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 Sexualidad y poder.

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MensajeTema: Sexualidad y poder.   Sexualidad y poder. EmptyMar Mayo 28, 2019 4:51 am

[size=47]Sexualidad y poder. La voluntad de saber, de Michel Foucault[/size]

Publicado el septiembre 8, 2018 de Pablo Caraballo


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En el primer tomo de su historia de la sexualidad, La voluntad de saber, Michel Foucault parte del cuestionamiento básico de lo que llama la “hipótesis represiva”. Dicha hipótesis, dice el autor, resume el hecho aceptado de que los discursos sobre la sexualidad y el sexo han sido prohibidos y silenciados. Aun reconociendo que hay prohibiciones y represiones, lo que plantea Foucault es que éstas son estrategias particulares a través de las que opera el poder, pero no las únicas ni las más fundamentales. En ese sentido, señala que en Occidente ha habido, en cambio, una incitación de los discursos en torno al sexo, una sutil sexualización de prácticamente todo, y que la idea de una sexualidad reprimida lo que hace, precisamente, es implantar en la realidad la idea de que esa sexualidad está ahí, que hay una verdad en torno a ella que habría que descubrir. Foucault entiende el sexo o, más propiamente, la verdad sobre el sexo, como un efecto de discursos y mecanismos de saber/poder.

La verdad sobre el sexo

Por esta vía, el autor plantea la existencia de dos procedimientos para producir la verdad sobre el sexo: 1) el ars erotica y 2) la scientia sexualis.

  • La ars erotica (o arte erótica) sería propia de sociedades no occidentales, como Japón, India y China, y es un ejercicio centrado predominantemente en el placer. El placer aparece ahí como un objetivo en sí mismo: Se trata de buscar los medios para extraerlo, trabajarlo desde el interior, aprender a amplificarlo. Supone un cumulo de conocimientos que se transmiten de generación en generación. Por lo tanto, este saber, esta verdad sobre el sexo, depende de los sabios que guardan sus secretos para llevarlo hasta aprendices y neófitos.
  • La civilización occidental, por su parte, ha desarrollado una scientia sexualis (una ciencia sexual o ciencia del sexo), que presta atención al placer, pero no especialmente para amplificarlo sino para diseccionarlo y explicarlo con relación a los sujetos. La verdad del sexo, en este caso, no está en las generaciones que han cultivado los placeres y recibido los saberes, sino que parte del interior del individuo. Para acceder a este “interior”, la ciencia recurre a la refuncionalización de la confesión. La confesión permite ir hasta el “corazón” del sujeto y extraer su verdad.

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Contrario a lo que plantea la llamada hipótesis represiva, el autor señala que los discursos sobre el sexo se han utilizado para individualizar al sujeto y producir la sexualidad, como dispositivo de control. Esta incitación nos lleva a confesarnos permanentemente, ante los otros y ante nosotros mismos, pero además cuando no hay confesiones explicitas, dice Foucault, la confesión se arranca del cuerpo. La verdad sobre el sexo estaría latente, y una vez “descubierta” tiende a encerrar a ese cuerpo de acuerdo a las categorías que lo definen. No se trata solo de confesar los actos sino de hacer explícito todo lo que por el sexo y en torno a él emerge. El sexo se convierte en el lugar privilegiado de producción de sujetos, en un doble sentido, como sujetos de discursos, sujetados a los mismos. El sexo se convierte en un poder causal inagotable y polimorfo, algo no que el sujeto esconde, sino que está escondido incluso para el sujeto, y el hermeneuta experto ha venido a descifrar.
Pero la scientia sexualis no se desprende del todo de la ars erotica y de su insistencia en el placer (y su amplificación), en tanto que la primera encuentra un placer, también, en la producción del saber sobre el sexo. Un placer que es cultivado a través de la confesión y el hacer confesar a los otros. Un placer que es, a su vez, inédito: El placer de “descubrir” la verdad en la que se inscribe el placer erótico.
Sexualidad y poder. 2010-10-body-is-a-battleground

