecciones europeas Mar Mayo 28, 2024 6:20 pm
Tinajas escribió:
Yo me pregunto si los votantes de Sánchez leyeron en su programa que indultaría a los golpistas catalanes, que además los amnistiaría para que fuese España la que les pidiera perdón, si también leyeron que las intenciones de Sánchez era reconocer el estado palestino en plena guerra entre Hamas e Israel, dudo que le llevara en su programa ni que sus votantes supieran todo lo que ha hecho y hace.
Tinajas Moderador
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Tema: Re: Campaña electoral: elecciones europeas Miér Mayo 29, 2024 7:06 am
Séneca escribió:
Tinajas escribió:
Yo me pregunto si los votantes de Sánchez leyeron en su programa que indultaría a los golpistas catalanes, que además los amnistiaría para que fuese España la que les pidiera perdón, si también leyeron que las intenciones de Sánchez era reconocer el estado palestino en plena guerra entre Hamas e Israel, dudo que le llevara en su programa ni que sus votantes supieran todo lo que ha hecho y hace.
Son los conservadores los que no le gustan avanzar y aceptar que no solo sus ideas valen cuando se gobierna, leyendote se ve claro cual programa defiendes y que solo mueve a crispar con odio.
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Tema: Re: Campaña electoral: elecciones europeas Miér Mayo 29, 2024 11:02 am
A mi me interesa mas lo que digan las encuestas que lo que opine comunista-socialista Víctor Manuel
No son como los del Brexit. Han aprendido la lección. Salirse de la Unión Europea resulta demasiado costoso. Lo que quieren es cambiarla desde dentro, dar más peso a las soberanías nacionales sobre la comunitaria, imponer sus valores. Esto es lo que se proponen las derechas radicales ante las próximas elecciones al Parlamento Europeo, unas elecciones cuyos resultados van ganando importancia, mas no la participación en ella de los ciudadanos. Muchos de ellos se abstienen o usan el voto como castigo interno nacional a los que gobiernan. Estas derechas radicales, o extremas derechas, que no forman una unidad -de hecho, tienen dos grupos distintos en la Eurocámara y alguna ha transitado por las filas de los populares-, pueden ganar en Italia, Francia, Países Bajos, Hungría y Austria, y avanzar en otros países para llegar a copar una quinta parte de los escaños, según diversas encuestas. En sí, no parece que puedan imponer o paralizar nada. En apariencia. Pues pueden influir de una doble manera. En primer lugar, aumentando su peso en el Parlamento Europeo, co-legislador junto al Consejo de Ministros en muchas materias, y forzando acuerdos con los populares a lo que parecen dispuestos algunos democristianos alemanes y otros. En segundo lugar, aumentado su peso o influencia en los Gobiernos nacionales, y que estos teman su avance de cara a elecciones futuras. La política del cordón sanitario -que se mantiene aún en Alemania o en Francia- ha fracasado. Participen o no en estos gobiernos, pueden influir en su propia política nacional y, desde ahí, en el Consejo de la UE. Las derechas radicales, extremas o incluso abiertamente fascistas (como la AFD, la Alianza por Alemania), están creciendo en los seis países fundadores de la hoy UE (Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo), y en otros antaño defensores de valores avanzados, como los nórdicos. Sus posiciones están contaminado el debate, el centroderecha y radicalizando a la izquierda. De hecho, han contaminado ya las políticas comunitarias en cuestiones centrales como la agenda verde, frenada, también porque no se había tenido suficientemente en cuenta su coste social. O como la política de inmigración, mucho más restrictiva, e indecorosa con el apoyo y financiación por parte de la UE y varios de sus Estados miembros de operaciones de gobiernos del Norte de África para detener cada año a miles de migrantes en tránsito por sus países y abandonarlos en zonas remotas, a menudo desiertos. Incluso así, el nuevo Gobierno holandés -formado tras las elecciones en las que llegó en cabeza el extremista Partido de la Libertad de Geert Wilders-, plantea quedarse al margen, opt-out, de la política de inmigración comunitaria, ejemplo que puede cundir. Los informes de Enrico Letta sobre la necesidad de un mercado verdaderamente único en todo y también en capitales, o el próximo de Mario Draghi sobre la competitividad de la economía europea son muy pertinentes si Europa quiere ser soberana, salir del vasallaje de Estados Unidos, e incluso en parte de China, y poder preservar su modelo social. Pero en unos tiempos en los que la política se rige por las emociones, ni el mercado único ni la competitividad emocionan. Tampoco, entre europeos, la competencia con China, a diferencia de Estados Unidos