La magia del Caos utiliza la técnica de los sigilos, ideada y descrita por Austin Osman Spare en su "Zos Kia Cultus", que no es ajena ni a la "Golden Dawn" de Samuel Lidell MacGregor Mathers ni a la "Astrum Argentum" de Aleister Crowley.
En puridad, la magia del Caos, pese a que se reputa de manera relativamente reciente no lo es tanto, dado que por medio de Spare, se llega a Crowley y a MacGregor Mathers y, a través de ellos a la goecia, que deriva del término griego “goeteia” y que se refiere a la invocación y evocación de entes –identificarlo con brujería nos parece, al margen de simple, inexacto-.
Lo cual nos lleva a hundir esas raíces bastante más atrás, hacia la Edad Media, sin menospreciar, no obstante, las aportaciones originales posteriores, por ejemplo de los citados MacGregor Mathers, Crowley o Spare.
Austin Osman Spare fue pintor, escritor y ocultista, de las diferentes influencias que recibió posiblemente la que más huella dejó fue la de Aleister Crowley, de hecho, en el “Libro del Placer” de Spare se puede ver sin mayor problema la impronta del “Libro de la Ley” de Crowley.
Aquí tenemos un ejemplo claro en la definición que nos da Osman Spare del termino “Kia”:
“La libertad absoluta que siendo libre es lo bastante poderosa como para ser "realidad" y libre en cualquier momento: por tanto no es potencial o manifiesta (excepto en la forma de su posibilidad instantánea) a través de ideas de libertad ni "significados", sino a través del Ego libre para recibirla, a través de ser libre de ideas sobre ella y a través del no creer”
(Austin Osman Spare, “El libro del Placer”)
Spare practicaba también el dibujo automático, supuestamente inducido a ello por trance, digamos que sería una canalización pero en lugar del uso del lenguaje escrito se producía vía la obra pictórica.
Austin Osman Spare liga el agotamiento producido por la satisfacción de un deseo conseguido con la idea de “vacuidad”, es decir, una sensación de “vacio” como “plenitud” por alcanzar la meta propuesta. Esa sensación o ese estado de “vacio” sería la situación ideal para ser proclive a la sugestión del sigilo, en palabras de Spare:
“Agotamiento: Aquel estado de vacuidad traído al agotar un deseo por algún método de disipación cuando el estado de ánimo se corresponde con la naturaleza del deseo, esto es, cuando la mente está preocupada por la no satisfacción de tal deseo y busca alivio. Confiscando este estado de ánimo y viviendo, la vacuidad resultante es susceptible a la sutil sugestión del Sigil.”
(Austin Osman Spare, “El libro del Placer”)
Los sigilos, tal como los concibe Spare, son un bucear en el subconsciente para extraer de ahí la capacidad creativa, en este caso volcada sobre la magia, que impulsada por la acción del deseo generará un artificio –el sigilo- que, a su vez, facilitará la consecución de ese deseo, que no es otra cosa que la voluntad del “magus”, en palabras de Spare:
“No somos el objeto mediante la percepción, sino convirtiéndonos en ella. Cerrar las pasarelas de los sentidos no sirve de ayuda (…)”
“La causa principal del genio es la realización o "Yo" a través de una emoción que permite asimilar como si fueras un rayo lo percibido. Esta emoción es inmoral en cuanto que permite la libre asociación de conocimiento sin contar con los accesorios de la creencia. Su condición es, por tanto, ignorancia de "Yo soy" y "Yo no soy", usando como creencia la confusión, perdida entre pensamientos. Su estado más excelente es el "Tampoco-Tampoco", el "Yo" libre o atmosférico.”
(Austin Osman Spare, “El libro del Placer”)
La creación del sigilo es cosa que Austin Osman Spare deja a iniciativa de cada cual, de hecho, en eso se basa la magia del Caos, en aportaciones propias que, eso sí, pueden ser compartidas, digamos que el sigilo de otro puede servir de vehículo a un tercero, aunque no sea preciso instituir rituales o formulas fijas.
“Por tanto la creencia, para ser verdadera, ha de ser orgánica y subconsciente. El deseo de grandeza sólo puede volverse orgánico en un momento de vacuidad, dándole una forma (Sígil) (…)”
“Los sígiles son el método para guiar y unir la creencia parcialmente libre con un deseo orgánico; son su transporte y retención, que funcionan hasta que su propósito sea servido en el yo de la subconsciencia, y son también su método de reencarnación en el Ego. Ciertamente, todo pensamiento puede ser expresado mediante su relación con una forma. Los Sígiles son monogramas del pensamiento”
(Austin Osman Spare, “El libro del Placer”)
Los sigilos pueden ser visuales, empleando para ello la escritura, los símbolos o lo pictórico –a partir del dibujo automático.
También se pueden construir de manera sonora, el procedimiento es el mismo que la escritura pero empleando la palabra verbalmente en lugar de escrita.
La forma de generar un sigilo escrito o sonoro es la siguiente:
Primero se expresa lo que se desea conseguir, por ejemplo, “deseo oro”. A continuación se borran las letras repetidas, quedaría lo siguiente: “desor”. El tercer paso es generar un dibujo esquemático –a criterio del autor del sigilo- a partir de esas letras restantes. Ese sería el sigilo escrito.
El sonoro consiste en lo mismo salvo que con las letras obtenidas –en el ejemplo “desor”- se debe formar una frase o palabra alterando el orden, en el primer caso podría ser “or des”, en el segundo “rodes”.
A partir de esos pasos básicos todo se vuelve arbitrario, aleatorio o instintivo, recordemos que por una parte se trata de un proceso caótico, luego, desde un aparente orden inicial se alcanza un desorden final, además azaroso, luego caótico.
Esa arbitrariedad es la que ligará, supuestamente, al sigilo creado con el subconsciente, que, teóricamente, dotará de contenido, de mensaje oculto, al vehículo generado por el caos.