En una es James Barry, médico y militar irlandés que cuando murió se descubrió que era una mujer.
"Parece que nació en Cork, Irlanda, muy a finales del siglo XVIII, en torno a 1789 y 1790, con el nombre de
Margaret Ann Bulkley. Pertenecía a una familia acomodada, pero su padre acabó contrayendo deudas y entrando en prisión. Todo indica que la idea de que Margaret estudiase cirugía con la identidad de un hombre no fue solo suya: debió de ser una pequeña confabulación urdida por su madre y un grupo de intelectuales cercanos a la familia, todos de mentalidad liberal y a favor de los derechos de las mujeres. Entre ellos estaba su tutor, un médico llamado
Edward Fryer, y su tío, un pintor de renombre llamado, precisamente,
James Barry. También se contaba el general Francisco de Miranda, que para entonces ya planeaba la emancipación de Venezuela del Imperio español. Algunos biógrafos sostienen que el objetivo era que Margaret estudiase con la identidad de un hombre y que luego acudiera a Venezuela, donde Miranda proyectaba implantar una república progresista en la que las mujeres podrían ejercer la medicina.
Barry llegó a Edimburgo en noviembre de 1806 con la intención de matricularse en la escuela médica de la universidad. Para entonces ya no se hacía llamar Margaret Ann Bulkley, sino James Miranda Steuart Barry. Decía ser sobrino de James Barry, el famoso pintor irlandés, y el protegido de algunas personalidades muy influyentes, tanto que se permitía firmar con sus apellidos. Entre sus cartas de recomendación se contaban la del general Miranda y la de
David Steuart Erskine, conde de Buchan, un mecenas y patrón de las artes edimburgués. Su voz, no demasiado grave, su corta estatura y su rostro imberbe no acabaron siendo un problema: aunque tenía cerca de veinte años, aparentaba ser un varón adolescente, quizá de trece o catorce años, decidido a estudiar Medicina por razón de su precocidad. Y la presencia de su madre, que lo acompañó durante sus primeros años en Escocia, confería credibilidad a la historia. Barry logró ingresar en la universidad y se matriculó como doctor en Medicina en 1812. En 1813 aprobó el examen del Real Colegio de Cirujanos de Inglaterra y días después se enroló en el ejército, muy necesitado de médicos debido a las guerras napoleónicas. Si realmente existió, el plan de desertar y acudir a Venezuela nunca se consumó. El general Miranda llegó a liderar a los insurrectos durante la guerra de independencia de Venezuela, pero acabó capitulando. Murió en una cárcel de Cádiz en 1816.
El resto es Historia, con mayúscula. Barry permaneció cincuenta años en ejercicio y llegó a convertirse en inspector general de Hospitales, el segundo puesto con más rango al que podía aspirar un oficial médico en el ejército británico. Como cirujano, obtuvo la admiración unánime de sus coetáneos, pero su reputación personal era terrible. Hoy sabemos que sus trifulcas con los funcionarios coloniales y los altos mandos del ejército, muy frecuentes, casi siempre tuvieron que ver con las míseras condiciones en las que vivían los soldados y el trato inhumano que se dispensaba a las minorías y los desfavorecidos. En un par de ocasiones también reaccionó con violencia ante los rumores que suscitaba su aspecto afeminado, que se llegaron a convertir en acusaciones y amenazas, pero no pasaron de ahí. En 1859 fue retirado y pensionado, en contra de su voluntad, por su estado de salud achacoso. Tenía bastantes más años de los que decía, cerca de diez, y para entonces ya le pasaban factura. Murió seis años después, en julio de 1865, guardando aún su gran secreto: que era una mujer.
Eso dice la Historia, con mayúscula. Y a la Historia, con mayúscula, cuesta mucho contradecirla."
En la segunda historia sobre James Barry se cuenta algo diferente.
