[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Tiene una familia tradicional con la que siempre soñó, con esposo o esposa e hijos. Tiene un hogar. Es lo que construyó con su pareja. Con razón, usted está orgulloso de eso, de su familia.
Aun así, los años pasan y, con ellos, usted –hombre o mujer– llega a tener una inquietud: le gustan personas de su mismo sexo. Se queda helado porque se da cuenta, entonces, de que responder a esa inquietud puede ser un error garrafal, puede desatar un tsumani a su alrededor.
¿Qué diría su pareja si se enterara? ¿Y sus hijos se sentirían decepcionados de usted? ¿Puede, por asumir su orientación sexual, perder todo lo que construyó en esos años?
En una situación con tantas preguntas, Miguel Rueda Sáenz, psicólogo de Pink Consultores y uno de los expertos en la materia más reconocidos en el país, explica que “en este caso, aunque el problema parte de la situación de una persona, hay que recordar que existen otros involucrados. En primera instancia, la pareja y los hijos y, dependiendo de los casos, puede extenderse a la familia lejana”.
Rueda, quien, además, publicó la investigación 'Experiencias familiares de madres y padres con orientaciones sexuales diversas' junto con otros cuatro psicólogos de la Universidad de los Andes, explica que es útil entender qué implica asumir la orientación sexual en estos casos. “Se define como un patrón de atracción por personas del mismo sexo, de otro sexo o de ambos sexos, perdurable en el tiempo. Puede manifestarse en cualquier etapa de la vida”.
En una situación ideal, tomar la decisión de hablar sobre la orientación sexual en la familia debería hacerse después de haberlo pensado con calma y de preguntarse cuáles pueden ser las reacciones de la pareja y la familia y, “a partir de ellas, cuál va a ser su reacción y con quién cuenta en su red de apoyo más cercana y en la más lejana (parientes, amigos...)”, dice Rueda.
Cabe anotar que varios estudios, como uno publicado en la revista Psychosomatic Medicine, ya habían comprobado que negar la orientación sexual aumenta los niveles de estrés y la posibilidad de depresión y ansiedad, estados que afectan el bienestar personal y el de los seres queridos que rodean a quienes los padecen.
Sin embargo, aunque se quiera asumir la situación de la forma más honesta y menos dañina para todos, la experiencia le ha mostrado al especialista que en muchos casos la revelación es accidental, incluso indeseada: un correo electrónico, un mensaje de texto o porque agarraron al padre o a la madre en cuestión con las manos en la masa.
¿Hay forma de saber cómo reaccionarían la pareja y los hijos? Para el especialista existen indicadores que pueden dar luces pero que no son definitivos. “Si la familia nunca ha tenido contacto con personas de otras orientaciones sexuales o de género, uno podría asumir que puede tener una reacción negativa. De todos modos, hay sorpresas y es tan difícil de predecir esto que, al final, es esa incertidumbre lo que hace que muchos no se atrevan a hablar de su orientación teniendo una familia”.
Las consecuencias para la pareja heterosexual, los hijos y para quien decide asumir públicamente su orientación sexual diversa pueden variar dependiendo del escenario en que se encuentren todos. Aquí, tres testimonios de colombianos.
Revelación por accidenteRoberto*, quien tiene 37 años y reside en Medellín, describe su salida del clóset como violenta e inoportuna. Hasta hace dos años estaba casado con Alexandra*, matrimonio que duró ocho años y del cual nació un hijo que hoy tiene 10 años.
Durante los primeros años después de su nacimiento, ambos estuvieron tan concentrados en el niño que Roberto, aunque de vez en cuando se sentía más atraído hacia los hombres que las mujeres, pocas veces se hacía preguntas sobre su orientación sexual.
Una vez su hijo entró a preescolar, empezó a tener fantasías recurrentes en las que se veía conviviendo con un hombre. Aclara que no había dejado de querer a su esposa, sino que estas fantasías empezaban “a ocupar mucho más tiempo de lo normal en su cabeza”. Entonces comenzó a chatear con el amigo de un pariente suyo y, un día, Alexandra le revisó el teléfono y vio los mensajes que compartían.
Ella le exigió una explicación. Como eso los tomó desprevenidos a ambos, tuvieron una discusión en la que él terminó admitiendo su homosexualidad, aunque ni siquiera la había asumido por él mismo, y tuvo que pasar unas semanas en casa de sus padres hasta que se divorciaron. Tardaron dos años en volver a hablarse, y hoy solo se dirigen la palabra para asuntos que tienen que ver con su hijo.
