-Puedes pedir tres deseos.
-.Ajá, dame tus poderes. Bien, ¿estás aburrido de que desconocidos te pidan cosas, quieres un descanso?
-No.
Y los dos porfiaron tanto que se desató una batalla mágica. Testigos lejanos desde la ciudad de Talshin aseguraron ver chisporroteos de centellas de colores , animales extraordinarios batallando y una gran conmoción en la tierra y en el mundo de estrellas que caían, lava rugiendo y mil cosas maravillosas y terribles. Enfrentados uno para que el genio descansase, el genio para seguir haciéndolo porque andaba asustado con ¿y qué haría? Cuentan que el genio ganó, y estoy dispuesto a creerlo puesto que su familiaridad con los sortilegios era mayor. Como pequeña venganza, y por no poder el hombre renunciar a su orgullo , el perdedor no formuló jamás los otros dos deseos. Tampoco decidió pedir que el genio se tomase un descanso. Aunque hubiese sido una orden que el genio habría debido cumplir.
Cuentan que en la ruta en pos de mercancías, marfil y oro que atraviesa el desierto cerca de Talshin ciertas noches los caravaneros y sus guardias, arropados en pieles buscando una pizca de calor y dormir, escuchan decir no se sabe bien si a al aire o a qué criatura implorar:
-Pide los otros dos.
`Pero esta historia me parece una simple habladuría. Pudiendo pedir lo que sea, estar donde les apetezca y ser lo que quieran, ¿cómo van a estar hombre y genio aun porfiando en el desolado desierto que Dios ha puesto para probarnos?