que ve en ese país-civilización el único competidor a su poder económico, tecnológico, militar y, quién sabe, incluso cultural. Emociona el rechazo al “otro”, al diferente, al inmigrante. Emociona la defensa de algunos “valores” (aunque Le Pen tiene buen cuidado de no cuestionar el derecho al aborto). Emociona el negacionismo sobre el cambio climático. Emociona la idea de soberanía nacional, aunque sea un espejismo que no se ve sustituido por el de una soberanía europea. En cuanto a la renqueante aunque necesaria Agenda 2030, estos ultras la rechazan de plano. Saben que no emociona. Mientras, en economía, resurge la apuesta por campeones nacionales -en los que en España andamos algo escasos-, en vez de grandes proyectos europeos, aunque sea solo entre los deseosos de llevarlos a cabo, entre una coalition of the willing. Airbus ha sido un buen ejemplo. O con unos miembros que alcanzan más allá de la UE, el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear), otro. ¿Y la defensa? Probablemente, para que prospere, haya que abordarla con un sistema parecido. Sí, en estos años la UE ha avanzado. Ante la crisis derivada de la pandemia del Covid 19, o la inflación provocada por la reacción a la invasión rusa de Ucrania y la consiguiente guerra que no emociona a toda una parte de Europa pero sí preocupa, mucho a otra, la UE mutualizó la compra de vacunas, y mutualizó, con deuda comunitaria, la inyección de dinero que está suponiendo el NextGeneration Fund. Pero, lo hemos apuntado en otras ocasiones, Estados Unidos ha ido más deprisa, ha crecido más, y está al timón de la actual revolución tecnológica. Tanto que dicta condiciones sobre lo que las empresas tecnológicas avanzadas de Europa pueden vender o no a China. Las derechas radicales, populistas, en Europa o en EEUU con Trump, se aprovechan de que aunque las economías crecen ese crecimiento no lo perciben las clases medias y trabajadoras. El PIB no es la realidad de cada cual. Estas derechas (salvo Milei, anarco-capitalista, y Vox) no son hiperneoliberales. Marine Le Pen no lo es. Giorgia Meloni tampoco. Casi lo contrario. Se han ganado una imagen de pragmáticas en muchas cuestiones, y a la vez juegan con las emociones y el miedo. Ya alertó hace un tiempo The Economist de que “los `conservadores nacionales´ estaban forjando un frente mundial contra el liberalismo, una alianza, añadía, que por poder ser incoherente no por eso es inofensiva. Se ha visto en el acto de Vistalegre que ha marcado lo que ellas mismas llaman ”una alianza global de patriotas“.
Y en el campo del centro-derecha y centroizquierda, que previsiblemente seguirá siendo, si mantiene una cierta unión, la fuerza central en el Parlamento Europeo, faltan no ya líderes europeos, sino líderes nacionales con proyección europea. Macron era de los pocos, alertando de que si no avanza, la UE se puede descomponer. Sus tumbos ante Rusia, ante la guerra de Gaza, ante un África abandonada por los europeos, y su olvido de la Europa social,l e han desprestigiado. En todo caso, falta hacer más explícitos los valores que, frente a las derechas radicales, defienden los europeístas, y llenarlos de una carga más emocional, sin perder pragmatismo. Es una pena que estas elecciones europeas lleguen antes que las presidenciales estadounidenses que puede ganar Trump, posibilidad que, de materializarse, quizás provoque una reacción europeísta en unas familias políticas y Estados miembros, y la contraria si refuerza a sus congéneres políticos. Las encuestas apuntan que en Reino Unido llegará un gobierno que buscará un mayor acercamiento a la UE tras el desastre del Brexit. Del otro lado del canal de La Mancha puede llegar un impulso a la UE. En todo caso, la Unión tiene que superar sus actuales límites con reformas de todo tipo. Lo que requiere que sus ciudadanos perciban y sientan la necesidad de una Unión Europea más integrada, más fuerte. Europa, la UE, ha perdido peso fuera. Malo sería que también lo perdiera dentro. Desde luego malo para España.
Pero como la Unión Europea no iba a perder peso fuera, solo hay que ver en que manos esta, citare dos inútiles para no aburrir: Ursula Von der Leyen y el sociata catalán Borrell que tiene un curriculum capaz de avergonzar al más sinvergüenza.
SINIESTRO BORRELL
EL SUPREMO CONFIRMA CONDENA A BORRELL
BORRELL MULTADO CON 30.000 € POR LA CNMV
Séneca V.I.P.
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Tema: Re: Campaña electoral: elecciones europeas Jue Mayo 30, 2024 11:34 am
Espero que el PP Europeo se lo piense a la hora de pactar con los socialdemócratas desde el momento en que saben que el sanchismo forma parte de ese grupo en europa, en el parlamento europeo hay muchos otros grupos y peor que el PSOE no es facil que lo haya.
