.
Aclarando que dicen es gerundio.
Una organización política, cuyos líderes, día sí y día también, solo buscan enfrentamientos con los otros, es imposible que recabe apoyo a la anunciada moción de censura, que, visto lo visto del desmadre del PP, sus enormes corrupciones, sus descaros en los robos, su desvergüenza queriendo controlar la Justicia, se hace imprescindible. Jugar a todos contra mí y yo contra todos, no es la mejor baza en un Parlamento cuyo mandato reciente de la ciudadanía ha sido muy claro: entendeos y dialogad.
Pero la táctica “pablista” no va en esa dirección. Lo primero, para ellos, es lograr la primera página de los diarios, para presentarse como únicos garantes de la desaparición del PP, que no garantes de la Democracia y la Libertad que el pueblo español, conseguidas tras cuarenta años de dictadura criminal, necesita, quiere y ansía mantener. Quien estaba dispuesto a entablar condiciones con el PSOE para que éste gobernara, pero teniendo bajo su mandato el control del Estado, logrando hasta la última reseña de lo que hacemos cada ciudadano, no es de fiar. Y el ciudadano, en número de un millón, lo ha abandonado a las primeras de cambio. Pablo —podríamos decirle— al igual que a los jesuitas, el pueblo español comienza a conocerte. Muy pronto, yo diría que con excesiva rapidez, te mostraste dispuesto al control de nuestras vidas, que no a solucionar los graves problemas, especialmente los económicos, que tanto daño han hecho a millones de españoles.
Y esa moción de censura, mal presentada, de prisa y corriendo, para la foto, sin apoyos de nadie pues con nadie se habló, ahora la pretende llevar a la calle. O sea, todo lo contrario que una Democracia parlamentaria debe hacer. A don Pablo el Parlamento no le gusta, pues desde el estrado igual se ven las virtudes que los defectos del orador, y para un iluminado que se cree estar por encima de todo bien y todo mal, mostrarse con carencias es humillante. La calle es otra cosa. Él, ya en primera fila o en su despacho, se sabe inviolable por las ventajas y privilegios que su cargo le aportan. Después, en la calle, si la manifestación se convierte en algarada y hay consecuencias trágicas, él saldrá ileso y más cargado de razones. En este aspecto don Pablo sabe jugar muy bien sus bazas.
Ya que le gusta tanto los numeritos circenses, ¿por qué no montar espectáculos como bicis anticorruptos? Miles de bicis con las caras de toda la corrupción del PP, y la del PSOE y aquellas otras que se intuyan de Ciudadanos, recorriendo nuestras calles sería un excelente reclamo, eso sí, esas que comienzan a conocerse, de momento pequeñas, porque la caja caudales cercana es mínima, de Podemos, silenciarlas. Y para que nadie me acuse de inventarme cosas, busquen sobre la financiación irregular de los podemitas en mi ciudad, y de la orden dada de no grabar las reuniones para que la (canallesca) prensa no se entere de ciertas prácticas. Al final todos los domingos lo mismo: arròs caldós.
El P©stiguet