La venganza del Borbón, o el déspota ilustrado
No voy a traer aquí —queda claro porque aburriría— esa parte de una de las historias negras de España, que tenerlas negras las ha tenido en demasía. Es aquella que corresponde a un rey extranjero, el Borbón, cuando entra a dominar los reinos de España que nunca le pertenecieron. Me refiero a los motivos que causaron su entrada.
La idea que trae el Borbón en su alforja es la de administrar la vieja e histórica España como los suyos administraban la centralizada Francia, pasándose por debajo del forro de su levita las particularidades de unos reinos ricos en matices. La idea podría ser considerada buena, según se mire, pero un buen gobernante debe gobernar como los ciudadanos desean ser gobernados y no a su capricho y antojo.
Como era de esperar el Borbón se encuentra con partidarios y adversarios, ya que su llegada despertó animadversión en determinadas zonas, como lo fueron en Aragón, Valencia, Mallorca y Catalunya. Por el contrario las simpatías le vivieron desde zonas no castellanas (al margen de la propia Castilla y su gran ámbito de influencia) y lo fueron especialmente desde Euskadi y Navarra, núcleos que, vinculados a Castilla, conservaban autonomía administrativa.
El déspota ilustrado, ante la fidelidad a la causa borbónica de estas dos últimas, les concede el beneficio de salvar sus respectivos fueros, pero Aragón, Valencia, Mallorca y Catalunya sufren sus iras, y le son arrebatados sus fueros históricos, y en un gesto de pura revancha castellaniza sus leyes borrando de un plumazo siglos de historia. De haber sido igual en todo el territorio, lo de llamar venganza sobraría, pero recompensar al que te aplaude y castigar al que te critica, queda claro que así se puede entender.
Es ahora creo yo, por tanto, el momento ideal y más oportuno para que otro Borbón, ahora sí español aunque nacido en Roma, el rey don Juan Carlos, recapacite sobre el mal hacer de sus antepasados, y le devuelva lo sustraído a aquellas naciones de las citadas que deseen recuperarlo. Como Jefe de las Fuerzas armadas debe hacer entender a este colectivo que es un gesto imprescindible y necesario y además de justicia. Puede muy bien Aragón, Valencia y Mallorca negarse a recuperar sus antiguas prerrogativas, también están en su derecho al negarse, pero si Catalunya desea recuperarlas es justo y conveniente. De lo que se trata es de normalizar este país y no estar siglos y siglos con una herida abierta y supurante.
Creo que se necesita mucho coraje, pero creo también que el coraje existe, sólo falta voluntad y que el miedo a una nueva situación no sea el dominante. Es verdad que se precisa consenso, serenidad, tiempo incluso, que las cosas importantes no deben hacerse de un día para otro, pero es recomendable colocar la primera piedra de esa nueva España que se precisa para ser más respetada en el mundo y que su singladura acabe en el mejor de los puertos.
El Postiguet