Tema: Re: Campaña electoral: elecciones europeas Dom Jun 02, 2024 10:38 am
Recordar antes de votar
Celso nunca le puso la mano encima, pero más de una vez la echó de casa, enfurecido por algún motivo, y ella se escondía en el camino para que no la vieran los vecinos con la criatura de turno en brazos. Así era aquel hombre, recto y honrado como pocos, pero de genio vivo, intransigente y colérico. Alguna noche de invierno, tremebunda e intempestiva, la hija mayor acudió en ayuda de la madre para librarla de la lluvia y el fango del camino y la subió a pulso por el hueco del piso desde el establo de los animales, que calentaban la vivienda instalados en las cuadras situadas en la planta baja. Con los hijos era igualmente cruel y exigente en las tareas cotidianas, llevado por la obsesión de conformar un capital en fincas para que toda la prole pudiera heredar. La aldea era zona de viñedos, organizados en minifundios repartidos en distintas ubicaciones y ensartados en zonas de monte que servían para dar pasto a las bestias. El cosechero vendía el vino que elaboraba la familia de las uvas de cepas centenarias que había heredado de sus ancestros y aumentado por su esfuerzo y el de su descendencia. Con las ganancias –que atesoraba en duros de plata– compraba más tierras de cultivo, lo que suponía un trabajo mayor y más sacrificios para seguir aumentando el capital. El sueño de todo agricultor minifundista de la Galicia de principios del siglo XX era disponer de terrenos suficientes como para repartir entre la prole su herencia, de forma minuciosamente justa y equitativa. En el proceso de producción diseñado por el padre y antes que él por sus antepasados no había margen para el gasto o el disfrute y los castigos eran despiadados, por lo que no resultaba raro que los hijos adolescentes terminaran por esconderse en las fincas para no soportar la ira del padre, un día y otro día. La esclavitud y la intemperancia acabaron por provocar la huida de los jóvenes, que abandonaron el terruño y el entorno familiar a medida que se hicieron mayores. Hoy, nadie de la familia de Celso trabaja los viñedos que les dejó en herencia a sus descendientes y los montes están abandonados porque ni siquiera el ayuntamiento se preocupa de parcelar su territorio. Los emigrantes, sin embargo, han dejado su huella de excelencia en ciudades de España y América. Ocurrió en Galicia pero también en muchas otros lugares de España. A los exiliados políticos de la guerra y la posguerra se sumaron los emigrantes económicos que salieron en los años 50 y 60 a ganarse la vida en América o en Europa. Brasil, Venezuela y Argentina, Suiza, Bélgica y Alemania se llenaron de gallegos que llegaron con hambre y muy poco conocimiento, lo que suplían a base de mucho trabajar. Miluco se crió en el pueblo con sus tíos porque su padre y su madre se fueron a buscarse la vida a Venezuela donde él trabajaba como chófer y “manitas”, mientras que ella corría a cargo de la limpieza y la cocina de la mansión de una familia acomodada. Pasaron los años y el niño fue creciendo como elemento singular en la casa de los dos ancianos que quedaron a su cuidado. Solo recordaba a los padres por las cartas que llegaban, de tiempo en tiempo, escritas en papel cebolla y en un castellano que se le hacía extraño porque él sólo hablaba en gallego. Padeció raquitismo y su madrina lo curaba con baños de sol en la cercana ciudad con mar, de donde había partido el transatlántico que le arrebatara a sus progenitores. Una mañana, convertido ya en un adolescente llegó temblando de ansiedad al puerto de Vigo el día que habían de regresar sus padres. “¿Qué le vas a decir a tu padre cuando lo veas?”, le preguntaron en la espera. “Que me coja en brazos”, replicó sin dudarlo el pequeño. Antonio nació en una familia muy humilde, en una casa vieja y sucia pero con la suerte de tener una madre corajuda, simpática y animosa, casada con un joven saludable y sensato. Un buen día, hartos de la miseria y espoleados por otros vecinos de la aldea que marcharon antes que ellos, se atrevieron a dar el salto al extranjero. Se fueron a trabajar de lo que fuera, en un trayecto hacia lo desconocido y pararon en Suiza; un territorio que se conocía entre el paisanaje como “las américas de aquí cerca”. El pequeño, apenas aprendió a caminar, padeció la enfermedad de la poliomielitis que afectó a su pierna derecha, quizás porque era el destino o tal vez por la falta de recursos sanitarios o la mermada inteligencia de su paupérrima abuela. Aquel huérfano a tiempo parcial -los padres regresaban en vacaciones- merodeaba por caminos y senderos de la aldea, descampados y viñedos, hiciera frío y lluvia o sol y calor asfixiante. Era