Por enésima vez.
Creo que respecto a las ideas políticas de cada uno de los que asiduamente estamos en este foro he demostrado que las respeto, entendiendo que cada cual puede elegir aquel modelo de política o sociedad que guste, faltaría más, pero al mismo tiempo solo pido que mis ideas sean respetadas de igual forma.
Y ahora antes de hablar de Podemos, según mi criterio, quiero manifestar algunas cosas.
En Catalunya, como todos sabemos, existe un partido que ha ido cambiando de siglas en los últimos tiempos, es la antigua CiU, una coalición nacionalista que, a decir de los entendidos, es el partido de la burguesía catalana, o sea, de aquellos catalanes que se enriquecieron con sus industrias y negocios gracias a España, por una parte porque ésta le garantizaba la mano de obra barata de sus regiones pobres para sus factorías, y, por otra parte, una gran clientela para sus productos manufacturados. En momentos difíciles para la exportación a Europa y otros países debido al aislamiento español de los gobiernos fascistas de Franco, la fiel, por necesidad clientela española, les era muy beneficiosa.
Pero de repente, y debido a la enorme crisis económica, se agranda un movimiento ciudadano, siempre latente en Catalunya desde siglos, entre identitario y de indignación por la situación de crisis, y surge un deseo de formar un Estado propio por medio de una República. Lo que conocemos por el independentismo.
Pensar que la burguesía catalana y el partido que la representa, o representaba, es independentista, es una quimera, pero los políticos son “especiales” y allí se agarraron al independentismo ciudadano para no perder los apoyos en las urnas que podrían dirigirse hacia otro partido nacionalista, Esquerra Republicana, ésta sí manifestada en muchas ocasiones como independentista.
La antigua CiU se nos presenta como acaparadora de un sentimiento ciudadano que no le corresponde, pero hábiles como son los políticos lo hacen suyo también para seguir en la poltrona. Identificarse con los partidos españolistas para CiU era una temeridad, otra cosa es la gran patronal catalana, que no siendo política y sacando beneficios de España, la identidad catalana le importe bien poco, como a todo el capital.
Y bien, ahora dirijamos la mirada hacia España, y hacia esos cientos de miles de españoles indignados al ver que sus logros de años van menguando cuando no perdiendo. Se pierde el trabajo, se pierde cierta comodidad, una Escuela pública cada vez peor por los recortes como ocurre en la Sanidad y en tantos otros apartados. Y de esa indignación ciudadana, unos políticos, la mayor parte jóvenes universitarios, se adueña, gracias a sus hábiles conocimientos de la redes sociales, saberse presentar como muy diferentes a los partidos tradicionales, desde las maneras hasta la vestimenta, y así se forma Podemos y sus mil y una franquicia.
Pero esto, por sí solo, y por mucho empeño en que pongan, está claro que no convence a la gran mayoría, que si bien lo está pasando mal en gran número, no cree en los postulados de Podemos, y algunos de sus métodos más propios de universitarios pancartistas y revolucionarios, lógico por otra parte por esa edad juvenil donde todo se desea conseguir con rapidez. Y ahora es el gran momento de la autocrítica, porque no creo que se piense desde Podemos que los votantes españoles son unos ignorantes que no sabe distinguir del mal que reciben del PP o PSOE y lo bueno que ellos les traen. Si piensan eso es lo mismo que piensan los otros, la llamada casta, cuando no reciben apoyos.
O el proyecto Podemos no lo saben explicar, o el ciudadano no lo cree factible, o algo falla cuando la necesidad del cambio es tan apremiante y no reciben los podemitas el apoyo necesario. ¿Creen que la confianza se gana con gestos, con propuestas difíciles de entender, o con una explicación clara y exhaustiva de cómo y porqué se harán ciertas cosas?
El ciudadano corriente lo que desea es vivir en el mejor estadio de bienestar posible, y no espera de la pancarta, de gestos llamativos en el Parlamento, de autobuses imitadores del catolicismo más rancio, y de tantas manifestaciones más propias de un campus universitario que de un partido que pretende gobernar y cambiar la forma de hacer de los actuales gobernantes.
Han demostrado, Podemos con el M-15, como CiU con los deseosos del separatismo: ser unos arribistas que se aprovechan a las necesidades de la ciudadanía para llegar al poder. Y el ciudadano no es tonto, como yo, y quizás piense que de nuevos Ramonets vendiendo la manta zamorana y el crece pelos, ya está cansado.
No, Podemos no ha impactado en la esperanza de la mayoría, y va perdiendo aceite conforme se le va conociendo. Habrá, por tanto, que esperar el nacimiento de una nueva y verdadera izquierda democrática y que mire al mañana, con trabajo y optimismo, y olvide un ayer que ella no ha vivido. De no ser así, amárrense los machos, que tenemos derecha hasta el agotamiento; puede que se marche de la poltrona los corruptos de la gaviota, pero tras ellos llegarán los naranjitos, porque a la izquierda en España, la de verdad si es que existe, está en otras trifulcas internas.
