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La banda terrorista y asesina ETA ha entregado las armas como todos sabrán. Deja su lucha armada, como “ejército de liberación del pueblo vasco” a decir del falangista Aznar, tras cerca de un millar de cadáveres. Siempre tendrá ETA, por tanto, miles de familiares de estas víctimas inocentes que no perdonarán sus crímenes. Para ellos, víctimas y familiares, mi condolencia y solidaridad en el dolor, pero la banda armada debía de desaparecer, y ojalá lo hubiese hecho hace décadas, porque centenares de ciudadanos inocentes, entre ellos niños, hoy estarían viviendo la vida que les tocó vivir que ningún desalmado tiene la potestad de arrebatársela. Desgraciadamente el hombre aún posee un instinto salvaje que le impide entender que no hay uno solo dueño de otro, y que toda vida ha de ser respetada.
Tras lo anterior, donde claramente dejo reflejada mi idea sobre la banda y sobre toda violencia, me hago la pregunta: ¿Es el momento de perdonar y olvidar, o esto nunca debe ser posible? En un Estado de Derecho, todo aquel que infrinja la ley debe ser condenado, pero una vez cumplida su condena es hombre libre y sin deuda alguna ante la sociedad, por lo tanto, libre ya de la cárcel como pago de la deuda contraída no se le debe exigir nada más. Ni siquiera el arrepentimiento, ya que esto debe quedar entre él y su conciencia.
Otra cosa muy diferente es si las condenas por esa violencia y esas muertes alcanzan la deuda contraída. La justicia, que nunca debe ser vengativa, tampoco puede ser pusilánime, y no medir en justa medida el daño hecho y la paga a corresponder. Es más, esa condena debe cumplirse al completo, ni siquiera el deseo de las víctimas o familiares demandando menor paga, debiera de tenerse en consideración. Si lamentable es ver a un hombre o mujer carente de libertad, lamentable es ver los crímenes cometidos por estos, por lo tanto, la justicia significa que se pague en justa medida, ni más ni menos, y una vez estipulado el tiempo de condena, no puede haber “hipócrita piedad” por los afectados que seguirán padeciendo su dolor de por vida.
Los presos de ETA que aún están cumpliendo condena, han de cumplirla al completo, hacerlo lo más cercano al lugar de residencia de sus familiares, también me parece de justa lógica, no por ellos sino por padres, hijos, esposos, hermanos, etc., pero una vez pagada su deuda nadie tiene el derecho a reclamarle más, ni un minuto. Y una vez no haya uno sólo que deba presentarse ante la justicia, demos a ETA por acabada.
El P©stiguet