Una analítica del poder, un modelo estratégico

La voluntad de saber es, antes que un análisis acabado, el esbozo de un proyecto, en el que Foucault propone, para entender el funcionamiento de la sexualidad, replantear los modos como ha sido entendido el poder. De acuerdo con el autor, la mirada clásica en torno al poder es tanto reduccionista como conveniente para quienes están en posiciones ventajosas. La mirada que Foucault rechaza y que le intenta superar se resume, así, en tres características:
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[*]Una relación de negatividad. La idea de que el poder solo dice “no”; solo actúa reprimiendo, legislando, coartando libertades.
[*]La instancia de la regla. El sexo respondería a una ley unidireccionalmente impuesta por un poder soberano.
[*]Una lógica de la censura. El poder buscaría siempre silenciar y reducir a la inexistencia todo lo relacionado con el sexo.
[*]La unidad de dispositivo. Supone que existen diferentes niveles sociales, pero que en todos actúa un poder general; todos esos niveles estarían alineados o responderían, en última instancia, a la misma estructura superior.
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Esta representación del poder describe, para el autor, un poder jurídico-político que se corresponde con un modelo de derecho ligado a las monarquías europeas. No quiere decir esto que durante el periodo monárquico el poder actuara exclusivamente de forma unidireccional. Lo que quiere decir es que esa representación surge durante esta época y desde la propia monarquía para legitimarse, ya que sustentaba todo el ejercicio de su poder en las leyes y normas escritas, presentándose como la única forma de tener poder.
Frente a este modelo, Foucault propone un modelo estratégico, que visibiliza la eficacia productiva que está siempre presente en el poder mismo. 
En suma, propone que el poder no es el foco desde donde emana una fuerza globalizante sino un conjunto de relaciones estratégicas; puntos infinitesimales desde donde se ejerce el poder. El poder no se tiene; se ejerce en el contexto de relaciones móviles. La hegemonía es un efecto de poder, más que una realidad estable e inamovible. Siempre habrá resistencias, pero esas resistencias se inscriben en el poder, ya que no hay un exterior a éste. Pero, si bien estas relaciones no son estáticas, las estrategias conjuntas e integradas, suficientemente articuladas, pueden permitir la existencia de dispositivos unificados (la sexualidad tanto como el Estado) y la emergencia de revoluciones que se le opongan.

Productividad, sexualidad y bio-poder

Finalmente, si el poder es productivo y actúa a través de los discursos, entonces los discursos no descubren o describen la realidad, sino que la producen. La scientia sexualis produce la sexualidad, como objeto de discurso (y de control), a partir de cuatro conjuntos estratégicos:
 1) la histerización del cuerpo de la mujer; 
2) la pedagogización del sexo del niño; 
3) la socialización de las conductas procreadoras; 
y 4) la psiquiatrización del placer perverso.
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La emergencia de la sexualidad como dominio coincide, así, con un cambio en el modo en que se ejerce el poder institucionalizado. Según Foucault, este cambio consiste en un reemplazo del antiguo derecho soberano de hacer morir y dejar vivir por la nueva potestad de hacer vivir y dejar morir (o rechazar hacia la muerte). Si el sistema antes ejercía un derecho sobre la vida a través de la muerte, decidiendo quién debía morir, dejando vivir al resto, ahora no se trata de matar a los indeseables o a los desviados, sino gestionar las vidas de todos los sujetos a través de su normalización. Y esto ocurre a través de dos formas fundamentales:
[/size][list="box-sizing: border-box; list-style-image: none; list-style-position: outside; list-style-type: decimal; margin-bottom: 28px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; padding-left: 28px;"]
[*]la anatiomopolítica, que se ejerce sobre los cuerpos y que es un poder individualizante; actúa sobre el sujeto individual, y
[*]la biopolítica, que es socializante en tanto que se ejerce sobre las poblaciones. El sujeto es tomado como especie-viviente, como parte de grupos que pueden ser gestionados a nivel de masa.
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Se instaura, así, un sistema de bio-poder, poder sobre la vida, que encuentra su articulación perfecta a través del sexo y la sexualidad:
 La sexualidad permite disciplinar los cuerpos a través de la impostura de una normalidad sexual que produce sujetos, pero a su vez permite regular a las poblaciones, socializando la procreación y encauzando la productividad de esos cuerpos, en un sentido, también, propiamente económico.[/size]
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MensajeTema: Re: Sexualidad y poder.   Sexualidad y poder. EmptyMar Jul 23, 2019 4:58 am

