La insoportable forma de ser de las feminazis.By J Ferrer
13 jun 2012
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Vaya por delante que soy defensor de la igualdad de sexos en
derechos, obligaciones y oportunidades. Estoy muy a favor de que la
mujer estudie y trabaje. En mi empleo casi siempre he tenido jefas y
jamás tuve problema alguno con ellas. No me importaría que una señora
fuera presidenta de mi nación. Me quito el sombrero ante aquellas damas
que han demostrado ser no igual sino incluso más valiosas que sus
colegas masculinos, como
Marie Curie o
María Moliner.
Me horripila que en Arabia Saudita una mujer no pueda conducir, que en
Nigeria se le practique la ablación de clítoris o en Bangladesh se le
pueda arrojar ácido sulfúrico a la cara con impunidad. Pero nada de esto
me impedirá ser acusado de machista por pensar que el feminismo ha
pasado de reivindicar la justicia social a convertirse en una ideología
totalitaria que destila revanchismo y odio para con el varón.
1) El feminazismo pretende crear una sociedad artificial mediante un
ejercicio de ingeniería social. Por ejemplo reivindicando que un hijo
lleve el apellido de la madre antes que el del padre (no me parece mal,
dicho sea de paso, pero en los países anglosajones las mujeres toman el
apellido del marido al casarse y se enorgullecen de ello). Y anhelan
crear un lenguaje de laboratorio. Se quejan de que “hombre” pueda
designar a toda la humanidad, cuando “hombre” es la traducción latina de
“homo” (sapiens sapiens) y fomentan absurdos dobletes como “vascos y
vascas”, “españoles y españolas”, “arquitectos y arquitectas”, etc, que
es tan grotesco como decir “periodistos y periodistas”, “socialistos y
socialistas”, “gilipollos y gilipollas”. Sorprende, en una incoherencia
feminazi, que a los hombres nos acusen de “machistas” en lugar de
“machistos” como debiera ser.
2) El feminazismo es hipócrita. Clama por una mujer “independiente”
pero que sea el hombre el que pague cuando salgan a cenar. Quiere que el
marido pase la fregona en casa pero no que la mujer cumpla el servicio
militar obligatorio en los muchos estados que aún lo mantienen. Que el
marido sea un calzonazos que diga “sí cariño” a todo, so pena de
acusarlo de opresor. Se burla cruelmente si a un varón le amputa el
pene su esposa pero no tolera el más mínimo chiste sobre mujeres.
Reclama una pensión de paternidad a un varón pero deja sin voz ni voto a
un padre al grito abortista de “¡nosotras parimos, nosotras
decidimos!”. Ellas se exhiben como pedazos de carne y luego se quejan de
que los tíos sólo piensan en sexo. Culpan a los varones actuales por
las injusticias machistas que padecieron nuestras tatarabuelas cuando en
aquel tiempo nosotros ni siquiera habíamos nacido.
3) El feminazismo no busca la igualdad de sexos sino la
discriminación del hombre a modo de venganza. Puede que en Irán la mujer
esté discriminada, pero en España sin duda el discriminado es el varón.
En este país hay un código penal diferente para cada sexo. El maltrato
es considerado delito si eres hombre y falta si eres fémina. Hay
denuncias falsas que salen adelante amparadas por la palabra de la
mujer. En caso de divorcio, la esposa se queda con todo y el marido de
patitas en la calle. El 75% de denuncias por malos tratos son falsas. A
muchos padres divorciados les es negado ver a sus hijos. Dicen que están
discriminadas salarialmente pero jamás he conocido que en una empresa a
una mujer le paguen menos dinero que a un hombre a igual trabajo en
iguales condiciones. Niegan ser el “sexo débil” pero luego van y
reclaman paridades, que es el recurso de los mediocres.
4) El feminazismo culpa al hombre de los fracasos y limitaciones de
la mujer. Yahoo, Google, Facebook o Twitter son ejemplos de empresas muy
recientes fundadas por hombres en un país y una época en que las
mujeres tienen igualdad de oportunidades. ¿Dónde está la mujer que como
Joan Roig herede de sus padres unas carnicerías familiares y cree un imperio como Mercadona? ¿Dónde está la mujer que, como
Bill Gates,
empiece trabajando en el garaje de sus padres y acabe inventando
Windows? Frente a estas preguntas incómodas, es más fácil contar
historietas lacrimógenas de hace centenares de años o rebuznar mantras
tales como “machismo” o “patriarcado” incluso en una época en que una
mujer tiene ventajas fiscales para montar su propio negocio. Señoras
feminazis; no le echen la culpa a la extinta sociedad del siglo XIX de
sus fracasos en el siglo XXI.
El feminismo actual -que en Occidente al menos casi en su totalidad
es sinónimo de feminazismo- es la otra cara de la moneda de ese machismo
cavernícola que busca oprimir a la mujer. Es resentimiento, amargura,
frustración, odio puro. Y la discriminación del varón es apoyada,
fomentada y aplaudida en Europa por algunos calzonazos descerebrados con
el mismo entusiasmo con el que algunas tipas descerebradas defienden la
ablación de clítoris en África. Hombres defendiendo la androfobia… debe
ser algún tipo de nuevo síndrome de Estocolmo, una especie de
abducción. Mi total respeto para aquellas personas igualitaristas que
luchan día a día por la igualdad de sexos en derechos, obligaciones y
oportunidades. Mi desprecio más absoluto para machistas, feminazis,
carcas y pseudoprogres que fomentan la discriminación de una persona por
razón de su sexo.