“Encerrado en su despacho -ha escrito Ignacio Camacho en ABC-
Rajoy devora papeles económicos: le obsesiona saber la cifra de los números
rojos”. Teme que le ocurra lo que a María Dolores de Cospedal: que los
maquillajes zapaterescos escondan las arrugas profundas del rostro económico.
Tiene experiencia de la sagacidad de Zapatero para mentir y se teme, con razón,
que las cifras aportadas por Elena Salgado estén
manipuladas.
Al margen de las subvenciones endosadas con cargo al
presupuesto del 2012, al margen de los 1.800 millones perdidos por el adelanto
en el impuesto de sociedades, al margen del reguero de dádivas a la memoria
histórica y a la Alianza de las Civilizaciones, al margen de los mil cargos
colocados a última hora, Mariano Rajoy se teme que las cifras que le han
aportado sean una engañifa y que la realidad le golpee
agriamente.
La tarea en 2012 para contener la deuda, reducir el déficit y
disminuir el paro es hercúlea. Lo será más si los datos son peores de los que
exhibe Zapatero. Ignacio Camacho ha dado en la diana en uno de sus grandes
artículos. “Estos días de tensa calma van a ser los últimos en que Rajoy pueda
manejar el tiempo a su favor”. En cuanto pise los mármoles de Moncloa, todo el
mundo le pedirá soluciones y estas pueden estar más comprometidas de lo que se
cree, cuando se discierna la realidad de la interminable caravana de los números
rojos.
Luis María
ANSON
de la Real Academia Española