Leyendo estos días el intenso debate ocasionado por las normas sobre los posibles insultos, me vienen a la cabeza una serie de reflexiones que paso a exponer.
Si me apunto a un club de ajedrez pongamos por caso ,¿ está bien que al llegar pida que la reina mueva en círculos y que se cambien los peones por fichas de monopoly?. Quizás estaría divertido probar a ver como va el nuevo juego, pero la gente que realmente desea jugar al ajedrez acabaría pidiendo que se jugara como toda la vida.
Cuando me mudo a un nuevo vecindario, ¿ está bien que critique al arquitecto que diseñó el edificio?. Si he decidido mudarme, es porque he visto los planos o la obra finalizada y ha sido de mi agrado, las mejoras que se puedan hacer en las reuniones de vecinos serán más o menos grandes, pero las paredes y los pilares van a seguir estando en su emplazamiento original.
Cuando subo al autobús y hablo por mi movil a toda voz, ¿ si alguien me pide que baje el tono, está bien que me indigne, que alegue que yo soy asi y que están atentando contra mi libertad de expresión?, tal vez alguien se sienta molesto por mi reacción y me sugiera que porqué no me compro un coche y hago en él lo que me apetezca, que en un autobus viaja mucha gente y no se tiene que adecuar el autobus a mis gustos.
Tal vez en vez de un foro se debería de abrir un restaurante, y que cada comensal elija de la carta, " hoy quiero de primero insultos al clero, de segundo una cagada en los muertos de tal forero y de beber una de difamaciones al gobierno".
Sirva está frivolité demagógica para expresar mi pataleta.