¿QUIÉN TUVO LA CULPA, EL COLACAO O PODEMOS?

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María estaba asustada, observó que a su hija Nuria, una dulce criatura de seis años de edad, rubia y peinada con graciosas trenzas, cada mañana, al tomar su ración de leche con colacao, uno de sus bellos ojitos de gacela aparecía con el exterior amoratado.

—Debe ser el colacao, le dijo una vecina. Y María al día siguiente eliminó el colacao de la dieta, le daba solo la leche, pero ni aun así, pues a Nuria se le seguía amoratando un ojo.

—Lo mejor es visitar a un médico.

El médico, llamado Juan de Arganda, pediatra, reconoció a la niña concienzudamente, no observando nada anormal en ella salvo ese moratón del ojo derecho. Le hicieron análisis y todo su organismo estaba en perfectísimas condiciones. El doctor Arganda, no obstante, quiso consultar con otros dos colegas, uno de ellos también pediatra y el segundo de medicina general para adultos. El dictamen fue el mismo, Nuria estaba perfecta y no entendían el por qué del moratón.

—¿Y si le quitase la leche de la mañana? preguntó angustiada María. No lo veo necesario, le contestó el pediatra, la leche es importante para su desarrollo y, con seguridad, nada tiene que ver para este extraño suceso.

María, no obstante, no se quedó satisfecha, y aun no creyendo en curanderos llevó a la niña a una tal Samantha, que muchos en la localidad la tenían como bruja, pero que sabían había tenido muy buenos resultados en algunos pronósticos.

María llevó a Nuria a que Samantha la reconociera. Y Samantha le preparó una taza de leche con colacao como su madre hacía. Usó los mismos ingredientes: leche, colacao, y la bollería que María trajo de su casa, y la misma taza, y la misma cucharilla. Una vez todo preparado se le dijo a Nuria que tomara esa taza de leche con colacao, que comiera la bollería (eran magdalenas) para ver el resultado. Lo hizo estando María fuera de la sala donde Nuria iba a desayunarse ese día.

Al poco tiempo salieron de la sala la niña y Samantha, ésta llena de satisfacción y orgullo, había descubierto el motivo de que a la niña se le amoratara un ojo. ¿Brujería? No, simple observación. Nuria, una vez removía la leche con el correspondiente colacao, se llevaba a su boca la taza, sin quitar de ella la cucharilla, cuyo rabo se le clavaba en el ojo derecho produciéndole el moratón.

El colacao no era el culpable, y creo que Podemos tampoco.

El P©stiguet

Menos mal, pobre Nuria   

Jajajajajaja, buena alegoría

El Postiguet escribió:

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María estaba asustada, observó que a su hija Nuria, una dulce criatura de seis años de edad, rubia y peinada con graciosas trenzas, cada mañana, al tomar su ración de leche con colacao, uno de sus bellos ojitos de gacela aparecía con el exterior amoratado.

—Debe ser el colacao, le dijo una vecina. Y María al día siguiente eliminó el colacao de la dieta, le daba solo la leche, pero ni aun así, pues a Nuria se le seguía amoratando un ojo.

—Lo mejor es visitar a un médico.

El médico, llamado Juan de Arganda, pediatra, reconoció a la niña concienzudamente, no observando nada anormal en ella salvo ese moratón del ojo derecho. Le hicieron análisis y todo su organismo estaba en perfectísimas condiciones. El doctor Arganda, no obstante, quiso consultar con otros dos colegas, uno de ellos también pediatra y el segundo de medicina general para adultos. El dictamen fue el mismo, Nuria estaba perfecta y no entendían el por qué del moratón.

—¿Y si le quitase la leche de la mañana? preguntó angustiada María. No lo veo necesario, le contestó el pediatra, la leche es importante para su desarrollo y, con seguridad, nada tiene que ver para este extraño suceso.

María, no obstante, no se quedó satisfecha, y aun no creyendo en curanderos llevó a la niña a una tal Samantha, que muchos en la localidad la tenían como bruja, pero que sabían había tenido muy buenos resultados en algunos pronósticos.

María llevó a Nuria a que Samantha la reconociera. Y Samantha le preparó una taza de leche con colacao como su madre hacía. Usó los mismos ingredientes: leche, colacao, y la bollería que María trajo de su casa, y la misma taza, y la misma cucharilla. Una vez todo preparado se le dijo a Nuria que tomara esa taza de leche con colacao, que comiera la bollería (eran magdalenas) para ver el resultado. Lo hizo estando María fuera de la sala donde Nuria iba a desayunarse ese día.

Al poco tiempo salieron de la sala la niña y Samantha, ésta llena de satisfacción y orgullo, había descubierto el motivo de que a la niña se le amoratara un ojo. ¿Brujería? No, simple observación. Nuria, una vez removía la leche con el correspondiente colacao, se llevaba a su boca la taza, sin quitar de ella la cucharilla, cuyo rabo se le clavaba en el ojo derecho produciéndole el moratón.

El colacao no era el culpable, y creo que Podemos tampoco.

El Pstiguet

...no sé, a lo mejor la cuchara era puesta a mala fe por algún "podemita" escondido...

O alguna tanguista, que a la hora de cantar dramas, ni los dramaturgos helenos. Se ponen a cantar "la cieguita" o el “yira, yira” y hacen llorar a medio mundo. O sea, que podemos llamarlas cebollas.

El P©stiguet