La virginidad en la mujer

La virginidad en la mujer

Aunque en estos tiempos ya ha dejado de tener importancia si una mujer es virgen o no, quizás porque si se intentara encontrar una docena de ellas sería tarea ardua, sería bueno recordar que no hace demasiados lustros la virginidad en la mujer era considerado un don, la honra que se decía.

En esta copla popular se mantuvo la idea de siglos la honra de una mujer, aunque en ocasiones se tratara únicamente de la maledicencia.

Dicen que me andas quitando
La honra y no sé porqué;
¿para que enturbias el agua
que tú no quieres beber?

Y es que la importancia de la virginidad femenina en España viene de muy lejos, por una parte de la tradición musulmana (nueve siglos en la península Ibérica) y de otra por la tradición cristiana con su virgen María.

En el derecho matrimonial del siglo XI un padre tenía que “cubrirse” legalmente de la pérdida accidental de la virginidad de su hija, levantando ante Notario la siguiente acta mediante un formulario establecido:

“…………, hijo de …………………., requiere testimonio de que ha sido designio de Alá (honrado y exaltado sea) que su hija …………….., virgen sometida a su potestad, se cayera de un peldaño, de una escalera o cayendo …………………………… perdiera su virginidad, lo cual es divulgado por su padre ………………….........…., cuando ella es aún impúber, al tiempo de ser depuesto ese testimonio, para que así sea público y notorio entre las gentes, evitando con ello la degradación moral de su hija y para que cuando llegue a la pubertad, no crea nadie más de lo que este documento se dice acaecido, pecando quien otra cosa creyere y se lo imputara a …………….......….., difamándola con ello…”

En vista a los muchos formularios que en la Notaría de Ben Mugayt existieron, parece ser que las escaleras de la época estaban mal construidas, o bien que las niñas impúberes de la época, por calor u otras causas, se levantaban la falda con mucha facilidad.

El Postiguet

Efectivamente así es, estimado Tinajas, sin embargo es cierto comprobar como cada vez más la unión entre un hombre y una mujer presenta síntomas de debilidad; esto es, se rompe con una frecuencia que llama la atención, es como si "ese amor" que debiera ser el punto esencial, e insustituible para unirse (aquí poco importa la forma de unión) no lo fuera como tal, o como algunos entendemos; si se rompe fácilmente quizás no sea un amor verdadero, y primen más otros factores para unirse como el atractivo físico y sexual, que claramente con el tiempo mengua, o los intereses económicos.

Yo soy partidario del encuentro sexual, libre y sin compromisos de unión por ninguna de las partes, pero cuando ambas partes deciden crear una unidad, esto es, la unión con el nombre que queramos darle, matrimonio inclusivo, debiera existir un convencimiento tan grande por ambos que no lo pudiera tumbar un simple airecillo. Cuando oigo que se unen dos personas con el convencimiento de que si no gusta pueden recurrir a la ruptura, ya me da la sensación de que no existe amor, sino otras circunstancias menos fuertes.

El Postiguet

En aquella época usarían bastante la puerta trasera para salvaguardar la entrada principal.

Aunque Sodoma y Gomorra...no se...,menudo dilema para las pobres mujeres.

falta de amor y miedo a los compromisos
la virginidad ya no es importante
pero no hay sentido de permanencia tanpoco

se ha desvirtuado el significado de la liberta
las personas creen que ser libtres es hacer todo lo que
te plasca y que ademas, no abran consecuencias

por eso toman y dejan pareja como el que se cambia de ropa

Yo creo que el asunto del compromiso en las relaciones, hoy, tiene más que ver con el individuo que con los cánones imperantes en la cultura (cánones contrarios a la cárcel conceptual y vivencial que proponía la época de la cual nos habla el post inicial), donde se ha puesto mucho empeño en desarrollar la idea de libertad... una libertad que no por la sola connotación positiva del concepto nos otorga sólo cosas positivas; las consecuencias, independientes del concepto de libertad y dependientes de la práctica de la libertad, pueden ser tanto positivas como negativas (inclusive dependiendo qué es positivo y qué es negativo, para quién y para qué).

Hoy el canon cultural tiene un grave trastorno de personalidad, conceptualmente se enaltece la libertad, y prácticamente (en el orden de las Instituciones, las Leyes, las normas) se entorpece el desarrollo de esa libertad idolatrada. La consecuencia es un individuo postmoderno que tiene ideas postmodernas, creencias medievales y practicas de la antigüedad, en el peor de los casos, y de la modernidad (que ya es antiguo) en el mejor. Hay una resistencia a la practica libertaria y una imposición cultural al enaltecimiento de la libertad. De tal contradicción no puede salir otra cosa que no sea la deriva de la contingencia experimental... comenzar una relación y ver en la marcha qué es lo que ocurre (experiencia que en muchos casos se vive con asombro ante el resultado que casi nunca coincide con la idea -hipótesis- inicial).

Lo que tiene de malo esta entrega a lo contingente, a lo imprevisible, a lo no planificado, es la falta de compromiso (que no es más que un método que se adquiere de antemano para que la experiencia perdure o no se termine ante el primer "error de cálculos"), y lo que tiene de bueno, es que le estamos dando el lugar que corresponde al amor, que ni se puede atar, ni se puede calcular, ni se puede prever cuándo comienza y cuándo termina... simplemente hay que transcurrirlo mientras existe. Y es aquí donde el individuo (y no la cultura) tiene mucho que ver... porque lo que resta indagar es qué relación tiene dicho individuo con el amor, para luego comprender cómo se relaciona amorosamente con otros.