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Curioso este personaje, Riverita. Otro, para mí, arribista. Un falangista que ahora pretende vestirse “de pana” (mejor de alpaca) para el despiste nacional.
Convencido que sus enemigos políticos, los separatistas, cometieron traición a España, debiera saber, antes de lanzar sus acusaciones, el significado de traición. Esto dice la Real Academia de la Lengua: Delito cometido contra un deber público, como la patria para los ciudadanos o la disciplina para los militares.
Pues bien, o mejor pues mal, resulta que él es el líder de una organización política, llamada Ciudadanos, que se ha opuesto infinidad de veces que de calles y plazas de España sea borrado el nombre del mayor traidor que la historia moderna de España ha conocido, el miserable y perjuro Francisco Franco, al que no le temblaba la mano para firmar sentencias de muerte. Sí, Riverita, mataba a rojos, separatistas, judíos y masones, que deben ser elementos a exterminar por la santa derecha fascista.
¿Cómo es posible tanta hipocresía? Franco sí fue un traidor, y, como consecuencia de su traición murieron centenares de miles de españoles. Franco sí fue un traidor a España, al permitir que ejércitos extranjeros la hollaran, la esquilaran, violaran a sus mujeres, mataran a hombres, niños y ancianos, y crearan hambruna. Él si fue un traidor… y lo defiende. Claro, que él solo se dedicaba a firmar sentencias de muerte y cárcel contra rojos, separatistas, masones, judíos y gente de tan poca valía. ¿Es eso, Riverita? Pues nada, carita de ángel, a defenderlo a capa y espada.
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