Bajo las gruesas nubes grises se extendía un paisaje irregular y monótono en su color desvaído. En algunas partes se veían colinas de escasa altitud y en otras llanuras de estos accidentes geográficos, compartían la misma textura de materia compacta hasta donde la vista alcanzaba. Lo que le daba actividad y no faltaba eran las aves carroñeras pordioseando y rebuscando en los desperdicios, sus principales habitantes. A las aves les molestaba que en medio hubieran dos competidores, dos figuras que andaban con los ojos puestos en el cielo, un hombre de mediana edad pero avejentado, rostro agrietado y harapos de ropa. Un niño, al que cogía de la mano, con la cara negra de barro y ojos vivaces, le acompañaba.
- Papá, ¿estás seguro que caerán ahora del cielo?-preguntó el niño.
-Suelen hacerlo a un determinado ritmo y va tocando desde la última. Son puntuales en la descarga.
-Vale, es que ya tengo hambre ¿Crees que caerá algo de comida, esas cosas como…?¿Gelatina dices que se llamaba lo que antes se comía en donde se compraba y se le parecía?
-Con un poco de suerte sí. Ahí están, te lo decía- y el hombre apuntó al cielo, por encima de la capa de nubes los fulgores de unas potentes luces se adivinaron. A los pocos segundos un vehículo descendía, con forma trapezoidal y color verde metálico apagado, sin emitir ruido de sus motores, portando en la parte inferior unos recipientes de considerable tamaño acoplados a su fuselaje. La nave se posicionó a unos cientos de metros del suelo y por suerte a distancia, puesto que los contenedores se abrieron y desparramaron su contenido, si hijo y padre hubieran estado justo en ese punto hubiesen muerto por la caída y la velocidad de los objetos, como un par de gaviotas que chillaron y salieron despedidas por su descuido, el hombre bendijo su suerte. Parecía prometedora la remesa enviada.
Cuando la nave alzó el vuelo allí corrieron al montón formado con ojo avizor, lo último que querían era otro grupo de personas que luchase por los suministros y el hombre palpó el cuchillo que guardaba entre la capa exterior de ropa y la segunda. No era violento, prefería dialogar con los otros buscadores ocasionales y llegar a un acuerdo en el reparto. Pero no se podían conocer las intenciones y el grado de locura, salvajismo y desesperación de los que se acercaban a los yacimientos. Y tenía unas responsabilidades, defender a su hijo y a sí mismo, en este orden de prioridades
Primero buscaron la comida,solía presentarse en paquetes de un material liso y opaco, la mayoría de la veces el contenido,un líquido verdoso de la consistencia de la gelatina, no aparecía al completo, y lo máximo era algún resto adherido al paquete que se debía de raspar sin desaprovechar ni una pizca. En aquella ocasión fue mejor, ¡varios paquetes intactos! Eso daría para cubrir sus necesidades de alimento durante dos semanas, el alimento, fuese lo que fuese, tenía la capacidad de saciar y daba nutrientes aunque su sabor fuese amargo. El niño abrió uno y al instante su cara se demudó.
-¿Qué es eso?.-preguntó preocupado y tirándolo al suelo, como si un escorpión le hubiese picado.
-No tires la comida. No te preocupes, suele pasar cuando hay un paquete entero. No los habías visto antes,¿eh? Debe ser algo que a ellos les gusta encontrar al abrir su comida. Unos cromos en las golosinas para sus hijos, en realidad no lo sé- dijo, y recogió un circulo de animados colores que lanzaba un particular sonido, cualquiera diría que se trataba de una melodía simple e infantil. En el centro del círculo estaba dibujado un ser que no se parecía en nada a los dos humanos recolectores de basura. El hombre lo arrojó a lo lejos con rabia y la tonadilla cesó.
-No te entiendo ¿Qué es eso de las golosinas en los cromos?
-Nada, no importa. A lo nuestro, anda. Mira por si encuentras esa especie de tela, que tengo que remendarte el abrigo. Y maneja lo que encuentres con cuidado, ante la duda no lo toques y llámame, no seas como el chico aquel atrevido, ¿lo recuerdas?
-Sí, el que quedó hecho papilla con la máquina por apretar un mecanismo oculto o un botón, creo que me contaste. Lo tendré en cuenta.
-Buen chico.- y le revolvió el pelo.
No sé, la invasión y como se produjo, los planes de enfrentarse a los invasores aprovechando la basura y la tecnología que tiraban, cosas así.