Mi sexualidad es un problema social

https://www.todoporhacer.org/suicidio-iveco-sexualidad/

Hoy, más que ayer, aunque parezca paradójico, la construcción de la identidad femenina se sustenta bajo la noción de la sacralización de la vagina y de la sexualidad propia de las mujeres. El disfrute y goce de las mujeres supone un incumplimiento de las normas de género más modernas, avanzadas y tecnológicas de este nuevo siglo. Cualquier forma de goce más allá de la heteronormada, esto es, heterosexual, conyugal, monógama y romántica, supone un ataque frontal a uno de los pilares sacrosantos del sistema patriarcal, la familia.
Una mujer debe ante todo ser madre, buena esposa, cuidadora y a ser posible trabajadora. Debe de cuidar su aspecto con dietas, higiene y cosmética. Debe ser en apariencia follable, pero pudorosa y cauta en la cama. Y jamás de los jamases debe insinuarse o corresponder a un encuentro sexual promiscuo.
Así el mes pasado nos llegaba la terrible noticia del suicidio de una empleada de Iveco, tras la viralización de un video de contenido sexual, donde al parecer solo ella salía en la imagen, rompiendo el pacto moral y la estricta ley de la heteronorma.
Iveco es un grupo industrial italiano que se dedica a la comercialización y diseño de transportes ligeros y pesados, con plantas de producción en toda Europa, en China, Rusia y algunos países de América Latina. Aquí en el Estado español mantiene su producción en Madrid.
El mes pasado Iveco se convertía en el escenario del trágico acontecimiento. Una empresa con una plantilla de más de 2.500 trabajadores, vivió con horror el suicidio inducido por la empresa a una de sus trabajadoras. ¿Por qué inducido? Porque la responsabilidad de la empresa era velar por la seguridad de su trabajadora. Y la seguridad no puede entenderse simplemente en el riesgo físico que puede sufrir el trabajador. Tiene que ser en todos sus aspectos vitales, es decir físico, psicológico y por qué no espiritual. Inducido, porque a pesar de que la trabajadora avisara a la empresa de que estaba sufriendo bullying tras viralizarse un video sexual de su persona, y que a raíz del mismo se había generado todo un entramado de burlas y comentarios vejatorios, ni recursos humanos ni nadie en la empresa, compañeros, trabajadores o/y altos cargos, hizo nada para impedir las terribles consecuencias que tuvieron tales hechos. Inducido, porque la trabajadora en cuestión vivía bajo una enorme presión y ansiedad. Su mayor miedo, según los medios de comunicación, era que el video llegara a su familia, a su marido, algo que terminó por suceder. Lo que llevó, según el periódico El Mundo, a que el marido la amenazara con divorciase y quitarle la custodia de los hijos.
Me pregunto hasta cuándo y hasta dónde sostendremos esto. ¿Por qué hoy más que ayer? Cuanto más se refuerza la idea de una sexualidad puritana para las mujeres, más se potencia convertir en aun más depravada la sexualidad para los hombres. Esto no quiere decir que hombres y mujeres vayamos a consumir una u otras formas sexuales según el género. Aquí tiene mucho más que ver con una industria, la del sexo, que con una expresión libre del ser humano.
Gayle Rubin, una de esas fantásticas autoras que se preocuparon en su día por desarrollar una praxis para superar las estrecheces conservadoras de la sexualidad, ya comentaba que en épocas de máxima tensión política las sociedades tienden a endurecer los pactos morales, favoreciendo discursos reaccionarios y puritanos. “Ha llegado el momento de pensar sobre el sexo. A algunos la sexualidad quizá sólo les parezca un tópico sin importancia, un escape frívolo de los problemas más críticos de la pobreza, la guerra, la enfermedad, el racismo, el hambre o la aniquilación nuclear. Pero es precisamente en épocas como ésta, en la que tenemos que convivir con la posibilidad de una destrucción inimaginable, cuando es más probable que la gente se vuelva peligrosamente desquiciada en lo referente a la sexualidad.” Así de claro y contundente comienza su texto “Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría radical de la sexualidad.”
Ha llegado el momento de hablar sobre sexo. Porque es precisamente en épocas como la que estamos viviendo, ante la posibilidad de una destrucción inimaginable, (calentamiento global, el desplazamiento migratorio que lleva a miles de personas a morir en el mediterráneo, el terrorismo, poblaciones enteras desplazadas, el feminicidio en aumento, hambrunas, guerras no mediatizadas, etc.) cuando es más probable que la gente se vuelva peligrosamente desquiciada en lo referente a la sexualidad.” Hablemos sobre sexo porque ante esta posibilidad el conservadurismo más reaccionario avanza expandiéndose en todas sus formas por todos los rincones del planeta. Y es la sexualidad de las mujeres, lesbianas, putas, gais, transexuales y demás identidades, la que está en juego. Hablemos de sexo porque no es banal que una mujer se suicide acorralada por el desquicie, el abuso y el bullying que sufrió en la empresa por parte de sus compañeros. Hablemos de sexo porque la violencia simbólica tiene rostro de buena ciudadana.
Hablemos de sexo porque el problema no es que se viralice un video personal de contenido sexual femenino. El verdadero problema es que las mujeres no podemos, no debemos gozar. No se nos permite disfrutar del juego sexual, de la expresión libre de nuestra sexualidad. Los cuerpos de las mujeres son disciplinados constantemente por los medios de comunicación, la opinión pública, la justicia, la cultura. La violencia simbólica para las mujeres está tan altamente naturalizada que somos incapaces de verla, desde la familia patriarcal/mononuclear pasando por la maternidad forzada, la educación androcéntrica, la heterosexualidad obligatoria, la historia robada, el trabajo sexuado, la ciencia ginopeista.
El contraste es terrible. Mientras a las mujeres se nos mete el miedo en el cuerpo con todo tipo de normas disciplinarias, a los hombres se les insta a consumir un sexo depravado, violento, corrompido.
Hablemos de sexo por que el suicidio de esta madre, trabajadora, mujer supone para nosotras una realidad terrible. Hablemos de sexo porque nos queremos vivas, empoderadas y juguetonas. Pícaras, seductoras, sexuales, sensitivas y gozosas.
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