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Siria: ISIS contra el cultivo de marihuana
Los yihadistas del ISIS en el norte de Siria e Irak no solo atemorizan a la población autóctona sino que ahora, además, queman los cultivos de marihuana que los agricultores sirios producen para poder subsistir en un país desolado por la guerra. Los miembros del Estado Islámico aseguran que el cannabis es perjudicial y por eso debe ser destruido. Pero la oposición de los cultivadores es firme.
06/11/14
El cultivo de plantas de marihuana en Siria se ha convertido en una de las pocas vías de supervivencia para aquellos que aún se resisten a abandonar sus hogares a pesar de la cruda guerra civil que asola el país. Su producto no es, ni mucho menos, el mejor del mercado. A pesar de ello, según los últimos datos procedentes del país, muchos agricultores llevan meses cultivando marihuana en un intento desesperado de conseguir ingresos suficientes como para poder comprar la escasa comida que llega desde el exterior.
Pero ahora una amenaza mucho más preocupante atemoriza a quienes habitan, no solo el norte de Siria, sino también el de Irak y el de países colindantes como Líbano. Se trata del Estado Islámico de Irak y Siria - más conocido a nivel mundial como ISIS, por sus siglas en ingles -, que ha tomado el control de algunas zonas instaurando su particular califato.
Los miembros de ISIS no solo secuestran, torturan, atemorizan y asesinan a todos aquellos que no actúan conforme a sus ideas, sino que hacen desaparecer todo aquello que para ellos es “no apto”, como son las distintas variedades de marihuana que se cultivan en el país.
Hace unas semanas el grupo publicaba en YouTube – dominan a la perfección internet y las redes sociales – un vídeo en el que podemos ver a varios de sus miembros mostrando un amplio campo de cultivo de marihuana localizado supuestamente en Ijtirein (al norte de Alepo) y escondido entre diferentes plantaciones de tomates, pimientos y maíz.
Mientras que dos de los yihadistas muestran el terreno, otros hombres cortan las plantas, las recogen y las colocan en montones que más tarde queman. Su mensaje es claro: no hay que consumir marihuana porque es “una droga” y un producto malo para la salud. Es haram (pecado) y va en contra de la interpretación más estricta de la Sharia. Los militantes del Estado Islámico consideran la marihuana “un producto contrario a la ley islámica”.
Según los miembros de ISIS, habrían descubierto los cultivos tras capturar a algunos de los miembros del Ejército Libre de Siria – contrarios al actual gobierno –, aunque el propietario de los mismos habría huido a la frontera con Turquía. No parece ser la única cosecha que los yihadistas han quemado o tienen intención de quemar.
Numerosos agricultores perjudicados por esta criba
Estos cultivos se han llegado a convertir en una de las pocas fuentes de financiación de la oposición al propio ISIS y al gobierno, y la marihuana producida es introducida de contrabando en Turquía. Desde Idlib, ciudad muy próxima a Alepo, un joven cultivador de cannabis de 31 años afirma que no tienen muchas más alternativas en las que trabajar. “No tenemos tierras, no hay comercio, no hay nada. Si no fuera por esto nos moriríamos de hambre”, asegura.
Ante el temor que provocan los grupos más extremistas en el país, los agricultores sirios suelen pagar a los combatientes opositores al régimen para que protejan sus campos de marihuana y aseguren que las mercancías cruzan las fronteras de forma segura para venderse principalmente en Turquía. La mayoría de los pueblos de la provincia de Idlib están viviendo de los despojos del contrabando entre Siria y Turquía. Aunque cuidar los cultivos para evitar que entren en contacto con los miembros del Estado Islámico es mucho más complicado.
Los cultivadores libaneses defenderán sus plantaciones
En la vecina Líbano también se está produciendo un auge del cultivo de marihuana, aunque es ilegal. Y una gran parte procede del empobrecido aunque muy fértil Valle de Bekaa, a 50 km de la frontera con Siria, donde los granjeros han visto cómo sus beneficios se disparan en los últimos dos años. El caos en el país vecino parece haber sido una bendición para los agricultores, ya que las fuerzas de seguridad que habitualmente trabajaban en la erradicación de los cultivos están ocupadas protegiendo los límites territoriales.
Pero a medida que los combatientes del Estado Islámico presionan más cerca de la frontera, los cultivadores de marihuana, que en ocasiones anteriores ya han tomado las armas contra sus propias fuerzas de seguridad, aseguran que harán lo mismo para defenderse de alguien más empeñado aún en destruir sus cultivos.
Incluso el grupo chiíta Hezbolá es reacio a enfrentarse a estos clanes, pues el control de drogas ocupan el segundo lugar frente a la propagación del conflicto de Siria; y además podrían utilizar esta fuerza paramilitar en caso de emergencia nacional. Estos clanes bien armados, que han participado en batallas entre ellos y contra el ejército libanés, se han comprometido ahora a utilizar sus armas contra cualquier combatiente de ISIS que entre en Líbano desde Siria con la mínima intención de quemar una sola de sus plantas.
Marihuana, alcohol o tabaco, no; pero anfetaminas... sí
No es la primera vez que los miembros de ISIS llevan a cabo un acto similar en Siria contra sustancias que consideran impuras. También dicen haber quemado 1,5 millones de paquetes de cigarrillos en varias ciudades del país, para impedir fumar tabaco, algo que está prohibido según la interpretación estricta que hacen del Corán.
Sin embargo no ocurre lo mismo con el Captagon (fenetilina), una anfetamina de gran producción en Siria y que provoca un estado de euforia e insensibilidad al dolor. El Captagon es muy consumido por los propios yihadistas, quienes se vuelven así insensibles al cansancio, al sueño y al hambre. Además, la combinación de fanatismo suicida y anfetaminas, como ya demostraron los aviadores "kamikazes" en Japón, es una fórmula que puede crear serios problemas a los ocupantes de un puesto de combate que no esté perfectamente defendido.
Los miembros del ISIS, que no tratan a esta sustancia como haram al considerarla útil para su propio beneficio, son conocidos por traficar con este tipo de drogas para su consumo y financiación (en agosto pasado, el Ejército Libre Sirio interceptó seis millones de pastillas de Captagon en la frontera), así que su mensaje con respecto a la marihuana resulta contradictorio.
Sea como sea, hablan haciendo referencia constante al Islam para intimidar a la población y obligarla a que dejen de lado los cultivos de cannabis. Hacen, por tanto, todo lo posible para crear una mala imagen de esta planta. Es triste, pero la marihuana se ha convertido en Siria en una víctima más de la brutal economía de guerra.