Hoy, esta mañana, he visto a mi amigo El Loco, y ni siquiera me ha saludado, me ha hechos señas con la mano como indicándome de que no podía hablar pero después de mucho insistir, y como volviendo a realidad que tanto se le escapa, y que a veces no es capaz de rencontrar. me ha contado lo siguiente:
Vecino, esta mañana después de ver las noticias me he quedado sin palabras, no me quedaba ninguna, en ningún sitio, ni siquiera alguna que otra olvidada por algún rincón de la casa. He buscado por todos los rincones por si encontraba alguna por el comedor, o por la salita, que es donde más palabras se consumen, y a veces hasta se derrochan durante el día, pero no había ninguna. Las únicas que he encontrado las tenia congeladas en el frigorífico, pero estas no me servían porque ya habían caducado, ya no tenían vigencia.
Sin palabras no se podía estar, no me iba a quedar hablando por señas todo el día, así que me he acercado al supermercado, mientras, miraba por las escaleras y el ascensor por si me encontraba alguna que otra palabra extraviada, pero no, no se habla mucho fuera de los pisos.
En las tiendas no quedaban, se habían agotado, y si quedaba algún stock, era de viejas palabras, además que no eran de mi talla, me venían grandes, o pequeñas, y además eran algo anticuadas. Otras, eran palabras de lujo para la gente con dinero, y yo buscaba palabras de la media clase social, de las que solemos usar los trabajadores por cuenta ajena, de los que nos salen siempre la declaración de la renta a pagar, de los que usamos, prestamos e hipotecas, y un trabajo inseguro. Pero no quedaban ni siquiera de las de ofertas, se habían agotado.
Preguntado por señas me indicaron una gran área de ventas, y en la que allí, me aseguraron, si tenían palabras, claras, frescas, del día, actuales, sin doble filo, y hacia allí me dirigí. Pero no era verdad, porque las que vi aunque eran palabras, recientes, estaban desfasadas, importadas de China, mal traducidas, y con aristas que lastimaban al usarlas. Palabras que no me interesaban pues eran ordinarias de baja calidad, propias, y para gentes sin educación, o para charlatanes de feria, destinadas a ser saldo de mercadillo. Pero aún así y ante la falta de materia para comunicarme, le tomé la palabra al vendedor y con unas cuantas mas con las que tendría para a pasar al menos ese día, salí a la calle. Pero camino de casa me encontré con varios amigos a los que les al darle mi palabra de vernos el próximo domingo, de nuevo, y sin darme cuenta me quedé otra vez sin palabras.
Rocinante 16/04/20xx