Que creyeron ser los forjadores de un futuro mejor y hoy piden limosma convertidos en borrachos crónicos en la Cuba castrista.
Deambulan como zombis por toda la isla quienes hace cincuenta años apostaron su energía joven al sacrificio de sus vidas, siguiendo las palabras de un mesiánico embustero que hoy medio siglo después les otorga una pensión de 10 dólares que no alcanza para zurcir los harapos con que tapan sus desgastados huesos que cargan los peores años de la crisis que siguió al retiro de la subvención económica de la URSS.
Macheteros de las zafras "del pueblo", soldaditos que se jugaron la vida en la aventura africana emprendida por la dictadura, jineteras que debieron prostituirse para dar un plato de frijoles a sus hijos, funcionarios de mediano rango que cayeron en desgracia, mientras sus altos jefes gozan de la jubilación en países europeos con el dinero robado.
Éste es el paraíso comunista instalado por los hermanos Castro que algunos imbéciles camaradas todavía promocionan como admirable logro de un "estado de bienestar".
Estos imbéciles nada dicen de que cada día son más los ancianos que hacen la cola a la mañana para revender un periódico, otros eludiendo a la policía para vender un paquete de café, otros colaborando con el régimen delatando a sus propios amigos a cambio de una limosna.
Mi respeto a esa pobre gente que creyó aún en su error. Y mi desprecio más profundo a los idiotas útiles que son cómplices del engaño.