Crédito: Wikimedia commons / Mylene2401 / Pixabay. - Edición: Erick Nielssen.
Ignaz Semmelweis es el
«padre del lavado de manos», este fue uno de sus más grandes aportes a la medicina. Semmelweis era un obstetra que
en 1847 entendió que lavarse las manos
disminuía la tasa de mortalidad en los mismos
hospitales, cuando los centros de salud eran demasiado
antihigiénicos.
Fue declarado «loco» y enviado al manicomio.
Semmelweis Ignác Fülöp o Felipe Ignacio Semmelweis (1818-1865) fue un médico de Hungría. Obtuvo un
doctorado en obstetricia y asistió al profesor Klein del Centro de Maternidades del
Hospicio General de Viena.
Hospitales antihigiénicos del siglo XIX Autopsia en el Hospital General de Massachusetts, siglo XIX. Crédito: Massmoments.org.
En esta parte de la historia de la medicina,
antes del siglo XX, los hospitales eran terriblemente
antihigiénicos: carecían de normas de sanidad y de limpieza, las sábanas casi siempre estaban
sucias, llenas de sangre y otros
fluidos corporales.
Los médicos no se preocupaban por la
asepsia (evitar la
infección por gérmenes). Esta falta de esterilización se daba porque en esa época todavía
no se habían descubierto los gérmenes ni la teoría microbiana de la enfermedad (solamente
se teorizaba).
Caso Semmelweis: lavado de manos para evitar infecciones Ignaz Semmelweis fue un
médico audaz en la historia de la medicina y clave para esa
teoría de los microbios. Él observó los numerosos
casos de fiebre puerperal en mujeres en labor de parto: un porcentaje de hasta
40% que entraba al Hospicio General de Viena
contraía esa fiebre y moría.
Izquierda: retrato de Ignaz Semmelweis. Derecha: estatua de él en Budapest, Hungría. Crédito: Biusante / Wikimedia commons.
En 1847 Semmelweis fue testigo del
deterioro y muerte de un colega después de cortarse la mano mientras
diseccionaba un cadáver. Ahí comenzó a relacionar la causa de
enfermedades con el contacto con
cadáveres descompuestos (aun sin conocer sobre microorganismos).
Específicamente se dio cuenta de que las
mujeres en labor de parto que eran atendidas por
cirujanos contraían mucho la
fiebre puerperal. Estos médicos también realizaban
autopsias. La sección obstétrica también tenía a las
parteras (éstas
no tocaban cuerpos de difuntos y sus mujeres atendidas
no desarrollaban fiebre).
Ahí concluyó que la manipulación de cadáveres
generaba esa fiebre puerperal. Semmelweis dijo:
- Citación :
- Los dedos contaminados son los que conducen las partículas cadavéricas a los órganos genitales de las mujeres encinta, y sobre todo al nivel del cuello uterino.
Agua y cal clorada como desinfectante Pintura de una sala de partos del Hospital de Viena donde se representa Semmelweis enseñando a sus alumnos. Crédito: IATROS/Universidad de Michigan
Como solución colocó un
recipiente con agua y cal clorada, estableciendo la regla para todos sus compañeros:
que se laven las manos antes de atender a pacientes vivos. La
tasa de mortalidad de las mujeres parturientas
¡descendió hasta el sorprendente 1%!.
A pesar de ese éxito, muchos de sus colegas
se mostraron escépticos… Reaccionaron negativamente:
no se lavaban ni esterilizaban las manos. Semmelweis los llamó
«asesinos» y lamentablemente fue
despedido y difamado.
El obstetra llegó a sufrir
depresión y trastorno obsesivo. A base de violencia fue
internado en un hospital psiquiátrico y sólo con 47 años
murió por inyectarse residuos de una
necropsia (para probar su teoría). Se dice que él estaba
trastornado, aunque tal vez fue
asesinado.
Hoy en día, Ignaz Semmelweis es un
mártir de la medicina y su más grande aporte fue el
lavado de manos, una herramienta fácil y necesaria para combatir enfermedades como el nuevo coronavirus.
Dr. Semmelweis y el lavado de manos (Public domain).
- Cultura Colectiva: Ignaz Semmelweis: el doctor obsesivo que enviaron al manicomio por lavarse las manos
- Infobae: Quién fue “el padre del lavado de manos” que murió pobre y en un psiquiátrico por defender la higiene personal
- Esfera Salud: http://esferasalud.com/wp-content/uploads/2013/04/Teoría-Microbiana.pdf
Una publicación de Mystery Science. Todos los derechos reservados. – Está expresamente prohibida la redistribución y redifusión de este contenido sin previo consentimiento.