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Dicen, los que de esto saben, que una frustración padecida desde niño, puede acarrear problemas en la adolescencia o más allá; en el caso de Anti le ha llegado hasta la vejez.
Tendría, más o menos, cinco años nuestro buen compañero Anti, cuando sus padres notaron que al tomarse por la mañana la taza de Colacao correspondiente, al poco tiempo su ojo derecho quedaba como amoratado. Por supuesto lo llevaron inmediatamente al médico.
Tras muchas pruebas y análisis no encontraron nada en el niño que pudiera servirles para un pronóstico; Anti no mostró anomalía alguna en los análisis de sangre y orina, ni en las pruebas alérgicas a las que fue sometido. No obstante era tomar la taza de Colacao y quedársele el ojo amoratado. Sus padres cambiaron el Colacao por leche sin aditivos, pero el resultado era el mismo: amoratamiento del ojo.
Una vecina, conocido el problema, y que tenía fama de curandera, pidió a sus padres permiso para observarle. Al día siguiente, tras obtenerlo, se presentó por la mañana en su casa. Sus padres, con todo el mimo del mundo prepararon la taza de Colacao, y Anti la tomó como todos los días. Al poco la curandera resolvió el problema. ¿Cuál era éste? Muy sencillo, Anti, tras remover bien el Colacao se llevaba la taza a la boca, pero… ¡sin quitarle la cucharilla! Y era con el rabo de ésta que se daba en el ojo y se golpeaba.
¡Ay, Anti, Anti!, ya desde niño muy torpón y dando disgustos…
El P©stiguet