"El 23 de agosto de 1865, un tal George Graham, de la Oficina del Registro General Británico, escribe a David McKinnon, el médico que había firmado el certificado de defunción de James Barry, para pedirle explicaciones. Una criada, al parecer, ha dicho a la prensa que el viejo oficial era una mujer y la historia está en todos los periódicos de Irlanda y el Reino Unido: el revuelo está siendo monumental. En el Registro, algunos creen que quizá no se ha enterrado a la persona correcta. McKinnon contesta al día siguiente, el 24 de agosto, diez días después del entierro de Barry, y lo que cuenta es esto:
[…] Fui amigo íntimo del caballero durante una buena cantidad de años, tanto en las Indias Occidentales como en Inglaterra, y jamás tuve ninguna sospecha de que el doctor Barry fuera una mujer. Le atendí durante su última enfermedad y unos meses antes por bronquitis. La afección que causó su muerte fue una diarrea producida, aparentemente, por errores en la dieta.
Después de la muerte de Barry me enviaron a la oficina de sir Charles McGregor y allí me esperaba, para hablar conmigo, la mujer que hizo los últimos oficios para el doctor Barry. Deseaba obtener cierta remuneración por sus servicios que la mujer que regenta el edificio en el que murió Barry se había negado a pagarle.
Entre otras cosas dijo que el doctor Barry era una mujer y que menudo doctor debía ser yo si no lo sabía y que ella no querría ser atendida por mí. Le informé de que no era asunto mío si el doctor Barry era un hombre o una mujer y que pienso que lo más probable es que no fuera ninguna de esas cosas, es decir, que fuera un hombre imperfectamente desarrollado.
Luego ella dijo que había examinado el cuerpo y que era el de una mujer perfecta. Incluso tenía marcas de haber tenido un hijo siendo muy joven. Entonces le pregunté cómo había llegado a esa conclusión. La mujer, señalando la parte baja de su estómago, dijo que las marcas estaban allí. Soy una mujer casada, dijo, y madre de nueve hijos: si lo sabré yo.
La mujer parecía pensar que estaba en posesión de un gran secreto y quería que la pagaran por guardarlo. Le dije que los parientes del doctor Barry están todos muertos y que el secreto no era mío y que mi propia impresión es que el doctor Barry era un hermafrodita […].
La identidad de aquella mujer figura en el certificado de defunción de James Barry. Se llamaba Sophia Bishop. Firmó bajo su nombre con una equis porque era analfabeta. También sabemos que intentó extorsionar a dos personas antes que al médico: a la casera de Barry y a su albacea. Y sospechamos que no lo consiguió, o no habría acudido finalmente a la prensa. Cuando lo hizo, no reveló su identidad, o exigió que no se publicara, y no es difícil imaginar por qué. Había invocado las famosas marcas en el abdomen del difunto para contradecir al doctor McKinnon y había hecho prevalecer su tesis de que Barry era una mujer asegurando que ella misma era madre de nueve hijos, pero las investigaciones más recientes ponen su testimonio en entredicho. La Sophia Bishop que trabajaba en el número 14 de Margaret Street el 25 de julio de 1865 ni estaba casada ni tenía hijos.
La opinión de McKinnon podemos tenerla clara, porque la repite dos veces en su carta: que James Barry, a quien conocía desde hacía años, debía ser hermafrodita6. Pero también admite que no inspeccionó pormenorizadamente sus genitales porque no era necesario para el objeto de su examen post mortem: certificar la identidad del cadáver y el hecho de que hubiera muerto. Como médico, también sabía que un mero examen superficial puede ser suficiente para efectuar un diagnóstico de esta clase, pero también no serlo. Hoy en día llamamos a esto intersexualidad —en nuestros días, la palabra hermafrodita se suele considerar anticuada y un tanto reduccionista— y sabemos que tiene causas muy variadas, desde los desórdenes hormonales durante la gestación a la mutación cromosómica o el mosaicismo. La intersexualidad tiene decenas de formas distintas: unas resultan evidentes en el momento del nacimiento, y otras, solo a partir de la pubertad. Algunas solo comportan problemas de fertilidad y pueden pasar desapercibidas durante toda la vida. Es poco habitual que una persona intersexual pueda reproducirse. En la época de Barry se tenía por algo imposible.
¿Era James Barry una persona intersexual? Lo más probable es que sí, pero no podemos saberlo con total seguridad. En palabras de Rachel Holmes, su biógrafa, «nunca sabremos todo lo que queremos saber sobre James Barry por la sencilla razón de que él no quiso que lo supiéramos»."
https://www.jotdown.es/2024/01/james-barry-y-la-i-prohibida/