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Hace ya unos diez años asistí en Caen (Francia) a un espectáculo operístico que me deslumbró. Se trataba de la ópera de Stefano Landi “Il Sant’Alessio”. La puesta en escena fue espectacular, y las voces de los participantes extraordinarias. Pero su originalidad estaba en que todos los actuantes eran hombres, incluso en los papeles de mujer. Lo llamativo no es que cantaran en falsete, que no lo era, sino que el timbre de sus voces era muy natural. Podría pensarse, de no haberla visto, que pudiera resultar chabacana por estas imitaciones, pero lo cierto es que no, para nada. Se veía natural, como quizás, supuse, se vería natural los papeles femeninos interpretados por hombres en aquellas épocas lejanas donde la mujer no tenía acceso a los teatros.
Hoy en día, como reminiscencia de aquello, en el drama sacro musical del Misteri d’Elx (Misterio de Elche) que se representa en agosto dentro de la Basílica de Santa María en la ciudad ilicitana, el papel de la Virgen lo interpretan muchachos desde siempre con sus voces blancas. Ni siquiera el cambio tan radical que se ha dado en tantos órdenes de la vida, ha servido para que una niña interprete a este personaje femenino de la madre de Jesús.
Con respeto al Sant’Alessio, cuyo argumento también es muy interesante, como digo oír voces masculinas, sin afectación ni falsas imitaciones, interpretar a la Madre o la Esposa y otros personajes femeninos, me causaron una impresión gratísima. Si un día esa ópera interpretada por esa misma compañía, llamada “Les Arts Florissants” que desconozco si aún existe y hace interpretaciones fuera de Caen, estuviera por su ciudad, no duden ni un instante en acudir a presenciarla.
El P©stiguet