un golfillo callejero al que no le restaba habilidad alguna para sus travesuras la renqueante pierna mermada y atada a la bota ortopédica. Sucio, mocoso y piojoso bamboleaba con agilidad su escueta estructura infantil haciendo oídos sordos a los desesperados gritos de su enlutada abuela que recorría los caminos en busca de aquel regalo que le había dejado su hija. Cada verano, cuando ella regresaba a casa, venía llena de regalos y bañaba a la criatura en agua de colonia. Para compensar. En su primera infancia, Pepiño perdió a su madre camino de Alemania, a donde la llevó el hambre y las estrecheces en la casa familiar a causa de un marido enfermo y unos padres ancianos con los que no podía sacar adelante a la familia. Al desarraigo de toda emigración, al miedo a aquel mundo desconocido del norte europeo y a las exigencias de la sociedad alemana a una pobre aldeana gallega sin formación alguna se sumó el desconocimiento de un idioma endemoniado del que no comprendía absolutamente nada. Duros fueron los primeros momentos pero la fuerza y la necesidad de los que esperaban en casa a que llegaran los marcos fueron aún mayores acicates. Otras y otros emigrantes fueron capaces de constituirse en un colectivo de ayuda mutua, respetado y prestigiado por la capacidad de sufrimiento y la honestidad de sus trabajadores. Apenas había cumplido los 14 años y Pepiño ya estaba a bordo del autobús que lo llevaba a Colonia para sumar sus esfuerzos a los de la madre. Se integró en la colectividad española a través de grupos católicos de solidaridad y asistencia a migrantes, aprendió alemán, trabajó como mozo de almacén y encadenó empleos a medida que ganaba prestigio en el sector manufacturero.
Estamos en el siglo XXI, España ha dejado de ser país de origen de emigrantes y se ha convertido en receptor por su riqueza. Nos dice el Banco de España que necesitamos casi 25 millones de inmigrantes en 2053 para que podamos mantener nuestro estado del bienestar. Y todavía hay quien se atreve a despreciar a quienes vienen en busca de una vida mejor, huyendo de la miseria, las guerras o la persecución. Que le pregunten a Pepiño, Antonio, Miluco y tantos y tantas que han construido una vida en España de riqueza y prosperidad gracias a la emigración de sus padres y madres. Lo dice la filósofa y sabia Adela Cortina, que la xenofobia no es odio al emigrante ni el racismo rechazo al diferente, todo es “aporofobia” (odio al pobre). No podemos soportar la pobreza de los otros y no queremos asumir que este país salió de la miseria hace apenas unos lustros. A la hora de votar, conviene recordar. Nota: Miluco fue a la universidad y hoy es taxista con licencia y coche propios, que heredó de su padre emigrante. Pepiño es propietario de un restaurante en Vigo con mucha fama y su hijo estudió carrera en Alemania. Antonio formó su propia familia y actualmente trabaja para el ayuntamiento de su pueblo como asistente en atención a personas de la Tercera Edad. Huyeron de una vida miserable gracias al sacrificio de sus padres y madres.
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Tema: Re: Campaña electoral: elecciones europeas Dom Jun 02, 2024 11:16 am
En estas europeas se presenta la ocasión de que el Partido Popular Europeo no tenga que pactar con los partidos sociatas europeos y pueda hacerlo con la derecha europea como la que representa Meloni en Italia, eso sería bueno para todos y España puede ayudar mucho a ello votando PP.
Tinajas Moderador
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Tema: Re: Campaña electoral: elecciones europeas Dom Jun 09, 2024 2:31 pm
Lastima que ademas de corrupto el PP aun exista gente que les vota.
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Laberinto V.I.P.
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Tema: Re: Campaña electoral: elecciones europeas Dom Jun 09, 2024 6:08 pm
Tinajas escribió:
Lastima que ademas de corrupto el PP aun exista gente que les vota.
Y por si fuera poco, le hacen ojitos a la ultraderecha fascista.
Laberinto
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Séneca V.I.P.
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Tema: Re: Campaña electoral: elecciones europeas Dom Jun 09, 2024 7:31 pm
Sánchez cada vez que habla miente, que no te engañe más.
athenea V.I.P.
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Tema: Re: Campaña electoral: elecciones europeas Dom Jun 09, 2024 9:40 pm
En estas europeas se presenta la ocasión de que el Partido Popular Europeo no tenga que pactar con los partidos sociatas europeos y pueda hacerlo con la derecha europea como la que representa Meloni en Italia, eso sería bueno para todos y España puede ayudar mucho a ello votando PP.