El grosor efectivamente disminuye. De los 8,3 mm del iPhone 11 pasamos a los 7,4 mm del iPhone 12, por ejemplo, una reducción notable que tiene una consecuencia directa en la autonomía de la batería. Si el año pasado alabábamos esa decisión de Apple de volver a móviles un poco más gorditos, ahora condenamos esa vuelta a la obsesión por la delgadez y la ligereza.