Un monarca, preocupado por la continua merma en la recaudación de impuestos, interroga, delante de toda la corte y bajo pena de muerte, a su tesorero.
-O me das una explicación clara, o señalas al culpable de robar mis arcas, o te mando degollar.
-Si me hacéis traer un bloque de hielo, os lo explicare todo.
El bloque fue traído, y el tesorero pidió que se pesara. Después pidió que el bloque fuera pasando de mano en mano entre todos los cortesanos, incluyendo al rey. Y al final lo peso otra vez.
-Lo veis, majestad? El hielo ha disminuido considerablemente de peso. Nadie ha robado nada, pero incluido vos, todos se han mojado las manos.