Todo estaba previsto. Felix era hombre precavido, no dejaba nada sin controlar.
Maleta, llaves del departamento, portafolio. Todo preparado.
Envió el E-mail acordado: “Las joyas relucen en el aire”
La llegada del taxi tardía, alteró sus nervios.
Su avión ya estaba en la pista.
Una vez más, quizás la última, viajaría en su avión privado, llegó a la conclusión que no era prudente y bastante peligroso.
Sus dos guardaespaldas lo acompañaron hasta la escalinata.
Una asistente de vuelo lo ayudó a ubicar la maleta y el portafolio en la mesa anexa a su butaca.
Se sentó, ya relajado, ajustó el cinturón, pidió un refresco y espero el comienzo del vuelo.
Abrió su portafolio con intención de revisar, una vez más, el contrato que lo convertiría en el Presidente del Directorio de una de las empresas mas importantes en el mundo de las comunicaciones.
Sintió un cierto mareo, lo atribuyó a que no había desayunado, pero sabía que después de que el avión llegue a la altura correspondiente, recibiría un buen refrigerio como era acostumbrado.
El somnífero agregado al refresco surtió efecto.
Fue abierta la portezuela, el cuerpo de Felix desapareció en el aire.
Todo según lo previsto.
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