Queridísima Batty, ¡cuarenta y cuatro años, chiquilla!, ya ves, treinta y dos menos que este tu seguro servidor, que te recuerda y te recordará siempre con cariño…
¡Quién tuviera 44 ahora mismo y lo pasado, pasado! Pero Batty, ¡si tienes toda una vida por delante!, y cómo me has engañado, picaruela, que en mi mente te tengo como una chiquilla, aún más chiquilla veinteañera, por esa manera encantadora de ser, pero aunque no te conozco personalmente, y la edad es lo de menos, tengo la completa seguridad de tu hermosura, física y espiritual, que ambas bellezas son importantes en el ser humano.
Te quiero Batty, aunque por desgracia para mí nuestra distancia, por motivos ajenos a mi voluntad, se haya dilatado tanto que no te sienta; o no, mejor dicho sí te siento como reina de mi alma.
De quien tú sabes y me valgo de Sotavento para expresar mi gran admiración hacia ti.