Lo primero que suele explotar en estas revelaciones, según Rueda, son emociones como miedo, angustia, vergüenza, culpa y enojo. Ambos padres pueden tomar decisiones basadas en estas emociones, en vez de pensar en un plan de cómo pueden solucionar el conflicto.
Por más difícil que sea la situación, Rueda dice que se puede evitar el desastre. “Deberían tratar de tomarse el tiempo para hablar con tranquilidad sobre qué sienten los dos acerca de lo que pasa”, añade. “No se trata de cuestionar lo que fueron como familia, sino de enfrentar el presente como es”.
Un tema pendiente que sale a floteMaritza* se separó de su esposo cuando tenía 46 años, 15 de matrimonio y dos hijas. Por reuniones de colegio, conoció a Tatiana* la mamá de una amiga de su hija mayor, con quien empezó a hablar mucho, principalmente, de temas relacionados con sus hijos.
Al año, Tatiana se mudó a Cali con su hija, pero Maritza y ella mantuvieron el contacto. Empezaron a hacer videollamadas cada dos o tres días y, comenzaron a sentir un afecto más allá de la amistad. Esa relación hizo que Maritza recordara que, hacia los 20 años, había sentido atracción por una compañera de estudios abiertamente homosexual, pero nunca exploró esa situación, aún sabiendo que era correspondida. “La archivé por allá en el incosciente, pero se volvió a presentar la situación y decidí vivirla”, dice.
Hoy, Tatiana y Maritza son pareja, lo saben sus hijos, amigos cercanos y algunos familiares. “No es fácil enfrentar la situación. Nuestras familias son muy convencionales y los ambientes laborales también (una abogada, la otra médica). La distancia es difícil, pero a la vez ayuda a llevar la situación”, dice Maritza.
Sobre este tipo de casos, Rueda comenta que “quienes dudan sobre su orientación sexual a veces consolidan una relación heterosexual porque hay una muy buena relación con esa persona: hay amor, hay afecto, y el erotismo es genuino. No es necesariamente un engaño a otros o un autoengaño”, explica el especialista Rueda. “Pero, a veces sí puede tratarse de casos en los que uno se da una ‘última oportunidad’ para convencerse de que es heterosexual y, al cabo de un tiempo, se da cuenta de que no”.
Es normal, en estas circunstancias, que otros pregunten por qué, si tenía dudas sobre su orientación antes de una unión heterosexual, nunca dijo nada. Por eso, Rueda explica que hay que tener en cuenta que, idealmente, asumir una orientación sexual diversa nunca debería hacerse para causar daño a los demás, y solo debe hacerse cuando se siente confiado y listo para asumirla, con todo lo que eso implica.
“Normalmente, revelar la orientación sexual diversa en este contexto va a implicar una separación de la pareja, y eso es algo que casi siempre hay que llevar en el ‘paquete’ de consecuencias”, explica Rueda.
Los miedos que tienen los hijosCuando Viviana* le escribió por Instagram a una mujer a la que seguía desde hacía poco más de un año, nunca se le ocurrió invitarla a tomar un café ni que eso terminaría en separarse de su esposo.
Ella tenía entonces 37 años. Hoy tiene 43. Fue a su hija de 15 años a la que le dijo, en un ataque de nervios y angustia por estarle mintiendo a su esposo, que ‘la amiga’ con la que había empezado a verse en realidad estaba enamorada de ella, y viceversa.
Su hija, en ese momento, se puso a llorar. Le preguntó si iba a abandonarla por su amiga. Tanto en el caso de niños como adolescentes, Rueda explica que su temor más grande es que la pareja de su papá o su mamá, independientemente de quién sea, les quite tiempo y espacio con ellos. “Además, muchas veces los papás se enredan en explicarles el tema de diversidad sexual. Ahí recomiendo tener una asesoría profesional para hablar con ellos”, dice.
Por otro lado, también hay casos de adolescentes que pueden juzgar al papá que decide asumir su orientación sexual diversa, aunque Rueda asegura que cada vez menos adolescentes tienen prejuicios al respecto. “Lo importante ahí es demostrarle al hijo que eso no va a afectar los roles de sus padres con él, ni cómo lo tratan”, explica.
Y, claro, una de las preocupaciones más recurrentes de los padres está en cómo se va a tomar esta situación en el colegio de los hijos. “Hay instituciones que ni siquiera tocan estos temas y a las que estas situaciones llegan como chisme de otros papás”, dice Rueda.
En consecuencia, puede que en el colegio los niños empiecen a ser señalados o acosados por compañeros, padres y profesores. “Hay que exigirle al colegio que le asegure el estudio y el bienestar a su hijo. Hay que poner los derechos de los niños por encima de todo, independientemente de qué esté pasando en la vida de la familia”, dice.